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La izquierda contemporánea en México, perspectivas actuales

Fuentes: Rebelión

En el 2024 se celebrarán elecciones presidenciales en México. La aparente disyuntiva política para el pueblo es entre la autonombrada Cuarta Transformación (4T), fuerza conformada por el obradorismo, el partido MORENA y sus aliados, y el bloque conservador, integrado por la coalición de los partidos de derecha (PAN, PRI y PRD) y sectores de la oligarquía empresarial. Ante este escenario, parecería que no existe más alternativa para los grupos y sectores de activistas y militantes de izquierda que el definirse por el apoyo a la 4T.

Sin embargo, este escenario maniqueo, es resultado de una época de derrota de la izquierda radical y los intentos de su invisibilización por medio de un discurso que pretende erigir a las fuerzas de la 4T, como la única fuerza de izquierda y la heredera, por excelencia, de las luchas históricas del pueblo. Veamos.

Primero. La izquierda

En la Feria Internacional del Libro del Zócalo de la Ciudad de México (CDMX) DE 2021, se presentó una mesa de análisis titulada: La nueva y la vieja izquierda, en ella participaron algunos de los principales ideólogos de la autonombrada 4T: Armando Bartra, Paco Ignacio Taibo II, Elvira Concheiro, Pedro Miguel y Citlali Hernández.

Las exposiciones sugirieron que la 4T es una nueva izquierda constructiva, que se decanta por la revolución pacífica o revolución de las conciencias, la de la vía democrática al poder que construye desde el gobierno, en contraste con la vieja izquierda que solo resiste y se opone. Para los ponentes, al parecer, la nueva izquierda es la evolución de la vieja, de esa que creía en la toma del poder, en la revolución violenta, “la izquierda abnegada y entregada, la de la vieja forma de pensar” como la caracterizaría Paco Ignacio Taibo II.

Mas allá de la confusión entre tener el poder y el gobierno, que no es lo mismo, como se lo advirtió Frei Beto a Luis Ignacio Lula da Silva, o la bárbara afirmación de que puede haber revoluciones pacíficas, para nuestro interés, lo relevante y polémico es la conceptualización de los ideólogos de la 4T sobre izquierda: como una nueva y otra vieja,

Primero, no se puede asumir, como lo sugiere la metáfora, que lo viejo y lo nuevo hace referencia mecánicamente a una izquierda anacrónica y una izquierda vigente, esto es una falsedad. Como es sabido hay cosas “viejas”, como el libro del Imperialismo fase superior del capitalismo de V.I. Lenin escrito en 1916, cuyas tesis son más vigentes por su capacidad explicativa, que algunas tesis nuevas, como el libro de Imperio de Tony Negri y Michael Hardt publicado en el año 2000.

Segundo. Esta suposición evolucionista de la izquierda es evidentemente falsa. No es que exista una vieja izquierda que en su mayoría se desarrolló y desembocó en la nueva izquierda, es más correcto decir que en la historia existen tradiciones de izquierda y por tanto diversas tradiciones de pensamiento político que cuestionan los regímenes opresivos, que coexisten y se relacionan asimétricamente.

Es verdad, que la izquierda como concepto, desde que aparece como posición política, ideas, concepciones, programa, etc. en la Revolución Francesa de 1789, se ha identificado como una fuerza, fracción o grupo, que siempre se encuentra asociada a la defensa de los intereses de los oprimidos, de los subalternos, de los explotados, a favor de los derechos de las minorías, etc. y, por tanto, cuyos principios están estrechamente vinculados a la idea de justicia social, igualdad, democracia y libertades, rechazando las distintas expresiones de autoritarismo y despotismo político y económico.

