Se trata de un espacio en manos de trabajadores reconocido en el ámbito local y nacional y se erige como un polo de expresiones que van desde la producción artesanal hasta el funcionamiento de organizaciones de derechos humanos y de contención social que sigue resistiendo un desalojo especulativo.
En 2001, los empleados del supermercado Tigre, en respuesta a uno de los más escandalosos vaciamientos empresarios de los que se tenga registro en la zona, ocuparon las instalaciones del establecimiento central de esa firma ubicada en calle Tucumán 1349.
Muchos de los protagonistas de aquel acontecimiento fueron los que en 1991 habían hecho lo mismo en ese edificio en reclamo por sus puestos de trabajo cuando el espacio pertenecía a la Cooperativa El Hogar Obrero-Supercoop, la cooperativa de consumo, edificación y crédito más grande de Latinoamérica, que fue empujada al cierre de todos sus supermercados y su entrega de forma casi vil a distintos empresarios del sector por las políticas neoliberales de Menem y Cavallo.
Con la explosión de esas políticas de ajuste y concentración económica, el supermercado Tigre fue a su propia quiebra en un oscuro proceso en el cual los bienes de la firma no respondían ni siquiera en un mínimo porcentaje al total de las acreencias.
En medio de un contexto de desocupación y exclusión social inéditas los trabajadores inician el proceso de ocupar el establecimiento para ponerlo a funcionar desde sus propias iniciativas. Nace así la Cooperativa de Trabajadores Solidarios en Lucha.
Un centro cultural con bautismo popular
La primer medida adoptada, además de convocar a continuas movilizaciones solidarias contra los cotidianos intentos de desalojo, fue la de constituir junto a representantes académicos como Rodolfo Schooler, Matilde Bruera, Héctor Bonaparte, Hilda Habichayn, Gloria Rodríguez, Luis Díaz Molano y un fuerte movimiento estudiantil movilizado contra el ajuste y los recortes en el presupuesto educativo, un centro cultural.
Tal acción buscó fomentar –recuperando la tradición de aquellos que fundaron las organizaciones sindicales a principios del Siglo XX– el acceso de los trabajadores y sectores populares a la producción de arte, conocimiento y cultura como forma de acceder a mayor cantidad de herramientas para luchar por la liberación social.
El hábito de ocupar espacios de trabajo, recuperarlos, definió el nombre de esa acción y de todo el edificio al nombrarlo del siguiente modo: Centro Cultural “De la Toma” del supermercado. De allí “La Toma”, con la que se lo conoce desde aquel momento.
Una resistencia sostenida que dura 19 años
Los miembros de la Cooperativa, del Centro Cultural y los militantes de la Comisión Gremial que organizan y dirigen las acciones contra la orden de desalojo que pesa contra esta experiencia de resistencia y solidaridad social, instrumentaron políticas de movilización y rechazo a los intentos de ejecución, medidas que comparten con otros sectores populares.
A pesar de la enorme y perversa campaña de estigmatización y boicot llevada adelante por poderes fácticos que estuvieron implicados en el fraude empresarial o en la especulación inmobiliaria, la política implementada desde 2001 fue consecuente y tuvo un claro objetivo: poner el establecimiento en funcionamiento como forma de preservar puestos de trabajo pero en forma compartida con todos los sectores del movimiento obrero y popular.
Y se dice claramente compartir, lo que significa que las organizaciones populares son invitadas a ocupar activamente el lugar usándolo para sus actividades públicas o como sede para su propio funcionamiento.
Y de esta forma, al poner el establecimiento en manos obreras al servicio de la comunidad, se fue construyendo el primer espacio público no estatal sino con un claro origen obrero y popular. Buscar la continuidad laboral a partir del desarrollo del Comedor y Bar Popular, de las cocinas para servicios especiales o el almacén y carnicería Cooperativo, así como el aporte voluntario al “fondo de lucha” brindado solidariamente por automovilistas y transeúntes, han sido las formas de generar puestos de trabajo en la cooperativa.En 2001, los empleados del supermercado Tigre, en respuesta a uno de los más escandalosos vaciamientos empresarios de los que se tenga registro en la zona, ocuparon las instalaciones del establecimiento central de esa firma ubicada en calle Tucumán 1349.Y de esta forma, al poner el establecimiento en manos obreras al servicio de la comunidad, se fue construyendo el primer espacio público no estatal sino con un claro origen obrero y popular. Buscar la continuidad laboral a partir del desarrollo del Comedor y Bar Popular, de las cocinas para servicios especiales o el almacén y carnicería Cooperativo, así como el aporte voluntario al “fondo de lucha” brindado solidariamente por automovilistas y transeúntes, han sido las formas de generar puestos de trabajo en la cooperativa.
