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El modelo dominante desconoce las culturas tradicionales

La Ministra de Salud cuestiona métodos de medicina occidental

Fuentes: IPS/Rebelión

El estado alarmante de la salud en Bolivia guarda relación con el modelo dominante que desconoce a las culturas tradicionales de la sociedad, explicó la ministra del área de ese país, Nila Heredia, en un alto en su participación en la Asamblea Mundial de la Salud que se realiza en Suiza. Heredia intervino en un […]

El estado alarmante de la salud en Bolivia guarda relación con el modelo dominante que desconoce a las culturas tradicionales de la sociedad, explicó la ministra del área de ese país, Nila Heredia, en un alto en su participación en la Asamblea Mundial de la Salud que se realiza en Suiza.

Heredia intervino en un debate promovido por la Alianza para la Salud de la Madre, el Recién Nacido y el Niño, una iniciativa alentada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para favorecer la reducción de la mortalidad infantil y mejorar la salud materna para 2015, dos de los ocho Objetivos de Desarrollo para el Milenio de la Organización de las Naciones Unidas.

«Aunque en los últimos años se han registrado en Bolivia importantes avances en la situación materno-infantil, los datos del censo de 2001 muestran que estamos en el penúltimo lugar de América Latina (sólo subseguido por Haití)», dijo la ministra de Salud del gobierno izquierdista de Evo Morales, el primer indígena en llegar a la presidencia de Bolivia y que asumió en enero.

«Los resultados no han sido suficientemente satisfactorios, al parecer por la utilización de modelos sanitarios externos en que los valores y las costumbres de las comunidades (aborígenes) están ausentes», explicó en una parte del diálogo con IPS esta profesora universitaria de destacada trayectoria en la defensa de los derechos civiles antes de ser convocada por Morales.

–¿Cómo se distinguen esos criterios?

–Hay formas distintas de ver la salud. Cada cultura tiene un concepto de la salud probablemente diferentes de otras. En realidad, el modelo sanitario se basa en la enfermedad, no en la salud. Estamos muy preocupados por ver hospitales, por ver enfermos. Ese es el sistema preponderante. En tanto que la población se preocupa más por hacer salud. Muchas cosas son demasiado naturales. Son naturales como para forzar a formas de atención que son diferentes.

–¿Qué objeta de ese modelo?

–Nos hemos preocupado mucho por esta corriente del parto humanizado, y a veces pensamos que eso es darle no sólo mayor comodidad a la parturienta, sino que necesariamente esté atendida por una persona del sistema médico. Pero la gente tiene miedo porque el médico intenta atender cómodamente, en vez de que sea la madre quien tenga comodidad. Entonces eso dificulta la atención en esa fase.

–¿Hay críticas más arraigadas?

–Sí, por ejemplo, en muchas culturas la placenta tiene un valor simbólico muy importante. Por tanto tiene que ser guardada, tiene que ser enterrada de una manera tal que garantice al niño que va a vivir. En la lógica médica, la placenta no sirve y se la bota, y por ello se genera una ruptura muy grande. Entonces, erróneamente, la mujer ya no va a hacerse atender porque se ha botado una parte del niño, una parte de la vida. Como éstos, hay muchos criterios, muchas ideas que nos exigen ver el tema de la cultura más allá del acto médico, con un valor añadido en lo que es la cultura, que está alrededor, como es el nacimiento del niño, por ejemplo, como un hecho de la familia y no del médico, ni de la enfermera.

–¿Cuáles son los datos del censo de 2001?

–La mortalidad materna ascendía a 234 por 100.000 nacidos vivos, una de las más altas de América Latina. La mortalidad en menores de cinco años se elevaba a 75 por cada 1.000 nacidos vivos y la mortalidad neonatal a 31 por 1.000 nacidos vivos. Son muestras de una situación de salud alarmante.

–¿Cómo se distribuye la salud en el territorio de Bolivia?

–La cobertura del Seguro Universal Materno Infantil, que presta atención a los menores de cinco años, junto a las madres durante el embarazo y hasta los seis meses posteriores al parto, registró una clara brecha entre las áreas urbana y rural. La cobertura neonatal fue de siete por ciento en el campo y trepó hasta 93 por ciento en las zonas urbanas. A su vez, en 2004, la cobertura del parto institucional alcanzó a 51 por ciento de las mujeres embarazadas, pero la mayor parte de esa proporción fue atendida en municipios de las capitales de departamento.

–En su intervención ante la Alianza para la Salud de la Madre, del Recién Nacido y el Niño usted declaró: «necesitamos todos los aliados posibles». ¿A qué se refería?

–Creo que los aliados son desde los políticos hasta desde un punto de vista más técnico y académico. Pero cuando yo hago alianzas, no es que el nacimiento no es un hecho médico, es un hecho natural, es una cosa que viene hasta como una bendición. Entonces, los médicos tienen que ser aliados en esa concepción y no pretender ser los actores centrales del nacimiento, que son la madre y el resto de la familia.

–¿No teme que ciertos aliados, como la industria farmacéutica, condicionen sus políticas?

–Seguramente que sí van a hacerlo, pero en Bolivia no lo logran. Es claro, en el sistema de salud obviamente (los empresarios) condicionan, tienen formas de negocios muy particulares. Pero no es ese tipo de aliados el que yo quisiera tener.

–¿En qué se funda esa preocupación por el perfil de los recursos humanos?

–La formación de los recursos humanos continúa siguiendo un modelo asistencial hospitalario que desconoce lo que son las culturas y las identidades, en un país donde las poblaciones originarias constituyen más de 60 por ciento del total de habitantes. En Bolivia existen más de 30 identidades culturales, entre nacionalidades y grupos étnicos, siendo las más importantes las nacionalidades aymara, la quechua y la guaraní, con sus saberes, usos y costumbres propios. Cada una de ellas tiene una característica que nos obliga a todos nosotros y al sistema en particular, a rever, a repensar la formación de los recursos humanos, porque al estar ausentes las identidades y sus costumbres terminamos formando profesionales que no se adaptan a la realidad. Muchos de ellos desconocen los idiomas nativos, lo cual no les permite acercarse a la población, ni la población se acerca con facilidad a los hospitales.

–En su exposición, a diferencia de los demás oradores, no hizo alusión a la cuestión de la salud sexual y reproductiva ¿Acaso no es un problema en Bolivia?

–Cómo no. Es un problema. Por ejemplo con la Iglesia Católica, que está absolutamente en contra de cualquier tipo de norma (que despenalice el aborto). Creo que ese tema es importante porque la Iglesia utiliza su poder para evitar que se aprueben leyes respecto del aborto, incluso al terapéutico, y sobre la libre opción de ser madre o no. En toda esta lógica de salud sexual reproductiva, se tiene que dejar de satanizar este tema. Y no puede ser.