La infamia republicana como historia.- …Sucre, la ciudad símbolo de la colonia a través del funcionamiento de la audiencia de Charcas, se convirtió con la fundación de la República en la capital de los poderes constituidos en tanto eran los criollos los que fundaban su república y hacían gala de su origen colonial en el […]
La infamia republicana como historia.-
…Sucre, la ciudad símbolo de la colonia a través del funcionamiento de la audiencia de Charcas, se convirtió con la fundación de la República en la capital de los poderes constituidos en tanto eran los criollos los que fundaban su república y hacían gala de su origen colonial en el marco de la independencia del nuevo Estado… a lo largo del siglo XIX hasta 1899, los grupos oligárquicos enriquecidos por el auge de la plata residían en Sucre, sin embargo el centro político estaba en La Paz pues el funcionamiento de los poderes se realizó en esa ciudad así como su residencia real. Entonces, sólo el 5% de la población tenía ciudadanía reconocida, como expresión del Estado republicano-colonial, que se constituyó encima de los pueblos indígenas y originarios.
Las transformaciones del mercado mundial a fines de siglo XIX, empezaron a dar lugar a un nuevo mineral, el estaño, que incrementó el papel económico de la ciudad de La Paz a través de su relación los centros mineros de Oruro. Además este movimiento económico tuvo connotaciones políticas, pues los políticos conservadores se atrincheraron en Sucre y el creciente movimiento liberal estableció su centro en la ciudad de La Paz. Este conflicto republicano derivó en la guerra federal de 1899 que tuvo como eje a estos dos centros determinantes de la economía y la política nacional.
La victoria de los liberales al mando de Pando fue posible con la alianza realizada con los líderes indígenas aymaras a la cabeza de Zarate Willka, con los que derrocaron a las fuerzas conservadoras de Alonso… sin embargo luego de la victoria, Pando y los liberales, frente a la reivindicación indígena de ser parte del nuevo Estado, optaron por una alianza con los conservadores vencidos, asesinando a los líderes indígenas y negociando para que el poder judicial se mantuviera en Sucre a pesar de la victoria liberal, dejando además olvidada la proclama federal de los liberales; pues ambos bandos entendieron que el enemigo común era el indio insurrecto que demandaba ser parte de este país.
Capitalidad, una historia que se repite?.-
En el marco de la Asamblea Constituyente en Bolivia, como demanda esencial de los pueblos y naciones indígenas y originarias, se reinicia el debate histórico que en apariencia enfrenta los intereses de dos departamentos. Se interpela históricamente el centralismo ejercido por La Paz y se demanda la devolución de los poderes constituidos a Sucre; buscado redituar los argumentos utilizados hace más de un siglo, no sólo en cuanto a la reivindicación regional sino sobre todo en el de la exclusión indígena y del conjunto del país…
El punto central se remite al traslado del centralismo de un departamento a otro, no significa otra cosa la demanda de devolución de los poderes, por encima de las demandas del país que ha luchado contra ese centralismo pero también contra una forma de Estado engendrado por un sistema que ha excluido no sólo a los sectores indígenas y empobrecidos sino a departamentos y regiones.
No podría entenderse de otra manera el que las supuestas razones históricas de la capitalidad, pongan un velo sobre las razones económicas y sociales del pueblo boliviano que ha apostado a un proceso de cambio que no pasa por un traslado de la
Sede de los poderes sino por la transformación revolucionaria de las condiciones de vida de la mayoría de los bolivianos, así como en su participación en el proceso de construcción de la democracia.
El orgullo colonial frustrado.-
La tradicional Charcas, ha concentrado en su vida republicana, las frustraciones no sólo de un sistema centralista que con la mayoría de los departamentos del país, se ha quedado al margen del proceso de desarrollo, concentrando la pobreza principalmente a nivel rural donde los hacendados han sido poco afectados en su propiedad y poder; expresión de ello es que todavía hoy existen en territorio chuquisaqueño comunidades guaraníes cautivas sometidas a un régimen de semiesclavitud.
En la ciudad se ha generado un orgullo secular de los orígenes coloniales representados no sólo en las construcciones sino también en el simbolismo esgrimido en la bandera y escudo departamental donde se expone la cruz de las carabelas y la corona española. Pero es todavía más complicado cuando esta reivindicación simbólica es parte del imaginario ciudadano de la escasa clase media que justifica y reivindica la mentalidad colonial y excluyente incubada en la frustración, por cuanto estos sectores no hallaron otra manera de reivindicar una identidad sino en la negación del indio excluido en su propio territorio.
