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La «libertad» de Iraq según Encarta

Fuentes: Juventud Rebelde

Refrendada por sus autores como uno de los compendios enciclopédicos más completos en la historia del saber humano, la Enciclopedia Virtual ha sido acusada una y otra vez de tergiversar la verdad No se trata de que siempre mienta abiertamente, pero la Enciclopedia Virtual Encarta, cuya primera edición lanzó la multinacional Microsoft en 1993, ha […]

Refrendada por sus autores como uno de los compendios enciclopédicos más completos en la historia del saber humano, la Enciclopedia Virtual ha sido acusada una y otra vez de tergiversar la verdad

No se trata de que siempre mienta abiertamente, pero la Enciclopedia Virtual Encarta, cuya primera edición lanzó la multinacional Microsoft en 1993, ha sido acusada con frecuencia de esconder la verdad, al omitir una parte de esta.

Con decenas de millones de copias vendidas en todo el mundo, la herramienta informática, muy útil cuando se trata de arte, literatura o ciencias; en el caso de la historia refleja los temas políticos con un prisma sospechosamente similar al del gobierno norteamericano. Una muestra de ello es la guerra en Iraq, cuyo tratamiento muestra demasiadas coincidencias con la «verdad» de la Casa Blanca.

Dice la llamada Biblioteca de Consulta: «En 1990, después de haber librado una larga guerra contra Irán (1980-1988), Iraq invadió el emirato de Kuwait. La reacción internacional dio lugar a la llamada guerra del Golfo Pérsico (1991), que duró seis semanas y en cuyo transcurso las fuerzas internacionales desplegadas bajo el auspicio de la ONU y lideradas por Estados Unidos derrotaron a Iraq y liberaron Kuwait».

No más unas líneas y ya se produce la primera omisión. El enunciado carece de exactitud: es cierto que la comunidad internacional reaccionó indignada ante la invasión a Kuwait, pero muchos países insistieron en las alternativas diplomáticas para hallar una solución pacífica al conflicto.

Fue Estados Unidos quien puso el tono guerrerista y se encargó de conformar aquella coalición. Además, ¿cómo la conocida Enciclopedia desdeña que las llamadas fuerzas internacionales no solo derrotaron a Iraq y liberaron a Kuwait, sino que bombardearon e invadieron a su antojo el territorio iraquí?

EL CASO DE LOS INSPECTORES

Continúa Encarta: «Husayn resistió en el poder (…) y durante años mantuvo un largo pulso con la comunidad internacional, que le requirió repetidamente para que permitiera la actividad de los inspectores de la ONU que habrían de verificar que su gobierno había destruido todos sus arsenales de armas de tipo químico, biológico o nuclear».

De inmediato se suceden otros «descuidos» significativos y hasta tergiversaciones: el mandatario iraquí no mantuvo ese mencionado pulso con la comunidad internacional, sino con la Casa Blanca. Y pareciera que solo hubiese sido por terquedad.

El programa creado por Microsoft desecha que los inspectores de la ONU permanecieron durante 12 años en aquel país. Prescinde de informar que la misión estuvo compuesta, en su inmensa mayoría, por verificadores norteamericanos y aliados a estos… y fue preciso renovarla. Se reserva que fueron acusados de espionaje, particularmente su jefe: el australiano Richard Butler.

Además, Encarta suprime que Estados Unidos ideaba un pretexto tras otro, a fin de perpetuar la presencia de estos en la nación árabe. O que incluso afirmó que las supuestas armas de exterminio en masa estaban escondidas en los aposentos presidenciales… que también fueron revisados.

Pero el silencio mayor consiste en ocultar que, después de tantos años registrando hasta el más mínimo rincón, tras continuas expulsiones… los miembros de la UNSCOM no encontraron absolutamente nada. Y fueron tan deshonestos que no certificaron el desarme total de Iraq.

Más adelante, prosigue la Enciclopedia: «Una nueva coalición internacional, igualmente encabezada por Estados Unidos pero esta vez no avalada por el Consejo de Seguridad de la ONU, invadió Iraq en marzo de 2003. Un mes después caía el régimen de Husayn, el cual permaneció oculto hasta diciembre de ese año, cuando fue capturado».

Aunque fuese una síntesis de lo sucedido, es notable que la parte excluida sea precisamente la verdad de los iraquíes y las felonías del gobierno norteamericano. Despierta sospechas que Encarta no le otorgue relevancia a los frecuentes bombardeos norteamericanos y británicos durante meses, casi diez años después de concluida la guerra.

Por si fuera poco, se calla el engaño de George W. Bush y Anthony Blair a la opinión pública mundial, sobre las supuestas armas de exterminio en masa en manos iraquíes, cuando no existía ni una sola prueba.

UNA OMISIÓN TRAS OTRA

La socorrida herramienta de consulta encubre el uso de uranio empobrecido (una sustancia radiactiva) por las tropas invasoras, la utilización del territorio como polígono donde ensayar las novedades del armamento Made in USA… y ni siquiera alude al interés yanqui en sus reservas de petróleo, motivo real de la contienda.

