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La OPT, una alternativa proletaria frente a la crisis de los partidos

Fuentes: Rebelión

El 27 y 28 de agosto se celebró el Congreso Constitutivo de la OPT (Organización Política del Pueblo y los Trabajadores). Concluyó así una fase de varios meses de preparación desde que en octubre de 2010, Martín Esparza, secretario general del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) hiciera pública, ante más de 50 mil asistentes en […]

El 27 y 28 de agosto se celebró el Congreso Constitutivo de la OPT (Organización Política del Pueblo y los Trabajadores). Concluyó así una fase de varios meses de preparación desde que en octubre de 2010, Martín Esparza, secretario general del SME (Sindicato Mexicano de Electricistas) hiciera pública, ante más de 50 mil asistentes en el mitin del Estadio Azteca, la propuesta de constituir lo que entonces se llamó una agrupación política nacional. A partir del Congreso de la OPT se ha iniciado una nueva fase, ahora de consolidación, afiliación y organización, al mismo tiempo que continúa la lucha de resistencia del SME y el llamado más amplio para organizar a los indignados mexicanos contra la política neoliberal y policiaca del régimen actual.

El Congreso de la OPT se celebró en las instalaciones del SME contando con la presencia de 956 delegados registrados el sábado 27, de los cuales alrededor de 300 provenientes de la elección de trabajadores electricistas, hasta llegar a más de mil 100 delegados registrados el domingo en el acto de presentación de la OPT en el Zócalo de la Ciudad de México.

Siendo la iniciativa para construir la OPT proveniente del SME que está organizado solamente en el centro del país (donde funcionaba la Compañía de Luz y Fuerza del Centro con la que contrataba el SME) es significativo que al llamado llegaron delegados de 22 estados de la República, algunos muy lejanos de la Ciudad de México. Hubo delegados además del Distrito Federal, de Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Puebla, Aguascalientes, Michoacán, Sonora, Chihuahua, Zacatecas, Morelos, Jalisco, Sinaloa, San Luis Potosí, Estado de México, Hidalgo, Guanajuato, Durango, Baja California, Querétaro, Tlaxcala y Nayarit.

Hacia la independencia política de la clase trabajadora

Frecuentemente se señala lo novedoso de la iniciativa de la OPT frente a la crisis del sistema de partidos políticos en México, especialmente por el desgaste y fin de ciclo de algunos que gustaban presentarse como la única representación de la izquierda. La importancia del surgimiento de la OPT va más allá de un simple esfuerzo de organización política y más allá de un reagrupamiento de fuerzas de la izquierda socialista, del tipo como la que varios proponíamos hace algunos años, después de la caída del Muro de Berlín. La importancia central resulta del hecho de que la OPT surge de un llamado del sector más combativo de la clase obrera mexicana, los electricistas del SME en lucha y resistencia contra la privatización energética y el desmantelamiento de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro. En primer lugar porque la propuesta llama a pasar de la lucha gremial, es decir sindical, laboral, al terreno de la lucha política. A disputar el poder, a disputar la nación, como frecuentemente han dicho en sus discursos los dirigentes del SME y por eso la propuesta de crear una organización política. Y en segundo lugar, a crear una organización política de los trabajadores, desde la fuerza sindical que el SME representa pero para incluir también a otras fuerzas del movimiento obrero, sindical y popular. «Y venga, y venga, que aquí se está formando el movimiento obrero» es la consigna más frecuente de los electricistas en las asambleas de la OPT.

La iniciativa de conformar una organización política del pueblo trabajador apunta a llenar un vacío histórico en México: la falta de independencia política de la clase trabajadora al no contar con su propia representación, su propio partido y habiendo estado históricamente atada corporativamente, por medio de la afiliación masiva y obligatoria de los sindicatos al PRI, a un partido burgués y por tanto defensor del sistema capitalista. Desde un principio dijimos que el valor de la iniciativa del SME estriba en que apunta hacia la creación de lo que, en la experiencia internacional del movimiento obrero, se conoce como un partido de los trabajadores (1). Es cierto que siempre han existido organizaciones de la izquierda socialista que se reivindican de los intereses de la clase trabajadora, entre ellos el PRT y otros más, pero con la OPT se va más allá de un reagrupamiento de la izquierda y apunta hacia la conformación de un amplio partido de los trabajadores, un partido de la clase trabajadora que ofrezca una alternativa propia a los trabajadores de otros sindicatos que se encuentran corporativizados por el PRI.

