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El poder cocalero (V)

La expansión política y territorial y la destrucción de los valores indígenas

Fuentes: Rebelión

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El poder cocalero (I)
La expansión política y territorial y la destrucción de los valores indígenas

El poder cocalero (II)
La relocalización, el sindicalismo y las nuevas formas de organización

El poder cocalero (III)
La «guerra falsa», la resistencia y el atropello a los Derechos Humanos

El poder cocalero (IV)
La construccion del instrumento político y el poder de la coca

El parto del Instrumento Político hacia el Movimiento al Socialismo (MAS) no fue fácil: intereses internos y externos estuvieron siempre a punto de provocar su aborto. El largo proceso fue fruto de marchas y bloqueos, heridos y muertos en los gobiernos neoliberales de turno; pero también de interminables ampliados y reuniones, enfrentamientos y divisiones entre los mismos campesinos, cocaleros e indígenas.

La sola idea de que «los indios» formen su propio movimiento político se convirtió en una pesadilla para los partidos tradicionales que, acostumbrados a gobernar el país durante años y en una especie de «pasanaku», no podían permitir que se les arrebaten sus privilegios. En ese sentido, trataron de incrustarse en las organizaciones para dividirlas, formar paralelismos o comprar la conciencia de algunos dirigentes.

Sin una sigla propia, negada por la entidad electoral -funcional al gobierno- los campesinos, cocaleros y colonizadores participaron en las elecciones generales de 1997 bajo la sigla de la Izquierda Unida (IU) obteniendo cuatro diputados, el 3.7 por ciento de la votación a nivel nacional equivalentes a más de 80 mil votos.

Con más de una decena de partidos neoliberales como Acción Democrática Nacionalista (ADN) en coalición con la Nueva Fuerza Republicana (NFR) y Partido Demócrata Cristiana (PDC), Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Unidad Cívica Solidaridad (UCS), Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR), Conciencia de Patria (CONDEPA) y Movimiento Bolivia Libre (MBL) y un fraccionamiento de la izquierda con Vanguardia Socialista (VSB) de Jerjes Justiniano o el EJE Pachakuti (EJE) de Ramiro Barrenechea, la IU con campesinos y cocaleros participó en su primera elección.

El Instrumento Político ganó cuatro diputaciones, todas en Cochabamba y el diputado que más votos obtuvo a nivel nacional fue el entonces dirigente cocalero Evo Morales Ayma con el 61,8 por ciento de la votación por la circunscripción 27 del Trópico de Cochabamba. Un récord en la vida democrática del país, aunque en 2002 destrozó ese récord al obtener el 83.8 por ciento de votos en su circunscripción.

Sin embargo, l a experiencia política de la IU duró poco tiempo por los intereses que existían al interior del mismo. A la par de la expansión política del nuevo movimiento se produjeron enfrentamientos y división del brazo político debido a pugnas de hegemonía y liderazgo entre fracciones campesinas y cocaleras.

La división de estos dos sectores -fundadores del Instrumento Político- fue durísima: no sólo afectaron al nuevo movimiento político que se convertía en una alternativa sino que fraccionaron las organizaciones matrices como la CSUTCB y CSCB a fuerza de golpes.

Fue noticia diaria la toma de sedes sindicales, los bloqueos y marchas de los sectores enfrentados con el fin de demostrar fuerza e imponer hegemonía. Con el pasar del tiempo no se pudo lograr la unidad del sector. El enfrentamiento fue de campesino contra campesino, de hermano contra hermano.

Por esta razón, en las elecciones municipales de 1999, se presentaron dos frentes de lo que había sido el Instrumento Político: la Asamblea por la Soberanía de los Pueblos (ASP) que logró 28 concejales en total y el Movimiento al Socialismo (MAS) con la obtención de 81 concejales distribuidos en todo el territorio nacional, excepto Pando. La mayoría de las nuevas autoridades municipales estaban ubicadas en el Trópico de Cochabamba y Los Yungas de La Paz.

La ASP estuvo encabezada por el dirigente campesino Alejo Véliz y el MAS por el representante cocalero Evo Morales.

El fracaso de la IU, el rechazo de la CNE para que el Instrumento Político cuente con una personería jurídica propia y la urgencia de participar en las elecciones municipales condujo a los productores de coca y otros sectores sociales a buscar nuevas alternativas como el acercamiento con el MAS-U de David Añez Pedraza.

