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La infancia está en la línea de fuego de Ciudad Juárez

Fuentes: IPS

La guerra mexicana contra el narcotráfico dejó al menos 110 niñas y niños muertos en tres años y más de 10.000 huérfanos en Ciudad Juárez, la más violenta de América Latina. La sociedad civil intenta que los futuros gobernantes atiendan a este sector de la población. En Juárez se respira desesperanza. Las calles desiertas y […]

La guerra mexicana contra el narcotráfico dejó al menos 110 niñas y niños muertos en tres años y más de 10.000 huérfanos en Ciudad Juárez, la más violenta de América Latina. La sociedad civil intenta que los futuros gobernantes atiendan a este sector de la población.

En Juárez se respira desesperanza. Las calles desiertas y las casas deshabitadas –se calcula que hay unas 100.000– dan cuenta de la derrota de una sociedad que en casi dos décadas pasó del horror a la indignación, la rabia y el agotamiento.

La noche, que alguna vez fue viva en el centro, impone una suerte de toque de queda voluntario. Pocos se animan a caminar por las aceras, aun de día, y la mayoría piensan dos veces antes de contestar llamadas de teléfonos desconocidos. Un tercio de las tiendas están cerradas.

Verito tiene siete años. En diciembre, sus maestros fueron obligados a entregar sus aguinaldos al crimen organizado para que los alumnos no fueran lastimados en esta ciudad norteña y fronteriza con Estados Unidos.

«Dicen que amenazaron a la directora con ponerle bombas en la escuela, y por eso cancelaron las clases», cuenta la niña.

Ella sabe que en su ciudad hay gente que secuestra y mata a los más jóvenes. Y que «todos» los adultos pagan «la cuota» a la mafia. «La cuota es dinero», describe. Y luego cuenta que sueña con una ciudad «que sea igual, pero sin violencia, que no existan las noticias».

Su testimonio es parte de «Un, dos, tres, por mí y por todos mis amigos», un proyecto que incluye un libro y un DVD con voces, dibujos y fotografías de niñas y niños juarenses de cuatro a ocho años, recopilados entre 2008 y 2010 por organizaciones de la sociedad civil que conformaron la iniciativa Infancia en Movimiento.

La estrategia contra el narcotráfico emprendida por el gobierno mexicano ha dejado en tres años al menos 110 niñas y niños muertos, atrapados en la línea de fuego entre las fuerzas federales –militares y policiales–, y las bandas de narcos en esta ciudad del estado de Chihuahua.

Organizaciones no gubernamentales estiman que hay unos 10.000 huérfanos, considerando que cada uno de los 5.000 asesinados entre 2006 y 2009 en edad reproductiva tenía dos hijos, según las tendencias demográficas. Pero no hay datos oficiales.

«Es trágico que no haya ni siquiera una aproximación oficial de cuántos niños están en situación de orfandad por la violencia», dijo a IPS la secretaria técnica de la Mesa de Infancia del Consejo Ciudadano por el Desarrollo Social, Lourdes Almada.

«Los niños y niñas que han sufrido la violencia en sus familias o en sus círculos más allegados no están siendo atendidos por nadie», agregó.

Desde 1993, cuando se cometieron los primeros asesinatos de mujeres trabajadoras, Juárez ha sido noticia mundial por la violencia de género, que suma ya un millar de crímenes, y por el enquistamiento de organizaciones criminales.

«La diferencia entre Juárez y otros lugares del país es que aquí el narco ha rebasado todos los límites. Es muy difícil reaccionar ante la agresión a los niños», dijo a IPS el cineasta juarense Ángel Estrada, director del filme documental «Escenarios de guerra», estrenado aquí el 28 de abril y que trata de la imposibilidad de hacer teatro en esta ciudad.

En 2005, la sociedad juarense se conmocionó con la muerte de dos niñas: Airis Estrella Enríquez, de siete años, hallada dentro de un tonel relleno de cemento, y Anahí Orozco, de 10, violada y asesinada por un vecino que simuló un incendio, mientras su madre trabajaba en una maquila.

Ese mismo año, otros seis niños fueron asesinados, pero aun así no se destinaron recursos para la protección de la infancia.

Hoy los diarios locales reportan noticias como el asesinato de una familia mientras velaba a un adolescente ultimado en Parral, ciudad del sur de Chihuahua.

La ejecución de 16 jóvenes perpetrada en febrero en una fiesta en el barrio Villas de Salvárcar, trajo a la ciudad una avalancha de funcionarios federales que consumieron muchas horas en reuniones, sin resultados.

«Debajo de todo esto hay décadas de abandono y de falta de apuesta por el desarrollo humano y social», aseguró Almada. «Que en Juárez haya explotado de esta manera la violencia es el resultado de un modelo económico que no ha cruzado por la gente».

Esa es la otra forma de la violencia juarense: en dos años, 2008 y 2009, se perdieron 300.000 empleos, entre directos, indirectos y temporales, en una población de algo más de 1,2 millones de habitantes.

El impacto se ha sentido en las maquilas, ensambladoras de bienes de exportación que aprovechan exenciones impositivas y otros beneficios, características de Juárez, que emplean sobre todo mano de obra femenina, y que reportaron una reducción de 120.000 puestos. Por cada uno de ellos se estima que se pierde 1,5 en el sector de la economía informal.

«Lo que pasa en Juárez es la expresión de la exclusión social. Es lo que va a pasar en el mundo, no sólo en México, en esta acelerada urbanización que no se puede entender más que desde la marginalidad y la exclusión social a la que vamos todos», dijo a IPS Nashieli Ramírez, directora del grupo Ririki Intervención Social y coordinadora de Infancia en Movimiento.

Así vamos, «sin opciones para los jóvenes, con niños que ya no juegan en las calles, con familias solas, con madres solas», agregó.

El reto no es menor. Ciudad Juárez tiene una de las proporciones más altas de niños y niñas de este país de más de 107 millones de habitantes y, en cambio, los indicadores más bajos de atención, cuidado y protección.

La tasa de mortalidad es mayor a 25 por cada mil niños nacidos vivos, cuando países como Costa Rica o Cuba no superan los 10 por cada mil.

La ciudad tiene el récord nacional de participación laboral femenina, y una cuarta parte de las madres trabajadoras dejan a sus hijos solos entre tres y cuatro horas al día.

Los niños de Juárez declaran con naturalidad que han visto tres, cuatro, cinco muertos en la calle, que se sienten inseguros en lugares públicos, como Alicia, de siete años, o que se dibujan «en un hotel para narcos con perillas de oro», como Irving Leonardo, de ocho años.

Ante esto, las organizaciones dedicadas a la infancia lanzarán la campaña Hazlo Por Juárez, financiada por la Fundación Bernard van Leer, con el fin de incidir en las plataformas políticas de los candidatos que el 4 de julio competirán por la alcaldía juarense y el gobierno de Chihuahua.

«Vamos a impulsar un movimiento social en Juárez y queremos que tenga eco en el país», dijo Ramírez.

«No podemos perder otra generación. Debemos abrir la ventana a un futuro distinto», apuntó Almada.