Pero además, La Toma es sede de organizaciones populares con la única prohibición expresa de no permitir el ingreso de aquellos que “reivindiquen el terrorismo de estado de 1976 o que sean negacionistas del genocidio”.
Un espacio en manos obreras compartido por distintas organizaciones
El Espacio Juicio y Castigo, la APDH, Familiares de Detenidos Desaparecidos, la CTA de los Trabajadores, sindicatos como Cepetel, Unión Informática, Sindicato de Cadetes, Sindicato de Guardavidas, o la Asociación Argentina de Actores, que además administra un espacio teatral, comparten el establecimiento.
Se agregan también la Asamblea Feminista, la Campaña por el Aborto Legal Seguro y Gratuito, el Cefma, la Corriente Opinión Socialista, Acción Popular, la Corriente Socialista Militante, la redacción de La Garganta Poderosa, red Experimenta, Taller Guaraní, el Comité de Solidaridad con Bolivia, o por la libertad de los presos políticos son parte de las organizaciones populares que tienen su sede permanente en La Toma.
El Movimiento de Acción Solidario prepara las viandas para personas en situación de calle desde las cocinas del primer piso.
El Puente tiene su centro de salud mental y la imprenta cooperativa Del Castillo montó sus talleres en el edificio en manos obreras. La CTEP y su sindicato UTEP, han abierto el Mercado Popular, y la Cooperativa de microemprendedores elabora su producción, así como los centros de ayuda “Aprender a Vivir”, o Las Safinas, que abrieron la radio Frida como expresión del Colectivo LGBTTyQ.
La Corriente Descamisados, o la Vecinal de barrio Parque España, junto a espacios de jóvenes practicantes de juegos de roll, así como grupos de lectura sobre <El Capital<, de Carlos Marx, desarrollan su actividad permanente en el edificio.
Los movimientos sociales de la ciudad funcionan regularmente en asambleas de coordinación de sus reclamos y todos los sindicatos locales se movilizaron desde La Toma en diversas oportunidades para rechazar cualquier intento de desalojo. Pero no son solamente los sectores populares quienes utilizan el lugar.
Los trabajadores en lucha declararon reiteradamente que el establecimiento se encuentra a total disposición de manera gratuita para el desarrollo de políticas públicas de inclusión social. La secretaría de Economía Social de la municipalidad de Rosario tiene un centro de producción y un espacio de exposición y venta de productos elaborados por microemprendedores y artesanos.
La Universidad Nacional de Rosario puso a funcionar en el lugar uno de sus comedores universitarios, que fue el primero que recuperó esa conquista para el estudiantado rosarino en septiembre de 2003, y al mismo tiempo funciona la Galería La Toma, un espacio de exhibición y muestras de artes plásticas de la Facultad de Humanidades y Artes.
También desde el gobierno provincial se desarrolló la extraordinaria experiencia de desmanicomialización a partir de los cursos de capacitación laboral a usuarios de los Centros de Salud Mental. Mediante ciertos mecanismos de trabajo conjunto se creó un espacio llamado “El Horno está para bollos”, que creó un comedor para usuarios de salud mental en el mismo edificio.
En la actualidad se puso a disposición el lugar para el desarrollo de políticas desde el Estado que permitan ayudar a combatir la terrible situación de hambre y miseria que dejó la nefasta política implementada por el gobierno de Cambiemos a nivel nacional.
La fraternidad y la solidaridad como pilares
Este pantallazo refleja la lucha por los puestos de trabajo que dio lugar a una experiencia de construcción política y social inédita en el país.
