Casi todos los allegados al Presidente Carlos Mesa le atribuyen la intención de detener los conflictos sociales y enfrentar con racionalidad los problemas económicos del país, pero que su terror a enfrentar a lo que el denomina la «comunidad internacional» lo paraliza y lo está hundiendo de manera implacable. Para el Jefe de Estado, la […]
Casi todos los allegados al Presidente Carlos Mesa le atribuyen la intención de detener los conflictos sociales y enfrentar con racionalidad los problemas económicos del país, pero que su terror a enfrentar a lo que el denomina la «comunidad internacional» lo paraliza y lo está hundiendo de manera implacable. Para el Jefe de Estado, la comunidad internacional, integrada, de manera protagónica, por las potencias mundiales, organismos internacionales, transnacionales y países de la región, no le permiten ningún respiro, de manera que, desde su punto de vista, su única opción reside en someterse a sus designios. Más de una vez se ha quejado, en voz baja, de la forma en Petrobrás asume frente a Bolivia las mismas posiciones de las petroleras europeas y norteamericanas, en tanto el argentino Néstor Kirchner actúa como eficaz abogado de la española Repsol. Lo anterior lo ha llevado al fatalismo de enviar al parlamento sucesivos proyectos de ley petrolera al servicio de las transnacionales.
¿Es el anterior razonamiento correcto? Desde luego que sería demencial ignorar que el poder económico y político de gobiernos y empresas que se consideran los dueños del mundo. Sin embargo, ¿es la comunidad internacional homogénea y sin resquicios? ¿Acaso esa misma comunidad extranjera no desea liquidar a Petrobrás del Brasil, Codelco de Chile, PDVSA de Venezuela y al resto de las empresas estatales de América Latina y del mundo semicolonial? ¿Por qué unos gobernantes, como los de Venezuela, Chile o Brasil, encuentran resquicios para contener a los imperios, en tanto otros se someten sin resistencia?
Mesa, desde mi punto de vista, no es igual que Gonzalo Sánchez de Lozada (GSL). Este, por sus intereses económicos y formación intelectual, es parte del imperialismo. Mesa, en cambio, es un títere del capital financiero internacional. Fue aliado de GSL, pero al llegar al gobierno, se halla tan aterrorizado por las fuerzas foráneas, que, en los hechos, actúa de la misma manera que su antecesor. Los hechos descritos, nos llevan a ratificar la validez de una ecuación política que tiene cumplimiento casi matemático: El gobernante que se somete al Imperio está obligado a dividir y enfrentar a los sectores sociales y populares. Por el contrario, si resuelve defender los intereses vitales del país, sólo puede tener éxito si logra una férrea unidad interna de regiones y capas sociales interesados en la pervivencia y fortalecimiento de la nación oprimida.
Después de 18 meses de gobierno, Mesa ha incrementado la fragmentación social. Sus principales regiones se asemejan a fortalezas plagadas de aprestos bélicos. Aimaras, quechuas, guaraníes, mestizos, cambas y chapacos parecen ciudadanos de países diferentes, con animosidades exacerbadas. Tal vez el ejemplo patético de lo que ha ocasionado la falta de gobernabilidad esté reflejado en lo ocurrido con la refundación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), consagrada en el artículo 23 de la nueva Ley de Hidrocarburos, que establece lo siguiente:
El Directorio y la Presidencia Ejecutiva estarán en ciudad de La Paz. La Vicepresidencia de Administración de Contratos y Fiscalización de YPFB en la Provincia Gran Chaco del Departamento de Tarija. La Vicepresidencia Nacional de Operaciones funcionará en la ciudad de Santa Cruz. La Gerencia Nacional de Exploración y Explotación en la ciudad de Camiri (departamento de Santa Cruz). La Gerencia de Industrialización funcionará en la ciudad de Cochabamba. La Gerencia de Ductos y Redes en la ciudad de Sucre y la Gerencia de Comercialización en la ciudad de La Paz. Después de aprobada la ley, la ciudad de Tarija presionó con bloqueos para que el directorio y la presidencia ejecutiva sean trasladados a esta ciudad, para lo cual el Parlamento se ha comprometido a cambiar el artículo citado.
Lo ocurrido con YPFB refleja lo que está aconteciendo con Bolivia. En 1781, el coloniaje hispano descuartizó con cuatro caballos las extremidades del líder indígena Tupaj Katari. Hoy Bolivia está sufriendo la «tupacatarización» de su territorio y de sus instituciones. Los jinetes que espoleaban los caballos eran conquistadores. Hoy ejecutan la misma labor Repsol, British Gas, Total y Petrobrás. GSL y Mesa, el primero por convicción y el segundo por cobardía, no supieron unir al país frente al poder foráneo. Ahora es el poder foráneo el que se apresta a desmembrar a Bolivia, «la hija predilecta del Libertador».