Ya sea que se trate de una ciencia o seudo ciencia, la geopolítica refleja para el común de la gente la correlación de fuerzas entre Estados. Los efectos de esa correlación han sido desastrosos para Bolivia, que ha perdido la mitad del territorio con el que nació a la vida republicana. Todos los países del […]
Ya sea que se trate de una ciencia o seudo ciencia, la geopolítica refleja para el común de la gente la correlación de fuerzas entre Estados. Los efectos de esa correlación han sido desastrosos para Bolivia, que ha perdido la mitad del territorio con el que nació a la vida republicana. Todos los países del mundo, salvo el nuestro, se empeñan en fortalecer sus estados nacionales, a fin de defenderse de las agresiones bélicas, financieras, comerciales y culturales que están afrontando en el Siglo XXI, en el que las guerras por el agua, la biodiversidad, los recursos naturales y los alimentos serán inclementes.
La oligarquía chilena, aliada Inglaterra, y la prepotencia brasileña, respaldada en su propio poderío, convirtieron a Bolivia en Estado vasallo. La estrategia de Santiago para mantenernos enclaustrados geográficamente es cínica, pero efectiva. Cuando existen apoyos externos a la causa marítima alega que el problema es bilateral. Cuando se reclama una solución bilateral, responde que Chile no tiene problemas pendientes con Bolivia. Eso ocurre desde 1904.
Después de más de un siglo de aprovechamiento abusivo de las aguas del cantón Quetena (Silala), el régimen del Mapocho alega que podría pagar por ellas un precio simbólico, si se olvidan las multimillonarias ganancias que empresas chilenas obtuvieron por comercializar ese líquido elemento. La usurpación de las agua del río Lauca es otro hito similar. El tema de los autos usados en paradigmático. Chile importa autos chatarra, siempre que no se comercialicen en su territorio. Al prohibirse su ingreso al país, el cónsul dice que es una actitud inamistosa, quien considera que debemos seguir envenenándonos con la contaminación ambiental y colapsar aún más nuestras ciudades para gozar de su amistad.
Brasil arrebató 400.000 kilómetros cuadrados a Bolivia. Considera que el gas de nuestros mega campos le pertenece. No concibe que podamos instalar una planta separadora de líquidos, gasoductos internos que nos vertebren e industrialicen, que explotemos el Mutún o que exportemos gas a Paraguay o Uruguay sin su consentimiento. Evo Morales ve en Lula al hermano mayor, el que aprovecha su mayorazgo para que empresas brasileñas construyan carreteras con sobre precios y con insumos y préstamos bancarios usureros, en tanto descendientes de los bandeirantes se aprestan a construir represas en ríos fronterizos, sin que le importe la opinión del gobierno nacional. Santiago y Brasilia manejarán el corredor bioceánico, que tendrá al medio a su agónico vasallo.
A lo anterior cabe sumar la prepotencia europea y norteamericana que ha logrado que YPFB vuelva a ser ente residual, digitado por Holanda (sede de la tenebrosa Shell), de Noruega, cuyo ente estatal, la State Oil, es funcional a las transnacionales, y del Banco Mundial, que se apresuró a contratar a Alfonso Revollo, el Ministro de capitalización de Sánchez de Lozada y liquidador de nuestras empresas estratégicas. Al iniciar su gestión, Evo pidió a Francia que uno de sus diplomáticos en funciones asesorara al Canciller Choquehuanca. De esta manera, para alegría de la petrolera Total, las decisiones estratégicas de nuestra política externa fueran adoptadas por monsieur Oliver Tremoint.
Bolivia astilló su débil Estado nacional en 36 naciones, en tanto los separatistas buscan imponer un Estado Federal bi-nacional. Mario Góngora escribió que, en su país, «el Estado es la matriz de la nacionalidad chilena», la que se consolidó mediante «el salto cualitativo del regionalismo a la conciencia nacional». Bolivia ha dado también un salto cualitativo de la débil conciencia nacional al separatismo federalista y el pluri nacionalismo étnico. Gracias Branco Marincovic. Gracias Alvaro García Linera.