Afortunadamente, otros establecimientos en lucha que resisten el desalojo en condiciones similares a las de La Toma comenzaron a adoptar las políticas de compartir los espacios con otras organizaciones populares –Bauen– Impa (la fábrica cultural que funciona en el mismo edificio del Bauen), son un buen ejemplo–, acciones que ponen de relieve que cuando los trabajadores administran cualquier establecimiento en nada se parece a cómo lo hacen los patrones.
Los propios compañeros de La Toma lo expresan con claridad cuando dicen: “Ponemos el establecimiento en funcionamiento para tener un puesto de trabajo, pero al hacerlo no repetimos la lógica empresarial de buscar lucro y rentabilidad de cualquier forma. Queremos nuestros puestos de trabajo, sí. Queremos un humilde ingreso para nuestras familias pero anteponemos la solidaridad, la fraternidad y el acompañamiento a todos los sectores obreros, populares y de la comunidad que necesitan más que nunca revertir una situación difícil y desgraciada.”
Las partes de una lucha
A lo largo de estos 19 años se mantiene una orden de desalojo contra los trabajadores y toda su obra de solidaridad y beneficio a la comunidad. Este lugar, como se mencionó, fue propiedad de El Hogar Obrero y fue adquirido por el supermercado Tigre en 1993.
Pero esta operación se realizó pidiendo un crédito hipotecario al Banco Roca –que era propiedad de la misma cooperativa: El Hogar Obrero– justo 24 horas antes de que el mismo fuera a la quiebra.
Ese crédito hipotecario nunca fue pagado y luego de pasar por seis
entidades bancarias que fueron sucesivamente a la quiebra, el fondo
residual bancario llamado Sedesa (Servicios de Depósitos S.A.) “hereda”
la papelería de la hipoteca y mantiene la irracional y arbitraria
postura de ejecutar el desalojo.
A pesar de la sanción de dos leyes de expropiación a favor de los
trabajadores –años 2004 y 2008–, de resoluciones unánimes declarando el
rechazo al desalojo de parte del Concejo Municipal de Rosario, la Cámara
de Diputados de la Provincia y de la Cámara de Diputados de la Nación,
este fondo de especulación financiera se retiró unilateralmente de la
mesa de negociación convocada por el Juzgado Nro.14 Civil y Comercial a
cargo de Marcelo Quaglia, quien en 2016 constató la función de
solidaridad social y beneficio a la comunidad desplegada por los
trabajadores a lo largo de tantos años de lucha y resistencia.
E inmediatamente, ese fondo especulativo pidió la ejecución del desalojo. Ante esta circunstancia, se llevaron a cabo multitudinarias movilizaciones gremiales y populares que plantearon de manera contundente las consignas “¡La Toma es del pueblo y los trabajadores!”, y “¡No al desalojo!”.
Conflicto en curso: la lucha continúa
Como planteara uno de los más férreos y notorios defensores de La Toma, el historiador Osvaldo Bayer: “Las asambleas proletarias, aquellas de nuestros abuelos, se hubieran puesto de pie y cantado “Hijos del Pueblo” al recibir la noticia de las luchas de los obreros de Supermercados Tigre.
Sí, porque parece un episodio de otra época, de esa época donde las organizaciones obreras estaban dirigidas por sus propias asambleas y donde se fueron consiguiendo paso a paso y lucha a lucha condiciones más humanitarias para el trabajo…”.
En estas instancias y a pesar de la campaña de estigmatización y boicot de los poderes fácticos, a pesar de la incomprensión sectaria de otros sectores, los trabajadores de La Toma siguen resistiendo con solidaridad y lucha.
Y para ello existe una propuesta efectuada por Juan Lewis –ex ministro de Justicia de la provincia que asumió la defensa de La Toma– quien planteó que la compra de la hipoteca por parte de las entidades oficiales que utilizan el lugar para fines de inclusión social, es una salida seria y posible.
Dependerá de la movilización popular y de la racionalidad de algunos funcionarios que esta salida, que jerarquiza la solidaridad y el bien común por sobre el negocio turbio de algunos pocos especuladores, se pueda concretar.
Carlos Ghioldi. Secretario Gremial CTA de los Trabajadores Rosario / Pte. Comité de Lucha de La Toma