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La importancia de los procesos históricos y económicos contemporáneos

Fuentes: Rebelión

Breve repaso de los modelos de desarrollo planteados por las dos principales fuerzas políticas para las elecciones del 18 de octubre próximo.

El lunes 3 de agosto de 2020, se inició el bloqueo general de caminos en todo el territorio nacional a convocatoria de la Central Obrera Boliviana y de las Organizaciones Indígenas Campesinas Populares, exigiendo al Tribunal Supremo Electoral el mantenimiento de la fecha de Elecciones Generales establecida para el 6 de septiembre. Seguidamente, vienen días de gran tensión social cuando algunas fuerzas políticas presionan al ejército para desbloquear los caminos. Sin embargo, esta vez, la no intervención de las Fuerzas Armadas salva la democracia. El jueves 13 de agosto, se promulga una nueva Ley que otorga un plazo definitivo, inamovible e impostergable para la realización de las Elecciones Generales y el TSE programa las mismas para el 18 de octubre del 2020. Surge entonces, la necesidad de repasar brevemente los lineamientos generales de los modelos de desarrollo propuestos por las dos principales fuerzas políticas de cara a las elecciones de octubre próximo.

La economía liberal entre 1985-2005 y la economía mixta entre 2006-2019

Antonio Gramsci dijo alguna vez “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”. Si hacemos una analogía de que el liberalismo implementado en Bolivia en el periodo 1985-2005 representa lo viejo, el de economía mixta de los años 2006-2019 lo nuevo y el claroscuro el periodo transitorio presente; podemos plantear la hipótesis de que en las próximas elecciones tan solo se encuentran dos posibilidades en juego: 1) el restaurar lo viejo (la democracia pactada y las privatizaciones), o 2) reencaminar lo nuevo (la profundización de la democracia y el protagonismo estatal). Bajo esta abstracción, la primera opción, al estar en la ruta contraria al devenir de las conquistas sociales, tan solo retrasa la consolidación de lo verdaderamente nuevo y se convierte en algo así como un tapón histórico al progreso del país.

La actual crisis general y los modelos de desarrollo

Actualmente Bolivia atraviesa por tres grandes problemas: una fuerte contracción económica, una crisis sanitaria por la pandemia y una crisis política derivada de un empate persistente entre las fuerzas políticas pro MAS y anti MAS; esto último pretende ser destrabado a través de la realización de elecciones generales en octubre próximo. En este sentido, también existen dos grandes posturas sobre qué políticas económicas se deben aplicar en el futuro para superar la crisis general, es más, qué modelo de desarrollo está en juego en las próximas elecciones: 1) ¿Se aplicarán políticas económicas neoliberales bajo el nombre de “modelo alternativo de desarrollo”?, o 2) ¿Se profundizarán políticas distributivas y de industrialización bajo el nombre de “modelo de desarrollo pluri/nacional productivo”?

El modelo de desarrollo liberal

En términos generales el “modelo alternativo de desarrollo”, propone un crecimiento sostenible que no sea dependiente de los recursos naturales. Es decir, el Estado solo se ocuparía de las grandes explotaciones de recursos naturales (donde aún se requeriría de empresas mixtas), la producción y el comercio estarían cargo de empresas privadas. La industrialización que se platea se basa en la exportación de partes industriales (incluyendo software) a precios competitivos internacionalmente, aprovechando los salarios relativamente bajos de la mano de obra boliviana. Respecto a la política monetaria, una inflación menor al diez por ciento, y se plantea una devaluación lenta en la medida en que existan reservas internacionales, y luego mantener un tipo de cambio móvil.

Lo primordial para alcanzar dichos objetivos sería un recambio institucional, que pondere la meritocracia a través de equipos de dirección de alto nivel y la reducción de cargos en todas las administraciones públicas. Todo acompañado de una reforma del Estado donde la ponderación demográfica prevalezca sobre la representación territorial y donde todos los niveles de gobierno se financien primordialmente con impuestos propios. Los ingresos públicos provenientes de la explotación de recursos naturales no renovables serían dedicados exclusivamente a proyectos de infraestructura. Respecto a la educación y salud, se garantizaría un mínimo equivalente para todos los ciudadanos.