Es cierto que la OPT no surge en un momento de ascenso y triunfos de la clase obrera y que no organiza todavía a la mayoría de la clase trabajadora. La fuerza sindical del SME que continúa la resistencia agrupa a alrededor de 16 mil trabajadores de los más de 40 mil despedidos en octubre del 2009, pero es una fuerza significativa y ejemplo y polo de atracción para trabajadores de otros sindicatos, como lo es ya con el magisterio o los mineros. Pero tampoco se trata de un movimiento derrotado, aunque no se haya podido revertir completamente el golpe que significa este despido masivo. Lo significativo es que la lucha del SME es una referencia y columna vertebral de las resistencias que pese a todo continúan dándose contra la política neoliberal y la militarización del régimen actual. Aunque la OPT no surja en un momento de ascenso y triunfos del movimiento obrero, el que nazca bajo la dirección del SME que encabeza la resistencia actual, en un momento muy agudo de la lucha de clases, también influye en su contenido político. El PT de Brasil, surgido a convocatoria de fuerzas sindicales cono las de los metalúrgicos, nace en medio de ciertas luchas victoriosas, pero su llegada al gobierno le marca en una línea social liberal, de administración del capitalismo neoliberal. Obviamente hay muchos elementos políticos más por lo que las condiciones de origen no son determinantes ni en un sentido ni en otro para la evolución de una organización de esta naturaleza. Pero en todo caso, el proceso de radicalización y confrontación con las líneas más reaccionarias, privatizadoras y pro capitalistas representadas por el calderonismo en que el SME ha tenido que dar su lucha hasta llegar a la creación de la OPT, no dan mucho margen o posibilidades de ilusiones en políticas conciliadoras como las que hoy son hegemónicas en la izquierda institucional (tipo las alianzas del PRD con el PAN o la búsqueda de gobiernos de coalición con la derecha).

Los debates preparatorios de la OPT

Una vez hecha pública la propuesta de la OPN se ha desarrollado, durante los meses previos al Congreso, una importante discusión sobre el contenido, los alcances, el carácter, programa y organización de este proyecto. Esto ha sido posible gracias a que la propuesta ha sido recibida favorablemente por muchos compañeros y compañeras, más allá del SME, de militantes en otras luchas y organizaciones sociales, sindicales y políticas. El proyecto se ha abrazado por militantes de diversas corrientes de pensamiento de la izquierda mexicana lo que refleja su éxito y potencialidades.

Como militantes de la corriente política representada por el PRT también hemos saludado y participado de los debates para definir el contenido y carácter de la OPN en construcción. De hecho, el XII Congreso Nacional del PRT celebrado en agosto del año pasado abordó el tema en su resolución titulada «Caminos en la construcción de un partido revolucionario». Cuando Martín Esparza anunció la propuesta en octubre del 2010 en el estadio Azteca igualmente emitimos un saludo a la iniciativa presentando nuestras opiniones. Cuando en diciembre empezaron a presentarse por escrito los primeros textos de constitución, todavía en la lógica de fundar una APN, el compañero Guillermo Almeyra escribió observaciones críticas compartidas por nosotros. (Los textos antes mencionados pueden consultarse en el sitio del PRT: www.prt.org.mx).

El Congreso que funcionó en cuatro mesas de trabajo (Principios, Programa, Estatutos, Plan de acción) conoció muchas propuestas y observaciones que enriquecieron sus discusiones, pero han destacado, me parece, tres grandes temas:

1.- El carácter de la OPN y su relación con una perspectiva de liberación nacional o su definición como una propuesta anticapitalista o socialista.

2.- La posición de la OPN ante los procesos electorales en el sistema político electoral vigente y la perspectiva política ante las elecciones del 2012.

3.- El derecho de tendencia en la organización democrática de la OPN.

En los primeros textos presentados como proyectos para la fundación de la OPN, que ya no fueron elaborados por los compañeros del SME, ha aparecido la propuesta de lucha por la liberación nacional como perspectiva estratégica de la OPN que remite a viejas discusiones en la izquierda. Hubo en el pasado quien argumentó esta perspectiva como una primera etapa de lucha que se separaba históricamente de la perspectiva socialista diciendo que siendo la primera tarea lograr la liberación nacional de naciones oprimidas por el imperialismo y conseguir demandas democráticas y antiimperialistas que no tendrían todavía un filo socialista, se hacía necesaria la alianza -y la subordinación programática- con una supuesta burguesía nacional dispuesta a enfrentarse con el imperialismo. La realidad es que la forma en que se ha desarrollado el capitalismo hace que la burguesía en México crezca subordinada y asociada con el capital extranjero y los intereses imperialistas sin que haya sectores importantes de la burguesía nacional dispuestos a oponerse y a luchar contra esos intereses. Por eso sería un error autolimitar la lucha del pueblo trabajador a la burguesía y a su programa y por eso la importancia y necesidad de una política independiente como la que representa formar a la OPN como organización propia del pueblo trabajador. En México la consolidación de la oligarquía en el poder con el desarrollo del neoliberalismo en las últimas décadas muestra claramente la interrelación entre los intereses del imperialismo y esa oligarquía contra lo que hoy luchamos.