Sin embargo, con el devenir de la historia y de la lucha de clases, el espectro político de la izquierda, se ha ensanchado, volviéndose abigarrado. Así, pareciera que la izquierda aparece contenida en las posiciones de la socialdemocracia, la izquierda democrática, el reformismo, el progresismo nacionalista o lo nacional popular, la izquierda socialista y comunista, anarquistas, anarco-comunitaristas, autonomistas, etc. Cabe señalar que un momento clave de esta diversificación fue en 1914, cuando una fracción de la socialdemocracia internacional apoyó a sus distintas burguesías nacionales en la Primera Guerra Mundial, la otra fracción, posteriormente autonombrada comunista, se opuso.

El concepto de izquierda así, se torna ambiguo y de muy amplio espectro. ¿Qué es ser de izquierda hoy? ¿Podría un liberal juarista ser de izquierda en el siglo XXI, justo en el periodo neoliberal? Difícilmente. Pero, estamos de acuerdo que José Martí, autor intelectual de la Revolución Cubana, como lo afirmaría Fidel Castro en su celebre alegato de defensa en 1953: La Historia Me Absorberá, era todo lo revolucionario que podría ser, aunque no era marxista ni comunista. Lo mismo podríamos decir de la lucha política de Emiliano Zapata y Ricardo Flores Magón.

El punto de partida entonces es considerar a la izquierda como algo histórico. No se pueden juzgar los idearios de las fuerzas, grupos o intelectuales de izquierda en el vacío. Es por ello que la simple geometría del poder, como la bautizaría el Sub Comandante Marcos, que distingue a la derecha y a la izquierda, no basta. Es necesaria ubicarla entorno a la sociedad capitalista. El análisis sobre la izquierda siempre debe estar sustentado en el análisis del contexto histórico concreto. Y para ello, me parece, no hay mejor opción que usar la lucha de clases como brújula.

De esta forma, la primera hipótesis, es que las posiciones que las fuerzas políticas asumen ante los intereses de cada clase y de las fracciones de clase, y de las alianzas de clases y fracciones de clase, es lo que ubicaría a cada fuerza en su lugar preciso. En otras palabras, es el programa político, y no las formas de lucha o las tácticas concretas, lo que define y caracteriza a las fuerzas políticas. Por lo que, en términos históricos, la izquierda más consecuente hoy sería la izquierda anticapitalista, y la más realista y eficaz, la izquierda socialista.

Segundo. Lo contemporáneo

Cuando hablamos de la historia contemporánea de la Izquierda Política, ¿a qué periodo nos referimos? El momento de lo contemporáneo, está marcado por los siguientes acontecimientos históricos:

  1. La caída de la URSS y con ello el inicio de una nueva crisis del pensamiento marxista y leninista, y el abandono casi generalizado de la lucha por el socialismo.
  2. La derrota de las fuerzas revolucionarias y populares en la Revolución Continental, periodo abierto por el Triunfo de la Revolución Cubana en 1959 y cerrado con la firma de los acuerdos de Paz en Centro América en 1987.
  3. La consolidación del Neoliberalismo o el Capitalismo Monopolista Transnacional, que reconfiguró las estructuras de clase en los países latinoamericanos, y con ello, modificó los sectores de la clase burguesa que juegan el rol de hegemónicos, pero también porque la violencia que suponía la embestida transnacional generó una respuesta de los sectores populares contra el neoliberalismo en sustitución del cuestionamiento del capitalismo.
  4. La hegemonía en política económica de lo que Atilio Boron denominó “pensamiento único, política única”, que supone que los gobiernos, independientemente del color del partido político de donde emergieron, deben adoptar el Consenso de Washington, y con ello, la supremacía de los mercados, la autonomía del banco central, la liberación financiera, una flexibilidad del mundo del trabajo para atraer la confianza de las inversiones extranjeras y la diciplina fiscal. En pocas palabras, adoptar la ideología y teoría neoliberal.
  5. En el caso particular de Mexico se suma la derrota de las fuerzas revolucionarias, ya sea por el exterminio político mediante la Guerra Sucia, o por la claudicación, domesticación y cooptación de gran parte de la izquierda socialista que terminó diluyéndose al subordinarse al nacionalismo revolucionario de la Corriente Democrática y la posterior fundación del PRD, generando en sectores del movimiento popular una aberrante tradición oportunista de colaboracionismo con los gobiernos burgueses o de subordinación a las fuerzas y partidos socialdemócratas, y con ello, el abandono de la tactica y estrategia basada en la independencia política de la clase trabajadora.
  6. Se suma otro elemento, el levantamiento armado del EZLN en 1994 y su fuerte influencia en los programas y concepciones del movimiento popular.