El modelo de desarrollo mixto

El “modelo de desarrollo pluri/nacional productivo”, propone un desarrollo integral con respeto al medio ambiente y consolidar el horizonte del Vivir Bien, donde el Estado juega un rol protagónico en la economía. Habiendo pasado por tres fases: 1) la nacionalizaron de los recursos naturales y las empresas estratégicas, 2) la redistribución equitativa de la riqueza, y 3) la industrialización inicial de los recursos naturales (hidrocarburos, minerales y litio); se plantea consolidar la industrialización e incursionar en nuevas industrias como el software. También se proyecta la modernización del aparato productivo, la generación de empleo digno y la distribución de ingresos con equidad. El afianzamiento de los derechos ciudadanos con una educación y salud de calidad, infraestructura y servicios universales. Poner al Estado al servicio de la sociedad, mejorando la justicia y la lucha contra la corrupción y la burocracia.

Para alcanzar los objetivos se prevé una baja inflación y el control sobre la misma como base para reactivar el crecimiento económico e influir en el ambiente político, disminuyendo las tensiones sociales que revindican los grupos de la sociedad menos favorecidos. Respecto a la política cambiaria, mantener un régimen de tipo de cambio deslizante para que sirva para anclar y mantener el control de la inflación. Como política fiscal, el incluir subsidios a los sectores menos favorecidos de la población, con el objetivo de mejorar el consumo doméstico y la inversión del sector industrial.

Las diferencias conceptuales

Los modelos de desarrollo económicos descritos son sustancialmente distintos: el primero responde a una restauración Neoclásica, es decir, a la búsqueda de un crecimiento sostenible a través de la oferta agregada, la institucionalidad meritocrática a favor de una élite, sin importar las grandes desigualdades económicas y exclusión que generan este tipo de políticas. La privatización o liquidación de empresas públicas medianas y pequeñas; la paralización de proyectos nacionales de industrialización como hidrocarburos, minerales y el litio. La reactivación económica con devaluaciones de la moneda y presiones inflacionarias, con créditos subsidiados y ventajas tributarias para los grandes sectores industriales privados y la banca.

El segundo modelo, contrariamente responde a una variante Keynesina, es decir, busca el crecimiento a través de la demanda agregada, la activa participación del Estado en la economía, la distribución de los excedentes económicos y la inclusión de los sectores históricamente excluidos. La reactivación de la economía sin afectar el tipo de cambio y el manteniendo niveles bajos de inflación, y principalmente la profundización de la industrialización selectiva de los sectores estratégicos como el litio, los hidrocarburos y los minerales.

El proyecto pluri/nacional popular

Podemos concluir que la crisis política vivida en las últimas semanas nos muestra que un pueblo entero no se puede equivocar, que las movilizaciones indígena campesinas y populares son legítimas y que solo el camino democrático puede resolver nuestras contradicciones sin injerencias externas de ningún tipo. Por su parte, la crisis sanitaria por la pandemia nos enseña que solo desde el Estado es posible hacerle frente y que para ello en el futuro se debe invertir en fortalecer un sistema de salud público con infraestructura adecuada, recursos humanos capacitados y con vocación de servicio a la sociedad.

Finalmente, nos encontramos en la disyuntiva de retrasar el desarrollo del país volviendo a implementar políticas liberales que tienen tibios resultados en crecimiento y generan grandes desigualdades económicas en la sociedad; o reconducir las políticas propias que en nuestro contexto han tenido resultados demostrables en crecimiento, redistribución e inclusión social. Y, sobre todo la consolidación simbólica de un proyecto de desarrollo basado en la esencia pluri/nacional popular del país, es significativamente poderosa para nuestra capacidad de interpelación y negociación como país en el plano internacional.

Luis Paz Ybarnegaray es Master en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Complutense de Madrid