Después de una intensa discusión y aclaraciones y precisiones durante estos meses, los compañeros que inicialmente plantearon la perspectiva de liberación nacional como estratégica argumentan que no sostienen la idea de dos etapas de lucha históricamente separadas, ni pretenden limitar la perspectiva de lucha solamente contra el neoliberalismo, porque consideran que el neoliberalismo es la forma que toma hoy el capitalismo, y que tampoco proponen una alianza subordinada con algún sector de la burguesía. Si esto es así y puede precisarse por escrito en los textos que se votaron en el Congreso parecería que, gracias a la discusión, las diferencias se han reducido y las posiciones se acercan.

De ser así convendrá todavía precisar que si bien es cierto que el capitalismo en la actualidad toma la forma, el modelo y las recetas del neoliberalismo, la oposición al neoliberalismo no es necesariamente anticapitalismo. De hecho, es obvio que existen corrientes políticas que se asumen como antineoliberales, sin ser anticapitalistas y que piensan, ilusoriamente, que es posible «humanizar» al capitalismo. La nueva oligarquía que ha surgido cobijada con el neoliberalismo, con métodos mafiosos, de rapiña y violencia, de hecho ha desplazado del poder a otros sectores burgueses, lo que es la base objetiva para posiciones que sufriendo las consecuencias del neoliberalismo, añoran la fase anterior del capitalismo, marcada por el llamado Estado benefactor, la política estatista pero también por el corporativismo, la demagogia populista y la antidemocracia. En ciertas ocasiones seguramente coincidiremos en la lucha contra aspectos del neoliberalismo con corrientes o sectores de la burguesía desplazados por la oligarquía, pero eso no nos obliga a limitar nuestra perspectiva a la lucha contra el neoliberalismo, como ellos, sino a mantener nuestra propuesta como anticapitalista, precisamente porque sabemos que la realidad actual del capitalismo es neoliberal.

Parece que en este debate en el seno de la OPN hubiera una confusión entre las tareas de la lucha contra la oligarquía y el sistema, por un lado y por el otro sobre el carácter de la nueva organización partidaria que estamos construyendo.

Es cierto que los gobiernos entreguistas de la oligarquía hacen vigente el antimperialismo, y la defensa de la soberanía nacional (la lucha contra el TLC, contra la privatización a favor de empresas imperialistas, el Plan Mérida y la «guerra contra el narcotráfico» de FECAL, la presencia de agentes y policías extranjeros, la defensa del petróleo, son algunos ejemplos de esta vigencia y necesidad) y que ello puede permitir en diversos momentos coincidencia en la lucha con otros sectores sociales porque ciertamente el neoliberalismo trabaja para una estrecha minoría y golpea también a sectores del empresariado y la burguesía. Pero eventuales frentes o coincidencias en la lucha contra el neoliberalismo, no eliminan la necesidad de la organizacion independiente de los trabajadores. Por eso decimos que la OPN es la organización, el partido, de los trabajadores. En la lucha podemos hacer frente con otros sectores sociales. Pero esos sectores no están en el partido de los trabajadores, ni el programa de éste se autolimita como si fuera un partido pluriclasista. No es el partido de la liberación nacional que implica un programa pluriclasista, aunque sea antimperialista, sino que es un partido de los trabajadores, con una perspectiva anticapitalista, aunque en la lucha inmediata pueda coincidir con otros sectores que son solamente antineoliberales. Por eso distinguimos tareas antiimperialistas que pueden ser coincidentes con otros, de lo que es el carácter de un partido propio de los trabajadores. Esa es la «novedad» de la propuesta del SME: una organización propia de los trabajadores. No se trata de repetir la experiencia de otros partidos que se dicen de izquierda pero cuyo programa es solamente antineoliberal o incluso con rasgos antiimperialistas o de una cierta visión de liberación nacional que proviene del nacionalismo revolucionario que reivindicaba el viejo priísmo y el cardenismo. Insistimos: lo nuevo de la propuesta del SME es una organización político partidaria propia de los trabajadores surgida de la lucha del SME contra la política neoliberal de la oligarquía en el poder en beneficio de una minoría capitalista, es decir de una lucha anticapitalista.

