Mario Terán fue operado de cataratas por los médicos cubanos que trabajan en misión internacionalista en mi país, Bolivia. Mario Terán fue el asesino del Che, y solo faltan seis días para recordar 40 años de ese día tan infausto. Este 8 de octubre próximo, igual que todos los años, iremos a La Higuera para […]
Mario Terán fue operado de cataratas por los médicos cubanos que trabajan en misión internacionalista en mi país, Bolivia. Mario Terán fue el asesino del Che, y solo faltan seis días para recordar 40 años de ese día tan infausto.
Este 8 de octubre próximo, igual que todos los años, iremos a La Higuera para recordar al hombre que nos enseñó que la Revolución es un acto de amor. Y no fue mas que un acto de amor revolucionario lo que le devolvió la vista al soldado retirado y pobre, Mario Terán, que un día, hacen ya cuarenta años, alcoholizado para adquirir el valor que de otra manera no hubiera tenido, cumplió de manera sumisa las órdenes del Imperio.
Me pregunto si Mario Terán irá este año a la Higuera. Me pregunto si alguno de los hombres que en ese 8 de octubre de hacen cuarenta años, perdidos en la inmensidad de la selva boliviana mataron a sangre fría a los hombres valientes que luchaban por un mundo mejor, piensan alguna vez en lo que hicieron. Si lo hacen, se darán cuenta que solamente eliminaron cuerpos, porque las ideas son indestructibles y han sido multiplicadas a través de los años y sembradas en las miradas de esperanza y alegría de millones de niños, niñas, hombres y mujeres que ya tienen una razón para vivir dignamente a través de iniciativas como el ALBA, la Operación Milagro, el Banco del Sur; ideas que perviven y que siguen demostrando lo que es capaz el ser humano cuando lo mueve la solidaridad, el amor por el prójimo y la certeza de que uno solo de nosotros no vale nada; que la Revolución es una hecho colectivo, que aquí y ahora es absolutamente real y que nos está permitiendo, sin prisa pero sin pausa, hacer realidad el mundo por el que murieron, ya hacen cuarenta años, Che, Coco Inti, Tania y tantos otros compañeros.
Este año que se cumplen los cuarenta años, nuestro recordatorio no es tan triste como hacen diez, cuando iniciamos, no sin dificultades, el Primer Encuentro Mundial de Vallegrande. En ese entonces, no nos hubiéramos imaginado que los cuarenta años los recordaríamos con Evo Morales a la cabeza del Estado boliviano, nuestro primer presidente indígena y candidato, por voluntad del pueblo del mundo, al Premio Nóbel de La Paz; un hombre tan igual a nosotros, que casi no parece Presidente y que es más nuestro que ningún otro porque ha vivido lo que la mayoría de los latinoamericanos: hambre, terror, enfermedad, privaciones y la mano pesada del Imperio atenazando los sueños y las esperanzas, por años de años. Hoy por fin recordaremos en libertad, con infinita tristeza, si, porque hombres como el Che Guevara son insustituibles, pero con la esperanza en el alma y la seguridad de un futuro en el corazón.
Este año hay mucho por presentarte Comandante; tu luz sigue alumbrando y aunque el Imperio no se cansa de intentar torcer la mano del destino, aunque los esbirros siguen acechando en las tinieblas, por más que lo intenten de mil maneras, el pueblo ha despertado y el pueblo despierto y conciente, es un gigante a quien no lo vence nadie.
La certeza de estar transitando mejores días, trasciende las fronteras del territorio boliviano y va más allá de las personas; a esta Revolución ya no la para nadie por lo tanto, este año en Vallegrande, habrá, más que recordar la tristeza de tu asesinato, reafirmar el compromiso de lucha inclaudicable para seguir transitando el camino que hemos iniciado y que está sembrado de tus ideas, pero también de las sangre de millones de mineros bolivianos, mujeres guatemaltecas, guerrilleros colombianos, sandinistas nicaragüenses, zapatistas mexicanos e indígenas ecuatorianos, unidos hoy, en este cuarenta recordatorio de tu muerte, Comandante de América, para decirte que por fin se nos acabó la era del miedo y que estamos empezando a transitar en la construcción de otro mundo posible, pero sin olvidar jamás que debemos aún permanecer vigilantes.