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El manejo del brote de gripe porcina en México: exagerar para asustar (de nuevo)

La influenza de los medios

Fuentes: Rebelión

Van algunas líneas acerca de lo que tanto ha mantenido nuestra atención en las semanas inmediatas anteriores: el surgimiento de una nueva cepa del virus de la gripe. Siguiendo un nefasto ejemplo A mi modo de ver, lo que ha sucedido recientemente en México en relación con el brote de la influenza porcina es un […]

Van algunas líneas acerca de lo que tanto ha mantenido nuestra atención en las semanas inmediatas anteriores: el surgimiento de una nueva cepa del virus de la gripe.

Siguiendo un nefasto ejemplo

A mi modo de ver, lo que ha sucedido recientemente en México en relación con el brote de la influenza porcina es un ejemplo de cómo un gobierno autoritario, urgido de legitimidad, se colgó de un problema cuyas verdaderas dimensiones aún no se conocen bien; y al decir esto no me refiero a que quizá sea más grande y grave de lo que se dice, sino incluso MENOS. De hecho, pienso que hay buenos motivos para al menos sospechar que esto ha sido exagerado. No se puede afirmar que este brote es una fantasía: claro que existe. Sobre algunos señalamientos en el sentido de que fue creado en laboratorio, no conozco hasta ahora muchas fuentes informativas que permitan trabajar a fondo tal hipótesis, así que mejor ni meternos en eso…aunque vale decir que si fuera cierto no sería la primera vez; hay información seria de que Estados Unidos realmente ha desarrollado armas biológicas, como en 1971, cuando la CIA proporcionó a exiliados cubanos un virus de fiebre porcina africana. Seis semanas después, el gobierno cubano tuvo que sacrificar medio millón de cerdos por la epidemia desatada. Puede parecer extraído de una enfermiza película de ficción, pero de verdad hay seres humanos -los señores del mundo- con la mente lo suficientemente torcida como para hacer tales cosas.

Pero volviendo a nuestro asunto, hay evidentes similitudes entre el gobierno de El Ilegítimo en México y el de George W. Bush. Ambos se montaron en un proceso electoral lleno de suciedad que les cubrió de ilegitimidad. Luego llega un suceso que les permite buscar legitimidad a través de inocular miedo a su población, ya que cuando la gente tiene miedo es común que busque el cobijo del poder.

En el caso de Bush, los atentados del 11 de septiembre de 2001 le permitieron convertirse en todo un paladín de la seguridad, y ésa fue de hecho la palabra mágica en la cual basó su mandato. Le permitió coartar libertades democráticas esenciales, sin que nadie en los medios hiciera ningún comentario crítico, mientras que siempre se han dedicado a escandalizarse y rasgarse las vestiduras por las acciones de Hugo Chávez, que definitivamente no son comparables en gravedad.

De la misma forma, El Ilegítimo esgrime el pretexto de la lucha contra el crimen organizado para lanzar iniciativas que le dan poderes especiales, viola la Constitución al sacar al ejército de sus cuarteles y deja impunes abusos y asesinatos cometidos por las diferentes fuerzas del «orden». En ambos gobiernos la propaganda de los medios ha mantenido a la gente pensando que lo prioritario es la seguridad, y de esa forma les evita pensar en la verdadera necesidad apremiante: la economía. Bush hundió la de su país y aquí todo apunta en la misma dirección, pero muchos sólo querrán verlo cuando tengan el agua hasta el cuello.

El asunto de la influenza porcina ha venido a constituir otra magnífica oportunidad para meter miedo a la gente, darle presencia al gobierno y, quizá, sentar bases que le serán útiles en el futuro.

El tema es largo y complejo, así que sólo comentaré algunos aspectos, que sin embargo son suficientes para ver que hay cosas bastante turbias.

¿Por qué la alarma?

La pregunta va en serio. De este virus se ha comentado su carácter altamente contagioso y que puede causar la muerte. Esto es cierto, pero lo que ya no se dice es que tales características son comunes a cualquier tipo de gripe, incluida la estacional, la que se da anualmente. Y otra cosa: esta gripe estacional mata mucha gente cada año: decenas o incluso centenas de miles. Si uno le da una revisada a las cifras que se han publicado durante varios días sobre los fallecimientos por la nueva cepa de influenza, resulta que son una cantidad mínima en comparación. Entonces, ¿por qué la alarma?

