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Debate sobre la guerra contra las drogas en México

La guerra en México (II)

Fuentes: Rebelión

Previamente he analizado cuatro de los grandes mitos surgidos desde organizaciones de izquierda respecto a la guerra que se desarrolla en el país, antes de continuar con algunos mitos faltantes, quiero establecer una propuesta de definición para esta guerra. No se trata, como es evidente, de una guerra del gobierno para acabar con el narcotráfico […]

Previamente he analizado cuatro de los grandes mitos surgidos desde organizaciones de izquierda respecto a la guerra que se desarrolla en el país, antes de continuar con algunos mitos faltantes, quiero establecer una propuesta de definición para esta guerra. No se trata, como es evidente, de una guerra del gobierno para acabar con el narcotráfico o con la violencia deriva del mismo. Por ende no pude ser definido como una guerra contra las drogas o contra el narcotráfico, se trata si, de una guerra del gobierno con los narcotraficantes, pero no está encaminada a derrotarlos ni se hace para reducir el tráfico de drogas, es una guerra orientada a generar las condiciones ideales de existencia de un gobierno de facto en una sociedad que puede negarse a la existencia del mismo. Debemos entenderlo como una forma de golpe de estado donde se construye una dictadura a velocidad moderada, no es una dictadura orientada a un liderazgo personal, porque tienen las condiciones para organizar elecciones donde (ganen o no) establezcan sucesiones sin cambiar de orientación. Al mismo tiempo el estado de emergencia inducido por la guerra permite que el discurso de la necesidad de la violencia desde el gobierno sea asimilado por los sectores más atrasados de la población, serán estos sectores quienes se volverán el núcleo duro del apoyo al régimen y a políticas aun más violentas. El apoyo social a políticas más violentas, mas represivas, a un control mayor de la vida pública y privada junto con la necesaria reducción de libertades civiles es de hecho una realidad creciente, y es aprovechada por los partidos del régimen para profundizar el nivel de control que poseen. Si bien esta situación guarda semejanzas con la consolidación histórica de regímenes fascistas, no es descriptible como fascismo, mi propuesta es definir la situación actual como una dictadura de derecha apoyada en una guerra inducida. Más adelante analizare también como es que fue posible inducir esta guerra y qué papel e intención en la misma tiene el gobierno de los Estados Unidos.

Continúo con la revisión de los mitos surgidos desde las organizaciones de izquierda respecto a la guerra:

-La legalización de las drogas reduciría la violencia.

Esta es una afirmación frecuente desde los grupos más o menos organizados de consumidores de mariguana y es particularmente complicada, con frecuencia se le utiliza por parte de partidos o miembros de los partidos que pretenden usar este argumento como símbolo de «progresismo» o como posible solución a la violencia, pero hay argumentos para negar esta afirmación.

De principio no es posible legalizar todas las drogas, si bien algunas drogas agrícolas tienen efectos limitados en el organismo (que pueden potenciarse mediante el cultivo selectivo, como de hecho ya sucede en los Países Bajos donde la mariguana ya paso de un contenido de THC de 5% a 15%, lo que legalmente implica que no se le puede considerar como droga blanda por la propia legislación holandesa) otras son particularmente dañinas y han sido históricamente utilizadas como factor de destrucción social por parte de las naciones imperialistas. Desde las guerras del opio en China hasta la invasión de Afganistán el negocio de la droga se conecta de manera directa con una política exterior que pretende reducir las capacidades de un pueblo para que se convierta en una sociedad meramente consumidora de todos los satisfactores que requiere y no desarrolle una capacidad productiva propia, esta fue la razón de las guerras del opio en China y es a nivel internacional parte de la razón de la participación de gobiernos en el negocio de drogas ilegales.

Los consumidores de mariguana por ejemplo, son en su mayoría incapaces de cultivar sus propias plantas, esto no debe sorprendernos, los efectos de mariguana (y en general de las drogas recreativas) reducen la capacidad productiva de quienes la consumen. Aun cuando el cultivo de mariguana es relativamente sencillo no es frecuente que los consumidores puedan siquiera realizar esta labor. En el caso de las drogas duras su efecto en la vida productiva de las personas es aun de mayor consideración. No podemos esperar que una sociedad sea capaz de producir los bienes y servicios necesarios para su bienestar si sectores importantes de la misma no son capaces de producir o están dedicados a labores que no generan riqueza ni bienestar social y además utilizan recursos escasos como la tierra cultivable a producir drogas y no alimentos u otros satisfactores.

La argumentación actual a favor de la legalización ha tenido además un amplio eco en la derecha política, la revista nexos dedico una edición completa al tema, el siniestro ex rector de la UNAM Jorge Carpizo presento un extenso documento (absurdamente a nombre de la UNAM) donde incluye la posibilidad de legalizar las drogas y después del incendio del casino Royal en Monterrey el propio Calderón expreso una exigencia al gobierno de los Estados Unidos para que legalizara rutas de abastecimiento de drogas.

