Cuando en las escuelas, sobre todo en los primeros años de lo que se pretende ser una «formación profesional», se oye a los maestros hablar sobre los héroes que jugaron papel importante en cada una de nuestras sociedades, de los acontecimientos que le dieron vida a nuestros países y que, en el embrollo de un […]
Cuando en las escuelas, sobre todo en los primeros años de lo que se pretende ser una «formación profesional», se oye a los maestros hablar sobre los héroes que jugaron papel importante en cada una de nuestras sociedades, de los acontecimientos que le dieron vida a nuestros países y que, en el embrollo de un asunto ilusorio, se muestran países dignos de las mejores epopeyas históricas. Hoy por hoy, ese cuento taciturno ha quedado rezagado. Ya no es posible la misma historia porque ese anecdotario, creado en su mayoría por los vencedores (aquellos en el poder) se disipa conforme pasa el tiempo y ciento de individuos nos muestran las facetas más impactantes de lo que en verdad ocurrió: traiciones, juegos de poder, lucha por preservar las condiciones que hoy rigen, más traiciones, personajes olvidados sorpresivamente por su carácter diferente y que en esa diferencia encontramos nuestros modos de lucha. ¿Cómo le decimos a nuestros hijos que la historia mexicana no es más que una fantasía espectral llena de sesgos, ignominias? ¿Cómo hablarles de la magnificencia de nuestras instituciones, si ellas son las que participan por el control de los recursos, por los intereses de unos cuantos? ¿De qué manera les explicamos que nuestro país retrocede a gigantes pasos hacia la vieja realidad llena de apariencia democrática pero autoritariamente real? ¿Habrá manera de que sus lágrimas no cedan ante los miles de muertos por una guerra absurda, o por las mujeres desaparecidas, por la constante corrupción en todos los niveles, por la explotación infantil? Quedamos melancólicos antes las previsibles respuestas. Sabemos que para que esta sea una historia con un capítulo más, debemos de poner el máximo de nuestro esfuerzos en la construcción de cada paso que damos juntos. Vale la pena el sacrificio consciente que realizamos si en ellos deriva la posibilidad de que nuestros hijos lloren lágrimas de alegría.
Concordamos en el que las instituciones se mueven mediante preámbulos de obtención de ganancias económicas, donde la condición de vida queda obsoleta dentro de su pensamiento abstracto. En México, las instituciones de seguridad, especialmente la Secretaría de Marina (Semar) dio a conocer el pasado 8 de octubre del año en curso, que fue abatido en enfrentamiento a Heriberto Lazcano Lazcano alias «El Lazca» fundador del grupo criminal «Los Zetas».[1] En un encuentro «fortuito» como lo había declarado la Semar confirmaban el deceso de «El Lazca». A pesar de la ayuda divina con la que contaron, al parecer el cuerpo de Heriberto Lazcano fue sacado de una funeraria donde se encontraba por un comando armado. La eficienciente característica de las instituciones mexicanas reportaban incorrectamente los datos sobre las características físicas de «El Lazca»: que si media 20 centímetros más o menos, si tuvo una operación en las orejas, si era la nueva rencarnación de Lázaro en un cortometraje con Televisa (televisora que ahora se enfrenta al escrutinio público sobre las camionetas en Nicaragua) [2], si recibió 5 o 6 disparos. Anomalías concurrentes en la lógica con la que fueron creadas. Dudas creadas a partir de intereses que no pretenden más que formarse telarañas dentro del acontecimiento político-social de nuestro país.
Aunado a todo esto, como siempre, el respaldo tenaz, lógico e imprescindible del gobierno de los Estados Unidos quien parece sufrir de un extraño comportamiento de amnesia, pues fueron ellos quienes impulsaron el Plan Mérida o Rápido y Furioso, proporcionaban armas al crimen organizado. [3] Y como siempre, mantiene un fuerte y profundo anhelo por llevar a cabo la gloriosa tarea de dignificar la vida del mundo sin importar que son los consumidores número uno de drogas. Desgraciadamente organismos como la Organización de las Naciones Unidad (ONU) se encuentran en una total sumisión ante los intereses del imperio del norte. Por supuesto Felipe Calderón presidente de México, quedará bien librado y como es costumbre en él, sus delirios de grandeza lo autonombrarán el hidalgo de la justicia mexicana. Como si más de setenta mil muertes no significaran nada. En un arrebato de deficiencia mental, sin planeación, sin lectura del contexto asumió la guerra contra el narcotráfico que dista mucho de un bando triunfador (sea cual sea, estamos perdidos). La muerte de «El Lazca» le permite esa legitimación que no ha encontrado en todo su sexenio.
La muerte de José Eduardo Moreira Rodríguez, hijo de Humberto Moreira, expresidente nacional del Partido de la Revolución Institucional (PRI) también abarcó los titulares de las últimas semanas. [4] Es aquí cuando la neurosis, es decir la incapacidad de resolver problemas, se apodera las instituciones y gobierno mismo. Es cuando demuestran un despliegue exorbitante sobre lo que es el poder político y su alcance. El gobierno de Coahuila ha identificado a dos de los autores materiales del asesinato de José Eduardo, en tiempo récord. Sin menospreciar esta muerte y sin minimizar el dolor que este suceso provoca en los familiares ¿Por qué no se actuó de manera pronta por ejemplo, en el caso del compañero Jethro Ramsés Sánchez? [5] ¿Dónde se encuentra la eficacia del aparato gubernamental para esclarecer la muerte de Juan Francisco hijo del poeta Javier Sicilia? [6] ¿Cuándo esclarecerán la ubicación de los compañeros desaparecidos por no doblegarse ante el juego represor del gobierno mexicano?
Ya han demostrado su inoperancia, su falta de voluntad para solucionar los conflictos que agobian a la mayor parte de la ciudadanía mexicana. No podemos vivir con miedo en los floridos días. No queremos sus lamentos, porque se han deshumanizado y en ese acto no acaban de encontrar la empatía perdida desde hace mucho tiempo. Queremos respuestas y si en ellas deben de renunciar por completo todo el aparato que maneja la nación que así sea. Se avecina un presidente cuya característica no es precisamente su intelectualidad. Muñeco de trapo de políticos que lo manejan por hilos, cual títere es. Si queremos evitar desgracias a partir de la inoperancia de políticos y sus afiliaciones con el crimen organizado, será necesario estar supervisando constantemente sus acciones, reunirnos como lo está haciendo el movimiento #Yosoy132 para evitar que situaciones como las anteriormente presentadas se repitan. Hagamos una sola entonación de inconformidad ante las autoridades responsables de velar por la seguridad del país. Llamado a todos las partes integrantes de la sociedad civil para evitar que los actores políticos sean los comensales de nuestro país y utilicen los recursos para fines personales. No a la reforma laboral. No al PRI, ni al PAN. Mientras en materia educativa sigamos existiendo sobre milagros estaremos condenados a vivir bajo la conformidad, el misticismo, el compadrazgo, la indiferencia.
Notas:
[2] http://aristeguinoticias.com/
[3] http://aristeguinoticias.com/
[4] http://www.proceso.com.mx/?p=
[5] http://www.proceso.com.mx/?p=
[6 ] http://www.jornada.unam.mx/
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