Algunos compañeros en la discusión estos meses insistieron correctamente en criticar que en las propuestas del programa hubiera tantos guiños a sectores empresariales, como si quisiéramos representar su programa e intereses. Aunque es obvio que no habrá sectores del empresariado medio o de la burguesía desplazada que tengan interés en militar en la OPN, la obsesión de incluir en el programa de un partido de los trabajadores esos guiños al empresariado o el decir que se es de izquierda, pero no incluir en el programa ninguna definición anticapitalista, es una equivocada labor de autolimitación que aunque no atraerá a la burguesía, actúa como en espera de ella, como guardándole un lugar por si acaso, saludando a la sombra de la burguesía, ante su ausencia, con concesiones en el programa y la definición de la organización partidaria. En esa lógica se piensa más atractivo definirse como partido para la liberación nacional en vez de un partido anticapitalista de los trabajadores para la lucha por el socialismo (aunque deba acometer tareas antiimperialistas).

Frecuentemente se dice que no queremos un nuevo PRD, pero si nos quedáramos en definir a la OPN como partido antineoliberal o de liberación nacional, nos mantendríamos en el mismo horizonte estratégico. Hay que reivindicar el sentido original de la propuesta de los compañeros del SME. Y eso no quiere decir no hacer frente con otros que pueden coincidir con posiciones antineoliberales, aunque no sean anticapitalistas. Por ejemplo, en el pasado, en la lucha contra la privatización de la industria eléctrica, el SME consiguió el apoyo de personajes como Manuel Bartlett. Eso fue correcto y ayudó a la lucha del SME. Eso no quiere decir que en la nueva OPN personajes como Bartlett serán camaradas en este mismo partido. O en la lucha en defensa del petróleo pudimos coincidir con AMLO o seguramente en otros terrenos de lucha contra la oligarquía, lo que él llama «La Mafia», pero eso no quiere decir que hay ilusiones de que será militante de la nueva organización política de los trabajadores que es la OPN. No necesitamos hacer concesiones en el programa que nadie nos pide, como si le guardáramos la silla o cuidáramos la sombra de sectores sociales que no son representativos de la clase trabajadora que de todos modos no vendrán a este partido. Partidos pluriclasistas, antineoliberales, ya ha habido varios y su fracaso se ha hecho evidente. La propuesta del SME es diferente, reivindiquémosla.

El derecho de tendencia no es igual a las «tribus» y grupos de interés de caudillos

Como dijimos antes, la convocatoria del SME para construir la OPN ha tenido un primer éxito con la muy amplia respuesta favorable que ha conocido en la izquierda, más allá de las filas del propio SME. La necesidad de construir una organización con un funcionamiento ejemplarmente democrático no responde a un mero compromiso moral en abstracto, sino a una necesidad objetiva para asegurar la unidad y un funcionamiento eficaz de la nueva organización. En este proyecto confluyen militantes de organizaciones y corrientes de un espectro político y orígenes muy distintos. No se trata de una decisión tampoco corporativa, sino de conseguir la adhesión consciente de cada militante y no por mera disciplina a una decisión tomada de arriba. Es decir que la integración de la militancia de la OPN será necesariamente de personas críticas y no de afiliados inconscientes. En esa circunstancia, será natural la discusión y el pensamiento propio de los integrantes de la organización, como ya lo ha mostrado el periodo previo de preparación. De ninguna manera la discusión y el reconocimiento y respeto a las diferencias en nuestra organización deben ser vistos como obstáculos o sabotajes a la organización, sino como un elemento natural de la organización política de la clase trabajadora y de una organización radical en su crítica a la sociedad y los valores burgueses, entre los cuales, con el neoliberalismo, se ha agudizado su pretensión del «pensamiento único» y la uniformidad del pensamiento y valores. Por el contrario defendemos el derecho a la diferencia, a la diversidad. Para lograrlo es necesario un funcionamiento democrático.

La forma de conseguir ese funcionamiento democrático y respeto a la diversidad, no puede limitarse a reconocer mayorías y minorías en cada asunto, sino también el derecho de organizarse en tendencias políticas de pensamiento y propuestas para defenderlas e intentar convencer de las mismas a los demás en una lid democrática. Y el saber que si en esta ocasión no convenciste de tu propuesta a la mayoría no implica eso la exclusión de la organización o la supresión de tu punto de vista. Si se reconoce el derecho a la crítica y la posible autocrítica quiere decir que si en esta ocasión no convenciste de tu propuesta y mañana la propuesta mayoritaria no funcionó se puede corregir y escuchar nuevamente a la propuesta minoritaria.

Ahora mismo, pese a la discusión habida, se reconoce que algunos temas será necesario seguir discutiéndolos y pensándolos después de la fundación de la organización. O que algunas ideas no aceptadas ahora, no implica que deban ser excluidas o los que las sostuvieron deban ser excluidos.