También es frecuente que se citen los casos de Holanda, California o Canadá como paradigmas de sociedades seguras donde se puede consumir legalmente mariguana en particular. Sin embargo parte de estos paradigmas son falsos.

En el caso de Holanda el consumo está permitido pero no así su producción, su venta esta tolerada pero no aceptada y la demanda interna es abastecida por fuentes internas y externas, en el caso del abastecimiento externo, dado que está prohibida la importación, el producto mismo es introducido ilegalmente al país, lo que necesariamente requiere de la participación de delincuentes. Además el gobierno no reconoce que el consumo de drogas sea inocuo para la salud, mas aun los consumidores de drogas, particularmente de drogas duras son considerados como enfermos y reciben tratamiento encaminado al abandono de la adicción. Es decir el gobierno Holandés tolera un nivel de consumo que pueda manejar a través de su sistema de salud, pero es incapaz de detener el uso y el tráfico de sustancias ilegales, tampoco ha podido frenar el cultivo selectivo que se realiza localmente y que ha logrado potenciar la composición de la mariguana.

Sin embargo esta tolerancia está fundamentada en la situación de paz interna que tiene el país, pero no es porque no haya violencia asociada al negocio de las drogas, el problema es que la violencia está fuera de Holanda, los consumidores Holandeses que poseen salarios significativamente más altos que las personas en los países pobres son un mercado ideal para cualquier droga recreativa. Ellos junto con el resto de Europa son por ejemplo el destino habitual de la heroína producida con opio cultivado en Afganistán. Lo que los gobiernos europeos o la OTAN no reconoce es que para que la juventud de Europeos blancos vivan de modo festivo, los países pobres y colonizados estamos pagando el costo de violencia. En México pagamos parte de la violencia social que permite a un sector importante de estadounidenses vivir en una realidad alterada.

En el caso del estado de California, la legalización es inicialmente para la mariguana medicinal y posteriormente para su uso recreativo, aquí habría que mencionar que el uso de mariguana como analgésico es controversial y frecuentemente es solo una excusa para su uso recreativo, además se trata de una legalización limitada y no incluye las drogas duras que continúan siendo prohibidas. El principal argumento para la legalización en California es la recaudación de impuestos. No se trata finalmente de discutir las libertades personales (algo que no se ha hecho ni allá ni aquí) se trata de obtener más dinero para el gobierno a costa de tolerar una situación que no resulta benéfica para el bienestar de la sociedad.

Además en los Estados Unidos tienen sus propios problemas de violencia asociada a las drogas, esta no ha disminuido por la legalización de uno droga en particular, el mercado de las drogas restantes sigue siendo lo suficientemente amplio como para que los efectos del tráfico ilegal sigan expresándose de modo violento.

Entonces la evidencia no indica que legalizar reduzca la violencia, puede en algún caso trasladarla a la zona de producción y reducirla en la zona de consumo, pero no lo resuelve. Además en el caso mexicano la legalización implicaría beneficiar a quienes han cometido crímenes, a quienes se han enriquecido ilícitamente y se han convertido en caciques con ejércitos privados. No se puede apelar al estado de derecho y proponer una situación que significaría una amnistía de facto para los criminales y eso es exactamente lo que implica la propuesta de Carpizo por ejemplo.

-Es imposible terminar con el negocio de las drogas ilícitas.

Una afirmación como esta es incomprensible desde la izquierda, históricamente la izquierda ha considerado que la posibilidad de cambiar la sociedad por completo es real y creíble, sorprende encontrarse con argumentos como estos. Además tenemos por lo menos dos casos históricos concretos que han logrado prácticamente borrar el consumo y tráfico de drogas ilegales: Cuba y China.

El caso de China es probablemente el más importante porque tuvieron que transitar desde la situación heredada de las guerras del Opio hasta la situación actual, quiero mencionar que no estoy avalando o enalteciendo el modelo de desarrollo de la China actual, pero si estoy recuperando la experiencia de un gobierno que busco seriamente resolver una situación de catástrofe nacional con sus propios recursos y estrategias, y eventualmente tuvo éxito.

En el caso de Cuba la propaganda anticubana generada en los estados Unidos ha tratado desde hace décadas de implicar al gobierno de la Isla en el trafico o la producción de drogas, sin embargo la realidad es que Cuba es el único país del continente que no tiene presencia de grupos que trafiquen con drogas, en la situación actual donde la demanda en estados unidos es mayor que en cualquier periodo previo la única situación que han tenido que enfrentar las fuerzas de seguridad cubanas es el tránsito de drogas en aguas territoriales del país.

