Este año se cumple medio siglo desde la Crisis de Octubre. Aunque mucho se ha escrito sobre la misma, no es muy conocido que ese acontecimiento histórico fue en parte responsable por el surgimiento de internet. A fines del año 1962 el presidente de los Estados Unidos, John Kennedy, y su Secretario de Defensa, Robert […]
Este año se cumple medio siglo desde la Crisis de Octubre. Aunque mucho se ha escrito sobre la misma, no es muy conocido que ese acontecimiento histórico fue en parte responsable por el surgimiento de internet.
A fines del año 1962 el presidente de los Estados Unidos, John Kennedy, y su Secretario de Defensa, Robert McNamara quedaron muy insatisfechos con los problemas de comando y control que confrontaron durante la Crisis de Octubre, en particular por su incapacidad de obtener y analizar datos en tiempo real e interactuar con los comandantes militares en el terreno.
Para enfrentar este problema designaron al científico Joseph Carl Robnett Licklider al frente de la recién creada Oficina de Técnicas para el Procesamiento de la Información (IPTO) de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA), del Departamento de Defensa de los Estados Unidos.
El objetivo era trabajar en el llamado «Problema de la Seguridad Estratégica de Occidente», relativo a la supervivencia de la cadena de mando ante un ataque nuclear sorpresivo.
Licklider buscó ayuda en las universidades norteamericanas más importantes y concibió interconectarlas a todas ellas en una red de computadoras, que él llamaba «Intergalactic Computer Network», la que posteriormente se llamaría oficialmente ARPAnet, la precursora de internet. Y como se dice, lo demás fue historia.
Pero este no es el secreto mejor guardado de internet, quizá es el segundo. El primer lugar lo tiene la inequidad en el pago de la conexión internacional a internet.
¿En qué consiste el problema?
Si dos o más organizaciones participan en la prestación de un servicio que paga un tercero, lo más natural es que el ingreso por este pago se comparta de alguna manera entre dichas organizaciones.
Esto ocurre, por ejemplo, en el servicio de telefonía de larga distancia internacional donde existen acuerdos para compartir el ingreso por los pagos de las llamadas, bajo los cuales el operador de telecomunicaciones en el país que origina la llamada, y que cobra por ella, realiza un pago compensatorio al operador en el país donde termina la llamada.
Sin embargo, en internet no ocurre así: Los proveedores de servicios de internet de los países en desarrollo, pagan el costo total de los enlaces de interconexión a internet mientras que los operadores de países desarrollados utilizan estas facilidades para encaminar su tráfico sin pagar nada a cambio.
Un ejemplo, que aparece en un estudio sobre esta situación en el continente africano permite explicarlo mejor: «Cuando un usuario final en Kenia envía un correo electrónico a un destinatario en los Estados Unidos es el proveedor de servicio de internet keniano quien carga con el costo de la conectividad internacional de Kenia a los Estados Unidos. A la inversa, cuando un usuario final estadounidense envía un correo electrónico a Kenia, sigue siendo el proveedor de servicio de internet keniano quien carga con el costo de la conectividad internacional, y es el usuario final keniano quien en última instancia sufre la peor parte de tener que pagar subscripciones más altas.» [1]
Esta situación es tan escandalosa que un artículo de la BBC lo denominó: «El gran robo africano de internet». [2]
La cantidad de dinero que por este concepto fluye desde los países subdesarrollados hacia los desarrollados es tan grande que un artículo publicado por la Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT) concluye, al igual que el estudio antes citado, que la situación plantea la paradoja que «los países pobres están subsidiando a los ricos». [3]
Este estado de cosas ha significado un impacto negativo en los países en desarrollo, donde los pagos provenientes de los mecanismos de liquidación que se aplica a la telefonía internacional ha sido tradicionalmente una fuente de ingresos que ha ayudado a financiar la inversión en la infraestructura de telecomunicaciones en esos países. La UIT estima que, entre 1993 y 1998, los flujos netos de la liquidación de los pagos de telecomunicaciones desde los países desarrollados hacia los países en desarrollo totalizaron unos 40 mil millones de USD. Según datos del Banco Mundial, este ingreso que recibían los países subdesarrollados está desapareciendo a medida que más tráfico de telecomunicaciones se desplaza hacia internet. [4]
Esta situación se ha discutido en diversos organismos internacionales sin que hasta el momento haya habido ninguna solución para esta discriminación que sufren los países subdesarrollados para conectarse a internet.
Por ejemplo, en octubre del 2000 la Asamblea Mundial de Normalización de las Telecomunicaciones de la UIT aprobó la recomendación D.50 sobre este asunto. El propósito de la recomendación era establecer los principios para la negociación de acuerdos para la transmisión internacional de tráfico de internet y reconoce también la necesidad de compensaciones entre los proveedores que llevan el tráfico. Sin embargo, como su nombre lo indica, esta recomendación no es un acuerdo vinculante, por lo cual no ha sido aplicada.
También la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) en el 2003 se pronunció sobre el tema, declarando que: «Los costos de tránsito e interconexión de internet que resulten de negociaciones comerciales deben orientarse hacia parámetros objetivos, transparentes y no discriminatorios, teniendo en cuenta la labor en curso sobre el tema.» [5] Este llamado tampoco ha sido escuchado.
Pasan los años y este tema no sólo no se ha resuelto sino que se ha establecido como un componente más del injusto orden económico internacional vigente, cuyo nefasto impacto se ha recrudecido por el efecto de la globalización neoliberal y que hace imposible la superación de la llamada brecha digital, que crece y profundiza la desigualdad y la polarización del bienestar y la pobreza.
Hay que seguir luchando
El desarrollo de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (TICs) entre las que se encuentra internet, plantea importantes retos, pero también ofrece grandes oportunidades a los países en desarrollo.
Ellas tienen el potencial de brindar nuevas soluciones a los problemas del desarrollo, en particular en el contexto de la globalización, y pueden promover el crecimiento económico, la competitividad, el acceso a la información y los conocimientos, la erradicación de la pobreza y la inclusión social.
Es por ello que hay una apremiante necesidad de continuar luchando para eliminar los obstáculos con que se enfrentan los países en desarrollo para acceder a las nuevas tecnologías, como la insuficiencia de recursos, infraestructura, educación, capacidad, inversión y conectividad, así como los relacionados con la propiedad intelectual y la transferencia de tecnología.
Y entre estos obstáculos está el de la inequidad en el pago de la conexión internacional a internet, uno de sus secretos mejor guardados.
***
Referencias:
[1] «The Halfway Proposition,» «Background Paper on Reverse Subsidy of G8 Countries by African ISPs,» Johannesburgo, África del Sur, (Octubre 19, 2002).
[2] «The Great African internet Robbery,» BBC News, (Abril 15, 2002).
[3] «International internet Connectivity – Are Poor Countries Subsidizing the Rich?», ITU News Magazine, N° 03, (Abril 2005).
[4] «Identifying Key Regulatory and Policy Issues to Ensure Open Access to Regional Backbone Infrastructure Initiatives in Africa,» El Banco Mundial, (Diciembre 9, 2004).
[ 5] » Plan de Acción de Ginebra , Primera Fase de la CMSI » párrafo C2. 9., Ginebra, (Diciembre 12, 2003).
Juan Alfonso Fernández González es a sesor en el Ministerio de la Informática y las Comunicaciones (MIC) y Profesor Adjunto en la Universidad de las Ciencias Informáticas (UCI)