Encarta vuelve atrás para mostrar solo parte de los efectos de la Guerra del Golfo, en 1991: «Murieron decenas de miles de iraquíes, siendo inutilizados la mayor parte de sus vehículos militares y artillería y destruida su capacidad para fabricar armas nucleares y químicas».

E introduce otro tema: «El gobierno iraquí utilizó los restos de su diezmado Ejército para acabar con la rebelión de los shiies en el sur y de los kurdos en el norte. Cientos de miles de kurdos se refugiaron en Turquía e Irán, y tropas de Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña se desplegaron en el norte de Iraq para establecer campos de refugiados y proteger a otros 600 000 kurdos de las represalias del gobierno iraquí».

¿Con qué derecho habrían de interferir? ¿En qué momento anterior se ocuparon de estas minorías? ¿En qué otro país donde existen asentamientos kurdos -y son reprimidos- Occidente ha tomado parte en el asunto?

Y fíjense qué interesantes estas líneas: «mientras tanto se iban dejando notar los efectos de las sanciones económicas establecidas por la ONU». ¿Cuáles? Ni una palabra sobre la desnutrición y la falta de medicamentos.

El equipo que confeccionó esta llamada biblioteca no considera importante detenerse a echar a una ojeada al genocidio. Pasa por alto que el hambre, la radiactividad y la carencia de fármacos, multiplicaron notablemente la mortalidad y las enfermedades congénitas.

Al volver sobre la crisis de los inspectores -a inicios de 2003-, Encarta pierde la oportunidad de lavar su honra, al no desenmascarar la cuestión del supuesto arsenal químico iraquí como un pretexto yanqui para una segunda invasión, la que mantiene ocupado hasta hoy a ese territorio árabe.

GANANCIAS Y «LIBERTAD»

Sin embargo, queda un asunto trascendental. «Estados Unidos y los demás países de la coalición iniciaron entonces el proceso de reconstrucción de Iraq, tanto material como institucional (esto último implicaba la próxima formación de un gobierno provisional iraquí).

«Para ello se estableció la Oficina de Reconstrucción y Asistencia Humanitaria, dirigida, primero, por el estadounidense Jay Garner, y poco después por su compatriota Paul Bremer».

La herramienta de Microsoft detalla cómo se conformó el nuevo aparato administrativo, y los poderes de que gozó Estados Unidos en semejante restauración institucional. En tal caso, ¿cómo prescinde de subrayar que quien mandaba en el «liberado» Iraq era en realidad el gobernador Paul Bremen y no el cacareado Consejo de Gobierno iraquí?

¿Cómo desecha la información de los miles de millones en ganancias netas que significa la reconstrucción para las empresas norteamericanas y, en especial, para el vicepresidente Richard Cheney y el clan Bush?

Encarta no dice que los primeros presidentes de Iraq, tras la ocupación, ejercían durante un mes, y se subordinaban a Bremen, ni habla de la ola de represión desatada por las fuerzas ocupantes.

En cambio, sí pormenoriza los sucesos que causaron víctimas occidentales. «En noviembre, 19 italianos murieron en un nuevo atentado suicida, y siete miembros del Centro Nacional de Inteligencia español fueron asesinados en una emboscada; estos hechos, así como otros muchos marcados por la sangre, hacían que la pacificación y la normalización del país parecieran aún lejanas».

Para tales acontecimientos, refleja su opinión. Sin embargo, elude ofrecer datos sobre los civiles iraquíes bombardeados durante la guerra, los que padecen una muerte lenta como consecuencia del uranio, o los masacrados en Faluya en represalia por la feroz resistencia del pueblo ante la ocupación.

La Enciclopedia incluso olvida un fenómeno bien conocido -y denunciado- que afectó a los propios soldados norteamericanos: el denominado Síndrome del Golfo, por la exposición a la radiactividad.

Y concluye: «En marzo de 2004, el Consejo de Gobierno iraquí aprobó una Constitución provisional para el país. Esta Constitución, que garantizaba los derechos individuales, como la libertad de expresión y religiosa, se consideró una de las más democráticas de la región».

Cuesta trabajo imaginarse que sea tan democrática una magna ley elaborada por quienes colocaron los yanquis al frente de Iraq, y que solo fue vigente cuando las altas instancias del gobierno norteamericano dieron su aprobación.

La Encarta, un esfuerzo de recopilación de conocimientos encomiable, que se presenta como imparcial y objetivo para hacerse más atractiva al gran público, es sin duda una herramienta útil para profundizar los conocimientos de diversos tópicos. Pero hay que tener cuidado.

Aunque su propaganda lo diga, no es absoluta. Cabría preguntarse entonces si, como sus creadores anuncian, en realidad la famosa enciclopedia siempre dice toda la verdad.

Noticia original:
http://www.jrebelde.cubaweb.cu/secciones/informatica/html/lalibertad.html