En un texto publicado recientemente en el portal de la Agencia Latinoamericana de la Información, Raúl Zibechi atinadamente analiza los cambios en la estrategia militar de los Estados Unidos, los cuales se caracterizan por el desplazamiento de su atención desde el medio oriente hacia el continente asiático. Con el objetivo de seguir dominando el mundo […]
En un texto publicado recientemente en el portal de la Agencia Latinoamericana de la Información, Raúl Zibechi atinadamente analiza los cambios en la estrategia militar de los Estados Unidos, los cuales se caracterizan por el desplazamiento de su atención desde el medio oriente hacia el continente asiático. Con el objetivo de seguir dominando el mundo (o imaginar ilusamente que lo pueden seguir dominando), Obama y sus patrones han asumido públicamente que la verdadera amenaza viene de China, con lo que la guerra contra el terror perderá fuerza poco a poco para que el Pentágono se pueda concentrar en contener al gigante asiático. Las consecuencias para América Latina son evidentes. «Si el objetivo de Estados Unidos frente a China consiste en «poner de rodillas a su economía, mediante el bloqueo de sus vías de suministro de energía», esa política -que no es nueva- es de hecho un anuncio para el resto del mundo.» Y en particular, agregaríamos, para países con grandes reservas petroleras, como México.
Frente a la posibilidad de un conflicto armado, la plutocracia yanqui ha empezado por fortalecer su presencia militar al sur del Río Bravo con el Plan Colombia y el Plan Mérida que, con el pretexto del combate al narcotráfico, ha profundizado el control de los ejércitos de Colombia y México sin intentar ocultarlo. Es el caso de la reciente incursión de militares estadounidenses al cuartel militar ubicado en Matamoros, Tamaulipas, en la frontera norte de México. Fuertemente escoltados, por el ejército mexicano, armados y vistiendo su uniforme, los oficiales yanquis ingresaron a territorio nacional para sostener una reunión con altos mandos del ejército mexicano mientras un helicóptero violaba el espacio aéreo mexicano para reforzar la vigilancia.
Este hecho podría parecer una operación de rutina pero resulta muy ilustrativo de los niveles de intervención estadounidense en la política doméstica de México, la cual poco a poco se va mostrando con mayor confianza y de manera pública, como para que la población se vaya acostumbrando a ver militares extranjeros en suelo mexicano. ¿Qué necesidad de realizar un operativo de esa naturaleza para entrevistarse con sus pares mexicanos? Lo podrían haber hecho con mayor discreción. Pero no, pues de lo que se trata es de sondear las reacciones de la sociedad para una eventual invasión más en forma.
Y es que cualquiera sabe que la presencia de la inteligencia yanqui en México ha crecido a pasos agigantados a partir de la firma del Plan Mérida, en la que no sólo se pactó una ayuda económica para enfrentar el narcotráfico sino el apoyo logístico del Pentágono para someter a los mandos militares mexicanos, empezando por su Comandante en jefe, Felipe Calderón, a los objetivos geopolíticos de los plutócratas de Washington. Para muestra un botón: «Altos mandos de la Procuraduría General de la República (PGR) y de las secretarías de Seguridad Pública federal y Gobernación confirmaron a La Jornada que han detectado que al menos 80 ex servidores públicos de áreas sensibles de inteligencia, investigación y análisis del gobierno mexicano trabajan para las agencias estadunidenses, espiando, recopilando información y dando seguimiento a los temas y casos de su interés.» ( www.jornada.unam.mx/2011/12/
Asimismo, los operativos como Rápido y Furioso contribuyen a dimensionar la enorme autonomía de la que gozan los mandos militares y políticos estadounidenses con respecto al gobierno de México y el triste papel que juega éste último que simplemente se hace de la vista gorda o de plano ni se entera de lo que hacen nuestros ´protectores’, al margen de la gritos y sombrerazos de algunos funcionarios mexicanos para aparentar indignación por la violación de la soberanía nacional o las investigaciones del congreso estadounidense al respecto.
En este sentido, el viraje de la estrategia militar de los Estados Unidos está sometiendo sin rubor y sin resistencia a los gobiernos y ejércitos de la región para un posible conflicto armado con China y sus socios. Los casos de Colombia y de México son paradigmáticos de dicha estrategia y prefiguran conflictos con otros países de la región, como Brasil y Venezuela, que han resistido con mayor éxito el reacomodo del sistema mundo contemporáneo pero que no por ello están en la mira de los halcones de Washington. La lucha contra el narcotráfico resulta así un simple pretexto para realinear a los ejércitos de la región con el objetivo de resguardar su ‘patio trasero’ de cara a una probable guerra mundial. Y nuestros gobernantes están completamente de acuerdo, en lugar de empezar a desmarcarse de los planes yanquis para mantener su cada vez más deteriorado control del mundo.
La reconfiguración del sistema mundo tiene y tendrá enormes consecuencias para los países de todo el mundo pero sobre todo para los que han integrado tradicionalmente la esfera de influencia estratégica para los Estados Unidos. El entreguismo y corrupción del gobierno de México han facilitado enormemente las cosas para la plutocracia yanqui que, en un escenario diferente, enfrentaría una gran oposición por parte de la sociedad mexicana. La reciente ‘invasión’ de mandos militares estadounidenses a Matamoros no es más que la punta del iceberg del sometimiento progresivo del estado mexicano y sus dueños a los designios y aspiraciones de nuestros otrora vecinos distantes pues ahora no sólo están más cerca sino en el corazón mismo de las instituciones nacionales.
Blog del autor: www.ladignavoz.org
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