No creo que quienes se han hecho tal pregunta deban ser descalificados -que no refutados- con el argumento visceral de que si hubieran perdido a un ser querido pensarían diferente, o que no valoran todas esas vidas. Este tipo de cosas, como todo aspecto social, no se analizan de esa forma, ni con base en experiencias puntuales del tipo «a una hermana de un amigo…» o «a una vecina mía…» Leamos a un experto en el tema (¡cuidado con tantos que sólo por ser doctores o trabajar en el ramo los medios han presentado como «expertos»!). El sito «The Fox Forum» publicó el 25 de abril el artículo «El virus más poderoso no es la gripe, sino el miedo», del Dr. Marc Siegel, profesor de medicina asociado en el Centro Médico NYU Langone autor de libros sobre el tema (http://foxforum.blogs.foxnews.com/2009/04/25/dr-marc-siegel-the-most-powerful-virus-is-fear-not-flu/).

Después de establecer, sabiamente, que el mejor antídoto contra el miedo son los hechos, Siegel va primero contra la facilidad con que se ha usado el término «pandemia» y las igualmente fáciles comparaciones con el pasado: «Una pandemia significa un nuevo virus de gripe que está infectando gente en varias áreas del mundo al mismo tiempo. Puede ser suave, moderado o severo. Todos saben acerca de la Muerte Azul de 1918, que mató más de 50 millones de personas en todo el mundo, pero cuántos saben que la última pandemia, en 1968, atenuada por vacunas, antibióticos y medidas de salud pública, mató solamente a 32,000 en Estados Unidos y 700,000 en el mundo, MENOS QUE MUCHOS BROTES ANUALES» (mayúsculas mías). Y afirma que en caso de llegar a ser una pandemia, será por mucho más parecida a la de 1968, gracias a las modernas medidas de sanidad pública «y porque hemos sido expuestos antes a varias partes de este virus y tenemos una memoria de inmunidad a él.»

Resalta también el constante cambio de las gripes, de modo que el surgimiento de una nueva cepa no es realmente una sorpresa; que como todas las gripes, ésta ocasiona fatiga, dolores musculares, fiebre, dolor de garganta, congestión nasal y trastornos estomacales, pero que en general es curable. El riesgo está en infecciones secundarias como neumonía o infecciones en los oídos. Además, un factor importante es la época del año: «Es el final de la estación de gripe, no el principio. Los virus de la gripe prosperan con la baja humedad del invierno, no en verano. Es muy factible que este brote muera en cuanto llegue el verano. Será necesario rastrearlo, porque es posible que reaparezca en otoño, pero es muy poco probable que ocasione una pandemia este verano.» Y remata con esto: «Me da gusto que este brote sea una gripe porcina más que aviar; no porque los porcinos sean más seguros que los aviares, sino porque la mayor lección que ahora nos guía viene de la histeria porcina de 1976, y no de la plaga aviar de 1918.»

Lo último es importante además porque en más de una ocasión, como parte de la estrategia del miedo, se ha citado la terrible epidemia de la llamada Gripe Española de 1918 (que Siegel refiere como la Muerte Azul), pero se trata de una comparación demasiado libre, pues aquélla era de tipo aviar y se dio en una época donde las técnicas médicas y los medios de comunicación no tenían el nivel actual.

El doctor Germán Velásquez, director del Secretariado de Salud Pública, Innovación y Propiedad Intelectual de la OMS, hizo consideraciones similares en una entrevista publicada apenas el 20 de mayo. Dice sin tapujos que «estamos ante un fenómeno en que hay una serie de intereses: los específicos, puros y netos de salud pública que debemos defender desde aquí, pero que se mezclan y a veces se enredan a nivel global o nacional con intereses que también son comerciales». Recuerda que tan sólo por la gripe estacional en USA hay 30, 000 muertos al año, y si se hace paralelismo con la gripe A, ya habría 1.200 muertos en ese país y 25 000 en Europa. Incluso afirma (les va a sonar increíble) que «ésta es una gripe bastante benigna y con poco riesgo de muerte», pero que «hay que tener cuidado para que al mezclarse todos esos intereses no se cree pánico».

A pesar de pertenecer a la OMS, expresa abiertamente que ésta ha mantenido su alerta en la fase 5 por los llamamientos de varios gobiernos. «La OMS está al servicio de los países, y éstos han hecho UN LLAMAMIENTO DE MODERACIÓN, e incluso algunos han preguntado la justificación (que hubo) para pasar de la fase 4 a la 5, dando a entender que les parecía que no estaba totalmente claro» (mayúsculas mías).

http://www.adn.es/sociedad/20090520/NWS-2150-Experto-economicos-intereses-mezclados-gripe.html

Considérese también que las cifras de contagios y defunciones fueron bastante irregulares. Desde luego, se puede recurrir a los pretextos del tiempo que se tardaban los exámenes, la revisión de cada caso, los problemas con los flujos de datos cuando hay premuras de este tipo, etc. Sin embargo, cito esto por otra razón: finalmente el gobierno de México tuvo de admitir, de facto, que infló las cifras. El 28 de abril bajó de 20 a 7 la cantidad de víctimas mortales sin explicar qué pasó con las demás. Y a pesar de esto, todavía el 29 la directora general de la OMS, Margaret Chan declaró: «Hasta el momento han muerto 176 personas en México» (¿?).

