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Elecciones en México

La formación de una nueva voluntad nacional

Fuentes: Rebelión

Las elecciones presidenciales a realizarse el 1 de julio en México muestran varias tendencias importantes: la ausencia de un(a) candidat@ de izquierda y anticapaitalista; un voto de castigo contra el Pacto por México; graves fisuras en la élite empresarial; un presidente que perdió el control de la sucesión presidencial; y la formación de una nueva […]

Las elecciones presidenciales a realizarse el 1 de julio en México muestran varias tendencias importantes: la ausencia de un(a) candidat@ de izquierda y anticapaitalista; un voto de castigo contra el Pacto por México; graves fisuras en la élite empresarial; un presidente que perdió el control de la sucesión presidencial; y la formación de una nueva voluntad nacional.

No habrá candidato anticapitalista en las boletas. La única aspirante a la presidencia que representaba un discurso claramente de izquierda y explícitamente anticapitalista fue Marichuy Patricio Martínez, por cierto la única precandidata independiente que colectó con pulcritud sus firmas. Su exclusión dejo fuera de la campaña los importantes temas que ella hizo visibles.

Virtualmente todas las encuestas anuncian un voto de castigo a los partidos del Pacto por México. Los Chuchos (la corriente encabezada por Jesús Ortega y Jesús Zambrano) destruyeron ética, política, identitaria y electoralmente al PRD. En 2012 el PRD obtuvo 11 millones de votos, que representaron el 22% de la votación y que tenían como intención apoyar a Andrés Manuel López Obrador y oponerse a Enrique Peña Nieto. Tras recibir esa votación Jesús Ortega propuso el Pacto por México y convirtió al PRD en una comparsa de las reformas estructurales promovidas por la presidencia. Dicha traición a sus votantes recibirá un duro castigo. Según la reciente encuesta de COPARMEX el 1 de julio Andrés Manuel López Obrador obtendrá el 41% de la votación, Ricardo Anaya 21% y José Antonio Mead el 13%. El PRD obtendrá únicamente 1.4% de la votación.

Los empresarios aspiran a una alternancia de partidos sin alternancia de política económica. La élite empresarial mexicana se encuentra dividida. Los empresarios mexicanos, han hecho hasta lo imposible por descarrillar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador pero han fracasado. Claudio X González por ejemplo, ha promovido la candidatura de Ricardo Anaya, e intentó convencer al presidente de que José Antonio Mead renunciara a su candidatura para dar el voto útil al panista. El Presidente se negó. Ante esa situación varios empresarios entre ellos Claudio X Gonzalez (Consejo Mexicano de Negocios) y Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, tuvieron una sorpresiva reunión el día 6 de junio con Andrés Manuel López Obrador para tratar de negociar la continuación de sus privilegios. De acuerdo a Reforma tras el encuentro Juan Pablo Castañón, declaró que por fin se había reconocido la viabilidad y conveniencia del nuevo aeropuerto. El representante del sector privado insistió en la necesidad de persistir en las reformas educativa y energética, así como en mantener la autonomía del Banco de México. Debemos recordar que la entrega del petróleo mexicano a las empresas trasnacionales cuenta con socios nacionales.

El Presidente Enrique Peña Nieto perdió el control de la sucesión presidencial. De acuerdo a Salvador García Soto (El Universal), el 20 de enero de 2017 Anaya acudió a Los Pinos a negociar sobre las elecciones en el Estado de México. En ese cónclave se acordó que Josefina Vázquez Mota se dedicaría a golpear a la maestra Delfina Gómez. Por su parte, el ejecutivo le dio a Anaya 1000 millones de pesos y se comprometió a respetar el triunfo de la candidata del PAN si su campaña repuntaba. Sin embargo en algún momento, se filtró un video que a acusaba de lavado de dinero al padre de Josefina que destruyó su campaña. Ricardo Anaya desconoció sus compromisos con el PRI y no entregó cuentas del dinero, que nunca llegó a Josefina. A partir de ese momento, Josefina se alineó discursivamente con Morena y comenzó a hablar de elección de estado. De acuerdo a Jenaro Villamil, el dinero lo dio Luis Videgaray obligando a hacer triangulaciones que posteriormente fueron hechas públicas.

