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La OIT, el desempleo y las políticas anticrisis

Fuentes: Rebelión

En la reunión de la OIT en Ginebra se discute sobre la crisis y el empleo. Tres presidentes hicieron oír sus voces este lunes 15 de junio. Sarkozy sustentó la necesidad que la OIT pueda tener su palabra ante la OMC, el FMI y el Banco Mundial, al promover la participación del organismo en el […]

En la reunión de la OIT en Ginebra se discute sobre la crisis y el empleo. Tres presidentes hicieron oír sus voces este lunes 15 de junio. Sarkozy sustentó la necesidad que la OIT pueda tener su palabra ante la OMC, el FMI y el Banco Mundial, al promover la participación del organismo en el G20 para defender la obligatoriedad de aplicación de la regulación necesaria para defender el empleo. Todo al tiempo que se estimula la flexibilización laboral y se deroga la disminución de la jornada de trabajo. El premier francés se pronunció en defensa de la regulación y por la aplicación de la tasa Tobin contra la especulación. Resulta curioso escuchar al líder de la derecha francesa hablar de «regulaciones» cuando su plataforma electoral y su accionar de gobierno son por la liberalización de la economía.

A su turno Lula cuestionó que las instituciones financieras internacionales no tengan recetas para superar la crisis económica mundial, cuando abundaban en recetas ante las crisis variadas en el sur del mundo. Es una manifestación crítica al FMI y al Banco Mundial, al mismo tiempo que Brasil sustentó el programa de apoyo al Fondo aprobado por el G20 en Londres a comienzos de abril. En esa ocasión se triplicó la capacidad de préstamos del organismo internacional desde los 250 mil millones a los 750.000 millones de dólares, simultáneo con una capitalización de la entidad. Para cumplir con el objetivo de fortalecimiento de la institución internacional hegemonizada desde Washington, el gobierno brasileño anunció su contribución con un préstamo por 10.000 millones de dólares al FMI y que éste reorientará a países en dificultades. China comprometió 50.000 millones de dólares y Rusia 10.000 millones de dólares. En total, la entidad debe recolectar 500.000 millones para hacer realidad la política definida por el G20.

La presidenta argentina Cristina Fernández sostuvo que «es necesario que el capital y el trabajo vuelvan a ser los ejes centrales» de una política anticrisis y defendió la utilización de los fondos previsionales para sostener el nivel de actividad y el empleo ante una situación de crisis como la actual. Lo curioso es que la relación entre el capital y el trabajo también impregna a las finanzas e incluso la especulación. Como ya se demostró hace más de 150 años, la fuente de las ganancias, sean beneficios empresariales, intereses, o rentas diversas que remuneren al factor capital o naturaleza provienen de la plusvalía, o sea de la explotación de los trabajadores por los capitalistas, sean industriales, del sector agropecuario, financiero, comercial o bajo cualquiera de las formas que asume la relación capitalista. 

Todos los jefes de gobierno defendieron el ingreso de la OIT en el G20 junto al Fondo y al Banco Mundial como forma de asegurar el cumplimiento de las recomendaciones de la organización tendientes a aminorar el impacto de la crisis sobre el empleo. El problema es que la crisis mundial se descarga ya sobre los trabajadores. La OIT señala que serán hasta 59 millones los nuevos trabajadores desocupados en el mundo durante el presente año. Una tendencia que también se verifica en la región latinoamericana tal como destaca un informe conjunto de la OIT y la Cepal. Dicho informe relata que más de un millón de personas han perdido su trabajo en América Latina debido a la crisis global al cierre del primer trimestre de este año, lo que hace presumir una cifra de unos tres a cuatro millones para todo el 2009. El documento destaca que el desempleo podría subir hasta el 9,1% este año en la región.

El escrito señala que el desempleo crece en casi todos los países de la región, mientras que por el contrario se registran aumentos del empleo en Argentina, Uruguay y Venezuela. Para el caso argentino se habla de «estimación», en una velada crítica asociada a la baja credibilidad de la información provista por el INDEC. Aún así, el propio INDEC1 da cuenta con preocupación de las tendencias en curso. Los datos recientemente informados por el INDEC señalan que el desempleo alcanza al 8,4% en el primer trimestre del 2009, valor similar al que se registraba un año atrás. Lo que si creció en el mismo lapso es el subempleo, pasando del 8,2% al 9,1%.

La tasa de desempleo dejó de bajar en el último trimestre del 2008 y comenzó a trepar en el primer trimestre del 2009. El tema es delicado para algunas regiones, destacándose la rica zona pampeana, donde se registran los máximos retrocesos en la comparación del primer trimestre del 2008 respecto de igual periodo en 2009. El Gran Rosario, importante zona industrial del país que pasó del 8,3% al 10,8% y la zona San Nicolás-Villa Constitución pasó del 7,7% al 8,9%. No resulta ajena a dicha situación la crisis de la industria automotriz y del complejo siderometalúrgico proveedor de insumos de la industria en su conjunto. El Gran Santa Fe pasó de 9,1% a 11,9% y el Gran Paraná pasó de 4,5% a 8,6%. La economía regional del litoral está afectada por la desaceleración de la producción agropecuaria asociada a la sequía y la conflictividad entre el sector y el gobierno.

La tasa de subempleo dejó de bajar a fines del 2007 y empezó a crecer en forma preocupante desde el 2008, especialmente en las zonas más pobladas y con desarrollo industrial. Es parte del fenómeno no resuelto de la informalidad y precariedad del empleo. Se destaca en los registros del INDEC la suba del desempleo en las zonas de más riqueza y concentración poblacional, como en el Gran Córdoba que pasa del 7,8% al 11,4%; en el Gran La Plata de 8,6% al 11%; el Gran Rosario de 6,8% a 8,3%; la zona San Nicolás-Villa Constitución pasó de 4,3% al 6,4%; y el Gran Paraná de 4,4% a 7,7%.

Es un tema para la preocupación, pues tras cinco años de crecimiento importante de la economía con escasa capacidad para distribuir progresivamente el mismo en el conjunto de la población, la desaceleración en curso con perspectiva de recesión se descarga nuevamente sobre los de abajo. Es lo que indican los datos del INDEC, más allá de la credibilidad en sus mediciones. La sensación puede ser mayor, pero aún «dibujadas» las estadísticas, ellas dan cuenta de un fenómeno reiterado: la crisis la pagan los trabajadores.