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La derechusa no perdona a Wálter Chávez

Fuentes: Rebelión

Derechusa porque fue ideada en la embajada, o sea, la embajada por antonomasia en América Latina, esto es, la embajada imperial de la América sajona. La derechusa boliviana no es otra que Podemos, el plantel electoral encabezado por Jorge Tuto Quiroga -chico-made-in-usa-, que hay que diferenciar de la derecha -civilizada y normal-, la Unidad Nacional, […]

Derechusa porque fue ideada en la embajada, o sea, la embajada por antonomasia en América Latina, esto es, la embajada imperial de la América sajona.

La derechusa boliviana no es otra que Podemos, el plantel electoral encabezado por Jorge Tuto Quiroga -chico-made-in-usa-, que hay que diferenciar de la derecha -civilizada y normal-, la Unidad Nacional, UN, del millonario cementero Samuel Doria Medina.

Al convocarse las elecciones de 2005, varios caciques de aquí y de allá anunciaron que se presentarían a las presidenciales. La embajada los llamó uno a uno al orden: el candidato bueno era Tuto Quiroga. Aceptaron, pues, con la garantía de que irían a las regiones de prefectos. Ahí está el de Cochabamba, el lío reciente de Cochabamba.

Uno no aceptó, Doria Medina: es más rico que el embajador, más libre: se presentó por Unidad Nacional, su partido personal. Dicen que es de centro, pero ya saben que en el centro solo está el parteaguas y es bastante angosto… Es la derecha boliviana civilizada, pues, no la asilvestrada de Quiroga, la que hacía campaña con un español traducido literalmente del inglés: «Tuto experiencia tiene», decía, tan parecido a «Tuto experiencia tener».

Podemos no ha perdonado a Samuel Doria que le quitara los votos que necesitaba para ganar a Evo Morales, cuando pensaba que de ganar Evo lo haría por unos cuantos puntos de diferencia. Se equivocaron.

No hay perdón tampoco para Wálter Chávez

Tampoco esta derecha montaraz, tipo PP de Josemaría Aznar, ha perdonado a Wálter Chávez, el jefe de campaña del MAS en La Paz, quien desbarató toda la cruzada mediática rematadamente sucia que engendró la gente de Quiroga, cuando sus argumentos no llegaban más allá del insulto fácil y el atropello bruto.

Mientras a Samuel Doria lo tienen ahí, sin poder hacer nada contra ese contrincante, necesitando sus votos en congreso y constituyente, contra Wálter Chávez sí han podido, están pudiendo -Podemos- y la han emprendido contra el periodista con la misma artillería pesada que engrasaron durante la misión.

Como fuimos testigos y colaboradores de todo aquello, en la misma casa de campaña del Movimiento al Socialismo boliviano en La Paz, nos permitimos presentar un par de aquellos episodios, desbaratados a la derechusa boliviana por quien hoy califican como su enemigo, incapaces de erigirse en oposición, que han dejado en manos de Unidad Nacional. Una tirada de toalla, bastante sucia.

Todo empezó tras el viaje, arriesgado, de Evo Morales a Buenos Aires y su encuentro con Hugo Chávez en Mar del Plata. A su regreso de aquel desplazamiento un tanto precipitado, un determinado ‘colectivo de jóvenes bolivianos’, una máscara de la derechusa, emitió un mensaje escrito en televisión, sin imágenes, con el sentido dramático de esa fórmula.

Se quejaban de que un candidato a la presidencia de Bolivia había ido a tirar piedras a Buenos Aires. Era más que obvio que Evo no había tirado piedras en Argentina ni en ningún otro lado. La verdad era lo de menos, lo único que importaba era enlodar la campaña y ahí empezó todo.

Animados en la derechusa por el ‘éxito’ de esa mentira, empezaron a ser más cuidadosos en sus producciones audiovisuales. Veamos dos de aquellos episodios:

la TV emitió un spot en el que aparecía un hombre de mediana edad ante una máquina de coser. Aseguraba que era uno de los miles de bolivianos que trabajan en el sector textil -tan importante en Bolivia-, daba su nombre y decía ser representante de un gremio textilero. El buen hombre, con cara apenada, manifestaba el temor del sector, en nombre de quien hablaba, al rechazar Evo Morales la firma del Tratado de Libre Comercio, TLC, con Estados Unidos, todo lo cual llevaría a la miseria a tantas familias bolivianas.