Según la columna «Serpientes y escaleras» (El Universal) pese a los desencuentros entre la presidencia y Ricardo Anaya, todavía el martes 9 de junio, por la mañana, algunos integrantes del PRD negociaban en los Pinos, una operación de apoyo cruzado estado por estado, para que en cada caso, el partido que estuviera en 3º lugar sumara sus votos al que va en 2º para rebasar a los candidatos de MORENA. Sin embargo al conocer que la PGR había admitido la denuncia penal presentada por el senador Ernesto Cordero y sobre todo cuando comenzó a circular un video en el que el empresario Juan Barreiro habla de un supuesto financiamiento ilegal de su campaña de Anaya, se rompieron las conversaciones para una alianza subterránea entre Ricardo Anaya y José Antonio Mead.

El eventual triunfo de Andrés Manuel López Obrador representará la conformación de una nueva voluntad política nacional. El candidato de juntos haremos historia se ha convertido en un nuevo príncipe, en el sentido en el que se refiere a él Antonio Gramcsi, cuando analiza el clásico de Maquiavelo: su praxis política ha logrado suscitar exaltadas fantasías colectivas que lo invisten de superpoderes y grandes expectativas. Su rol mitológico implica una fuerza política real. Andrés Manuel es ahora un personaje investido colectivamente con expectativas democráticas y populares que muy probablemente no se convertirán en realidades. Se ha generado una fuerte tensión entre lo que representa y lo que realmente es, entre lo idealizado y lo real, y sobre todo en la precepción del poder de quien seduce y quien inviste. La candidatura de Andrés Manuel es contradictoria, pues representa simultáneamente ruptura y continuidad. Es ruptura porque encarna la conformación de una nueva voluntad política nacional que le dice adiós al PRIAN, castiga al Pacto por México, repudia los crímenes de Ayotzinapa, Tlatlaya y Nochistlán, y condena la corrupción de Odebrecht, OHL, la Casa Blanca, el tren rápido a Querétaro y la «estafa maestra». Representa continuidad por la designación de candidatos como Rutilio Escandón en Chiapas, Cuauhtémoc Blanco en Morelos, e integrantes de equipo como Esteban Moctezuma, Germán Martínez, Gabriela Cuevas, etc. así como por la suma de corrientes como la Sosa Nostra en Hidalgo (que tanto hostigó a Miguel Ángel Granados Chapa). En su propio discurso Andrés Manuel oscila entre definiciones claras que vuelven valiosa su candidatura (vg.r. la cancelación de las reformas energética, educativa y del nuevo aeropuerto) y las concesiones del tipo, «revisaremos si los contratos del aeropuerto y la reforma energética estuvieron bien hechos», que vuelven intrascendente su eventual triunfo. Un caso particularmente emblemático de estas ambigüedades ocurre en su valiosa propuesta de cancelar la reforma educativa y simultáneamente mantener como futuro Secretario de Educación Pública a Esteban Moctezuma, quien voluntaria o involuntariamente participó en la emobscada tendida contra la Comandancia General del EZLN y quien además es representante de la nefasta Fundación Azteca.

Urge una corriente de izquierda que aproveche las nuevas condiciones. La conformación de una nueva voluntad nacional y la eventual presidencia de Andrés Manuel López Obrador representarían un nuevo escenario político que podría servir para crear mejores condiciones para el impulso de un proyecto político más radical, pero para ello se requeriría de una corriente de izquierda dentro y fuera de MORENA que juegue un papel crítico, genere conciencia de clase y logre aprovechar revolucionariamente la nueva situación.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.