Para lo anterior es que se requiere asegurar el derecho de tendencia en la nueva organización. Una tendencia es un agrupamiento de compañeros de la organización en torno a un proyecto o propuesta políticas. Es una corriente de pensamiento político que puede ser temporal, pero que puede ser reconocido y respetado sin que sus integrantes tengan que hacerlo a escondidas, clandestinamente, lo que da lugar a agrupamientos sin principios políticos sino sobre la base de lealtades personales a personajes o caudillos. Es mejor obligar a que una corriente de opinión se exprese abiertamente y diga a la organización qué propuesta política defiende y es la razón de su agrupamiento.

Al escuchar esta propuesta en relación al derecho de tendencia, algunos compañeros de la OPN , la rechazan pensando en la experiencia de las «corrientes» en el PRD. De nuevo se expresa la idea legítima de que la nueva organización no debe ser un nuevo PRD. Pero siendo correcto eso, de nuevo hay una confusión que arrastran sobre todo compañeros que han vivido la experiencia del PRD. Se piensa que el defecto principal del PRD es la existencia de corrientes, de las llamadas «tribus». En realidad el problema principal no tiene que ver con las corrientes, sino con el carácter fundacional del PRD. Las «tribus» son una consecuencia del carácter de esa organización y no la causa en sí misma de su evolución y degradación. Incluso los militantes fundadores del PRD que venían de la izquierda socialista aceptaron abandonar esa perspectiva para asumir el programa de un partido de «la revolución democrática» que se traducía en la lucha por la alternancia en el gobierno . Al hacerlo, incluso, disolvieron o abandonaron a sus partidos previos. Pero si el objetivo es la alternancia en el gobierno y demostrar que una vez en el gobierno no hay inestabilidad ni crisis sino una administración honesta y valiente (aunque en la práctica no siempre fuera tan honesta) el objetivo se transforma en conseguir más votos y más cargos de gobierno, pero para administrar el aparato estatal y no para transformar la realidad actual. Las «tribus» por tanto surgen para la lucha de esas candidaturas y cargos y los privilegios materiales que representan y no para ningún proyecto político de mediano plazo. Por eso, aunque al fundarse el PRD, partidos enteros y con trayectoria histórica, se disolvieron en el seno de la nueva organización, surgieron las «tribus» como grupos de interés en las canonjías y puestos de elección de un partido para la alternancia en la administración.

La otra parte de la confusión es pensar que el derecho de tendencia es para corrientes de tipo de las del PRD. Esas en realidad no son corrientes políticas, es decir corrientes de pensamiento y propuesta política, sino grupos de interés, «tribus» sin principios. No es a eso que proponemos el derecho de tendencia en la nueva organización.

En el caso de la fundación de la OPN es aun más necesario el reconocimiento de este derecho, decíamos en la víspera del Congreso. No solamente por el hecho objetivo de que ya han llegado y respondido favorablemente a la propuesta surgida del SME para la nueva OPN diversas corrientes políticas históricas en la izquierda mexicana, algunas por primera vez confluyendo en un proyecto partidario común. Las tendencias políticas dentro de la OPN no son una propuesta para el futuro, son una realidad existente en el proceso de construcción donde ya hemos confluido y trabajado juntos. Es ingenuo creer que esas corrientes históricas van a desaparecer o disolverse de la noche a la mañana, después del fin de semana del 27 y 28 de agosto, cuando habrán demostrado que pueden trabajar juntas en un nuevo proyecto como la OPN y bajo la iniciativa y presencia de los trabajadores del SME lograr la fundación de la nueva organización.

Adicionalmente, hay que agregar que el derecho de tendencias no es una obsesión o propuesta exclusivamente trotskista, sino una concepción que es parte de las mejores tradiciones de lucha democrática del movimiento obrero mexicano. Desde la consolidación del charrismo sindical, la lucha por la democracia sindical es una demanda permanente del movimiento obrero. Expresiones de esta lucha son el surgimiento de tendencias y corrientes políticas en los sindicatos peleando contra el monolitismo de los charros, contra la cláusula de exclusión, contra la afiliación forzosa al PRI. Muchos trabajadores que vienen a la OPT vienen ya de la experiencia de corrientes sindicales democráticas, como en el magisterio o los universitarios. El mejor ejemplo de este funcionamiento democrático es el propio SME donde incluso era común, cuando se tenía el procedimiento de elegir a los integrantes del Comité Central a la mitad cada año, que el Secretario General y el Secretario del Exterior fueran de corrientes sindicales distintas. Es la tradición democrática del propio SME la que debemos mantener en la OPT y no la del monolitismo de los charros. Como se recuerda, opuestos a todo corporativismo, los dirigentes del SME que asumen la responsabilidad de crear la OPT lo hacen como la corriente 11 de octubre y no oficialmente como el sindicato.

