El vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, se comunicó con el embajador argentino en la Paz, Horacio Macedo, para pedirle colaboración en el control de los pasos fronterizos «por la eventual presencia de activistas argentinos en distintas regiones de Bolivia». Página/12 pudo saber que el gobierno de Evo Morales está investigando los vínculos de la […]
El vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera, se comunicó con el embajador argentino en la Paz, Horacio Macedo, para pedirle colaboración en el control de los pasos fronterizos «por la eventual presencia de activistas argentinos en distintas regiones de Bolivia». Página/12 pudo saber que el gobierno de Evo Morales está investigando los vínculos de la presunta estructura terrorista internacional con ex militares carapintadas, entre ellos un prófugo por delitos de lesa humanidad. El jueves pasado, la Policía Nacional de Bolivia irrumpió en el cuarto piso del Hotel América para atrapar a la banda. Un «boliviano» asimilado al Ejército de Croacia, un húngaro y un irlandés fueron muertos. Hubo dos detenidos y otros dos se escaparon. Morales pidió colaboración internacional para develar la trama de lo que denunció como un intento de magnicidio.
Hace varios meses que las autoridades de ambos países sospechan de las incursiones de ex carapintadas relacionados con las facciones de ultraderecha de Santa Cruz de la Sierra, Pando y Cochabamba. El ministro de la presidencia, Juan Ramón Quintana, mano derecha de Morales, estuvo en contacto con el embajador Macedo, quien le garantizó ayuda para detectar a los sospechosos.
El diario El debate de Santa Cruz de la Sierra, en su edición del domingo, da cuenta de que «los prófugos son de nacionalidad húngara, en tanto que los sospechosos de tener vínculos con el grupo son dos argentinos y uno que proviene de Hungría, aunque posee pasaporte de un país africano» y abunda en que «según las referidas fuentes, en el caso de los argentinos se trata de dos ex militares que forman parte de los ‘carapintadas’. Uno de ellos tuvo contactos directos, semanas antes de la desarticulación de la supuesta célula terrorista con Eduardo Rózsa, señalado como el cabecilla del grupo».
Buenos muchachos
A principios de abril, el ex carapintada Jorge Mones Ruiz, que encontró un nuevo conchabo como delegado argentino de UnaAmérica -una organización de ultraderecha que pretende ser la contracara de Unasur-, viajó a Bolivia y se habría contactado con Rózsa. El ingeniero venezolano Alejandro Peña Esclusa, acérrimo opositor al gobierno de Hugo Chávez, es quien preside UnaAmérica, la cruzada por denunciar a los gobiernos «izquierdistas» de América Latina. Bolivia y Venezuela encabezan las «preocupaciones» de la organización que recluta «fieles» y financiamiento en la derecha de Colombia.
Mones Ruiz estuvo destinado como oficial de inteligencia del Ejército argentino en Bolivia durante un tramo de la última dictadura y suele jactarse del conocimiento de sus camaradas y ex camaradas bolivianos. En la comitiva argentina también viajó Liliana Raffo de Fernández Cutiellos, viuda del teniente coronel Horacio Fernández Cutiellos, muerto durante el intento de copamiento del Regimiento de La Tablada por parte del Movimiento Todos por la Patria (MTP). La mujer visitó en prisión al ex prefecto de Pando Leopoldo Fernández, acusado de conspirar contra el gobierno de Morales. La mujer y el mayor de Caballería, que se levantó en armas para impedir los juicios por delitos de lesa humanidad junto a Aldo Rico, habrían conseguido credenciales de corresponsales del diario Estrella de Oriente.
Entre los objetivos del viaje habría estado reunirse con otro camarada del betún, prófugo por delitos de lesa humanidad y radicado en Santa Cruz de la Sierra : Luis Enrique Baraldini. El juez federal Daniel Rafecas le dictó hace meses el pedido de captura internacional. El diario La Arena de La Pampa reveló que Baraldini estaba en Bolivia, lo cual habría activado ahora la búsqueda por parte de Interpol. El oficial que actuó como represor en La Pampa, donde se desempeñó como jefe de policía, se fugó en el 2003 apenas se reactivó la investigación judicial. Consiguió rápida contención en Santa Cruz de la Sierra : en 2005 el Círculo de Oficiales del Ejército lo condecoró con la Gran Cruz por su vocación de servicio. Para protegerse el carapintada fraguó su identidad y se hacía llamar Luis Pelliegre -Pellegri es su apellido materno-. Con ese nombre figuraba en el 2006 al frente de su escuela de equinoterapia el «Centro Ecuestre Especial».
Los retirados alineados con Mones Ruiz están activos en sus movimientos para ampliar sus redes. En los últimos meses recorrieron asambleas ruralistas para azuzar los reclamos del sector y la semana pasada aportaron concurrencia a la charla del ex presidente Eduardo Duhalde, quien anunció su deseo de volver a conducir el peronismo. En el local de Deán Funes al 800 del barrio de San Cristóbal, el ex comité de los carapintadas del Modin se recicló en un bunker de Daniel «Chicho» Basile. Hasta allí llegaron varias de las esposas de los represores presos en Marcos Paz acusados de delitos de lesa humanidad.
Atracción croata
En Santa Cruz de la Sierra, los carapintadas hicieron empatía con las facciones lideradas por Branco Marincovic, el empresario sojero líder del comité secesionista de ese departamento boliviano caracterizado por las consignas racistas contra Morales. Marincovic es de origen croata y fueron varios los carapintadas que recalaron en la guerra de los Balcanes, entre ellos el oficial Rodolfo Barros, otro de los camaradas de Mones Ruiz y Baraldini. El señalado como cabecilla de la banda desbaratada en Bolivia, Eduardo Rózsa, había sido reconocido como «héroe de la guerra de los Blacones», a donde había llegado como periodista y terminó enrolado en las fuerzas croatas ultranacionalistas. Uno de los dos sobrevivientes detenido por la Policía Nacional en el Hotel América : el militar boliviano retirado Mario Francisco Tadic Astorga habría combatido a las órdenes de Rózsa.
La investigación que avanza en los tribunales bolivianos también le pidió un informe a la Dirección Departamental de Migración. Se quiere establecer en qué condición ingresaron al país. Según el director de Migración, Dionisio Rivas, la banda burló los controles de los organismos de seguridad. El pedido de colaboración del gobierno de Morales a sus pares argentinos apunta a encontrar los tentáculos de las facciones que actúan en forma encubierta en Bolivia.