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Entrevista a Sergio Aguayo, politólogo y columnista

«La desconfianza que despiertan los comicios competidos, es un trauma nacional»

Fuentes: El Clarín de Chile

Sergio Aguayo (Jalisco, 1947) terminó de impartir su cátedra en El Colegio de México y las vacaciones serán de trabajo a marchas forzadas; entre el cierre de edición del Almanaque 2009, su nuevo libro La crisis de la democracia en México y el fallo jurídico ante la petición de acceso a la información de las […]

Sergio Aguayo (Jalisco, 1947) terminó de impartir su cátedra en El Colegio de México y las vacaciones serán de trabajo a marchas forzadas; entre el cierre de edición del Almanaque 2009, su nuevo libro La crisis de la democracia en México y el fallo jurídico ante la petición de acceso a la información de las boletas electorales de 2006.

El semanario Proceso logró que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (desde Washington) emitiera una resolución cautelar para impedir la destrucción de la papelería electoral. Ambos recursos legales buscan la verdad histórica sobre el presunto fraude que impuso a Calderón en la presidencia del país.

Autor de El éxodo centroamericano. Consecuencias de un conflicto (1985); Brevísimo manual para ejercer el derecho a la información y el derecho de petición (1996); Urnas y pantallas. Las batallas por la información (con Miguel Acosta, 1997); Las Organizaciones No Gubernamentales de Derechos Humanos en México (con Luz Paula Parra, 1997); 1968: los archivos de la violencia (1998); El panteón de los mitos. Estados Unidos y el Nacionalismo mexicano (1998); La charola. Una historia de los servicios de inteligencia en México (2001) y la serie Almanaque (2000-2008) entre otra docena de libros y publicaciones académicas traducidas al inglés y holandés.

Doctor en Relaciones Internacionales, politólogo y columnista de los periódicos Reforma (México) y El País (España); en 1993 integró el Consejo de Administración de La Jornada, diario en el que colaboró desde su fundación entre 1984 y 1996. Desde 2004 participa en el Comité Editorial de Política y Sociología del Fondo de Cultura Económica. Junto a Lorenzo Meyer, Sergio Aguayo es uno de los panelistas con mayor antigüedad dentro del programa Primer plano de Canal 11.

El 17 de noviembre de 2004 recibí el primer correo electrónico de Sergio Aguayo, desde entonces se nos hizo hábito intercambiar opiniones de todo tipo; La entrevista concedida -en exclusiva- a El Clarín.cl centraliza la atención en los temas recientes de la agenda: el cuestionado informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH); un diagnóstico de la Seguridad Nacional y el narcotráfico; la frágil libertad de expresión en México; el fraude electoral del 6 de julio de 1988 y las irregularidades del 2 de julio de 2006.

MC.- ¿En qué fecha y bajo qué pretexto inició la coordinación y edición de los Almanaques de México?

SA.- La idea surgió en 1998, meses después de que el PRI perdiera la mayoría en la Cámara de Diputados y el PRD ganara la jefatura de la Ciudad de México; el primer volumen salió en el año 2000 y de entonces a la fecha he trabajado diferentes versiones y ediciones, en un esfuerzo por sistematizar la información sobre México.

MC.- ¿Qué enfoque busca en cada Almanaque?

SA.- Es una visión integral y completa de lo que es nuestro país, con un enfoque crítico, ahí encontrarás secciones de economía, cultura, narcotráfico, etcétera, cada volumen -con un promedio de 300 páginas- reúne la esencia, es una instantánea del momento histórico que vivió México.

MC.- Durante estos 8 años ¿qué cifras lo sorprendieron al preparar los Almanaques? en orden ascendente ¿cuál es la principal problemática del país?

SA.- México vive una etapa de cambios aceleradísimos, es absolutamente notable las transformaciones del país, sólo mencionaré algunas, porque no se agota el elenco de modificaciones. Primero: la apertura al mundo, la economía mexicana y la sociedad se engancharon con el mundo neoliberal, el comercio de México con Estados Unidos se disparó a 150 mil millones de dólares; segundo: con la entrada del Tratado de Libre Comercio, desde 1994, vivimos una migración masiva de mexicanos, 11 millones dejaron el país, en un éxodo sin precedentes, la décima parte de la población se fue de México, pagamos ‘el diezmo’ a los Estados Unidos. Después estaría el tema de la seguridad, en esta década ha crecido la amenaza del narcotráfico a niveles extraordinarios; finalmente la concentración del ingreso se ha acumulado sin precedentes, en 1988 había un multimillonario (con más de mil millones de dólares), ahora tenemos al segundo hombre más rico del planeta (Carlos Slim) y la pobreza extrema está cada vez peor; es decir, México vive una transformación vertiginosa, por lo tanto es una sorpresa año con año. Mis almanaques no son una recopilación de cifras, sino un ejercicio intelectual por explicar a un país que está haciéndose otro.

MC.- ¿Cómo selecciona los capítulos?