Así mismo vale mencionar el caso de Venezuela, donde desde la expulsión de la DEA han logrado aumentar la detección de cultivos ilícitos, la destrucción de los mismos, la destrucción de laboratorios para la transformación de drogas y el arresto de personas integrantes de los grupos criminales responsables de estas actividades.

En el caso de Bolivia (país que tradicionalmente se cultiva y consume hoja de coca) el gobierno ha logrado establecer un modelo productivo donde la coca producida es contabilizada y dirigida al mercado nacional, si hay excedentes estos son comprados por el gobierno y utilizados para la creación de nuevas empresas que incluyan la planta como parte de sus insumos, el resultado es que no se desvía la producción de coca para su transformación en clorhidrato de cocaína y se han presentado nuevos productos alimenticos en el mercado como galletas o pan de coca.

De las experiencias conocidas podemos concluir que la erradicación de las drogas ilegales es posible y beneficia a la sociedad. Además la participación de la DEA y en general del gobierno de los Estados Unidos o el resto de los países de la OTAN no ayuda en ningún sentido a la erradicación de los problemas derivados del tráfico de drogas, mas aun estos gobiernos participan del negocio del trafico de drogas como demuestran las guerras del opio, el escándalo Irán-Contras, la operación «rápido y furioso» y el resultado de las políticas soberanas de los países del ALBA.

Pero como he señalado en el caso mexicano estamos ante una situación donde no se pretende acabar con el problema, ni siquiera con la violencia derivada, aun en sus declaraciones públicas Calderón ha reducido paulatinamente los objetivos de su guerra, al principio afirmaba que acabaría con los carteles de la droga, después que pretendía acabar con la violencia de los narcotraficantes, luego que solo quería establecer un mejor estado de derecho. Como ya he dicho su única intención es que su gobierno se estableciera y perdurara, en su caso específico eso era la puerta para permitir a los grupos capitalistas de sus amigos el derecho de volverse hegemónicos en el país. Pero para lograr su objetivo tenía que llegar al poder, mantenerse en el poder y ganar margen de maniobra, la guerra le dio todo, pero a cambio nos introdujo a una situación de barbarie tal que los problemas ancestrales de miseria y falta de desarrollo han pasado a un segundo término ante el tamaño de la tragedia.

Sin embargo afirmar por ejemplo que de llegar AMLO al gobierno sabría como resolver el problema de las drogas, es absurdo, ni siquiera fue capaz de exigir a su partido que dejase de proteger a un criminal como Godoy Toscano, prefirió callar cuando sus aliados en el congreso metieron por la puerta de atrás a este delincuente para permitirle protegerse de la acción penal por medio del fuero legislativo (y aprovecho para manifestarme contra cualquier tipo de fuero), pero no solo eso, la explicación que él ha dado al problema de la violencia de las drogas carece de fundamento y lógica. AMLO ha dicho que la violencia se debe a la falta de empleo y oportunidades, pero naciones con una tasa mayor de desempleo no viven crisis de violencia tan agudas. Y aun cuando tiene la posibilidad de hacerlo no le ha pedido a ningún think tank de intelectuales de izquierda que elabore un diagnostico adecuado de la situación, quizá su apuesta es al descredito del régimen para ganar la elección, pero él sabe bien que con o sin descredito se puede robar una elección.

Tenemos también la experiencia del gobierno perredista de Michoacán, misma que demuestra las enormes carencias del perredismo para entender la sociedad y gobernar sin corrupción, mientras Leonel Godoy imaginaba que tenía el gobierno del estado, los caciques de las drogas locales habían construido una estructura paralela de gobierno donde participaban los gobiernos y policías municipales junto con la iglesia católica local, el resultado fue una organización de corte mesiánico, cuya ideología era solo una forma de control social en un estado empobrecido donde se estructuro una eficiente red de producción de mariguana y adormidera que cuenta con la protección de policías locales y ejércitos privados, donde además los caciques de la droga pueden intervenir para colocar a través de las elecciones a gobernantes. La absoluta falta de ideología y programa del PRD permitió no solo que surgiera y creciera esta situación, sino que le hizo perder el gobierno del estado. Tendríamos que entender que esta seudo izquierda sin programa, dividida en tribus que pelean por migajas de poder, que no se apoya en el trabajo intelectual serio para definir sus acciones es exactamente la oposición que necesita un régimen como el actual para sobrevivir.

Es cierto que esta valoración es muy sombría, pero también creo que sin un diagnostico correcto no se puede obtener una solución adecuada, en la siguiente contribución me centrare en los actores de la guerra y sus intenciones particulares.

Primera parte del artículo:
La guerra en México (I)
Cuauhtémoc Contreras (22-01-2012)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.