Entre Evo Morales y Branco Marincovic la elección es obvia. El terrateniente Marincovic ha cercado una enorme laguna de agua con alambre de púas, a fin de usarla en su exclusivo beneficio, y fue el negociador, a nombre de los separatistas, encargado de convertir a Bolivia en protectorado de potencias extranjeras. Simboliza al colonialismo, que […]
Entre Evo Morales y Branco Marincovic la elección es obvia. El terrateniente Marincovic ha cercado una enorme laguna de agua con alambre de púas, a fin de usarla en su exclusivo beneficio, y fue el negociador, a nombre de los separatistas, encargado de convertir a Bolivia en protectorado de potencias extranjeras. Simboliza al colonialismo, que exterminó a los pieles rojas norteamericanos, protagonizó incesantes saqueos y genocidios en Africa, Asia y América Latina e invadió a naciones como China a fin de obligarlas a consumir opio. Hoy organiza entidades, como Transparencia Internacional, que miden la corrupción de todos, menos la suya.
El Presidente Morales encarna al 98 % de excluidos de la Constituyente, de 1825, que ahora sienten, luego de un largo proceso protagonizado por Andrés de Santa Cruz, Belzu, Busch, Villarroel, el MNR del 52, Ovando, CONDEPA y Felipe Quispe, que conquistaron espacios de poder en un Estado in constituido. A nivel internacional, es uno de los luchadores sociales que representa la resistencia de los esclavizados y colonizados, que tratan de impedir que el neoliberalismo reduzca el planeta a cenizas.
Lo anterior no justifica ocultar los errores de su gobierno, con el pretexto de no favorecer a sus adversarios. Por el contrario, la oligarquía desplazada y sus agentes se potencian con las equivocaciones del régimen. Recordemos que el imperialismo destruye procesos de liberación a través de intervenciones directas, como ocurrió con el Chile de Allende, la Guatemala de Arbenz y el Irán de Mosadegh, o mediante el fomento de la corrupción interna, como pasó con el MNR de Bolivia o el PRI de México. Para evitar este riesgo se requiere mostrar los desatinos oficialistas, en lugar de lucrar con alabanzas.
Evo, con valentía y dignidad, ha expulsado a la DEA de la erradicación del narcotráfico. La decisión no justifica el incremento de esa lacra y de crecientes cultivos ilegales de coca, que puede tornarse incontrolable. Los carteles de la droga son la base de los paraísos financieros. De ahí que su capacidad de corromper sea inmensa. Sigamos con el recuento. No es admisible remitir a Bancos casi quebrados nuestras reservas monetarias y que el Banco Central sea manejado como lo hizo el neoliberal Gonzalo Sánchez de Lozada. El envío de soldados bolivianos a Haiti y al Congo es vergonzoso.
El hecho de que 33 camiones, repletos de computadoras, hubieran sido rescatados por contrabandistas de un cuartel militar, demuestra que la vieja articulación entre contrabando y gobierno se mantiene intocada. Persisten los sobreprecios en carreteras construidas sobre todo por empresas brasileñas. La presencia de encapuchados en detenciones judiciales acentúa la carencia de institucionalidad. Son decenas las alcaldías que no rinden cuentas del uso de cheques venezolanos, distribuidos sin planificación conocida.
No hay proceso liberador sin unidad indo mestiza, ya que en ella se sustenta el movimiento patriótico. Son muchos los dirigentes oficialistas que admiten en privado que el reconocimiento constitucional a 36 naciones e idiomas indígenas es insostenible. No puede permitirse que la bandera de la República de Bolivia, eliminada del proyecto constitucional del MAS, caiga en manos de los oligarcas, para contento de ONG.
Bolivia ha embargado su voz frente a Petrobrás y ha dejado de lado la demanda marítima así como el reclamo a Chile el uso gratuito y abusivo de las vertientes del Silala. No existe política nacional de hidrocarburos. Evo es la antítesis de Branco, en lo cultural e ideológico, pero en materia de industrialización el país se gobierna como gobernaron los «Brancos», desde hace 183 años.