Mientras los tres asesinatos cometidos en junio por la policía de Río Negro en Bariloche se encuentran impunes, los efectivos policiales y el poder político provincial demuestran una vez más que el gatillo fácil es una política de Estado y en esta ocasión asesinan a un joven de 16 años en Viedma. El pasado 23 […]
Mientras los tres asesinatos cometidos en junio por la policía de Río Negro en Bariloche se encuentran impunes, los efectivos policiales y el poder político provincial demuestran una vez más que el gatillo fácil es una política de Estado y en esta ocasión asesinan a un joven de 16 años en Viedma.
El pasado 23 de octubre Guillermo Trafiñanco huía de los policías que lo perseguían, intentó refugiarse en un colegio y recibió un disparo por la espalda. Como si alguien pudiera creerlo, la policía informó que junto a su cadáver había un arma y que se trató de un enfrentamiento, aunque como sucede en estos casos, siempre las víctimas y los heridos son de un mismo lado.
Guillermo Trafiñanco vivía en el Barrio Lavalle, uno de los lugares donde se encuentran los mayores índices de pobreza de la ciudad y -en consecuencia- donde las fuerzas policiales insisten en la persecución de quienes consideran los posibles autores de todo aquél delito que se cometa en la ciudad: jóvenes y pobres.
De hecho la familia del joven asesinado ha denunciado en la justicia la constante persecución policial de la que era víctima que incluía demoras en la comisaría y hasta golpizas.
El policía que puso fin a la vida del joven de 16 años se desempeña en la comisaría del barrio y se encuentra detenido e imputado por homicidio. Según han reflejado diferentes medios periodísticos tiene en su haber dos denuncias por apremios ilegales.
Así, la policía de la provincia de Río Negro suma una nueva víctima a través de su accionar y el nombre de Guillermo Trafiñanco se suma a los de Diego Bonefoi, Sergio Cárdenas y Nicolás Carrasco, asesinados en junio en Bariloche, solo por nombrar los casos que han salido a la luz durante este año.
Lejos de tomar cartas en el asunto, desde el poder político ponen paños fríos y repiten el argumento de los excesos. Sin embargo el hecho de que el policía imputado de homicidio tenga denuncias por apremios ilegales «en cumplimiento de sus funciones» y no haya sido apartado de la fuerza es un indicativo de la impunidad con que se manejan las fuerzas policiales y del amparo político con que cuentan. Por ejemplo cuando las movilizaciones sociales cuestionaron el accionar de la policía a raíz de los asesinatos cometidos en Bariloche, el Ministro de Gobierno provincial Diego Larreguy participó de las contramarchas convocadas por familiares de policías y llamó a defender la institución policial que -según expresó- era injustamente atacada.
Pero el dato más elocuente lo grafica la figura del ex comisario Víctor Cufré, quién al frente de la policía provincial no solo acumuló denuncias penales por apremios ilegales y muertes en las comisarías sino que hasta la Defensora del Pueblo de Río Negro, Ana Piccinini lo relaciona con la trata de personas. Lejos de tomar nota de esas denuncias, el gobernador Miguel Saiz lo premió y lo ascendió a Secretario de Seguridad, cargo que ocupa hasta la actualidad.
Fuente original: http://www.prensadefrente.org/pdfb2/index.php/a/2010/10/26/p6056