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Entrevista a Claudio Katz de Economistas de Izquierda (EDI)

«La gente empieza a darse cuenta que el problema en la Argentina no es el gasto público ni el populismo»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Hace unos días atrás escribiste que «la economía argentina afronta dos posibilidades, una gran crisis antes o después de octubre, el único interrogante es el momento de esa convulsión, por eso el riesgo país sigue por las nubes y el único plan del gobierno es aguantar hasta las elecciones, todas las tensiones derivan de […]

M.H.: Hace unos días atrás escribiste que «la economía argentina afronta dos posibilidades, una gran crisis antes o después de octubre, el único interrogante es el momento de esa convulsión, por eso el riesgo país sigue por las nubes y el único plan del gobierno es aguantar hasta las elecciones, todas las tensiones derivan de la evidente imposibilidad de pagar la deuda. Los medios internacionales subrayan todos los días esa incapacidad, el temor no proviene de un eventual triunfo opositor sino del estallido de la bomba financiera que ha montado el oficialismo. Esta dramática perspectiva induce a distintos analistas a delinear cuatro escenarios posteriores a octubre, continuidad acentuada del ajuste, retorno al desahogo de la década pasada, padecimiento griego o alivio portugués. Todas las alternativas deberían confrontar con el descalabro de la economía».

C.K.: Creo que ese diagnóstico se está ratificando. El fracaso de Macri es más que evidente y por eso están perdiendo terreno todas las ideas neoliberales de los últimos años. Ahora estamos de nuevo en un «veranito de calma» como ya vivimos en otros momentos, por el nuevo auxilio del FMI y las altísimas tasas de interés, pero el desastre económico continúa, el país sigue al borde de la cornisa por la posibilidad de una cesación de pagos.

Además, no olvidemos que las cifras del endeudamiento no solo son aterradoras sino que toda la plata concertada con la deuda se derivó a la fuga de capitales. Es decir, hubo un endeudamiento con el cual no se construyeron puentes ni escuelas, sino que se usaron para solventar el vaciamiento económico del país. Los auxilios del FMI también sirvieron para esta fuga de capitales.

Y los efectos están a la vista, los percibe toda la población, desempleo de dos dígitos, estanflación. No solo un problema de pobreza, sino hambre por encarecimiento de los alimentos. Yo creo que el principal efecto de este escenario es que se están derrumbando todas las creencias neoliberales que acompañaron el ascenso de Cambiemos. Es lo mismo que sucedió en el ocaso de los experimentos neoliberales anteriores, en el desplome de la tablita de Martínez de Hoz o la convertibilidad de Cavallo. Son escenarios en los cuales todas las falacias de la derecha son percibidas por la población.

La gente empieza a darse cuenta que el problema en la Argentina no es el gasto público, no es el populismo, que todos los mensajes sobre la corrupción que emitió el gobierno han sido una farsa porque nadie ha usado el poder del Estado en una forma tan descarada como el grupo Macri para expandir los turbios negocios del grupo familiar. Incluso todo el tema de la institucionalidad, la transparencia, se está viniendo abajo con el escándalo D’Alessio que ha destapado cómo el gobierno edificó un Estado dentro del Estado con una banda de espías, jueces y periodistas para armar causas y para extorsionar acusados.

Por eso este descrédito de todos los mensajes de Cambiemos y de la derecha son tan fuertes que hasta el propio Macri intenta disfrazarse con estos intentos de medidas de pseudo control de precios, de regulación de los mercados, tratando de fogonear el perfil angelical de Vidal. En síntesis, a mí me parece que la reelección del gobierno es muy improbable, aunque Trump y los grandes medios, las elites financieras sigan apostando por Macri, yo creo que grandes segmentos de las clases dominantes se distancian, intuyen que el viento sopla en otra dirección y vamos a ver qué inventa el gobierno, seguramente apele nuevamente a la grieta, volverá sobre las acusaciones a la pesada herencia; pero lo que le funcionó en 2015 y 2017 es muy improbable que le sirva en la actualidad. Veremos con qué vienen.

Pero lo más llamativo no es sólo la caída del gobierno sino que está arrastrando a la avenida del medio, porque Urtubey, Pichetto, tienen muy poca credibilidad por el seguimiento que hicieron desde el Congreso al ajuste de Cambiemos. Así que la gran novedad está por otro lado, es la aparición de la fórmula Fernández-Fernández.

Llamar a Alberto Fernández consolida el giro conservador del kirchnerismo del último año

M.H.: Mencionaste la tablita y la convertibilidad. Me da la impresión que el deterioro que sufre la política económica de Cambiemos es más acelerado.