En este sentido, una segunda hipótesis es que la época contemporánea de la izquierda en México, abarcaría desde finales de la década de los 80 hasta nuestros días, periodo que intentaremos observar.

Tercero. Las formas de la izquierda política contemporánea en Mexico. La izquierda socialdemócrata

¿Cuáles son las principales tendencias que aparecen hoy en el escenario político? Si partimos de las dos hipótesis anteriores, parece que existen por lo menos tres grandes tendencias de la izquierda, la segunda y tercera claramente de menor presencia.

La primera de ella es la izquierda socialdemócrata de centro o derecha. Décimos que de centro o derecha porque a diferencia de la socialdemocracia histórica, de izquierda, la de Eduard Bernstein o la Eurocomunista, la actual socialdemocracia, como tendencia general, no tiene como horizonte la superación del capitalismo, cuando mucho, y en sus expresiones más radicales, son antineoliberales, pero no anticapitalistas.

En Mexico, la socialdemocracia es una síntesis entre una fracción del nacionalismo revolucionario y popular, escindida del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al ser marginada de la elite política con el ascenso del neoliberalismo, y las fuerzas democráticas provenientes o influenciadas por fracciones del movimiento socialista que plantearon la lucha por la democracia como la tarea urgente del movimiento revolucionario.

En otras palabras, la socialdemocracia actual expresa la fusión de dos grupos: la “izquierda” fundadora de Corriente Democrática, del Frente Democrático Nacional y del Partido de la Revolución Democrática (PRD). La izquierda que asumía como propio el proyecto desarrollista de la década de los cincuentas y sesentas del siglo XX, del Estado de Bienestar. La izquierda heredera de la fracción ganadora en la Revolución Mexicana. La izquierda que se identifica con Madero, Carranza y Obregón, y no necesariamente con el radicalismo de Zapata y Magón. La misma que nacionalizó la industria eléctrica en 1960, pero asesino a Rubén Jaramillo, y encarceló a Demetrio Vallejo y Valentín Campa.

El segundo grupo que conforma a la actual socialdemocracia, es la izquierda que apoyó la candidatura del NO marxista Heberto Castillo en 1988. La misma que en 1981 disolvieron el Partido Comunista Mexicano (PCM), diez años antes del desmoronamiento de la Unión Soviética. La izquierda que renunció a las concepciones proletarias, a la lucha de clases, y cuyos momentos fundacionales podrían encontrarse en los últimos dos congresos del PCM, el XIX y XX, donde por medio de las tesis del “poder obrero democrático” y del “gobierno de coalición democrática”, se renunció en los hechos, a la lucha por la dictadura del proletariado, la revolución socialista y el marxismo. Es la izquierda que traicionó al Partido de los Pobres, la izquierda que importó las tesis del eurocomunismo, es la izquierda de los demomarxistas que expulsó a José Revueltas del PCM.

La tradición socialdemócrata nacionalista actual se caracteriza por su discurso popular y tienen en la lucha electoral su principal escenario de acción. Es la izquierda que ha canonizado lo que Citlali Hernández, secretaria general de MORENA, denominó la vía democrática, electoral y pacífica de la transformación. Que pese a lo que cree Citlali, esta no la inventó AMLO. Estas tesis forman parte de una tradición internacional de larga data que sostienen que la transformación social puede darse de forma gradual y pacífica. Su expresión más radical en el libro de Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia de Eduard Bernstein publicado en 1899 o más recientemente, en la obra de Ernesto Laclau, Hegemonía y Estrategia socialista, en donde la radicalización de la democracia y no el socialismo es el horizonte. Es por ello que esta supuesta nueva izquierda en realidad no es tan nueva y tampoco es tan izquierda.