Era un spot muy bien logrado, capaz de llegar a los espectadores: ¡qué malo es este Evo Morales! Y ahí estaba Wálter Chávez, sagaz como un hurón: en menos de nada descubrió la falsedad de aquel mensaje.

El personaje no se llamaba como decía nombrarse ni curraba en el sector textil: era uno de los empleados en nómina del partido de la derechusa, uno de los porteros de la casa de campaña de Podemos en la ciudad de La Paz.

En menos de dos días, con gran habilidad audiovisual, Wálter Chávez, con la colaboración de distintos equipos productores audiovisuales que colaborarían con él en éste y en otros trabajos, montó un spot de réplica.

El nuevo trabajo reproducía el spot mentiroso y cada vez que el hombre de la pantalla decía algo falso, aparecía un pantallazo con la palabra ¡Mentira! Así, aseguraba que no era textilero sino empleado de Tuto Quiroga; que su nombre no era el que decía, y aquí aparecía el documento nacional de identidad del impostor, con su nombre y su foto. Al final, un mensaje claro del equipo de Evo sobre los autores de la mentira como opción política.

No hace falta señalar el impacto que tuvo aquel desmentido con documentos en pantalla y la cara que se le puso a los falangistas de Podemos cuando tuvieron que dar una explicación pública a su nuevo intento de ensuciar la campaña.

Aunque Evo podía llevar el spot ante la Corte Nacional Electoral, porque los anuncios denunciados y retirados no recibirían la subvención oficial, siempre se negó a ello, de acuerdo con la política que tan bien le salió de poner la otra mejilla.

A partir de aquí, los nuevos spots de guerra sucia, que iban a ser propensos a su desautorización, empezaron a aparecer encargados o contratados por personal cercano a la derechusa o de forma anónima en las televisoras simpatizantes de la derechusa, para no involucrar a Podemos-Quiroga, lo que da idea del nivel de ética de los autores y de quienes aceptan un insulto televisual y anónimo en sus pantallas.

  • Otro día, ya cercano el final de la campaña, cuando apenas había tiempo para reaccionar, la emisora Unitel -especie de Radio Caracas TV o de cualquier otra televisora golpista- emitió el spot que mostraba a una lavandera muy humilde, rodeada de chiquillos, con un mensaje. Decía que su marido la había abandonado con tantos hijos y que tenía que trabajar de la mañana a la noche para poderlos sacar adelante, porque su esposo no les pasaba plata. Terminaba asegurando que le sucedía lo mismo que a la mujer abandonada por el candidato Morales, con niños a los que tampoco Evo les pasaba pensión alguna.

Y ahí estaba de nuevo Wálter Chávez, para descubrir -y poner claro en un spot de réplica- que aquella mujer que se hacía llamar doña María era una impostora, que no se llamaba así, que no decía la verdad y que era virtualmente imposible que fuera -como había aceptado la emisora- la productora y quien había pagado la cara emisión del spot difamador, que Evo nunca denunció y que se acabó cayendo por su propio peso, en medio del escándalo de la nueva mentira de la derechusa.

Mentiras evidentes

Como queda dicho, aquellas y otras mentiras evidentes de la derechusa de Jorge Tuto Quiroga, desmentidas con datos y contundencia por Wálter Chávez, causaron el natural daño (político) en quienes se empeñaron en hacer de la campaña electoral boliviana de 2005 un capítulo de guerra electoral sucia hasta decir basta, que se ha de estudiar en los centros universitarios de formación de comunicadores y en las maestrías de Ciencia Política.

La derechusa se quedó con la espina de Wálter Chávez muy clavada y ahora, en connivencia con medios hostiles al sentido primario de democracia, de Chile y Miami, pero sobre todo de Bolivia y de Perú, está tratando de cobrarse aquella derrota tan grande, en la que la mano hábil y la profesional inteligencia singular de Wálter Chávez jugaron un papel decisivo.

El gran periodista y el gran estratega comunicativo desbaratador de la basura mediática de la derechusa boliviana, ahora es un terrorista buscado por los herederos de Fujimori. Los tentáculos del dictador peruano tolerado en Chile son tenebrosos.

No se lo han perdonado y han inventado toda una historia, con tal de sentirse felices en medio de una nueva guerra sucia mediática. Están en su salsa.

El autor es Catedrático de Periodismo de la Universidad de La Laguna (Tenerife) y miembro de la Fundación CEPS. [email protected]