Después de una guerra de encuestas, los resultados electorales dejaron finalmente una foto de la correlación de fuerzas en el Beni: la derecha -que logró conformar un frente único en la región- venció al MAS y recuperó la gobernación luego de la suspensión y posterior renuncia de Ernesto Suárez. El «efecto celebrity» de Jessica Jordan […]
Después de una guerra de encuestas, los resultados electorales dejaron finalmente una foto de la correlación de fuerzas en el Beni: la derecha -que logró conformar un frente único en la región- venció al MAS y recuperó la gobernación luego de la suspensión y posterior renuncia de Ernesto Suárez. El «efecto celebrity» de Jessica Jordan -sumado a la activa actividad gubernamental en la Amazonía, a través de la agencia Ademaf creada por Juan Ramón Quintana- no alcanzó para ganar, aunque queda claro que el oficialismo ha consolidado una base política/electoral del 40% en una zona tradicionalmente esquiva a la izquierda y el indigenismo. Por otro lado, el candidato indígena Pedro Nuni no logró capitalizar el «efecto TIPNIS» y quedó lejísimos de los dos primeros con un módico 2,5%. Así, no logró su objetivo de al menos «sorprender al MAS». Sin duda, la victoria en primera vuelta de Carmelo Lens Fredericksen -subgobernador de la provincia de Vaca Diez, abogado, juez y profesor universitario- constituye una dulce venganza para Suárez, que a diferencia de su ex colega tarijeño, Mario Cossío, renunció al cargo -luego de ser suspendido- para habilitar una nueva elección.
La sociología del voto masista suele darle al oficialismo victorias en las provincias -y las zonas rurales- aunque pierda en el conteo global en los departamentos, y según los datos preliminares (al momento de escribir esta columna la corte electoral no había emitido resultados) eso ocurrió también el domingo en Beni. La elección es también una advertencia para el Movimiento sin Miedo, que aún no logra encontrar la brújula para avanzar en su consolidación nacional. Su rechazo a participar de una coalición de centroderecha es bastante sensata, eso licuaría el perfil de «izquierda democrática» que pacientemente busca construir el MSM: se trata de renovar el proceso de cambio, no de retrotraer la rueda de la historia, aunque eso resulta difícil (al menos hasta ahora) de construir en la práctica fuera de La Paz.
Esa es la foto. La película muestra una oposición regionalizada -afincada en la llamada medialuna- que luego de conformar un frente territorial que llegó a incluir a cinco gobernadores capaz incluso de convocar a referendos de facto, se derrumbó después de intentar operaciones desestabilizadoras que se constituyeron verdaderos manotazos de ahogado. No se puede entender de otro modo los intentos de armar grupos de autodefensa con gente como Eduardo Rózsa, que terminó complicando política y jurídicamente a gran parte de la élite cruceña. De cinco gobernadores pasaron a uno -Rubén Costas- que quedó peleando en soledad contra el gobierno central. En el medio, parte del empresariado cruceño optó por moderar sus discursos y sus prácticas, e incluso participaron de cumbres de evaluación con los movimientos sociales. Parte de los grupos radicales como la Unión Juvenil Cruceñistas se pasaron al MAS, al igual que muchos pandinos que antes apoyaban a Leopoldo (otros se quedaron autoexiliados en Brasiléia). La ratificación de Evo Morales con el 67% de los votos en 2008 y su reelección con el 64% en 2009 terminaron de completar el fin de la media luna. Sin duda, la elección beniana está lejos de tener un efecto nacional como sueña la oposición -especialmente Samuel Doria Medina- pero sí tiene un efecto regional. La estrategia opositora de nominar como candidato a quien estaba mejor posicionado en las encuestas se demostró adecuada.
Ahora bien, los análisis oficialistas que ponen todo en términos de pueblo/oligarquía no dan cuenta de la totalidad del fenómeno de la expansión del MAS en el oriente. Tanto en Beni como en Pando y Santa Cruz, para avanzar el MAS debió hacer acuerdos con parte de las élites locales, «cooptar a los eslabones débiles de la derecha» -según dirigentes masistas locales; es el caso de varios emenerristas en el Beni pero también de ex «leopoldistas» en Pando (como Eugenio Von Boeck). Sin duda, existe una visión «andinocéntrica», a la luz de la cual estas alianzas no alterarían el núcleo hegemónico al proceso de cambio que naturalmente se encuentra en La Paz y el Occidente boliviano: fue aquí donde se dieron los grandes ciclos de rebeliones sociales que abrieron paso al actual ciclo nacional-popular-indígena.
Veremos cuánto dura este «efecto Lens». ¿La oposición puede conseguir un «Lens» nacional? Por ahora, difícil. Ya sabemos que Evo Morales mantiene un capital político y electoral muy por encima del MAS.