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Hacia una larga crisis mexicana

La mentira de la recuperación económica

Fuentes: Rebelión

La difusión de los datos sobre la actividad económica del mes de junio y julio pasados despertaron un pernicioso y desmovilizador entusiasmo en el gobierno respecto a que lo peor de la crisis económica en México ha pasado y se ha dado paso a la recuperación.

De acuerdo a los datos del Indice Global de Actividad Económica (IGAE) difundidos por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), mayo fue el peor mes de la pandemia con una caída de -21.6 por ciento. Para junio, el IGAE mostró un crecimiento de 8.9 por ciento y julio reportó un incremento de 5.7 por ciento, ¿significa esto que México entró en una fase de recuperación?

Cuando la pandemia llegó a territorio nacional, México se encontraba inmerso de lleno en una crisis económica, la primera desde el año 2009. La economía mexicana en el primer año del nuevo gobierno se contrajo -0.14 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y el empleo registró una caída en picada desde junio de 2018. Por ello, es falso enteramente hablar de la crisis actual como una “crisis causada por el coronavirus”.

En el segundo trimestre de este año se registró la peor caída de la actividad económica de que haya registro. Si en medio de la Gran Depresión de 1929 la economía mexicana registró la caída más profunda de la historia… hasta ese momento, con un PIB de -14.91 por ciento en 1932, entre abril y junio del año actual presentó una caída mayor, de -18.7 por ciento. Este es el panorama en el que deben interpretarse los datos del IGAE de junio y julio. Al interior de estos indicadores resaltamos lo siguiente.

1.- El sector más afectado por la pandemia no fueron los servicios, sino la industria, con una caída de -25.7 puntos en el segundo trimestre. En el IGAE de junio destaca que el sector que más repuntó fue el industrial con un crecimiento de 17.9 por ciento mensual. La naturaleza de la “recuperación” de junio queda cuestionada con crudeza, ¿cómo pudo la moderación de la caída este mes descansar precisamente en el sector más débil de la economía mexicana, el industrial, el cual antes de la pandemia sumaba ya 17 meses consecutivos hundido en el fango? El alza no se debió a una “mejoría del consumo de las familias”, sino que reflejó la prematura reapertura que se dio en la industria manufacturera y construcción al ser catalogadas como “actividades esenciales” bajo la presión estadounidense, cuya previa reapertura económica requería de los insumos mexicanos, principalmente para su industria automotriz.

2.- En julio la actividad económica acumula dos meses de mejoras, al crecer 5.7 por ciento respecto de junio. Sin embargo, respecto al año pasado, el mes de julio decreció -9.8 por ciento. Más relevantemente, el IGAE muestra que cambió el comportamiento de los sectores económicos observado en junio. El incremento de julio ya no descansó en la reapertura del sector industrial, pues éste cae un -11.6 por ciento, mientras el sector servicios cae -10 por ciento, ambos respecto al año pasado. Como acontecía antes del confinamiento, el sector agrario vuelve a ser el único con dinamismo, tanto en términos mensuales (13.9%) como en términos anuales (10.9%).

No se trata de una recuperación, a corto y a mediano plazo, como sostiene el Banco de México. Lo que el IGAE de estos meses muestra es, en cambio, un alza endeble que, al no encontrarse asentada en el dinamismo de los sectores económicos, no representa una recuperación sino un alza de naturaleza estrictamente cíclica –“rebote técnico” en términos de Arturo Herrera-, mientras que los datos del PIB trimestral en términos anuales captan la dinámica de fondo de la economía: la naturaleza estructural de la larga crisis actual.

Así México “creciera” (“rebotara”) un 6 por ciento en el 2021, todavía estaríamos hablando de cifras del PIB por debajo de cero, pues el punto de partida en 2020 habría sido, por ejemplo, de menos 9 por ciento. El monto del Plan de inversión en infraestructura anunciado recientemente por 297,344 mdp es considerablemente menor a los 485,000 mdp del “empujoncito” en infraestructura anunciado por Hacienda el 29 de julio del año pasado y, sin embargo, es bien sabido que tal “empujoncito”, presentado igualmente como el “ahora sí”, se diluyó inserviblemente en una caída no revertida del PIB por -0.2% ese tercer trimestre del 2019.

En efecto, los datos para el mes de agosto muestran que si, por un lado, es el tercer mes con “crecimiento” –en términos mensuales-, la fuerza del efecto de “rebote” cíclico se debilita. El Indice de Actividad Económica Global de agosto con respecto al mes pasado (5.7%), fue de apenas 1.1 por ciento y registra una caída anual de -8.5 por ciento. Es relevante el hecho de que la agricultura –vinculada fuertemente a la exportación, por lo que refleja, a su vez, la debilidad del mercado estadounidense- haya caído nuevamente -5.9 por ciento, mientras que el sector terciario, que incluye el comercio -tan destacado como factor económico crucial por el Presidente- registrase un aumento de 0.4 por ciento y, al interior de este rubro, el comercio minorista que capta principalmente el consumo de los trabajadores, presentó cifras negativas por -1.4%. La economía mexicana carece, pues, a todas luces de impulsos internos que sostengan la acumulación de capital. A lo cual debe sumarse –por otra parte- la debilidad del mercado mundial y la crisis mundial como falta de impulso externo.

Pese a sus discursos apaciguadores, los límites de clase del obradorismo y, ante todo, dada la trayectoria de bajos niveles de inversión privada y actividad industrial, sin los cuales no hay acumulación posible, estamos frente a la perspectiva cada vez más ineluctable de un sexenio perdido en términos de crecimiento. Lo único seguro sin el clamor de la movilización popular para rebasar el inservible “modelo” obradorista y su pantano económico, será el mayor desempleo y hambre para nuestros millones de pobres más pobres y pobres advenedizos.

Ilich Emiliano Castellanos es maestro en economía y politólogo por la UNAM.