¡La democracia corre peligro! ¡Asistimos a un régimen totalitario! ¡Defendamos a la democracia! Estas y muchas otras muletillas son repetidas mecánicamente por los «señores» feudales de la politiquería tradicional en Bolivia. ¿Creerán que los bolivianos seguimos siendo los tontos de ayer? ¡Quizás Atenea (diosa de la inteligencia), como castigo, les paralizó la mente y les […]
¡La democracia corre peligro! ¡Asistimos a un régimen totalitario! ¡Defendamos a la democracia! Estas y muchas otras muletillas son repetidas mecánicamente por los «señores» feudales de la politiquería tradicional en Bolivia. ¿Creerán que los bolivianos seguimos siendo los tontos de ayer? ¡Quizás Atenea (diosa de la inteligencia), como castigo, les paralizó la mente y les esterilizó la creatividad discursiva! Después de todo, el daño que le hicieron a Bolivia no tiene misericordia divina.
Nos dicen que no hay democracia, cuando la democracia participativa boliviana goza de una buena salud. Nos dicen que el totalitarismo galopa, cuando el totalitarismo de las minorías neoliberales fue derrotado en las urnas. Nos dicen que defendamos su democracia representativa corrupta, cuando lo que debemos promover es nuestra democracia participativa incluyente.
En honor a la verdad: lo que sí está en peligro es la democracia que coronó a Bolivia como campeona mundial en la corrupción, que convirtió a la política en el arte del robo y del saqueo de los recursos naturales. Esta democracia está herida de muerte y se encuentra en terapia intensiva. Por ello lloran sus promotores y beneficiarios, porque comienzan a perder sus privilegios y ya no pueden seguir disimulando el aroma a sangre humana que irradian sus patrimonios malhabidos.
Para ellos democracia es cuando están en el gobierno. Ahora cuando ya no cuentan con ministros de Estado como sus pongos financieros, y hospitales estatales para sus empresas, entonces, su democracia corre peligro. Cuando los terratenientes son expulsados de los ministerios de agricultura y desarrollo, y cuando su banquete democrático se les acaba, entonces, corrompen hasta a los ángeles para corear mecánicamente: ¡Democracia sí! ¡Dictadura no!
Branco, Manfred y Oscar están nerviosos
Branco Marinkovic está nervioso porque el rigor de la Ley le pisa los talones. ¿Cómo podrá demostrar la legalidad de las 27 mil hectáreas de tierras robadas a los guarayos y al Estado? Él sabe que sus peones de los comités cívicos de la media luna, incluidos los trabajadores de la Prefectura de Cochabamba, la Alcaldía y la Universidad San Francisco Xavier de Sucre, no son blindaje suficiente para protegerlo de la Ley. Por eso decidió convertir de facto a los comités cívicos en el partido político contra revolucionario en Bolivia.
Manfred Reyes Villa está muy nervioso porque es inevitable la Ley de Anticorrupción Marcelo Quiroga. ¿Cómo podrá el capitán demostrar ante dicha Ley la «legalidad» de su multimillonario patrimonio económico que huele a sangre, sudor y lágrimas de los cochabambinos? Si García Meza y Gonzalo Sánchez tuvieran la oportunidad de derrocar a Evo Morales, Manfred, volvería a aliarse con sus ex socios. Pero, por ahora, sólo le queda clamar desesperadamente la renuncia del Presidente Evo Morales. Dicen que para los corruptos e inmorales, la lucha anticorrupción es lo que para los peones del Lucifer es el agua bendita.
Oscar Zurita, Presidente del inexiste Comité Cívico de Cochabamba, también padece el mismo mal crónico de la paranoia. Zurita sabe que la nacionalización de ELFEC es inevitable. Como inevitable es que pierda el 18% de las acciones que le «corresponde» en esta empresa de luz.
¿Qué espera el gobierno para actuar?
La democracia de las minorías privilegiadas ha colapsado con la emergencia de las mayorías excluidas. El banquete democrático de los ricos se tambalea ante el compromiso militante de los hambrientos que sueñan con saciar su hambre. La paz de los ricos está amenazada por el hambre de pan de los empobrecidos. La democracia del capital de la blanquitud está asediada por el surgimiento del legítimo pluralismo cultural y étnico que irrumpe en el país. La tiranía «democrática» de las hordas salvajes urbanas (de los comités cívicos) ha sido desenmascarada por la mística no violenta activa y perseverante de los movimientos sociales e indígenas. La democracia de los privilegiados se derrumba como un castillo de naipes llevándose consigo a sus promotores y beneficiarios a la vorágine de la desesperación existencial.
Antes, exigían autonomías para frenar el proceso de la Asamblea Constituyente, se les dio una sobredosis de autonomías. Exigieron 2/3 y se les concedió. En enero pasado, incendiaron Cochabamba con la confrontación fratricida que cobró cuatro vidas humanas (cuyas almas les esperan en el mas allá) y se vanaglorian de su impunidad. Utilizan como carnes de cañón y tontos útiles a un sector de los sucrences para delinquir, y no hay Estado que les siente la mano. Patean, golpean, roban y matan a los empobrecidos y no hay autoridad estatal por ningún lado. Exigen diálogo y, cuando se les convoca, no asisten. ¿Será que sus ojos no resisten ante la luz de la verdad?
¿Qué espera el gobierno central para ejercer el monopolio de la fuerza que la Ley le confiere? ¿Estará esperando a que dividan el país en dos, como claramente lo proclamó el Alcalde de Santa Cruz, para recién actuar con mano dura? ¿O es que la mentirosa dictadura mediática, en «defensa de la democracia» corrupta, también surtió efecto en el gobierno central?