No representa otra cosa las expresiones de asedio y ataque que en este último tiempo han sufrido los constituyentes originarios y campesinos, que fueron agredidos, insultados y golpeados por las hordas urbanas que una vez más identificaron su reivindicación departamental con la negación de la presencia indígena y de su proyecto.
De esta manera, en los días de conflicto fue común escuchar entre los sectores urbanos movilizados por la capitalidad, el insulto al presidente de la republica Evo Morales y a la presidenta de la Asamblea Silvia Lazarte, como indios que no tienen el derecho a atribuirse el poder en este país. En los medios de comunicación fueron objeto de escarnio público, desde un discurso político que en su confrontación está cruzado de racismo y que entrelineas dice que si un presidente blanco reprime como el caso de Sánchez de Lozada, fue un presidente en desgracia y obligado por las circunstancias; si es un indio como Evo Morales, es un dictador que no sabe gobernar…
Esta carga racista no es circunstancial y cruza el conjunto del conflicto estructural que vivimos como país, por cuanto lo que está de por medio no es tan solo un cambio institucional sino una perspectiva histórica de transformación social en el país basada en la inclusión y la democracia.
El racismo como discurso organizador.-
Por eso, este proceso de enfrentamiento con los sectores más conservadores y reaccionarios con la perspectiva de construcción del nuevo acuerdo nacional, generó un alineamiento de las diversas fuerzas opositoras, de esta manera, encontramos como los comités cívicos de la media luna rápidamente tomaron partido en la perspectiva de la capitalidad. No era la primera vez que lo hacían pues en la perspectiva de la reconstitución hegemónica de los sectores de poder regional, habían avanzado en los temores de las clases medias y del proceso de enfrentamiento no sólo en el Oriente y Tarija sino también en Cochabamba donde se alentó el enfrentamiento en Enero del pasado año.
En Sucre, no sólo existió por tanto un apoyo militante e interesado de la demanda por capitalidad, sino la intervención directa de este bloque conservador en recomposición a través de la activa participación de la juventud cruceñista que dirigió los procesos de enfrentamiento y agresión en la ciudad. Todavía más esta constatación se visibiliza cuando una parte de los estudiantes universitarios movilizados traían consigo el cintillo azul de la Falange Socialista Boliviana (Partido de tradición fascista, prácticamente desaparecido pero ahora reivindicado en Sucre y Santa Cruz, con jóvenes militantes que a manera de paramilitares plantean abiertamente el odio al presidente indio y al fracaso de la Asamblea Constituyente).
Los liderazgos locales urbanos son parte de la comprensión del conflicto, por cuanto más allá de la reivindicación departamental, se encuentra en proceso un reciclaje de políticos de diversos partidos que habían caído en desgracia y hoy se presentan como irreductibles defensores de la capitalía, y han contribuido a construir el discurso regional y el enganche con los grupos de poder de la media luna.
Estos liderazgos son los que han bloqueado la posibilidad del diálogo y alentado la acción violenta de los universitarios sobre la institucionalidad de la Asamblea Constituyente, buscando reconstituir cierta hegemonía conservadora en un espacio político que había sido ganado en las elecciones pasadas por el MAS en el gobierno nacional y la prefectura departamental; entendible en el departamento por el gran apoyo campesino e indígena al cambio en el área rural, y en la ciudad por el gran flujo migratorio existente junto al temor de los sectores medios a quedarse fuera del proceso de transformación.
Manipulación informativa y legalidad.-
Ahora bien, este proceso de movilización urbana que ha convocado a diversos sectores populares bajo la perspectiva de la mejoras de la condición de vida con la capitalidad, poco tiene que ver con los argumentos históricos que las elites dirigenciales manejan. Sin embargo, el bloqueo informativo además de la manipulación de los mas media en torno a este discurso han hecho visible no sólo el discurso racista que se enarbola, sino también la impostura político-ideológica del «mandato» recibido por los dirigentes para no ceder en nada la demanda de la capitalidad, aún a costa de la propia Asamblea Constituyente.