Lo primordial para este masivo sector del país era contar con la sigla de un partido o movimiento que esté respaldado por una personalidad jurídica. En ese sentido, se fundó el Movimiento al Socialismo (MAS) sin la «U» inicial que representaba al sector Unzaguista en memoria a Oscar Unzaga de la Vega, dirigente de la Falange Socialista Boliviana (FSB) que, pese al nombre de «socialista» históricamente participó en coaliciones de derecha y golpes de Estado.

La fecha de fundación del Instrumento Político, así como del MAS, fue fijada el 27 de marzo de 1997. Desde aquella oportunidad, se impulsó una inédita alianza de sectores campesinos, cocaleros, colonizadores e indígenas respaldados por obreros y profesionales en torno al nuevo movimiento político.

La propuestas política ya no sólo defendía la producción de la coca sino que el abanico de demandas abarcó nuevas temáticas: la nacionalización de los hidrocarburos y de otros recursos naturales, la recuperación de las empresas estratégicas, la expulsión de la DEA del territorio nacional, la defensa del medio ambiente, la recuperación de las culturas indígenas y la convocatoria urgente a una Asamblea Constituyente

El crecimiento del MAS fue incontenible porque el ascenso de los movimientos sociales se tornó incontenible. La consigna de la «autorepresentación política» de los pueblos sustituyó al monopolio de la «representación política» de los partidos tradicionales.

Durante el gobierno de Sánchez de Lozada (1993-1997) se promulgó la Ley de Participación Popular, cuyos objetivos principales estaban centrados en ampliar la jurisdicción territorial de los municipios hacia las comunidades rurales. Antes de la promulgación de la ley, los municipios tenían asiento básicamente en territorios urbanos.

El investigador Pablo Regalsky (2006) asegura que la intención del Estado con la LPP era controlar los espacios comunales; es decir, se buscaba neutralizar el autogobierno comunitario, como también ampliar al área rural la institucionalidad democrática liberal del Estado.

La gestión gubernamental empujó -aceleró los pasos- de campesinos, cocaleros e indígenas para su participación en la vida política del país.

«Cuando éramos diputados nunca descuidamos nuestra tarea como dirigentes sindicales. Si había marchas, bloqueos o enfrentamientos estábamos en primera línea. Ese era nuestro accionar porque como representantes de los movimientos sociales teníamos que estar a la orden de nuestro pueblo. Ese fue el accionar que nos diferenció con los que se creían de la clase política», cuestionó en años anteriores, el otrora diputado Evo Morales Ayma.

El país de las guerras

El crecimiento del MAS no se debió al liderazgo de ningún dirigente ni de un solo sector o movimiento social, fue la conjunción de las luchas del pueblo boliviano, labradas desde hace años atrás.

Para comprender mejor la evolución política del MAS mencionaremos las tres «guerras» que se protagonizaron en el país en solo tres años: la Guerra del Agua, de la Coca y del Gas.

El movimiento social que empezó a perforar la política neoliberal impuesta en el país, sin lugar a dudas que se desarrolló en Cochabamba durante la «Guerra del Agua» (abril de 2000). El intento gubernamental de privatizar el abastecimiento del agua potable y de incrementar de manera desmedida las tarifas, derivó en la rebelión del pueblo cochabambino a punto de que el gobierno rescindió contrato con una transnacional.

En las jornadas épicas en defensa del agua sobresalieron sectores como los regantes, campesinos, fabriles, cocaleros, universitarios, cooperativas de agua, pero sobretodo vecinos de diferentes estratos sociales que se aliaron a profesionales progresistas que, después de 15 años de silencio impuestos por la política neoliberal, recuperaron sus fuerzas pero también sus utopías.

Los «guerreros del agua» fueron el sinónimo de rebeldía contra el modelo neoliberal y la esperanza de nuevas conquistas sociales.

La «Guerra de la Coca» (enero de 2002) se reflejó en un duro enfrentamiento entre productores de coca y efectivos policiales, con bajas de ambos sectores, cuando el movimiento social logró que el gobierno neoliberal -más allá de los convenios firmados con la administración norteamericana- paralice temporalmente las actividades de erradicación forzosa de sus cultivos.

