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La mágica racionalidad

Fuentes: Rebelión

«Como te reirías si oyeses como el más ilustre de los filósofos de nuestra escuela se esforzaba en borrar y arrancar del cielo los nuevos planetas a fuerza de argumentos lógicos, como si se tratara de fórmulas mágicas» Galileo en una carta a Kepleri En el acontecer político boliviano un término suena con harta frecuencia […]

«Como te reirías si oyeses como el más ilustre de los filósofos de nuestra escuela se esforzaba en borrar y arrancar del cielo los nuevos planetas a fuerza de argumentos lógicos, como si se tratara de fórmulas mágicas» Galileo en una carta a Kepleri

En el acontecer político boliviano un término suena con harta frecuencia y lo seguirá haciendo, la racionalidad. Es el uso clásico que hace la derecha de la palabra, lo que piensan ellos es siempre «racional», «la verdad», lo «objetivo»; lo que piensan los otros es pura «ideología», lo «irracional» y la locura. No es casual que el eje del discurso de renuncia de Meza de Marzo pasado haya girado en torno a este significado: «yo no voy a gobernar en función de las locuras que plantee cualquier sector», los locos, los irracionales son lo que hacen «discursitos de independencia y soberanía«. En cambio, los racionales son lo que defienden las «inversiones razonables«

El sonsonete se repite interminable, es el argumento preferido de muchos intelectuales, los representantes de las petroleras, del BID, del Banco Mundial.

Altos ejecutivos de las petroleras en declaraciones a La Nación de Buenos Aires se sinceraban «creo que, como están las cosas, ningún proyecto de centroderecha puede prosperar con Evo Morales en la oposición» dijo uno. Otro, «nuestra esperanza es que él asuma la presidencia y que termine siendo un líder de izquierda más racional, como ocurre con Tabare, Lula, Lagos o Chávez»ii

¿A qué racionalidad se refieren? y ¿Qué significa un líder de izquierda racional?

Fue Descartes quien formuló que nada sino la razón puede constituirse en juez competente del pensamiento, la única actividad que no puede ser contaminada por ningún tipo de prejuicio y que la matemática es un producto ejemplar del uso correcto de la razón. La gnoseología moderna, partiendo de estas premisas inaugura un nuevo soporte a la objetividad. Fue la culminación de un largo proceso de revolución del pensamiento paralelo al desmoronamiento político y económico del feudalismo y una crítica profunda a las rígidas estructuras del pensamiento de ese régimen. Ya no fue posible poner como piedra de toque a la autoridad de los dogmas, el conocimiento debería provenir de la libre observación del sujeto. Pero el uso de la ciencia no ha sido nunca ingenuo, la estructura del conocimiento basado en la razón iniciado por el Discurso del Método de Descartes, fue apoyado por los sectores de la burguesía en ascenso, con miras a la utilización de los resultados en función de sus necesidades de poder y dominación. Hobbes y Locke fueron quienes trasladaron este método a la esfera de los fenómenos sociales dando lugar a una filosofía social semejante a la natural. Esta nueva ontología postula el derecho natural como soporte del contrato social. Si se ha dominado a la naturaleza sobre la base de principios racionales, se deben lograr resultados similares aplicando idénticos principios a la sociedad civil.

Pronto se estructuró una «ilusión» en la conciencia de los pueblos: que el aumento de la producción trae como consecuencia el bienestar general; que el «contrato social» fundado científicamente da lugar a un Estado democrático. Nuevos dogmas se instituyeron con este ropaje cientificista y racional, el dogma de la homogeneidad «todos los hombres son iguales». Pero, una sociedad basada en la propiedad sola podía producir injusticias y la igualdad se convierte en un fetiche dirá Marx sentenciando que en una sociedad de este tipo «el derecho no debería ser igual sino desigual».

El neoliberalismo contemporáneo instaurado mundialmente desde mediados del

70 afirma que la desigualdad es un valor positivo. Es decir deja lado el dogma inicial liberal de la igualdad y lo modifica por otro, el de una desigualdad saludable y positiva que permitiría dinamizar las economías modernas y luego vendría la redistribución social.

¿Qué se le critica a esta racionalidad? Esto que Marx denominó fetichización, la homologación entre naturaleza y sociedad, como si la sociedad fuera una cosa, un objeto homogéneo en sus partes, que forma parte de la naturaleza.

Aunque suene paradójico, esto no es ciencia.«Para poder conocer científicamente la sociedad tenemos que romper con la cosificación, con el fetichismo, para poder comprender que detrás de lo que aparentemente es una «cosa», lo único que hay son relaciones humanas, para poder ver detrás de lo que aparentemente es una «fenómeno natural» (y por lo tanto inmodificable), un fenómeno social (histórico y modificable)». iii

Hoy, los números dominan a la justicia y a las relaciones comerciales de nuestros países con las transnacionales (los gobiernos los llaman pomposamente «comunidad internacional») La utilidad es el norte que regulan esas relaciones y la mate matización del mundo social el instrumento que los hace eficaz.

Un ejemplo concreto de esta fetichización del dato es la siguiente tesis: El conflicto social es causa del desempleo en Bolivia. Dice el autor de esta tesisiv, los datos empíricos que sustentan esta tesis, pueden evaluarse de una relación causal entre agregados anuales del conflicto y el desempleo (1990-2003), que arroja una correlación estadística del 90 % de la serie considerada. «Si se asume que lo ocurrido durante un año en la economía tiene efectos sobre los conflictos de los años siguientes, la correlación es baja (0,36 %)», al revés, «si se asume que los conflictos ocurridos durante un año fueron causantes del desempleo del año siguiente obtenemos un coeficiente más alto (0,87 %)». Ergo «el factor de mayor influencia para la recesión y el desempleo en Bolivia durante el periodo considerado ha sido el comportamiento político y social de carácter conflictivo«. Para decirlo en criollo, es el pueblo trabajador que por una suerte de naturaleza perversa es conflictivo y son los que causan el desempleo ¡Qué difícil! Es poco menos demostrar que el pato dispara a la escopeta.

¿Explicará el conflicto social el «desempleo estructural?» ¿Se puede dejar de

lado la historia y la política para explicar los conflictos sociales? ¿No explicará mejor el desempleo la «economía de enclave» que ha causado el modelo, que produce crecimiento económico sin generar empleo ni redistribución del ingreso? O son demasiados interrogantes para este nuevo iluminismo trascendental.

Un Galileo contemporáneo seguramente le escribiría divertido a Kepler: «Como te reirías si oyeses a los ilustres intelectuales bolivianos que se esfuerzan en encontrar virtudes a la capitalización y a los contratos petroleros a fuerza de estadísticas, como si se trataran de fórmulas mágicas.»

Para este pensamiento una izquierda racional es la que acepta fatal y sumisamente las imposiciones de la «inversión extranjera», de modo que la única izquierda que cabe imaginar es un reformismo inocuo y pactos sociales que cambian para no cambiar nada.

Notas

iI Método científico y poder político, comp. Por el Centro Editor para América Latina, 1992, ED. CEAL.

ii Publicado en Bolpres (18-03-2005)

iii Kohan Nestor, El Capital: Historia y Método, 2003, 2da. Edición, ED. Universidad de las Madres de Plaza de Mayo.

iv Laserna Roberto, Crisis, Desempleo y Conflicto social. Art. Publicado en el semanario Pulso de Bolivia (4 al 10-3-2005)