Las soluciones democráticas e incluyentes adoptadas por el Congreso de la OPT

Las distintas opiniones pudieron expresarse durante los trabajos del Congreso de constitución de la OPT. La realización y las conclusiones del Congreso demuestran la validez y utilidad de un funcionamiento democrático que asegure la expresión de todas las opiniones y su discusión. Hay una cultura política impuesta por décadas de antidemocracia priísta, heredada tanto en las cúpulas de la izquierda institucionalizada, como en el charrismo sindical, que frecuentemente se trasmina a la forma de pensar de activistas y militantes de base del movimiento que, erróneamente, identifican discusión democrática de las ideas con «grillas» o enfrentamientos divisionistas y que gritan oponiéndose a la discusión con llamados abstractos a la acción o a la práctica, incluso durante asambleas que son precisamente para discutir y poder llegar a acuerdos para la acción u organización. La discusión no es lo mismo que división y la discusión o debate de ideas sirve para clarificar las posiciones.

El Congreso resolvió recoger en las relatorías de las mesas de discusión y trabajo, todas las posiciones señalando las diferencias cuando éstas aparecían, en ese momento, como insalvables (ver el sitio web de la OPT: http://opnmex.org/opnwp/). La discusión sobre la liberación nacional y el anticapitalismo, como ya señalamos, llegó a un punto de aclaración y acercamiento de las posiciones en debate. En la práctica, seguramente, se irán precisando estas posiciones.

En el boletín de prensa posterior al Congreso, el compañero Humberto Montes de Oca, Secretario del Exterior del SME, resumió así la fundación de la OPT: «Ante la inexistencia de una organización política de izquierda representativa del pueblo trabajador, se hace indispensable que organicemos una nueva fuerza basada directamente en los movimientos sociales, con un proyecto claramente clasista, popular y de izquierda para desde ahora y sin esperar a los ‘tiempos políticos’ que el propio sistema marca, combatir con efectividad al régimen oligárquico y sus comparsas» (2).

Precisando más las definiciones básicas de la OPT, Montes de Oca agrega: «Por sus fines, nuestro movimiento político no pondrá por delante definiciones ideológicas dogmáticas o el alineamiento con determinada corriente del pensamiento de izquierda. Sin embrago, todos los componentes de nuestra plataforma democrático-nacional serán enfatizados desde el cuestionamiento al sistema capitalista y las nuevas formas de colonialismo que ha engendrado. En ese contexto asumiremos nuestras tareas internacionalistas, de hermanamiento con los pueblos de Nuestra América y con las clases trabajadoras y los pueblos del mundo. (3)»

En relación a la cuestión electoral, se acordó no resolverla durante el congreso fundacional de agosto, sino hacerlo en otro, a realizarse en marzo del año próximo. De todos modos, en los debates parece prevalecer la opinión de que es posible participar en los procesos electorales institucionales fijando las formas en cada caso una vez que aparentemente han quedado por fuera de la propia organización las opiniones que, al inicio del año, consideraban casi de principio no participar electoralmente, opiniones de corrientes que finalmente decidieron no participar ya en la constitución de la OPT.

Sobre lo que nosotros llamamos el derecho de tendencia y que en la discusión se menciona como el derecho a las corrientes políticas, la resolución también es muy interesante. «En torno a los puntos que suscitaron amplios debates, como el derecho de formar corrientes de opinión internas, se acordó continuar la discusión y resolverlos en el próximo congreso a realizarse en el mes de marzo del año entrante. Ahí también se discutirá la táctica electoral de 2012» resume Montes de Oca en el boletín ya mencionado.

En realidad, la resolución tiene más fondo pues aunque en la discusión sobre los Estatutos no se incluyó la propuesta que presentamos en el Congreso para que explícitamente se reconociera el derecho de tendencia, se quitó del proyecto de Estatutos el artículo que prohibía la existencia de corrientes y también el que obligaba a que cada organización que decidiera sumarse a la OPT debería disolverse para poder ingresar. En cambio, el Estatuto sí reconoce explícitamente en el artículo 39 lo siguiente:

«La Comisión Ejecutiva Nacional es el órgano ejecutivo del Consejo Nacional de la Organización y este mismo determinará su integración cuidando en todo momento la gobernabilidad de la Organización y su carácter plural en que convergen, desde su fundación, varias tradiciones de lucha, que enriquecen nuestra vida democrática y visión colectiva».