La legalidad es el nuevo argumento en el que se amparan estas posiciones conservadoras, como si «oportunamente», el poder judicial, opositor a los cambios y al gobierno, hubiera podido fallar en justicia en un conflicto de índole política. Pero además se pretende que este Poder Legislativo, constituido por cuotas de los partidos neoliberales de anteriores gobiernos, dirima jurídicamente un conflicto histórico que implica no sólo a dos departamentos sino que hipoteca la propia concepción del nuevo Estado descentralizado por aprobarse en el nuevo texto constitucional.
Por tanto, el conflicto no puede ser visto tan sólo desde una perspectiva técnico-jurídica, ni tan siquiera de una correlación de fuerzas favorables para tratar la temática aún a través de la forma referéndum que termine dividiendo al país, que es parte de la estrategia de la oposición. Debemos asumir que con estas banderas regionales que buscan el entrabamiento fatal de la Asamblea Constituyente, se adelanta el enfrentamiento político entre los bloques en pugna por transformar la visión de Estado.
Proceso Constituyente y descolonización.-
Cabe reflexionar sobre la estrategia política que sigue en medio de este caótico panorama de realineamiento de las fuerzas. Está claro que la de la oposición es la de
hacer una política del conflicto, que les permita además articular miedos y temores, juntar y confundir los intereses de los poderes regionales con los de las clases medias y algunos sectores populares manipulables; utilizar como amplificación y «generalización» del supuesto descontento a los medios de comunicación, y en definitiva crear frentes ficticios o sobornables de conflicto que permitan un proceso de desgaste político. Las arremetidas de la oposición buscan patear el tablero y provocar el enfrentamiento entre bolivianos frente a su carencia de argumentos y liderazgos que le permitan realizar una oposición democrática y propositiva. Bajo estos argumentos en el tema de la Asamblea Constituyente se pretende mostrar el fracaso no sólo de una forma de ponerse de acuerdo en Democracia, sino del gobierno que lo ha promovido.
Lo que no contempla esta estrategia colonial es que la apuesta histórica por la Constituyente es un proceso de transformación y no precisamente una definición jurídica. Es decir que desde la perspectiva neoliberal el fracaso se lee por la no conclusión o entrega del texto constitucional o de la incoherencia del contenido del mismo; desde una perspectiva de memoria larga de los pueblos indígenas y originarios, sin embargo, el proceso constituyente es un camino en el que por primera vez participamos en una legítima representación del país, aprendimos a lo largo de más de un año que los códigos y formas jurídicas impuestas por una forma de hacer Estado han pesado mucho para entender lo que no queremos en el nuevo país, a pesar de que algunos han sucumbido a los discursos y seducciones de la oposición.
Todavía más hemos logrado tener un texto constitucional en mayoría, como fruto de nuestros aportes y discusiones, junto a los aportes recibidos en los foros circunscripcionales. Este trabajo refleja justamente la etapa de transición en la que transcurrimos, desde una perspectiva liberal que incluya de forma sustancial a las identidades que conforman este país, para hacer una democracia de participación y construcción desde el protagonismo social de los más olvidados; ya que todo nuestro pasado anterior es la historia del fracaso de los sectores enriquecidos para hacer un país incluyente y con equidad.
La estrategia política fundamental de la mayoría es por tanto asumir que estamos en un proceso constituyente por sobre los plazos jurídicamente establecidos. Que es deseable en términos de la construcción de consensos el que se creen espacios institucionales para trabajar los temas que no son de la competencia de la Asamblea Constituyente y que serán de resolución posterior; en definitiva que se de lugar a que la Asamblea Constituyente termine formalmente su trabajo es una pretensión de la mayoría a pesar de la estrategia del fracaso de la minoría.
Sin embargo, la estrategia mayor pasa por asumir que el proceso constituyente es un camino descolonizador de largo aliento, en el que aprendemos como mayoría a valorar lo que somos y queremos en lo que hemos definido como Estado plurinacional, al mismo tiempo que nos vamos deshaciendo de esas coagulaciones institucionales y mentalidades en las que el viejo Estado ha encarnado su poder para asumirse como perenne.
Por eso, más allá de la resolución técnica de la Asamblea, nuestra estrategia está definida por la revolución posible como camino, que transite en esta Democracia pero que vaya más allá de la formalidad y legalidad liberal, construyendo espacios alternativos, democráticos y deliberativos con el conjunto de la sociedad civil que sean el soporte central del sentido de la transformación y institucionalicen nuestras formas de convivencia y participación en el marco del Estado Plurinacional Comunitario.
El autor es Coordinador Nacional de Deliberación Pública – Repac