Los productores del Trópico de Cochabamba -esta vez con apoyo de otros sectores sociales- se movilizaron en la población de Sacaba donde está ubicado el mercado legal de la coca, para demandar atención a sus demandas. Luego de enfrentamientos con el saldo de muertos y heridos, también entre los efectivos policiales, el gobierno dobló el brazo.

También es bueno destacar que a principios de 2003, sobretodo en la sede de gobierno, se produjo una rebelión social en contra del «impuestazo».

Y la «Guerra del Gas» (octubre de 2003) fue el momento culminante del ascenso de masas antes de que el MAS acceda al poder. Históricas movilizaciones en El Alto y provincias de La Paz, apoyadas desde diferentes puntos del territorio nacional después de una masacre con 69 personas asesinadas y casi medio millar de heridos, lograron que el Presidente Sánchez de Lozada -el símbolo de la política neoliberal- huya del país y renuncie a su cargo.

La intención gubernamental inconsulta y prepotente de exportar gas natural a mercados norteamericanos -vía Chile- fue el detonante para la rebelión popular de donde derivó la «agenda de octubre» con varias demandas: nacionalización de los hidrocarburos, cárcel para los responsables del genocidio cometido en El Alto, reactivación de las empresas estatales y la convocatoria a la Asamblea Constituyente.

Después de 15 años de política neoliberal (1985-2000) lo que significó en censura, amordazamiento, inmovilización y división de los movimientos sociales del país, despertó el «gigante dormido» para recuperar protagonismo y conseguir demandas importantes no sólo para su sector sino para el país.

¿Quién canalizó políticamente todo esa evolución social?: el MAS.

Entonces existía la necesidad de cambiar y profundizar el discurso, los símbolos y las estrategias: la defensa de la coca por sí sola fue sobrepasada. Las nuevas banderas estaban enmarcadas en el rescate de la wiphala como el emblema de liberación de los pueblos originarios de esta parte del continente, erigieron con mayor fortaleza el ejemplo de lucha de Tupaj Katari, Bartolina Sisa o Apiaguaipi Tumpa, profundizaron la lucha por la soberanía nacional, diseñaron estrategias para defender la dignidad de las personas, motivaron a las mayorías nacionales para hacer ver que era posible que los indígenas tomen el poder; en suma, el Instrumento Político cambió radicalmente de discurso.

Los hitos claves

En el proceso de consolidación del Instrumento Político, los pueblos indígenas de tierras bajas también jugaron un rol importante: realizaron tres marchas entre 1996 y el 2002, aportaron con demandas concretas que luego fueron enarboladas por el MAS: el reconocimiento de las Tierras Comunitarias de Origen (TCO), defensa del territorio y la Asamblea Constituyente.

El sacerdote y antropólogo, Xavier Albó, en un recuento de las marchas indígenas, escribió que durante la fase final del gobierno de Goni (1996) se elaboró la Ley INRA, donde se menciona por primera vez las TCO, como una nueva forma de propiedad agraria.

La Segunda Marcha partió desde diferentes puntos cardinales con rumbo a La Paz, destacaron: a) diversos sectores de indígenas y campesinos e incluso colonizadores del norte de La Paz que apoyaban la ley con el temor de que si en las elecciones de 1997, accedía otro gobierno se podían quedar sin nada; b) los cocaleros del Chapare que marchaban en oposición a la mencionada ley, porque según ellos , incluía cláusulas de defensa del medioambiente también con una segunda intención de frenar el avance cocalero hacia el TIPNIS y c) la columna de marchistas de la CIDOB que partió desde Santa Cruz con el objetivo de consolidar en la mencionada ley su derecho a las TCO. En medio camino negociaron ese punto logrando que esa demanda se incluya en la ley; además, exigieron la consolidación de sus territorios que tenían el respaldo desde 1990.

La Tercera Marcha, del año 2000, se la definió como «indígena, campesina y de colonizadores» y se concentró más en la problemática del norte amazónico. Un punto central era la demanda de que en esa región amazónica y más boscosa se aceptara que la unidad mínima de titulación, incluso para campesinos no indígenas y colonizadores fuera de 500 hectáreas, supuesto un manejo sostenible que combinara la agricultura y la silvicultura.