C.K.: Sí. Es una crisis más profunda porque el deterioro acumulativo del país también lo es. Volvemos a vivir las crisis del pasado pero cada nueva crisis es mayor. La crisis del ´82 fue superior a la de los ´70, la del ´89 peor que la del ´82 y la del 2001 fue más fuerte que lo anterior y lo que se está gestando ahora es más fuerte que el 2001 porque los niveles de pobreza, miseria y retracción del mercado interno son mucho más agudos. Por eso es que el diagnóstico que mencionabas hace un ratito, donde el escenario económico que afronta Argentina es mucho más duro que el de Grecia y es lejano al remedio portugués. Justamente por el carácter acumulativo de las crisis económicas nacionales y ahí viene el tema de Fernández-Fernández.

En cuanto a esto yo creo que el impacto de la fórmula viene por un lado de la centralidad dominante de Cristina, que sus iniciativas marcan toda la agenda política, sobre todo por el declive del gobierno y del resto de los opositores. A mí me parece que lo más llamativo es que la decisión de llamar a Alberto Fernández consolida el giro conservador del kirchnerismo del último año. Las primeras declaraciones y gestos de Alberto Fernández han ratificado este posicionamiento conservador. Fijate que habla de Nielsen, que es un neoliberal, como gestor de la deuda, rechaza cualquier idea de retomar a Ley de medios, de introducir cualquier modificación significativa en la justicia.

M.H.: Es coherente con su trayectoria. A mí no me llama la atención.

C.K.: Lo novedoso es la decisión de Cristina de nominarlo a un personaje de este tipo al frente de la fórmula. Ha seleccionado un tipo de Presidente distanciado del tipo de los de las experiencias progresistas. Un hombre que es el puente ideal con el Peronismo Federal que sostuvo a Macri.

M.H.: Con Massa también.

C.K.: Claro. Es el hombre que ha tejido una alianza con Massa y me parece importante hablar de todo esto en momentos en los que el progresismo ha decidido aprobar sin ninguna crítica la fórmula Fernández-Fernández, sólo se escuchan elogios a la decisión estratégica de Cristina, pero se dice poco del hombre que ha dicho que le hace guiños a Monzó, a Larreta, que ha emitido declaraciones muy confusas sobre el aborto, que mantiene un significativo silencio sobre Venezuela. Un hombre que prepara un gobierno de perfil conservador. Por eso las ideas que están promoviendo. La nueva fórmula insiste en que el país saldrá adelante con un acuerdo nacional.

M.H.: Y recrea viejas consignas como «Fernández al gobierno, Cristina al poder».

C.K.: Te diría que más que una dupla donde habrá un poder subyacente, yo creo que hay un acuerdo político, después veremos si ese acuerdo se mantiene o no, pero Cristina ha tomado una decisión estratégica del perfil que tiene que tener el futuro gobierno. Ella piensa en el pacto social de Gelbard, pero no dice cómo terminó, no habla del Rodrigazo. No nos dice que la burguesía nacional que debía sostener ese proyecto estaba muy erosionada como clase dominante y que la que hoy tenemos como burguesía nacional es la sombra de ese grupo.

Entonces yo creo que incluso es todavía un poco más peligrosa la idea de ampliar el acuerdo nacional con la de armar una negociación más sólida frente al FMI. Y el problema es que con gente como Nielsen, Massa y Monzó el FMI va a estar en mejores condiciones para exigir la reforma laboral y previsional que ellos van a demandar a cambio de prorrogar los plazos del pago de la deuda. Ese va a ser el centro de la discusión.

Y por eso es que yo insisto tanto en que tenemos que ver lo que ha ocurrido en Grecia como un alerta. Porque allí también se decía que iban a renegociar fuerte con la troika y cuando la troika exigió el ajuste el gobierno de Syriza lo aceptó. Entonces se habla mucho de negociar la reestructuración de la deuda pero no se aclara cómo ni a qué precio. Se habla de la necesidad de impedir el default pero no de las contrarreformas que exigirá el FMI. Se habla mucho de los compromisos pero no de la contrapartida que tendrán. Por eso me parece que se está creando un clima de ilusiones, expectativas, de creencias.

Cuando Fernández dice «si pudimos en el 2003 podremos en el 2020» está sugiriendo que como lo pudieron hacer en el pasado lo podrán hacer en el futuro, pero el escenario del 2020 es muy distinto. En 2020 no tendremos un quinquenio de alivio por la suspensión de pagos que hubo después del default. Tampoco el precio de la soja a U$S 600. Por lo tanto ellos insisten en que lo prioritario es evitar la suspensión del pago de la deuda, tenemos que saber cuál es la contrapartida de eso, qué implicará para las mayorías populares.

