Las huestes del cacicazgo figueroísta andan desatados en el Sur. El pasado 12 de enero, en Chilpancingo de los Bravo, una brigada de alrededor de 30 muchachos, vestidos con playeras de la campaña del candidato priísta a la gubernatura de la entidad sureña, propinaron una bárbara golpiza a Guillermo Sánchez Nava, representante de la coalición […]
Las huestes del cacicazgo figueroísta andan desatados en el Sur. El pasado 12 de enero, en Chilpancingo de los Bravo, una brigada de alrededor de 30 muchachos, vestidos con playeras de la campaña del candidato priísta a la gubernatura de la entidad sureña, propinaron una bárbara golpiza a Guillermo Sánchez Nava, representante de la coalición Guerrero nos une ante el Instituto Electoral del Estado de Guerrero.
El político perredista, ex militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias en la década de los años 70, fue obligado a bajar de su automóvil y golpeado en la cabeza azotándolo contra el suelo. Su coche fue destrozado. Como resultado de la agresión, Sánchez Nava quedó inconsciente y tuvo que ser trasladado al hospital Ángeles del Pedregal, siendo diagnosticado que adolecía de traumatismo craneoencefálico y derrame cerebral en tercer grado, por lo cual estaba en estado de coma. Para el día siguiente, alcanzó una leve recuperación.
Por los hechos mencionados, miembros de la dirección estatal y del Comité Ejecutivo Nacional del Partido de la Revolución Democrática presentaron denuncias penales contra quienes resulten responsables.
Las dirigencias del PRD y Convergencia, en conferencia de prensa, denunciaron que integrantes de Seguridad Pública municipal alteraron la escena del ataque, pues retiraron del área del atentado el coche del líder agredido y fue transportado al corralón antes de que se presentara el Ministerio Público, «para ocultar las evidencias y esconder a los agresores», de acuerdo con el comunicado de los dirigentes de la izquierda electoral.
Los jefes de la coalición Guerrero nos une señalan a Manuel Añorve Baños, candidato de la alianza Tiempos mejores para Guerrero, como el responsable de la golpiza contra Guillermo Sánchez Nava. Asimismo incluyen entre los promotores de los reprobables acontecimientos, a los ex gobernadores Rubén Figueroa Alcocer, cabeza visible del cacicazgo guerrerense, y René Juárez Cisneros. Al representante del PRI en el IEEG, Roberto Torres, lo acusan de haber lanzado amenazas de destruir la propaganda electoral de la coalición Guerrero nos une.
Sin faltarle argumentos, La Jornada Guerrero plantea en su editorial del 13 de enero:
Digan lo que digan, Guillermo Sánchez Nava es y ha sido uno de los más brillantes y destacados líderes del sol azteca: coherente, luchador valiente y honesto; por ello su partido en varias ocasiones le ha distinguido con cargos importantes que van desde presidente estatal del PRD, diputado local y federal, consejero estatal y nacional, y el más reciente, representante ante el IEEG.
La acción, más allá de si fue un acto de provocación, es un acto vandálico reprobable, venga de donde venga.
Es un acto cobarde y ruin, cuando una turba de hombres vestidos de negro con la letra M en la playera, golpean con sadismo a un solo hombre, cuyo único delito cometido fue reclamar justamente por qué retiraban la propaganda de su candidato, según las versiones difundidas en los distintos medios de comunicación.
La agresión a Sánchez Nava indica que la intención de sacar un proceso electoral limpio y con saldo blanco, está muy lejos de que así sea.
Como otros de sus contlapaches priístas, el conocido político figueroísta Héctor Vicario Castrejón afirmó en el Congreso local que la agresión sufrida por Guillermo Sánchez Nava es un montaje y empezó a soltar «ideas» que seguramente no comparte ni siquiera Luis Pazos, el escritor y «economista» de la ultraderecha mexicana. En forma crítica sobre este particular, La Jornada Guerrero señala en su editorial del 14 de enero:
Sin embargo, habría que hacer notar que el priísta pudo haber tenido otra actitud, como sí lo hizo la diputada Guadalupe Gómez, quien condenó la agresión. En principio, nada le costaba a Vicario sumarse también a la condena. Quizá decir que ellos no fueron o que no son responsables, si quiere. Pero salirse por la tangente de acusar que no existió la agresión parece un exceso.
No obstante, esa misma postura es la que ha asumido en general el PRI: la de decir que todo fue un montaje, y utilizar los mismos argumentos que el legislador.
Todo indica que asumir esa actitud es un error, pues los priístas se están asumiendo como ministerios públicos para calificar un delito cuando, en todo caso, deberían condenarlo y deslindarse.
Es una actitud que no abona mucho a la distensión del ambiente en un momento convulso, y en cambio sí parece encaminarse por la ruta de querer infundir miedo en los electores, como han denunciado sus adversarios.
En Guerrero se enfrentan dos proyectos: el del neoliberalismo priísta, que compite por medio de la coalición Tiempos mejores para Guerrero, junto al Partido Verde Ecologista de México y el Partido Nueva Alianza, encabezada por el candidato a gobernador Manuel Añorve Baños, y el de la izquierda electoral, que se expresa por conducto del bloque Guerrero nos une, que forman el PRD, el Partido del Trabajo y Convergencia, bajo el liderazgo de Ángel Aguirre Rivero como candidato a la gubernatura. Es una disputa importante, sobre todo si se tiene en cuenta que está próxima la lucha por la presidencia de la República.
Por lo que señalan las encuestas, la participación de los ciudadanos en los actos públicos y la cobertura de la prensa, radio y televisión, todo parece indicar que el triunfador será Ángel Aguirre Rivero y que el PRI y sus aliados sufrirán una decisiva derrota. Esta situación, de seguro, empuja a la dirigencia priísta a emprender medidas que no se compadecen con la democracia y el trato civilizado entre contendientes por puestos de elección popular. La ciudadanía guerrerense y la opinión pública nacional no deben dejar pasar a los métodos que dieron fama a la dinastía Figueroa. En una coyuntura de violencia demencial impulsada por el gobierno de facto de Felipe Calderón, Guerrero requiere de la convivencia democrática. Con las elecciones es factible avanzar en el fortalecimiento de la izquierda electoral, social y extraparlamentaria, así como debilitar, aislar, y, finalmente, eliminar al viejo cacicazgo suriano que jefatura Rubén Figueroa Alcocer, vástago del Tigre de Huitzuco.