Pero el acuerdo no ha quedado solamente en el estatuto escrito sino en la práctica inmediata de la constitución de la OPT pues se aseguró que el Consejo Nacional y posteriormente la Comisión Ejecutiva Nacional se integrara pluralmente y reflejando esas varias tradiciones de lucha y cultura política que representan las organizaciones que han confluido y aceptado el llamado surgido desde el SME. De hecho, las organizaciones que confluyen en la OPT se presentan públicamente en sus trabajos y asambleas, algunas hasta con mantas con su nombre como el MLN o destacando siempre el origen político de una propuesta o saludo y contribución. Los órganos de dirección que se han integrado, además de contar con una presencia determinante de camaradas provenientes del SME cuentan también con compañeros de tradiciones políticas tan diferentes como el MLN y la OST, el PRT y el PPS, REDIR-PRD o Rumbo Proletario, entre otros, además de camaradas que provienen de muchos de los movimientos y organizaciones sociales en lucha actualmente (4).

Parafraseando al camarada Guillermo Almeyra, podemos decir que la OPT es un partido amplio, una organización anticapitalista de los trabajadores y sus organizaciones (5).

En este sentido, la dinámica de funcionamiento, ya con órganos formales de dirección y empezando el proceso de afiliación y organización de base, de la OPT es en relación a las corrientes políticas de opinión igual a como era antes del Congreso. Quizá al mantenerse esta práctica haga inútil en un congreso posterior insistir en el reconocimiento explícito del derecho de tendencia.

Las únicas votaciones alternativas en el Congreso de la OPT, resueltos en formas incluyentes los temas políticos en debate, fueron las relativas al nombre y el lema de la organización. En cuanto al nombre, la propuesta de Martín Esparza de que la nombráramos por sus iniciales como OPT resumiendo el nombre de Organización Política del Pueblo y los Trabajadores, fue apoyada por abrumadora mayoría. La votación sobre el lema fue entre «Liberación nacional y socialismo» o «Liberación nacional y emancipación social» resultando 171 votos por la primera fórmula y 281 por la segunda. La conciliación entre la perspectiva de liberación nacional y socialismo, en realidad se expresaba en ambas propuestas pues desde la víspera del Congreso se empezaba a usar en los debates el concepto de emancipación social como sinónimo del proceso de ruptura revolucionario que apunta al socialismo. Al votar en el Congreso por la opción «socialismo» privilegiábamos el llamar a las cosas por su nombre y no rendirse avergonzados por el discurso que decía que con el desfundamiento de la Unión Soviética hay que ocultar nuestro nombre por el temor al desprestigio ajeno, pues ni tenemos que cargar con ese muerto ni suponer que el socialismo por el que luchamos es aquel del supuestamente existente. Pero el concepto de emancipación social obviamente no es contradictorio con nuestra propuesta socialista y además, como lo mostró la votación, es parte histórica de las tradiciones del anarcosindicalismo y del sindicalismo de lucha en nuestro país.

Un futuro inmediato con muchos retos

Si la OPT sorteó exitosamente su constitución, tiene por delante ahora importantes retos políticos. La integración ha sido incluyente políticamente. Ahora debe consolidarse en su base social y extenderla ésta hacia militantes en nuevos movimientos sociales en lucha. La afiliación y organización de base, en este caso, es impulsada desde la coordinación y dirección centrales de la OPT y no podría ser de otro modo. Muchas iniciativas van surgiendo para organizar la militancia de la OPT además de territorialmente por sectores en lucha, desde iniciativa sindicales, que pretenden impulsar una central unitaria de trabajadores, hasta iniciativas para el movimiento estudiantil, el campesinado o en relación a las mujeres. En un sentido más amplio, están los esfuerzos unitarios, en la lógica de un frente amplio de lucha y opositor, antineoliberal, que pueda articular también a los indignados mexicanos.

En el marco de la crisis de todo el sistema de partidos políticos en México, la OPT surge como una alternativa proletaria muy promisoria pero también con muchos retos y dificultades, ligada a la suerte del movimiento obrero en lucha hoy en día, en primer lugar del propio SME.

Desde el Congreso Extraordinario del PRT, de julio del 2009, señalamos que hemos entrado una fase en que la crisis política llevaría a un reacomodo de todas las fuerzas políticas, «a la inminencia de un reajuste, reacomodo o recomposición del escenario político-electoral y partidario como en 1976 o en 1988″(6). Un año después, en el XII Congreso Ordinario, agregamos que «en esos reacomodos, nuevas formaciones o partidos políticos pueden surgir y otros desaparecer -práctica o virtualmente- como en anteriores crisis y reacomodos». La formación de la OPT en agosto pasado es una confirmación de esa crisis en que surgirán y desaparecerán partidos. Por su lado, López Obrador ha llamado a transformar MORENA en asociación civil, probablemente como un paso más hacia la formación de un nuevo partido político como sugiere la convocatoria al Congreso de MORENA para noviembre del 2012, es decir después de las elecciones. El deslinde y fin de ciclo del PRD continúa con este nuevo paso de López Obrador. Pero lo que parece interesante como frente opositor o bloque social alternativo que es MORENA hoy, mañana como partido será una reedición de un partido pluriclasista antineoliberal. En ese contexto es que el surgimiento de la OPT resalta por su definición clasista, como el partido amplio de los trabajadores, que ahora deberá afinar su posición para ser parte de un amplio bloque social opositor a la oligarquía en un momento clave que puede sacar a la mafia neoliberal del gobierno.