Creo que estos elogios que hay al reencuentro en las diferencias, a que ahora Cristina se olvida de lo que le hizo Alberto y viceversa, es muy problemático, porque el Cristinismo surgió en contraposición a lo que pensaba y planteaba Alberto. El Cristinismo surgió entre la crisis de la 125 y la Ley de medios. En estos dos temas centrales Alberto estuvo en la vereda opuesta a Cristina, y si ahora hay una idea de olvidar el pasado, se está sugiriendo cómo se va a reconstituir el futuro.

El futuro se va a reconstituir en la línea de lo que dice Alberto más que en línea a lo que dice Cristina. Este es un clima en el que lo importante es ganar las elecciones a cualquier precio, pase lo que pase. Y ojo que se está creando la idea de que las elecciones se ganan con planteos moderados, conservadores y sin gente en la calle. Y en realidad si uno tiene un proyecto renovador la movilización y el planteo electoral van de la mano, no son contrapuestos. En cambio acá lo que se promueve es la desmovilización.

Mañana vamos al 5º paro general y seguramente va a ser muy contundente; en mi opinión va a manifestar la imposibilidad que tuvo Macri de doblegar la resistencia popular. Pero al mismo tiempo va a poner de relieve que no hay una respuesta social acorde al nivel de agresión que ha consumado el gobierno de Macri.

Entonces, si sumamos las dos cosas, vemos que no hay una respuesta acorde y que hay un importante nivel de desmovilización promovido en general por el peronismo, se nos viene un escenario complejo para el futuro gobierno. Por eso creo que es importante la izquierda. En un marco de este tipo es indispensable un candidato de izquierda para que se escuche la voz del programa que necesita la Argentina para salir adelante. Solo la izquierda plantea el confrontar con la deuda, con el ajuste que nos exigirá el FMI. Solo la izquierda está diciendo que la prioridad categórica son los salarios, las jubilaciones, los desamparados frente al pago de los intereses de la deuda y es imprescindible una auditoría para saber quiénes se enriquecieron con las Lebacs, las Leliqs y los bonos a 100 años. Que necesitamos un control de cambios, la nacionalización de los Bancos y que tengamos un manejo soberano de los recursos del país.

Esta voz de las ideas que el propio kirchnerismo formuló el 25 de mayo del año pasado. Hay un contraste muy fuerte entre lo que fue la movilización del año pasado del propio kichnerismo y las banderas actuales. Así que necesitamos esas ideas y diputados de izquierda, porque ya sabemos lo que pasa con los diputados del peronismo, son camaleónicos, se acomodan a las necesidades del momento. Basta mirar lo que hizo mucha gente que llegó con el FPV y después se pasó para otro lado. Así que vamos a ver, porque la izquierda tiene muchos problemas, las divisiones, el narcisismo de siempre.

M.H.: Aparte, sin ánimo de meterme en ninguna interna, no le ha ido muy bien en Santa Fe ni en Córdoba.

C.K.: Es importante reconocer que no hay un escenario favorable para la izquierda. El escenario es objetivamente adverso por dos razones, la primera es lo que mencionamos sobre la lucha social, no estamos en el 2001, en el escenario que favorecía un fuerte surgimiento de corrientes radicales; hay un dato clave que es la recomposición del Peronismo, el resurgimiento del Peronismo que como en tantas otras oportunidades, cuando reaparece la ilusión en el peronismo frente a un declive de la derecha, la izquierda queda opacada y enfrenta situaciones complejas.

Es importante que la izquierda comprenda este escenario porque siendo así emitirá mensajes acordes, buscará dialogar con las expectativas populares y tratará de razonar y tender un puente a las mayorías populares que nuevamente se están inclinando al peronismo. Eso y el problema de qué pasa si hay un eventual balotaje entre Macri y el binomio Fernández-Fernández. Ese también es un tema que hay que empezar a plantear. Creo que lo ocurrido con Bolsonaro en Brasil es un buen antecedente para tener en cuenta.

M.H.: Yo creo que la política que adoptó el PSOL previa a la votación de anticipar el apoyo al PT en una eventual segunda vuelta fue muy correcta y eso le ayudó a tener una mayor representación parlamentaria de la que tenía.

C.K.: Por eso comento el problema ahora.

M.H.: Es un terreno pantanoso pero hay que hacerlo. 

C.K.: Yo propongo que ingresemos en este terreno en junio porque son temas que hay que empezar a discutir y analizar en forma colectiva, con debates francos para ir preparándonos para una situación que no sabemos si se va a dar o no pero que permite un buen posicionamiento de la izquierda en el escenario político actual.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.