Es sólo una planta piloto. Resulta preocupante que bajo el argumento del «analfabetismo científico» de los trabajadores de la planta piloto de Uyuni se pretenda limitar su derecho a la sindicalización.
El relato de la Agencia de Noticias Fides (ANF) sobre la reciente inauguración de la planta piloto de cloruro de potasio ha dejado entrever algunos puntos que merecen los siguientes comentarios: En primer lugar, resulta preocupante que bajo el argumento del «analfabetismo científico» de los trabajadores de la planta piloto de Uyuni se pretenda limitar su derecho a la sindicalización.
Quizás hubiera sido mejor indagar sobre las causas del aparente descontento de los obreros con el personal ejecutivo y jerárquico de la Gerencia Nacional de Recursos Evaporíticos (GNRE) para encontrar soluciones concretas a sus problemas en lugar de imponer los criterios interesados de una gerencia que ha demostrado con creces su incapacidad para avanzar con paso firme en el desarrollo e industrialización de los recursos evaporíticos del Salar de Uyuni.
En segundo lugar, se debe aclarar que lo que se acaba de inaugurar en las cercanías del Salar de Uyuni no es ninguna planta «semi-industrial» sino una planta piloto de cloruro de potasio. Precisamente, desde fines de 2010, en un afán de sobrestimar su trabajo, la GNRE ha tratado de dar la idea de que en verdad se trata de un esfuerzo semi-industrial. No obstante, como he manifestado en numerosas ocasiones, la capacidad de producción esperada de cloruro de potasio (1.000 toneladas/mes) no la convierte automáticamente en una planta semi-industrial.
En realidad, dicha capacidad de producción resulta de la proporcionalidad de las reservas de potasio (K) y litio (Li) existentes en el lago de sal más alto del mundo. Ya en 1991 François Risacher y Bertrand Fritz establecieron que existen 9,9 millones de toneladas de Li (9 millones en salmueras y 0,9 millones en la costra salina) y 285 millones de toneladas de K (194 millones en salmueras y 91 millones en la costra salina) en el Salar de Uyuni. Así, las proporcionalidades K/Li serían: 21,55 para salmueras; 101,11 para la costra salina y 28,78 para la totalidad del salar.
Al parecer, la GNRE optó por una proporcionalidad K/Li igual a 25 para definir la capacidad de producción de la planta piloto de cloruro de potasio (1.000 toneladas/mes). Esto resultaría de la proporcionalidad total menos las mermas que pudieran generarse en el proceso.
En efecto, si dividimos 1.000 entre 25, obtenemos la cifra mágica de 40 toneladas/mes de carbonato de litio, es decir la capacidad de producción esperada de la planta piloto de este compuesto. En este sentido, si la planta piloto de cloruro de potasio es semi-industrial, luego la planta piloto de carbonato de litio también tendría que ser semi-industrial, lo cual constituiría un absurdo. Vale la pena aclarar que la «cifra mágica», aparentemente razonable para una planta piloto de carbonato de litio en función del volumen de reservas del metal más liviano de la tierra existentes en Uyuni, predetermina la capacidad de producción de cloruro potasio que no es más que el primer «biproducto» en la cadena de producción del carbonato de litio, lo que significa que para obtener 40 toneladas/mes de carbonato de litio debemos producir necesariamente alrededor de 1.000 toneladas/mes de cloruro de potasio. Como he repetido hasta el cansancio en anteriores publicaciones, la GNRE debería decir la verdad al país y reconocer que el aumento de la capacidad de la planta piloto de cloruro de potasio sólo obedece a la rectificación de un grueso error técnico que con seguridad ha costado mucho dinero y tiempo al país.
Por otra parte, es necesario que el país sepa que el interés de la GNRE en producir sólo cloruro de potasio y no necesariamente carbonato de litio data de fines de 2009 cuando el Sr. Guillermo Roelants, en su condición de secretario general del mal llamado Comité Científico del proyecto pilto de litio del Salar de Uyuni sostuvo que el potasio era primario y el litio secundario. Conviene señalar que la insistencia de la GNRE en el cloruro de potasio, actualmente con una cotización internacional unas 15 veces más baja que el carbonato de litio y con un mercado prácticamente saturado, es una pésima opción para avanzar en la industrialización de los recursos evaporíticos en Bolivia. En días recientes, algunos despistados «expertos», entre ellos uno que trabajó anteriormente en el proyecto piloto de litio, han argumentado que esta estrategia estaría basada en el hecho de que los yacimientos de litio bolivianos son de baja calidad. Me pregunto si el «analfabetismo científico» al que se hizo referencia en la inauguración de la planta piloto de cloruro de potasio no podría aplicarse también en este caso.
En tercer lugar, me parece bien que se reconozca la necesidad de incentivar el conocimiento científico, aunque como he sostenido ya en 2009, lo que requerimos es en realidad una verdadera revolución científico-tecnológica en Bolivia. Para ello, se requiere mucho más que olimpiadas plurinacionales en matemáticas, química y física. Finalmente, sugiero que ya no se siga hablando tanto de Toyota porque esta firma no es precisamente la más interesada en desarrollar ahora vehículos eléctricos con baterías de iones de litio, a pesar de que en los últimos meses, casi empujada por el mercado, se ha visto obligada a lanzar sus primeros autos Prius híbridos enchufables y ha anunciado la introducción en breve de sus primeros RAV4 completamente eléctricos en Estados Unidos, ambos con ese tipo de sistemas avanzados de almacenaje energético.
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