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Debate sobre la guerra contra las drogas en México

La guerra en México (I)

Fuentes: Rebelión

Luego de que lograra establecer un gobierno de facto tras su fraude electoral, Calderón decidió iniciar una acción militar de gran escala, desde un principio le llamo guerra, aunque de un modo coloquial, esto no es un accidente, él y su lobby sabían que existe un protocolo legal para declarar una guerra que pasa por […]

Luego de que lograra establecer un gobierno de facto tras su fraude electoral, Calderón decidió iniciar una acción militar de gran escala, desde un principio le llamo guerra, aunque de un modo coloquial, esto no es un accidente, él y su lobby sabían que existe un protocolo legal para declarar una guerra que pasa por el congreso. Su pequeña jugada semántica lograba atender tres problemas con una sola acción: Otorgarle legitimidad por la vía de «atender «el grave problema de seguridad publica inflamado por la violencia de pandillas narcotraficantes; Introducir en la opinión publica una nueva emergencia que le alejara del tema del fraude electoral y finalmente otorgar legitimidad a una de las instituciones públicas más sucias del país: el ejército federal mexicano.

Al mismo tiempo la multitud de grupos que pueden denominarse como izquierda estaban en sus propios problemas, mientras unos se habían alineado con AMLO, algunos habían mantenido su independencia y sus iniciativas. La falta de claridad programática en ambos casos les impidió a todos realizar un análisis oportuno de la nueva situación. No fue sino hasta un año después cuando se anuncio el primer corte de caja que entonces ya contaba diez mil muertos que se comenzó a entender que la situación era extraordinariamente grave.

En este contexto todos los grupos de izquierda iniciaron esfuerzos por ser tomados en cuenta en el escenario donde la política se desvanecía y era sustituida por las balas, el resultado fue una serie de teorías que no interpretan la realidad y que han servido de base para diversas movilizaciones y declaraciones poco trascedentes, no fue sino hasta que Javier Sicilia motivado por la muerte de su hijo, diera un respiro a la interpretación de la situación que algo se movió, pero este ímpetu inicial parece ahogado por la presencia en el movimiento por la paz de personas de corte burocrático y por las propias limitaciones intelectuales de Sicilia.

Sin embargo la izquierda tanto vinculada o no a los partidos ha demostrado una notoria incapacidad por explicar la violencia y ha manifestado una seria de teorías equivocadas que no solo no ayudan a resolver nada sino que además nos introducen a un escenario donde se carece de capacidad de intervención sobre la situación actual. Algunas de estas teorías son las siguientes:

-Esta es una supuesta guerra contra el narcotráfico.

Aquí cabe aclarar lo siguiente, la guerra actual no es un supuesto, se trata de acciones militares amplias por parte del ejército y las policías contra un enemigo difuso, así mismo también se trata de acciones armadas que frecuentemente tiene carácter militar por parte de grupos criminales que han creado ejércitos privados y que además cuentan con una multitud de grupos irregulares que incluyen personas en labores de espionaje, grupos armados de reacción, vehículos blindados artesanales, policías corruptos y además en algunos estados una estructura de gobierno local basado en cacicazgos criminales vinculados en algunos casos a grupos fundamentalistas católicos.

El error de la teoría del «supuesto» es que no aclara que la guerra no es supuesta sino una realidad, pero además que si bien el acabar con el narcotráfico no es una de las intenciones de la guerra, el narcotráfico si participa en la misma, de hecho es indispensable para que funcione. Esto nos llevara más adelante a caracterizar a los actores de la guerra y sus intenciones, ya mencione las tres intenciones principales del gobierno al declarar la guerra pero aun falta mencionar sus objetivos.

-La guerra es en realidad una acción de limpieza social contra la izquierda y la juventud.

Podemos claramente clasificar las operaciones de «limpieza social» porque el mundo ha tenido muchas de estas tragedias, desde el genocidio armenio, pasando por el holocausto judío y las masacres étnicas pagadas por la CIA en los Balcanes y Chechenia o la operación Cóndor en el cono sur. Esto implica que una operación de «limpieza social» tiene por lo menos dos características clave:

1.-Está dirigida contra un grupo específico y caracterizable.

2.- Su intención es eliminar o segregar a este grupo de la sociedad.