La Cuarta Marcha Indígena, entre mayo y junio de 2002, sin duda que fue la más significativa desde la primera de 1990. Su demanda central era casi insólita: «Asamblea Constituyente, ya!» La demanda surgió porque en países vecinos, como Brasil, Colombia y Ecuador, los pueblos indígenas habían conseguido derechos importantes en sus recientes cambios constitucionales.

Otra particularidad de la marcha fue el liderazgo que había pasado a un grupo renovado de dirigentes que incluía a pueblos indígenas del oriente pero también a otros campesinos y colonizadores de la región. La marcha fue, por tanto, llevada adelante por «disidentes» que formaron el llamado Bloque Oriente y que tenían afinidad hacia el Instrumento Político. Los dirigentes de la CIDOB intentaron contrarrestar aquella movilización con otra marcha alternativa e incluso con una huelga de hambre en La Paz, pero no lograron su propósito.

En el recorrido de los marchistas del Bloque Oriente por las poblaciones del Trópico de Cochabamba, los indígenas con fuerte simpatía hacia el MAS no lograron el apoyo que esperaban de los cocaleros, porque este sector social ya había abandonado su solidaridad sindical para volcarse hacia las elecciones generales que estaban cerca. Sin embargo, un sector del CONAMAQ, fundado en 1997, se unió a la movilización desde Oruro a La Paz.

En la sede de gobierno, las dos organizaciones -Bloque Oriente y CONAMAQ-aprendieron por necesidad a deliberar conjuntamente siendo culturalmente tan distintos y lograron arrancar del Parlamento Nacional -pocos días antes de que se disolviera por las inminentes elecciones- una Ley de Necesidad de Reforma de la Constitución Política del Estado (CPE), que años después resultaría clave para los cambios que ahora vivimos.

Una vez más, esos pueblos minoritarios, resultaron ser unos profetas clave para transformar el Estado Boliviano.

En el ámbito estrictamente eleccionario, el MAS tuvo un crecimiento sorprendente. En los comicios generales de 2002, quedó en segundo lugar, como un preludio de lo que podía ocurrir en el futuro. Debemos recordar que un hecho que influyó en la conciencia ciudadana estuvo referido a que en enero de 2002, el entonces diputado Evo Morales Ayma fue expulsado del Parlamento Nacional por los representantes de la mayoría neoliberal.

El MNR con Gonzalo Sánchez de Lozada ganó la elección con el 22.5 por ciento de la votación contra el 20.9 por ciento del MAS con Evo Morales Ayma. Atrás quedaron partidos neoliberales como ADN, NFR, MIR, UCS o CONDEPA o de izquierda o indianistas como el Partido Socialista (PS) de Rolando Morales o el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP) de Felipe Quispe.

A la alianza campo-ciudad, a la estrategia del rescatar los valores de las mayorías nacionales, a la campaña con nuevos símbolos y mensajes, a la elección de candidatos en ampliados y cabildos y no a dedo y al «votar por nosotros mismos» impulsada por el MAS, se sumó la intromisión descarada de la embajada norteamericana.

A pocas horas de la realización de las elecciones generales, el embajador de Estados Unidos, Manuel Rocha, declaró: «»Quiero recordarle al electorado boliviano que si elige a los que quieren que Bolivia vuelva a ser un exportador de cocaína ese resultado pondrá en peligro el futuro de la ayuda de los Estados Unidos a Bolivia». La intromisión y atentado a la soberanía nacional fue criticada por diversos sectores sociales y la proporción estimada de indecisos -entre el 15 al 18 por ciento- inclinó la balanza.

«Gracias señor embajador, usted fue el mejor jefe de campaña que tuve hasta ahora en mi carrera política y no se preocupe que llegando al gobierno buscaré su asesoramiento para ver la forma de cómo sacar a la DEA del país», respondió el entonces candidato Evo Morales Ayma.

El 2002 accedió al poder Sánchez de Lozada (MNR) con una coalición de partidos tradicionales y tratando de imponer la política neoliberal vigilada desde la administración norteamericana.

El MAS obtuvo el apoyo de más de medio millón de habitantes, ganó 38 parlamentarios que representaban a esa Bolivia pluricultural y multilingüe; pero sobretodo, ganó el apoyo en las calles: la mayoría de los sectores del país se encontraban tocando las puertas del poder…

 Fuente original: www.aininoticias.org