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La PGR contraataca

Fuentes: Rebelión

En mi anterior entrega discutí la intención ideológica detrás de la versión de la PGR sobre el caso Ayotzinapa. Para redondear, no es casualidad que las protestas decayeran a partir de noviembre, después de que el procurador Murillo Karam explicara el resultado de su «investigación» y presentara una lista con decenas de detenidos. El efecto […]

En mi anterior entrega discutí la intención ideológica detrás de la versión de la PGR sobre el caso Ayotzinapa. Para redondear, no es casualidad que las protestas decayeran a partir de noviembre, después de que el procurador Murillo Karam explicara el resultado de su «investigación» y presentara una lista con decenas de detenidos. El efecto fue que en México se extendió la percepción de que
a) ya se había hecho justicia,

b) de que el caso estaba resuelto y de que, por lo tanto,

c) la protesta ya no tenía sentido.

La PGR ahora ha dado un paso más, dejando caer todo su peso burocrático sobre el caso Ayotzinapa. La mentira oficial ahora tiene el grado de «verdad histórica». Para mirar esto en perspectiva, hay que distinguir tres fases: 1) explosión de la protesta, 2) enfriamiento, y 3) contraataque de la PGR.

1) Explosión de la protesta

El ataque contra los normalistas la noche del 26 de septiembre había dejado dos saldos incontrovertibles: 6 asesinados y 43 desaparecidos. La escalada de la crisis puede advertirse en la sucesión de algunos eventos clave.

Una semana después de los hechos, el caso dejó el ámbito estatal y fue atraído por la PGR el 4 de octubre. Dos días después, el 6, Peña Nieto dejó de hacerse güey y habló en público del tema. Para el 22 de octubre la protesta en Guerrero alcanzó su nivel más alto. Un día después, el 23, el gobernador Ángel Aguirre (del PRD, algo a subrayar mil veces) renunció. La protesta, imparable, tuvo dos picos más: el 5 y el 20 de noviembre. Estos últimos, ya con un carácter marcadamente nacional e internacional.

2) Enfriamiento

La respuesta federal se articuló en dos momentos clave, como reacción a las dos últimas protestas mencionadas. El 7 de noviembre, la PGR anunció la versión oficial del caso Ayotzinapa. Como esto no parecía ser suficiente, el 27 de noviembre Peña Nieto anunció sus diez acciones para «mejorar la seguridad, la justicia y el Estado de Derecho». Repetiré que la versión oficial (entre otras cosas) oculta el papel del Ejército en el ataque. En cuanto a las diez acciones, pasó inadvertida la amenaza no contra el narco sino contra las policías comunitarias de Guerrero y (lo que queda de) las autodefensas de Michoacán: «se ampliará al despliegue de las fuerzas federales, principalmente en los municipios de los estados de Guerrero y Michoacán

Independientemente del contenido de la reacción estatal, lo importante aquí es su efecto político: el enfriamiento de la protesta. Esto refleja que una parte de la población que se movilizó o vio la protesta con simpatías, interpretó la versión de la PGR y las diez acciones de Peña Nieto como algo positivo.

3) Contraataque de la PGR

Por supuesto, las familias y compañeros de los estudiantes asesinados y desaparecidos, no quedaron conformes con la versión oficial. A finales de diciembre y principios de enero, acusaron a los militares. Por su parte, la PGR se negó a abrir una indagatoria al respecto pero, antes de dar mayores pasos, esperó un dato clave: la protesta del lunes 26 de enero -claramente más débil que la fase explosiva de la crisis. Como resultado, al día siguiente la PGR se animó a dar por concluida la investigación sobre el caso Ayotzinapa. Para cerrar la pinza, la burguesía mexicana exigió mano dura contra las protestas, música para los oídos del Ejército, quien respondió mandando 3 mil efectivos tan sólo al centro de Guerrero. Hay que ponerse chamarra en tiempos de frío.

* * *

El anterior esquema es, como cualquier otro, una simplificación. Por un lado, es admisible suponer que la respuesta estatal no causara simpatías en unos, pero sí desánimo en otros. El efecto es el mismo: el enfriamiento de la crisis. Por otro, no sostengo que el estado haya sido coherente en su reacción. Al contrario, en la primera fase fue notoria la confusión en Los Pinos. En cuanto a la (crucial) dimensión internacional de la crisis, Peña Nieto sigue perdiendo; aquí me he concentrado en el frente interno, donde se dirá la última palabra.

En suma, mi intención es resumir la nueva situación: México vive un contraataque punitivo del estado como respuesta a la crisis de Ayotzinapa. A la masa crítica que se ha movilizado y templado en esta crisis, le conviene concentrarse en la defensa, difundir la verdad y acumular fuerzas. Para remontar la vulnerabilidad actual, primero hay que reconocer que esta existe.

PD: A principios de diciembre, se había anunciado que la libertad de Nestora Salgado era cuestión de días. Dos meses después, empezando febrero, se anunció que Nestora seguiría presa. El contraataque es general.

Ramón I. Centeno es miembro del Partido Obrero Socialista. Twitter: @ricenteno

* Columna publicada el 8-feb-2015 en elbarrioantiguo.com.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.