La actual socialdemocracia, sustenta su programa en tímidas reformas y políticas antineoliberales, ya que en muchos casos ni siquiera expresan una ruptura profunda con la lógica de libre mercado. Pese a ello, su discurso es estridente contra las fuerzas conservadoras a las cuales acusa de neoliberales. Con lo anterior, la socialdemocracia de la 4T ha incorporado a sectores del movimiento social a las estructuras del gobierno, además de crear un amplio consenso popular. El discurso nacionalista y popular de esta socialdemocracia, se sustenta en factores como: a) Reivindicar lo popular y nacional en contraste con el cuestionamiento de la ideología de sectores de las elites políticas, aunque en menor medida de la elite económica; b) una política de ampliación de los programas sociales como política paliativa de la pobreza; c) una ruptura discursiva con la política injerencista de Estados Unidos hacia América Latina; d) una política de fortalecimiento del mercado interno por medio de incrementar el salario mínimo; e) un discurso y política entorno a la recuperación de la soberanía, particularmente la energética, y; e) la recuperación de la capacidad de recaudación fiscal.

Una de sus principales características es ser conciliadora con el capitalismo y aunque es verdad que aparecen criticas tímidas a los filos del neoliberalismo, esto es así, porque esta fuerza política defiende en cierto grado los intereses de sectores de la burguesía criolla, que se vieron desplazados de su posición de dominantes por los procesos de transnacionalización. Exigen ciertos grados de autonomía al imperialismo sin romper con él. En su nacionalismo niega o relega la lucha de clases.

Es claro que la socialdemocracia con discurso nacionalista y progresista, abandonan tesis que eran clásicas para la izquierda de la década de los 60 y 70 del siglo XX, tales como la lucha de clases, la dictadura del proletariado y la necesidad de la violencia revolucionaria, sustituyendo el programa de la revolución socialista/comunista por la instauración del estado de bienestar o la democracia. No sobra decir, que las tesis de la socialdemocracia de izquierda o derecha, fueron ampliamente debatidas y desmontadas, tanto por Rosa Luxemburgo en su libro Reforma o Revolución de 1899, como en toda la obra de V.I. Lenin. Al respecto, Lenin escribía:

“Los demócratas pequeñoburgueses, estos pseudosocialistas que han sustituido la lucha de clases por sueños sobre la conciliación de las clases, también se han imaginado la transformación socialista de un modo soñador, no como el derrocamiento de la dominación de la clase explotadora, sino como la sumisión pacífica de la minoría a la mayoría, que habrá adquirido conciencia de su misión”.

Para la socialdemocracia de la 4T, la lucha política se reduce a la pequeña política, como la bautizaría Antonio Gramsci, solo a “las cuestiones parciales y cotidianas que se plantean en el interior de una estructura ya establecida, debido a las luchas de preeminencia entre las diversas fracciones de una misma clase política”, olvidándose de la Gran Política, y por tanto dejando fuera de su discusión el problema de la construcción de nuevos estados.

La izquierda socialdemócrata, progresista y nacionalista, es hegemónica por varios motivos. Entre ellos, porque al ser exterminada la izquierda radical y revolucionaria en el periodo pasado, ocuparon su lugar. También porque después de la crisis financiera del 2008, el neoliberalismo, como política económica, expresa un progresivo agotamiento, sumado a ello, el advenimiento de un mundo multipolar, han motivado el resurgimiento de medidas económicas de reactivación de la acumulación capitalista, que se podrían caracterizar como antineoliberales: ampliación de mercado interno, control estatal de sectores económicos clave, etc.