Resulta pues que los estragos de la nueva gripe han sido MUCHO MENORES de lo que medios y muchos funcionarios mexicanos y de la OMS alertaban (¿o debería decir «asustaban?), y seguramente por ello hacían tanto ruido con las cifras de contagios y defunciones, que obviamente crecen, pero no en la forma que se había dicho insistentemente.

Una referencia más. El diario Los Angeles Times publicó las declaraciones de expertos como el Dr. Christopher Olsen, virólogo molecular de la Escuela Veterinaria de la Universidad de Wisconsin, estudioso de las gripes. «No perdamos de vista -dice- que la influenza estacional normal es un enorme problema de salud pública que mata decenas de miles de personas sólo en Estados Unidos y cientos de miles en el mundo.» Y luego da una espléndida respuesta a quienes le acusarían de no valorar a las víctimas: «Cada vez que alguien muere es doloroso para sus familiares y amigos, pero nosotros debemos mantener la perspectiva.» Lo que está diciendo es que esta clase de asuntos no se analiza caso por caso, sino como algo integral, con una visión global, dándole a cada cosa el peso QUE DENTRO DE ESA VISIÓN GLOBAL tiene. También se cita al Dr. Richard Webby, virólogo en jefe del Hospital de Investigación Infantil Saint Jude, de Memphis, quien es contundente: «Este virus no se compara en absoluto con la capacidad asesina del de 1918.»

(http://www.latimes.com/features/health/la-sci-swine-reality30-2009apr30,0,3606923.story )

Podríamos seguir leyendo a expertos manifestándose en el mismo sentido, expertos que jamás fueron citados en radio y televisión comerciales. Sin embargo, dejémoslo aquí y pasemos a otra cosa.

El turbio asunto de los tapabocas

Éste fue uno de los aspectos donde mejor se pudo ver la fuerza de la propaganda del temor. Desde luego, podría discutirse si el uso de estos chismes realmente era necesario y en qué condiciones, pero quiero referirme al doble discurso mañoso del gobierno de México sobre el tema. No tardó en filtrarse a la prensa un informe elaborado en Nueva York, de tipo restringido, «sólo para uso de funcionarios» de la ONU en México. Ahí se establecen medidas en relación con «la situación de influenza en el país, la cual está siendo atendida por la Secretaría de Salud en coordinación con la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud». Si uno lo revisa (columna de René Avilés, La Jornada, 25 de abril), resulta que el tapabocas no está entre las medidas preventivas iniciales, sino que aparece después, bajo el encabezado «En caso de corroborarse la enfermedad»; es decir, sólo para los infectados, para evitar que expulsen el virus al toser o estornudar.

Desde luego, puede surgir una objeción: ¿por qué no debería usarlo la gente sana? En su edición del 30 de abril el diario español El País publicó un artículo, donde se reseña la entrevista del reportero con Miguel Ángel Lezana, Director General de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salubridad y Asistencia: «Nadie lleva mascarillas. Ni la recepcionista, ni nadie del servicio de limpieza, ni las secretarias, ni el jefe de Prensa ni, por supuesto, el doctor Lezana. Así que la primera pregunta no puede ser otra. ¿Por qué no llevan ustedes mascarillas? ‘Porque la porosidad que tienen permiten fácilmente el paso de las partículas, y porque además es muy poco viable que el virus pueda transmitirse por el aire sin estar en contacto con ninguna superficie’. Y entonces -la siguiente pregunta también es obvia-, ¿por qué han repartido millones de mascarillas? ‘Bueno, es más una demanda de la población. La gente se siente más segura llevándolas, más tranquila, y no les hace ningún daño’.»