SA.- Decido los capítulos especiales que incluiré cada año en función de su importancia, por ejemplo para el Almanaque 2009 estará destacado el narcotráfico porque hay cifras nuevas, de hecho serán 3 los capítulos especiales: narcotráfico, calidad de la educación y reforma energética.

MC.- El tema de la semana fue el informe anual de la CNDH, usted señala de forma crítica el trabajo del Ombudsman José Luis Soberanes, ¿cómo explicaría la pésima credibilidad de la CNDH ante Amnistía Internacional y Human Right Watch?

SA.- La sociedad ha incorporado como parte de su nueva cultura o ‘sentido común’ -lo digo en el sentido gramsciano- el tema de los Derechos Humanos; el problema está en que los gobiernos no han incorporado en sus políticas públicas, no le han dado prioridad a los DDHH y eso se refleja de diferentes formas: el esfuerzo por negar o minimizar las violaciones a los DDHH y al mismo tiempo, el empeño de los gobiernos -no sólo el federal, sino en provincia- por domesticar a las Comisiones de DDHH porque los quieren mansitos y han tenido éxito. En el caso de la CNDH hay evidencia para sostener que su compromiso no necesariamente está con las víctimas, la CNDH tiene un enorme presupuesto e infraestructura, pero no están cumpliendo con las expectativas que la sociedad tiene acerca de la defensa de los DDHH; por tanto yo he sido crítico de esa situación, desde 1999, por la forma en la que fue elegido José Luis Soberanes me pareció que lastimaba la legitimidad de la CNDH. Dadas las recientes críticas de Amnistía Internacional, Human Rigth Watch y varias Organizaciones No Gubernamentales mexicanas, el tiempo me ha dado la razón, José Luis Soberanes no es el Ombudsman que el país necesita.

MC.- Hablando de DDHH, la medida cautelar de la CIDH (con sede en Washington) solicitándole al Estado mexicano no destruya las boletas electorales de 2006; antes la Corte Suprema invalidó al semanario Proceso para revisar y contar las boletas electorales de 2006, usted presentó un recurso parecido de acceso a la información pública sobre la elección presidencial ante la justicia mexicana ¿no todo está perdido?

SA.- De hecho la demanda que presentó Proceso, la que presentó Fundar -por medio mío- y la que también presentó José Antonio Crespo, forman parte de la misma lógica y se apoyan mutuamente. La primera querella fue la de Rafael Rodríguez Castañeda (director de Proceso) y por tanto fue la primera rechazada por la Suprema Corte, pero no pudieron destruir las boletas electorales porque ya había un fallo a mi favor de un Juez que le había ordenado al IFE conservar la papelería electoral; eso dio tiempo para que el caso de Proceso llegara a la CIDH (dependiente de la OEA ) y cuando están a punto de fallar en la Suprema Corte sobre mi amparo, la CIDH dicta medidas cautelares. El amparo presentado por José Antonio Crespo también está corriendo y forma parte de un esfuerzo simultáneo y coordinado, por intentar frenar la destrucción de las boletas y lograr que se abran los paquetes electorales para la investigación histórica.

MC.- Justo cuando lamentamos el vigésimo aniversario del fraude electoral del 6 de julio de 1988, que impuso a Carlos Salinas en la presidencia del país…

SA.- Es accidental, pero muy simbólico, porque las boletas electorales de 1988 estaban plagadas de irregularidades que nunca conoceremos porque fueron destruidas en 1989. A 20 años todavía estamos peleando la preservación de los nuevos documentos para establecer qué sucedió en 2006; para mí es un asunto que trasciende -por mucho- el tema del 2006 y tiene que ver con uno de los grandes traumas nacionales: la desconfianza que despiertan los comicios competidos.

MC.- Usted es compañero de mesa en Canal 11 (IPN) del doctor José Antonio Crespo, autor de «2006: hablan las actas» (Random House Mondadori, 2008) si las irregularidades saltan a la vista en las actas que presentó el Dr. Crespo ¿por qué el IFE niega el acceso a las boletas?

SA.- El libro de Crespo tiene una enorme importancia porque dos años después de las elecciones, va más allá de la anécdota y de las declaraciones. Crespo revisó la mitad de las actas para establecer dos hechos: no sabemos quién ganó, él no argumenta que haya ganado López Obrador, lo que dice es que realmente no sabemos quién ganó y que el Tribunal Federal Electoral (TRIFE) hizo un pésimo trabajo y contribuyó a la incertidumbre jurídica porque no cumplió con sus propios criterios, al no anular la elección. Crespo demuestra -no opina- que había suficiente evidencia en las actas, que estuvieron en el TRIFE para anular la elección, entonces a la luz de su libro lo que pasó y toda la información que lo acompaña, el 2006 todavía no está resuelto.

MC.- Al igual que José Antonio Crespo, usted compartió mesa en Canal 11, con Carmen Aristegui; en lo que va del sexenio de Calderón, salieron del aire José Gutiérrez Vivó (Monitor Radio) y el programa de mayor audiencia ‘Aristegui en W Radio’ ¿cómo se mira desde la TV pública el cierre de espacios radiofónicos independientes?

