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La oposición boliviana vuelve a «patear el tablero»

Fuentes: APM

El alcalde de Santa Cruz llamó abiertamente a la constitución de una nueva nación en el oriente del país. Los resabios del neoliberalismo en contra de los vientos de cambio.

El Alcalde de la ciudad boliviana de Santa Cruz, Percy Fernández, manifestó públicamente que la denominada Medialuna Oriental -Santa Cruz, Tarija, Beni y Pando- junto con los departamentos de Chuquisaca y Cochabamba deberían constituir una nación separada del resto del país.

El proyecto separatista de los sectores conservadores ha sido manifestado en diversas ocasiones. Incluso, en varias oportunidades, dirigentes del oriente rico han llamado a la sedición. La novedad es que es la primera vez que un funcionario público realiza declaraciones de este tenor, de manera explícita y abierta.

El alcalde Percy Fernández llamó a la Media Luna, conjuntamente con Chuquisaca y Cochabamba a separarse de «la nación colla», representada para él por La Paz, Oruro y Potosí, para conformar la «Nación del Oriente», que podría llamarse así sencillamente «porque les da la gana».

«Nosotros, Pando, Tarija, Beni, Santa Cruz, parte de Chuquisaca, y si quiere Cochabamba que tiene harto de monte y valle en su unión con el Beni y Santa Cruz, deberíamos llamarnos la Nación del Oriente, que sean ellos la Nación del Occidente, y veamos quien es más en superficie, quien es más en cantidad de gente, quien es más en producción», manifestó Percy Fernández, según informó radio Fides de Bolivia.

Esta serie de exabruptos son el fiel reflejo de la postura de la «Nación Camba», así como de los sectores conservadores de Bolivia, como La Unión Cívica de Santa Cruz, o Podemos, partido encabezado por el opositor y ex presidente Jorge «Tuto» Quiroga.

Estas declaraciones toman particular relevancia luego del paro del pasado martes, donde la derecha concentrada, fósiles del antiguo régimen neoliberal que llevó al país a la crisis y la pobreza, se manifestó en contra del proceso de cambio, encabezado por el presidente Evo Morales.

Esta vez, la oposición eligió el conflicto por el traslado de la sede de los poderes a Sucre como estandarte de lucha, para encubrir su sistemático boicot a todas las instancias democráticas que se han generado para debatir la «nueva Bolivia».

En lugar de sentarse a discutir propuestas en el seno de la Asamblea Constituyente, recurren a los cortes de ruta -que tanto supieron criticar cuando se trataba de campesinos ligados al Movimiento al Socialismo (MAS) que encabeza Morales-, así como a la violencia.

El órgano que decidirá la próxima Carta Magna de los bolivianos se encuentra suspendido indefinidamente, debido a que sectores ligados a la derecha opositora tomaron distintas medidas de fuerza en Sucre, ciudad que aloja a los constituyentes y que pretende volver a ser la capital administrativa de Bolivia. Entre otras cosas, los manifestantes persiguieron por las calles de ese distrito del departamento de Chuquisaca a los representantes del MAS y asaltaron sus casas.

Igualmente, en la jornada de paro del martes, la Unión Juvenil Cruceñista, grupo rebelde financiado por la oposición y el Comité Cívico de Santa Cruz, cerró locales a patadas, amedrentó a quienes no se sumaban a la huelga e incluso pinchó los neumáticos de los vehículos que no acataban la medida de fuerza. Esto hechos hacen poco creíbles las declaraciones del prefecto del departamento de Santa Cruz, Rubén Costas, que consideró que el paro fue «un completo éxito».

En realidad, como afirmaron fuentes oficiales pero también cronistas de diversos medios internacionales que no pueden ser tachados de simpatizantes del MAS – el caso del diario argentino Clarín es uno de ellos- la medida de fuerza tuvo sólo impacto parcial en las zonas urbanas, mientras que en las zonas rurales no logró demasiada adhesión.

Por otra parte, la discusión del traslado de poderes de La Paz a Sucre, representa un litigio histórico de Bolivia, que debe seguir los canales institucionales, y del cual deben participar representantes de las dos ciudades. No se trata de un tema que deba ser instalado en la Asamblea Constituyente, ni mucho menos debe representar una reivindicación política de la derecha oriental.

De hecho, el gobierno reiteró su convocatoria al diálogo para resolver el tema de la capitalidad, lo que demuestra que hay voluntad de canalizar el conflicto. Pero a los sectores conservadores no les alcanza: prefieren los palos y el secesionismo que aprovechar las vías que se proponen desde el Palacio Quemado.

Esta serie de acontecimientos de los últimos días se inscriben dentro del proceso histórico que ocurre en Bolivia. Todo cambio trae resistencias, es por eso que el resabio del neoliberalismo, armado de un andamiaje mediático-institucional de fuerte peso en el país, presiona para frenar el camino elegido por la mayoría de los bolivianos en las elecciones de diciembre de 2005.

Las declaraciones de Percy Fernández -que son el espíritu manifiesto de la oposición, vinculada a los sectores financieros y las multinacionales-, son la única respuesta que encuentra la derecha para ubicarse en el juego político. Cuando el rey está encerrado, se puede dar por perdida la partida, o «patear el tablero». Claramente la oposición ha elegido este último camino, frente al avance inevitable de los vientos de cambio en este país.