(http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Nadie/lleva/mascarillas/secretaria/mexicana/Salud/elpepisoc/20090430elpepisoc_9/Tes)

Tenemos aquí una muestra clara de que esta gente nos considera unos menores de edad. Una sociedad madura acepta la verdad y actúa en consecuencia; por el contrario, estos funcionarios nos trataron como mascotas a las que se les echa una pelota para que se entretengan. Además no es creíble eso de que fue la gente quien quiso ponérselos, dado que los medios estuvieron machacando con los trapos ésos sin que el gobierno les reconviniera, además de que la misma propaganda gubernamental introdujo los tapabocas en sus mensajes. Y desde luego, fue notorio que casi al día siguiente de que apareciera la nota del El País, el Secretario de Salud incorporó el tapabocas como parte de su atuendo público, a pesar de que un importante colaborador suyo acababa de admitir que su utilidad era muy limitada.

Desde luego, sería infantil suponer que esta gente es tonta y no se da cuenta de tales incongruencias. Lo más lógico es pensar que hay una intención. Resulta que el gobierno, junto con los medios, NOS CREÓ UNA NECESIDAD y luego generosamente nos la atendió…estrategia bastante bushiana. Con ello se dio imagen, pero además provocó en la población una ansiedad por conseguir tales adminículos; y por supuesto, permitió que muchos rufianes hicieran su agosto vendiéndolos a precios infames.

En la entrevista Lezana admitió que el virus sólo es capaz de vivir en el aire unos segundos, pero que sobre los objetos puede aguantar 24 e incluso 48 horas. «Por eso -concluyó- lo importante es lavarse mucho las manos, limpiar mucho los objetos que otras personas han tocado». Y efectivamente, ésa era una de las medidas que realmente se debieron observar con mayor celo.

Así, el que mucha gente -todos lo pudimos constatar- usara los tapabocas en el exterior, pensando que era el momento más riesgoso -cuando que era lo contrario-, puso claramente de manifiesto la indecente labor des-informativa de la radio y tele comerciales.

Resulta que entonces fue aquí en México, con el gobierno, donde se decidió incluir los tapabocas como artículo de primera necesidad, a pesar de que la autoridad máxima en el tema por parte del Gobierno Federal admitía su reducida o nula utilidad. Insisto en que podemos discutirlo, pero el doble discurso del gobierno es claro e inevitablemente arroja sospecha en todo esto.

De nuevo la sombra de intereses oscuros

Ya se han difundido versiones de que este asunto fue un enorme montaje para apoyar económicamente a los laboratorios trasnacionales. De nuevo, desde mi punto de vista no se tiene -al menos no todavía- información suficiente para esgrimir esta idea, pero no se pueden dejar de comentar ciertos detalles inquietantes.

Podría pensarse que una prueba de la seriedad del asunto es que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha convalidado toda esta alerta. Sin embargo, no desconozcamos que estos organismos, supuestamente por encima de intereses, realmente no lo están. Incluso la ONU es permanente sumisa de políticas como las estadounidenses. Ejemplos sobran. Y los enormes poderes financieros ya han logrado extender su control a organismos como la OMS; y eso es algo que se viene diciendo desde hace años, no sólo ahora. Es una muestra de que no debemos quedarnos en el «debe ser», y suponer que así sucede. Por el contrario, se trata de informarnos para saber cómo son realmente las cosas. Desde luego, eso significa saber que el mundo no es como nos lo pintan, pero es mejor que seguir siendo engañados, basando nuestros juicios en supuestas verdades incuestionables.

Bien, vamos a esto: el medicamento al cual la OMS le da mayor confianza para el tratamiento de la influenza es el llamado Tamiflu, que actualmente es producido por los laboratorios suizos Roche; pero resulta que ellos compraron los derechos de su fabricación, porque realmente fue desarrollado por los laboratorios Gilead, donde está involucrado un nombre: Donald Rumsfield, un personaje verdaderamente negro en la política estadounidense, Secretario de Defensa de Geoge W. Bush y uno de los principales arquitectos de la invasión a Irak, de la cual se beneficiaron enormemente negocios en los que él participa. Rumsfield fue presidente de Gilead y actualmente conserva su participación como accionista. Las ventas de Tamiflu siguen generando ganancias para los creadores del medicamento y para los accionistas de la empresa.

No sé ustedes, pero yo no creo mucho en las coincidencias. Sin embargo, habrá que estar al pendiente y ver qué más se da a conocer.