Cuarto. Las formas de la izquierda política contemporánea en Mexico. La izquierda antisistema

Desde la década de los 90 apareció la izquierda antisistema, arraigada en el movimiento social, esta forma de izquierda está fuertemente influenciado por el zapatismo. Esta izquierda se caracteriza por interpelar fuertemente la globalización neoliberal, reivindica a los subalternos y sus múltiples formas identitarias, y en su mayoría, prescinde de la lectura clasista de las luchas. Esta izquierda antisistema no reivindica la izquierda radical de los 60 y 70, las proezas de Lucio Cabañas, de la Liga 23-Septiembre, o de la izquierda del Movimiento de Acción Revolucionaria. Que, por cierto, tenían claro que la revolución era violenta, no por decisión del pueblo sino porque la burguesía no dejaba otro camino.

Esta izquierda antisistema no reivindica la emancipación de la clase obrera y la liberación de los pueblos oprimidos por el imperialismo, no está inspirada en la obra de Marx, Lenin y Mao, de Ho Chi Minh, Fidel y el Che, ni reconoce en el Manifiesto Comunista de 1848 su programa teórico y práctico. Es una izquierda muy heterogénea, antisistema, anticapitalista pero no socialista. Aquí conviven anarquistas, anarco-comunitaristas, autonomistas, posiciones espontaneistas y movimientistas. La tesis central es resistir al capitalismo, en la mayoría de los casos, niegan la lucha por el poder, la participación electoral y la disputa por el gobierno. Impulsan procesos de cooperativismo, mutualismo y autonomías, etc.; es lo que Lenin llamaría formas de comunismo o socialismo apolítico, o nuevas formas de socialismo utópico.

Algunos de sus intelectuales son Raquel Gutiérrez, Silvia Rivera Cusicanqui, Raul Zibiechi, Immanuel Wallerstein y John Holloway, y más recientemente, los intelectuales decoloniales. Es por demás interesante que algunos de los intelectuales señalados, negaron el Golpe de Estado en Bolivia en 2019, omitiendo o subestimando el papel injerencista del imperialismo, de la OEA, del infame Luis Almagro, y los gobiernos títeres de Washington en Brasil y Argentina, así como de las burguesías criollas de América Latina.

Mucha de esta izquierda, también esta influenciada por la teoría critica de los intelectuales pequeño burgueses de la escuela de Frankfurt, como Theodor Adorno y Max Horkheimer, sobre todo, asumen la crítica generalizada de la dominación y adoptan una ideología anti-partido y anti-estado, que en última instancia, como lo señala Gabriel Rokhill despoja “a la izquierda de las herramientas de una organización disciplinada necesaria para librar luchas exitosas contra los políticos y militares bien financiados” por la burguesía y el imperialismo.

Es por ello que, en las experiencias más cercanas, las expresiones de esta izquierda han formulado una falsa dicotomía entre autonomía contra partido. Son anti partido porque los partidos son expresión de formas autoritarias de la “vieja izquierda”, o en algunos otros casos, los partidos por su agenda electoral, dividen al pueblo y las comunidades indigenas. Son expresiones de las perspectivas y propuestas pequeñoburguesas de la lucha contra el capital.

Quinto. Las formas de la izquierda política contemporánea en Mexico. La izquierda comunista

Las dos formas anteriores de izquierda: la socialdemócrata (centro o derecha) y antisistema, son antimarxistas, ni qué decir, son anti leninistas, aunque irónicamente, en algunos sectores del movimiento social activistas y militantes de ambas posturas se encuentran. Quizás el ejemplo más emblemático se encuentra en la histórica Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), donde abiertamente conviven posiciones obradoristas, morenistas, zapatistas y autonomistas anti-partido. Si hiciéramos un esfuerzo por caracterizar a ambas fuerzas desde el leninismo, podríamos caracterizarlas como, por un lado, oportunismo de izquierda y por otro, infantilismo de izquierda.

