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La «guerra al fentanilo» con EEUU, entre acusaciones, retórica e intereses estratégicos

Fuentes: Rebelión

Antes de la lectura del análisis, publicado por el destacado geopolitólogo italiano en sus espacios editoriales, es necesario señalar, a la vista de su estilo excesivamente amable con el que se refiere ahora  a las relaciones de Claudia Sheinbaum, presidente de México, con el gobierno del país vecino encabezado por Donald Trump, que algo mucho más turbio que el fentanilo está en juego.

Hace unas semanas, Gagliano se ocupó del tema de la relación de México con Estados Unidos, como vínculo geográfico y geopolítico susceptible de ser analizado dentro de una situación de riesgo para la potencia anglosajona. Un riesgo geopolítico derivado de la influencia que China pudiera representar para EEUU con su presencia tan significativa en varios escenarios económicos y militares mexicanos.

Estos derivan de la alta tecnología china, que se exhibe en México en espacios cada vez mayores, y de la que se deriva la capacidad de la policía y la milicia mexicanas para vigilar a la población y de contar, como ofrece Huawei, una capacidad técnica de primera línea para captar al detalle situaciones de importancia militar.

Este escenario no sería importante si se limitara al interés de un gobierno como el mexicano, interesado a la vez que alberga intereses chinos, a recibir precursores para la producción de fentanilo por el cual mueren cada año miles de estadounidenses.

Pero el acercamiento de Sheinbaum a un enclave de crisis la vuelve sospechosa de no reparar en las consecuencias sobre los efectos del país que gobierna por una posible e indeseable confrontación de los países de habla inglesa en el Extremo Oriente y Oceanía contra China y aliados. No hay un solo ciudadano mexicano que haya apoyado a su gobierno para adquirir este tipo de compromisos, algunos de cuyos pormenores nos presentó como un hecho, en otra de sus investigaciones, Giuseppe Gagliano. Veamos lo que hoy agrega:  

La tensión entre Washington y la Ciudad de México vuelve a aumentar. Al centro del conflicto las declaraciones del presidente EEUU Donald Trump, que acusa al gobierno de Claudia Sheinbaum de “no hacer lo necesario” para cerrar el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. La respuesta de la presidente mexicana no se hizo esperar: un rechazo claro de las críticas y reivindicaciones de los progresos alcanzados en la lucha contra los cárteles de la droga.

Sheinbaum ha anunciado que prepara un informe detallado para invitar a las autoridades estadounidenses a documentar los esfuerzos mexicanos contra el narcotráfico y la crisis del fentanilo. Un gesto que tiene un doble significado: por un lado defender la soberanía de México, por otro, recordar a Washington que la crisis de los opioides e un problema compartido, no una culpa unilateral.

La crisis del fentanilo ya es un terreno de desencuentro geopolítico

Estados Unidos acusa a México de ser el principal canal de paso de las drogas sintéticas, pero pasa por alto que los precursores químicos proceden en gran parte de China y otras partes de Asia.

Sheinbaum ha respondido haciendo hincapié en como su gobierno ha introducido controles rigurosos a los precursores, aumentando las penas judiciales por el tráfico de fentanilo y activado operaciones conjuntas de la Marina, con otras fuerzas federales y sanitarias.

De acuerdo con los datos del ICE citados de fuentes mexicanas, el tráfico de fentanilo a lo largo de la frontera se habría reducido en un 50% en los últimos meses, mientras los homicidios intencionales habrían disminuido en un 25%. Resultados importantes, pero insuficientes para aplacar las críticas de Trump, quien ve en la lucha a las drogas un tema estratégico ante la proximidad de las elecciones legislativas.

Atrás de la retórica del narcotráfico se oculta una partida  comercial

Trump ha impuesto nuevos aranceles a los productos agrícolas mexicanos, entre los cuales los tomates y la carne, golpeando a un sector vital para la economía del país. Sheinbaum ha acusado a Washington de usar a México como una “piñata” política, a expensas de la interdependencia económica entre ambos países.

Este intercambio de imputaciones llega en un momento delicado para la América Latina. México, situado entre la presión americana y la propia vulnerabilidad interna, intenta reafirmar la propia autonomía política. Pero el riesgo que aparece es de una crisis económica y social que podría debilitar en el tiempo por llegar al Estado y favorecer a las redes criminales que se intenta combatir.

La política estadounidense relativa al fentanilo, está contenida en la ley HALT Fentanilo, apunta a golpear la producción y el tráfico con medidas draconianas. Pero Sheinbaum ha recordado que la lucha al la droga no puede basarse sólo con un abordaje represivo: “La crisis no puede ser afrontada sólo del lado de la oferta, serve un cambio interno en Estados Unidos”. Un mensaje incómodo para Trump, pero que pone en evidencia una verdad con frecuencia ignorada: el consumo de opioides es alimentado por fallas en el sistema sanitario y social americano.

El gobierno mexicano reivindica haber obtenido una “beneficios” de las instituciones infiltradas por el crimen organizado. Pero la realidad sobre el campo es más compleja. Las operaciones militares contra los cárteles, a pesar de los éxitos, han generado violencia difusa y una fragmentación del poder criminal.

En muchas situaciones, el Estado tiende a reafirmar el control, y los cárteles se han convertido en redes transnacionales que operan como actores económicos y políticos.

El conflicto verbal entre Trump y Sheinbaum es una señal de la cuestión del narcotráfico, que está redefiniendo las relaciones entre México y Estados Unidos. Por un lado, Washington ve a México como una barrera para reforzar la seguridad interior. Por otro, la Ciudad de México busca transformarse de eslabón débil en socio estratégico, reivindicando el derecho a no ser tratado como vasallo.

El riesgo es que la cooperación entre ambos países, ya muy frágil, venga más tarde impregnada por una narración electoral que transforma problemas complejos en eslogan. Si la crisis del fentanilo se convirtiera en un terreno de conflicto ideológico, las consecuencias podrían ser devastadoras: no sólo para la seguridad de los dos países, sino por el equilibrio económico y político de la completa región norteamericana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.