Pero indudablemente que un reto ineludible que habrá de resolver la OPT muy pronto, quizá antes de los tiempos fijados en el Congreso fundacional, es la posición a tomar frente a la sucesión presidencial en un contexto de descomposición social y política, marcado por la violencia impuesto por la política de militarización del gobierno de Calderón y su pretendida «guerra contra el narcotráfico». Probablemente hay que esperar también a resolver la fase actual de lucha del SME en la búsqueda de la reinserción laboral para los compañeros del sindicato que han sostenido la resistencia estos años, antes de tomar definiciones precisas, pero creo que éstas no podrían sustituirse por un llamado abstracto a un «candidato único». Unico, ¿entre quiénes? No es posible equiparar, poner signo de igualdad entre las diversas opciones políticas y precandidaturas en juego hoy en día y esperar a ver quién está «mejor posicionado». Para la OPT su definición no debe ser en términos mercadotécnicos, sino en base a criterios políticos por lo que cada opción representa y las posibilidades políticas que representa. No es lo mismo, por ejemplo, Marcelo Ebrard o López Obrador. En la perspectiva de sacar del gobierno a los neoliberales responsables de este desastre, a los representantes de la oligarquía contra la cual luchamos, sean del PAN o del PRI, y las posibilidades de confrontación, tampoco es lo mismo definir qué alianza es la que permite eso que una candidatura sin registro, de tipo testimonial o de propaganda -incluso de nuestra propia organización- que en otro momento puede ser útil, pero no en un momento de crisis y confrontación como el actual.

Seguramente que, como se mostró en el Congreso fundacional, la OPT logrará mantener el carácter de una organización partidaria propia de los trabajadores y la flexibilidad necesaria para impulsar un frente o bloque antioligárquico exitoso.

 

 

 

 

Edgard Sánchez es Dirigente del PRT e integrante de la Comisión Ejecutiva Nacional de la OPT.

Notas

  1. Ver por ejemplo, la resolución del XII Congreso Nacional del PRT «Caminos en la ruta hacia la reorganización de un partido revolucionario» publicado en el Boletín Interno del PRT, número 5 del 2010, año 34, o en el sitio web del PRT: http://www.prt.org.mx/node/160 o el documento presentado al debate preparatorio por Edgard Sánchez, Andrés Lund y Alfredo López «Las definiciones del Congreso de Fundación de la OPT», del cual reproducimos algunas ideas aquí mismo.

  2. «Vamos a la disputa por la nación»: Martín Esparza, boletín de prensa anunciando la fundación de la OPT, firmado por Humberto Montes de Oca, Secretario del Exterior del SME, 28 de agosto de 2011.

  3. op cit

  4. La Comisión Ejecutiva Nacional de la OPT, por ejemplo, está integrada por los siguientes camaradas: Pedro Ramírez, Luis Miranda (PPSM), Fernando Tapia, Marcos Tello (MLN), Juventino Melgar (MUS), Magdiel Sánchez(MLN), Gerardo Domínguez, Luis Vázquez (OST), Alfredo López (PRT), Edgard Sánchez (PRT), Manuel Munguía, David Escobar, Rodolfo Somera, Camilo Valenzuela (REDIR-PRD), Humberto Martínez Brizuela (OST), Isabell Cauzard (MLN), Pedro Castillo (Rumbo Proletario), Juan Campos (PPSM), Cuauhtémoc Amezcua (PPSM), Jorge Cázares (Sección XVIII del SNTE), Antonio Rodríguez (SME), José Gómez Beristain (SME), Héctor Becerra (SME), José Antonio Almazán (SME), Humberto Montes de Oca (SME) y Martín Esparza Flores (SME).

  1. Guillermo Almeyra: «Sobre cartas, ética y política» en La Jornada del 11 de septiembre de 2011, dice «Es necesario sobre todo impulsar el intento del SME, de otros sindicatos y de grupos de izquierda de dar vida a una OPT, o sea, un partido de los trabajadores y sus organizaciones, con un programa anticapitalista y antimperalista, lo cual sería un progreso en la independencia frente a los partidos procapitalistas y al Estado».

  2. » Una nueva oportunidad en la construcción de un partido revolucionario» Resolución del Congreso Extraordinario del PRT de julio del 2009 publicado en Desde los 4 Puntos No. 58, diciembre del 2009.