Sin embargo, existe otra izquierda, la izquierda política socialista, comunista o marxista. Aunque aislada, sin mucha influencia en las masas y con poca militancia, la izquierda revolucionaria, aunque aparece utilizando múltiples formas de lucha, reivindica el horizonte del socialismo, la necesidad el partido del proletariado y el papel histórico de la clase trabajadora en la lucha contra el capital.

Si usamos la propuesta metodológica de Antonio Gramsci expuesta en su Cuaderno 13, Análisis de la situación y relación de fuerzas, para ubicar a esta tradición, la izquierda comunista se concentra en las dos primeras formas de lucha contra el capital: en el apoyo o impulso de luchas económico-corporativas y, en acciones de solidaridad de clase, en ambos casos, pretenden acumular fuerzas por medio de desarrollar las condiciones subjetivas del proceso revolucionario.

Aunque la izquierda comunista y marxista tenía su ambiente natural en las luchas contra el neoliberalismo, el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en 2018 y la instauración del gobierno de la supuesta 4T, eclipsaron su papel político, para usar el termino de Massimo Modonesi. Dentro de la izquierda marxista, socialistas o comunistas son pocas las organizaciones, que se han planteado abiertamente la disputa por el gobierno y la lucha electoral como táctica central, en muchos casos, aparecen con posiciones abiertamente anti electorales, ya que se concibe a la táctica electoral como una desviación tacticista y pragmática que desvía a las fuerzas comunistas del horizonte histórico.

Las organizaciones marxistas aun navegamos con la derrota continental de la izquierda revolucionaria en el periodo pasado, y aunque cada vez la demonización de la URSS o la crítica al marxismo soviético se aleja, la pérdida de la tradición militante en la década de los 90, sigue calando fuerte y ha impedido la consolidación de dichos esfuerzos. Sin mencionar las disputas entre las mismas organizaciones comunistas, que en muchos casos pesa y se torna enfermiza, deteniendo la posible coordinación de estos pequeños esfuerzos.

Sexto. Las perspectivas ante la crisis y la necesidad de recuperar la izquierda marxista y leninista

Para nadie es un secreto que el capitalismo global está viviendo un gran cambio de época. Existen indicadores que así lo demuestran: a) la gran recesión económica mundial, la cual inició con la crisis de 2008 y se profundizó por las consecuencias económicas de la pandemia por COVID en 2020, derivando en procesos acelerados de crecimiento de precios y poco o nulo crecimiento económico; b) la crisis económica y social de Estados Unidos; c) el paso gradual del poder económico, político y militar de occidente a oriente; d) la crisis medioambiental que amenaza con destruir las condiciones materiales de vida de la humanidad; e) el agotamiento de las reservas de petróleo y con ello el colapso de la División Internacional de Trabajo fundada en el tráfico internacional de mercancías mediante la utilización de combustibles fósiles; f) la crisis del modelo de petroagricultura sostenido por los agronitrogenados provenientes del petróleo, y; f) el ascenso del nacionalismo y en algunos casos de la ultra derecha fascista.

¿Cómo enfrentar estos problemas? Primero es evidente que esta insostenible situación es resultado del capitalismo, por lo que es la acumulación de capital la gran fuerza deletérea que amenaza la humanidad. Segundo, para que la izquierda enfrente con eficacia esta disyuntiva histórica se requiere tener el poder político para cambiar el destino de la humanidad. Tercero, por tanto, se requiere de una organización que aspire a la conquista de ese poder, es decir, una organización que haga Gran Política. Por esto hoy, para la izquierda, resurge el problema de la conquista del poder, del Estado y del partido. En otras palabras, es urgente recuperar el marxismo leninismo como guía de la acción política.

Es verdad que la izquierda radical y revolucionaria ha tenido múltiples fracasos, que no es ni por mucho poderosa, pero el fracaso hace avanzar la historia. También es verdad lo que apuntaba Rene Zavaleta, la ideología se mide por su capacidad de convertirse en historia, y sin duda el marxismo-leninismo ocupa un lugar privilegiado en comparación con la socialdemocracia y el infantilismo de izquierda.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.