La duda plausible

Quedan muchos puntos obscuros que difícilmente podrán ventilarse en el futuro. La complejidad del tema es, paradójicamente, una de las mejores armas del gobierno de México, porque le permite justificarse mediante conjeturas. También el diario El País publicó en su edición del 29 de abril un artículo llamado «Lo que México no responde» (http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Mexico/responde/elpepisoc/20090429elpepisoc_6/Tes), con más cosas ignoradas por los medios mexicanos, hasta donde yo sé. De nuevo fueron declaraciones de Miguel Ángel Lezana. «Y su versión de la realidad -dice el reportero español- es que, en contra de lo que se había dicho hasta ahora -incluso por el presidente Felipe Calderón-, de los 152 casos de muertes sospechosas de haber sido causadas por el virus de la influenza sólo existe la confirmación plena de siete, ni siquiera de 20, como también se había asegurado oficialmente. ¿Y el resto? ‘El resto sólo huelen a influenza’, reconoció Lezana. ¿Podría pasar que, de las 159 muertes anunciadas, finalmente sólo fuesen atribuibles a la influenza 10 ó 20? ‘Podría ser posible’. Entonces, le preguntaron los periodistas, toda esta alarma mundial… «Era la única manera de actuar, si no lo hubiésemos hecho así, en vez de 30 muertes podríamos haber tenido 3.000…»

Como ven, el funcionario avienta por delante un argumento difícil de demostrar…pero también difícil de refutar. No hay forma de saber con total certeza que habría pasado, así que el gobierno podrá decir siempre que está «completamente convencido» de que si no hubieran actuado así la cosa habría sido terrible. ¿Quién puede demostrarles lo contrario? Ésa es la duda que muchos considerarán plausible. Y cada quien querrá quedarse con su verdad, más allá de lo que la información SERIA diga.

Contra el síndrome del caballo desesperado

Y muchos querrán creer a pesar de que datos y criterios como los que he citado anteriormente aportan elementos para inclinarse por la idea de que a nivel mundial la OMS actuó con exageración respecto al virus (muy probablemente por cumplir intereses monetarios muy, muy grandes) y en particular en México en gobierno puso en marcha una campaña intimidatoria, que sonará muy familiar a quienes dedicaron alguna parte de su tiempo a leer sobre la forma en que el gobierno de Bush trabajó para darse legitimidad y convertirse a los ojos de la gente en su salvador y protector.

De la misma forma, el sujeto que se hace llamar presidente de México mantiene como eje de su política intimidar a la gente con amenazas como el secuestro, el crimen organizado y ahora, una epidemia. Y está trabajando para que este último factor también se vuelva una preocupación permanente. Ya le bajó a su nivel de alarma, pero insiste en mantener restricciones sociales disfrazadas de «medidas sanitarias» que no se corresponden plenamente con lo que expertos (incluso del mismo gobierno) han dicho al respecto. El mensaje es simple: «sigan sintiendo miedo». Y es que cabe la posibilidad de que, más adelante, el gobierno anuncie de otro brote «preocupante» de esta nueva cepa del virus y lance una nueva alerta…de la misma forma en que el gobierno de Bush Jr. anunciaba ocasionalmente indicios de nuevos atentados terroristas, con lo cual mantenía vivo el miedo de la gente después de lo ocurrido el 11 de septiembre de 2001.

Comparto la preocupación de quienes han visto en este asunto un posible ensayo de manejo de la población. No tengan duda de que desde ya hay gente estudiando lo ocurrido, tanto para darle un uso como otro. Probablemente con el paso del tiempo irán viendo la luz análisis importantes que necesitaremos conocer y meditar con seriedad.

Esto es preocupante porque corremos el riesgo de caer en lo mismo que los vecinos del norte: aceptar el recorte de derechos y la imposición de un ambiente opresivo. «Seguridad» es la línea política ideal para los gobiernos antidemocráticos, porque nos dicen que sólo con la fuerza se puede garantizarla y el autoritarismo sólo puede basarse en la fuerza. Esto hace evocar una fábula que mete Isaac Asimov en su novela «Fundación», respecto al caballo que temía al lobo y, desesperado, pide ayuda a un hombre, y acepta la condición de éste de que lo deje montarlo, colocándole silla y brida. Cuando el lobo está muerto y el caballo pide al hombre que desmonte y le quite los adminículos, éste le dice sonriendo: «Al diablo con eso. ¡Arre!», clavándole duramente las espuelas.

Es el problema de acogerse a la protección de quienes no aman la libertad o el respeto a los demás. Si se les da el poder para intervenir en nuestras vidas, después no lo soltarán por la buena. No es su naturaleza. Siempre que decimos «No me gusta esto, pero lo aguanto porque lo necesito» estamos siguiendo el ejemplo del caballo desesperado.

Ojalá que este proyecto no cuaje en nuestra sociedad, que el miedo no haga raíces. Tampoco se trata de no tener ninguna precaución o negar todo, pero encontrar el equilibrio siempre requiere un cierto esfuerzo…que siempre valdrá la pena.