No hay evidencia de que tal cosa sucediera en México hasta fines de 2011 cuando se asesino individualmente a miembros del movimiento de Javier Sicilia. Pero la teoría es previa a estos acontecimientos, se trata de un caso donde las organizaciones de izquierda que no han trabajado en entender la realidad concreta han inventado una realidad donde ellos son el centro de la escena y el objetivo principal de la guerra, esto es falso por varias razones. Uno de los objetivos de la guerra es crear una situación donde la política independiente del régimen no puede suceder, pensemos en el caso de Tamaulipas donde el activismo sería imposible en comparación a lo que vemos en el DF por ejemplo, es decir un escenario de violencia criminal es adecuado para cancelar las opciones de organización, pero ello no implica matar activistas, de hecho existen muy pocos casos que se puedan vincular entre muertes de activistas políticos y acciones realizadas en el marco de la guerra, diversas organizaciones han tratado de vincularlos sin investigaciones concluyentes en un afán de potencializarlos como discurso político. Además la guerra ha demostrado ser mucho más ciega, los muertos solo tienen por conexión estar en territorio mexicano, no se puede identificar un grupo por edad, por género, por afinidad política, por etnia o por clase social. Tampoco podemos equiparar de facto la violencia histórica de caciques y gobiernos contra grupos específicos con la violencia generada de las acciones militares, se trata de hechos independientes y que se vinculan solo cuando se reúnen geográficamente todos los actores de ambos conflictos. Tampoco estamos ante una acción de que pretenda acabar con la juventud del país, si se pretendiera tal cosa veríamos estadísticas de edad en los muertos por la violencia vinculada a la guerra que así lo determinaran, sin embargo nadie ha presentado datos al respecto que verifiquen esta idea.

-La estrategia de guerra ha fracasado.

A excepción de los senadores, nadie fuera del lobby inmediato de Calderón sabe cuál es la estrategia de esta guerra, ellos recibieron un documento secreto en donde se dice cual es el discurso oficial para justificar esta guerra. Pero aun ese documento no tendría porque explicar la intención política de la guerra. Además cada uno de los actores de la guerra tiene sus propios objetivos y en una situación de guerra revelar los objetivos puede ser contraproducente.

Como ya mencione la intención de Calderón era legitimar su gobierno, encontrar espacio político de supervivencia y maniobra, además de crear una emergencia que cancelara y eventualmente diluyera la oposición política a su régimen. Para que esto sea posible es necesario que la guerra sea constante y tenga picos de violencia convenientes. Es decir, desde el gobierno de Calderón el objetivo de la guerra es que haya guerra, la victoria no está en que se termine con los enemigos declarados sino en que el conflicto continúe y mantenga las condiciones necesarias para la supervivencia del régimen. Esta intención es más clara cuando vemos que las acciones militares no son puntuales y rara vez están apoyadas por labores de inteligencia previa, son en su mayoría reacciones a movimientos importantes del bando contrario.

-El narcotráfico representa una opción laboral para los jóvenes desempleados y una salida a la pobreza.

Esta afirmación es frecuente y no solo carece de veracidad sino que es peligrosa en todas sus implicaciones, no se puede pretender (menos aun desde la izquierda) que la solución al desempleo pase por trabajar en actividades ilegales que no generan bienestar a la sociedad, que implican el riesgo de morir, que no pueden ofrecer ninguna condición de seguridad social y que están administradas por caciques armados que cuentan con ejércitos privados.

Necesitamos entender que el narcotráfico finalmente es solo un negocio, no tiene ningún carácter místico ni heroico, no existen los «buenos criminales», para ser un capo del narcotráfico en México hoy día no se tiene que haber escalado por redes de corrupción, de asesinatos de tortura y de banalización de la vida humana (este último rasgo hermana el pensamiento de todos los actores de la guerra). La intención de cualquiera de los capos es maximizar las ganancias de su negocio, no les interesa el bienestar de nadie más que de sí mismos y están dispuestos a forzar a quien sea para trabajar con ellos, conocemos desde hace décadas de las experiencias de los capos de la droga en la producción a través de trabajo esclavo y semi esclavo, sabemos que son capaces de matar a cualquiera que no quiera participar de su negocio o a quien pretenda abandonarlo.

No existen datos que vinculen la presencia de bandas de narcotraficantes con la reducción de la pobreza, y esto no es ninguna sorpresa, si bien el precio de las cosechas de narcóticos es mayor al de muchos productos agrícolas lícitos el pago a los campesinos no significativamente mayor que lo que obtendrían con cultivos tecnificados, además para el narcotraficante la maximización de ganancias pasa necesariamente por el pago mínimo posible a los productores, cuando vinculamos esto con el control político regional vemos que la autoridad local (el cacicazgo dirigido por narcotraficantes) establece el precio de las cosechas, ejerce funciones de vigilancia sobre la población y niega la posibilidad de la organización de los productores para negociar un pago adecuado por sus cosechas. Pero también está el hecho de que el uso del terreno disponible se dedique a narcóticos significa una reducción de la producción de alimentos, cuando sumamos esto a la crisis alimentaria que ya vivimos el resultado es una profundización de pobreza. Además de que el capital obtenido por los narcotraficantes (al igual que el capital obtenido por los empresarios lícitos) no es destinado a la creación de riqueza a través de la industrialización. Las labores ligadas al narco significan trabajo simple poco tecnificado y por ende barato, la intención de los narcos nunca ha sido reducir la pobreza sino obtener riqueza para si mismos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.