SA.- Desde 1971 vengo escribiendo columnas de opinión, crónicas o haciendo entrevistas y una de las batallas en la que me he involucrado, los últimos 30 años, es la libertad de expresión. En 2008 hay señales muy preocupantes de cerrazón, en todos los ámbitos, estamos regresando a la intolerancia, a la censura y autocensura. Hago lo que puedo para colaborar y solidarizarme con los colegas que son censurados y excluidos, como Carmen Aristegui. Soy integrante del único programa -tal vez suene un poco arrogante- de debate político en TV donde ningún tema está excluido. Ahí se confrontan los dos puntos de vista, el conservador y el progresista o de izquierda. En consecuencia lo que hacemos es ejercer al máximo nuestra libertad de expresión y tal vez acentuar las diferencias y eso provoca que sea llamativo lo que decimos, porque contrasta con lo que aparece en las televisoras privadas.

MC.- Televisa censuró la imagen de Santiago Creel (presidente del Senado) y TV Azteca «confunde», venta de espacios publicitarios para campañas políticas con libertad de expresión…

SA.- Claro, nosotros en Primer plano, no tenemos compromisos económicos, ni con partidos políticos; cada lunes llego con una lista de temas que no han sido cubiertos por las televisoras privadas y resaltamos asuntos que en esos medios ni siquiera se insinúan. Somos una minoría, es TV pública -no me engaño- nos ve una minoría en el país -del Valle de México, al Estado de Morelos- o por los sistema de TV por cable, satelital e Internet.

MC.- Usted sufrió todo tipo de calamidades por montajes periodísticos en contra de su honorabilidad, recuerdo haber leído que junto a Miguel Ángel Granados Chapa coincidían en la necesidad de una Ley contra la difamación y el daño moral, respetando la libertad de expresión ¿En qué terminó la querella?

SA.- Yo fui difamado y tuve que defenderme jurídicamente para demostrar que no soy un ‘Agente del gobierno norteamericano’ el caso llegó a la Suprema Corte y falló a mi favor. Quienes me acusaron nunca pudieron demostrar nada, al mismo tiempo enmarqué mi caso en un problema mayor que tiene que ver con la necesidad de conciliar el derecho a la libertad de expresión e información, con el derecho al honor. En ese sentido, la última década el país sí ha avanzado, por ejemplo ya se despenalizaron los delitos de opinión en la legislación federal (2007) y en la Ciudad de México ya se modificó la ley para hacer el proceso más ágil y menos costoso, buscando conciliar los derechos. Si alguien no está de acuerdo con mi punto de vista, puede decir que yo estoy equivocado, que no comparte mis argumentos, lo que yo combatí fue esa costumbre de sectores del periodismo mexicano que confunden sus opiniones con hechos y presentan sus opiniones como si fueran verdades absolutas. Ahí se rompe, se abusa del privilegio que conceden las leyes de la libertad de expresión. Más allá de mi caso -insisto, lo gané- se ha diluido la difamación contra mi trabajo, ya se entendió que estoy dispuesto a presentar demandas jurídicas para defenderme; así es la democracia y el litigio es una de las formas de defensa.

MC.- Con la anterior difamación, pretendían descalificar sus investigaciones sobre Seguridad Nacional; la «inteligencia» del CISEN quedó demostrada con el punto de acuerdo legislativo para la destitución de su director, Guillermo Valdés contraatacó acusando -sin dar nombres, ni pruebas- a diputados de recibir financiamiento del narcotráfico ¿cuál sería un diagnóstico reciente de la Seguridad Nacional?

SA.- Conceptualmente me he dedicado al tema de la Seguridad Nacional como forma de defender los Derechos Humanos, hace muchos años un militar uruguayo exiliado en México -compañero de armas e ideología de Liber Seregni- me dijo: ‘nosotros cometimos el error de dejar en manos de la extrema derecha el concepto de seguridad nacional’ me pareció una idea fundamental, así que comencé a estudiar la Seguridad Nacional, tema tratado por muy pocos y quienes lo hacían, lo veían desde una postura conservadora y reaccionaria. Mi tesis parte de que es posible defender la Seguridad Nacional respetando los Derechos Humanos, convirtiéndola en un puntal de la democracia y no del autoritarismo. Lo que podría decirte es que el gobierno de Fox se equivocó en el tema de la inteligencia civil, él se comprometió desde su primer día como presidente (2000) a evaluar al CISEN y nunca cumplió, siguió funcionando con los vicios del anterior régimen (PRI) ahora estamos viendo las consecuencias.

MC.- Finalmente, ¿dos nuevos libros ya listos?

SA.- ¡Ojalá! Te agradezco los buenos deseos (risas); pero dos libros que tienen que salir: la versión 2009 del Almanaque, se va a imprenta el 14 de septiembre, estoy en la crisis permanente del cierre de edición. Y otro libro muy complejo, en el que vengo trabajando desde hace 4 años sobre ‘La crisis de la democracia en México‘, lo entregaré a la editorial en noviembre del presente año.

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