«Si vamos a ir al cielo y los q’aras (mestizos y blancoides) van al cielo, en el cielo también va a haber guerra. Si vamos a entrar al infierno, debajo de la tierra, ahí los q’aras van a entrar y vamos a tener guerra». Estas las palabras del histórico líder aymara Felipe Quispe, en el […]
«Si vamos a ir al cielo y los q’aras (mestizos y blancoides) van al cielo, en el cielo también va a haber guerra. Si vamos a entrar al infierno, debajo de la tierra, ahí los q’aras van a entrar y vamos a tener guerra». Estas las palabras del histórico líder aymara Felipe Quispe, en el foro «Historia, Coyuntura y Descolonización», organizado por la Revista «Pukara», de La Paz, en el que intervinieron además otras 18 personalidades indianistas y kataristas, el 10, 11 y 12 de marzo último. Quispe descalificó al ideólogo Simón Yampara por pactar con el ex alcalde de La Paz, Juan del Granado, ya que «el agua y el aceite no se juntan». El katarista Walter Reynaga, a tiempo de advertir que las evocaciones al Tawantinsuyo son insuficientes, formuló la pregunta que nadie pudo contestar: «¿Qué tipo de sociedad queremos construir?»
Recuérdese que el indianismo postula la expulsión de los «q’aras» y el katarismo su incorporación a un solo proyecto social. Para el indianista Constantino Lima no hay diferencias entre Cristóbal Colón, Francisco Pizarro y Víctor Paz Estensoro, quien, en 1953, decretó la reforma agraria y el voto universal. Añadió que la Constitución de Evo Morales vino de Europa, pasó por España y llegó a través de ONG. Luego exclamó: «Nunca vamos a ser bolivianos». Otro indianista radical, José Luís Saavedra Soria, explicó que la idea plurinacional procede del multiculturalismo liberal norteamericano y que los indios en Bolivia no quieren cuotas, sino el poder total.
Descolonización interna quiere decir, señaló el ex Ministro Félix Patzi, eliminación del racismo e igualdad de oportunidades, a fin de que se juzgue a la gente por su capacidad, méritos y conocimientos, sin mirar su pertenencia étnica. El ex Vicepresidente Víctor Hugo Cárdenas (1993-1997), sostuvo que la Constitución del oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) es etnicista, ya que privilegia a los indígenas, luego a las comunidades interculturales, en tanto que el resto es considerado de tercera categoría. Liborio Uño indicó que la Constitución reconoce a 36 naciones, cuando en realidad son 45 (14 en el Qullasuyo y 30 en el Oriente. Ambas suman 44. Al parecer, Uño perdió una nación en el camino). Anunció que prepara un proyecto de Estado Federal que articule a las naciones originarias con las sub naciones de la nación boliviana, «más o menos como en el modelo sudafricano».
El director de «Pukara», Pedro Portugal, dijo que la nueva Constitución, al no reconocer territorios a las naciones quechua y aymara, cometió un gran error, el que fue encubierto con la nominación de 36 naciones inexistentes. Hizo notar que Evo está rodeado por una casta de criollos neo indigenistas, mezcla de esotéricos e imaginativos desempleados, que han dejado de serlo al conseguir empleo en este gobierno. Destacó que si bien la única reivindicación nacional es el Tawantinsuyo, debe admitirse que existen Bolivia, los bolivianos, América Latina y el mundo, razón por la que el indianismo y el katarismo requieren ubicarse en el contexto mundial.
Aureliano Tupo denunció que el socialismo comunitario (planteado por Alvaro García Linera), «es otra invención del colonialismo mental de la pequeña burguesía». Reynaldo Conde reflexionó sobre la importancia de aymaras convertidos en empresarios exitosos en Santa Cruz y en adinerados padrinos de enormes fiestas religiosas, como la del «Señor del Gran Poder», en La Paz. La incógnita surgió, una vez más, por la imposibilidad de diferenciar a aymaras urbanos, de quechuas urbanos, guaraníes urbanos, mestizos urbanos, blancoides urbanos e inmigrantes urbanos en las mezcladas poblaciones del país.
Sin embargo, aún no se recompone el frente indo mestizo, capaz de construir la unidad nacional y arrancar a Bolivia del atraso y la desesperanza. Ese frente fue planteado con enorme éxito por Conciencia de Patria (CONDEPA), en 1988, pero fracasó por errores tácticos y por ataques sistemáticos del colonialismo interno, la partidocracia, los grandes medios de comunicación social y las oligarquías vinculadas al capital financiero.
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