Ramiro Prudencio Lizón, adalid de la nutrida diplomacia chilenófila de Bolivia, sostiene que «la política tradicional chilena (salvo excepciones), ha sido buscar una solución al problema marítimo boliviano» («La Razón», 06-06-12). Prudencio Lizón olvida que las propuestas más audaces para resolver el conflicto surgieron entre 1947 y 1950, cuando Chile ofreció entregarnos un corredor por […]
Ramiro Prudencio Lizón, adalid de la nutrida diplomacia chilenófila de Bolivia, sostiene que «la política tradicional chilena (salvo excepciones), ha sido buscar una solución al problema marítimo boliviano» («La Razón», 06-06-12). Prudencio Lizón olvida que las propuestas más audaces para resolver el conflicto surgieron entre 1947 y 1950, cuando Chile ofreció entregarnos un corredor por el norte de Arica, lo que le sirvió para que el Canciller Alberto Ostria Gutiérrez, no reclamara por el desvío del río Lauca, como denunciara el ex Ministro Guillermo Bedregal, en tanto que el abrazo de Charaña, de 1975, tuvo lugar cuando nuestro vecino buscaba neutralizar la intención peruana de recuperar su territorio por la vía armada, al conmemorarse el centenario de la guerra del Pacífico, y enfrentar su grave conflicto con la Argentina por el canal del Beagle.
Si eso aconteció con las mejores ofertas, el resto apenas sirvió para prolongar nuestro enclaustramiento, ya que el mejor negocio de Santiago consiste en tener de vecino a un país humillado e inerme, gracias al que desarrolla sus puertos de Iquique y Arica, vende la mayor cantidad de mercancías posibles, restringe al máximo nuestras ventas en su mercado interno y usa el territorio patrio como basurero para ganar más dinero, como ocurrió el año pasado con el contrabando legalizado de 120.000 autos en desuso, y sigue sucediendo ahora. El complejo de inferioridad que nos ocasionó el asalto al litoral, para el que se usó el pretexto de cobrar un miserable impuesto de diez centavos por la exportación de quintal de salitre, está vigente y no conviene al usurpador que la situación se modifique.
En tanto ese complejo esté presente se repetirán los fracasos diplomáticos o las ingenuidades, como la del Presidente Evo Morales, quien confesó públicamente que había sido engañado con falsas promesas por el Palacio de la Moneda durante sus primeros cinco años de gobierno. Poca diferencia existe entre la diplomacia de los oligarcas (con algunas excepciones), con la de las ONG, que aplica el régimen plurinacional. Recordemos que un conocido «pachamámico», Raúl Prada Alcoreza, defensor del retorno al Tawantinsuyo, fue Viceministro de Planificación Estratégica del Estado. ¿Qué planificación estratégica podía llevar a cabo el viceministro? Un país descoyuntado por la búsqueda de un protectorado para Santa Cruz y por el reconocimiento constitucional a 36 inexistentes naciones indígenas, sólo puede continuar con retrocesos diplomáticos y políticos, como el sufrido en las Asambleas de la OEA, de 1979, y en la que acaba de terminar en Cochabamba.
La construcción de la inter subjetivad indo mestiza entre todos los habitantes y regiones ha sido aún más golpeada con el innegable triunfo de Xavier Albó, el sacerdote de origen Catalán, que logró suprimir la opción mestizo en el censo de 2001 y que anhela reeditarlo en el censo que se avecina. ¿Qué destino puede tener nuestra diplomacia si se predica que los originarios milenarios deben expulsar de estas tierras a los originarios contemporáneos, es decir a los que provienen del mestizaje con los españoles? Sin embargo, rescatar la conciencia nacional no es tarea imposible. Veamos algunas de las medidas susceptibles de cambiar las cosas:
Sabemos que los puertos del norte chileno son indispensables para nuestro comercio exterior. Sin embargo, debemos restringirlo al máximo posible a fin de llevarlo a cabo por puertos peruanos. Requerimos utilizar de manera plena las ventajas que nos concede el puerto de Ilo. Es conveniente disminuir el turismo a Arica y dificultar la compra de productos suntuarios o alimentos de los que podemos abastecernos, como leche, helados o yogur. El bilateralismo excluyente es el peor error de la diplomacia boliviana, al que se regresa una y otra vez. No es casual que el reportaje que me hizo, en agosto de 2011, el periodista Pablo Jofré, de la Revista Ercilla, de Santiago, hubiera sido vetado por exponer estos criterios, y por añadir que la demanda de solidaridad internacional para terminar con nuestro enclaustramiento debe asemejarse a la que impulsó el general Torrijos, para recuperar el Canal de Panamá, o a la que ahora realiza la Argentina para volver a las Malvinas.
En esa línea, en marzo de 1999, en interpelación al Canciller Javier Murillo de la Rocha, posicionamos el tema del Silala en el parlamento, donde abogamos por aprovechar internamente por lo menos el 50 % de los manantiales del cantón Quetena, a fin de instalar criaderos de truchas, empresas embotelladoras de agua potable o plantas hidroeléctricas («El Diario», 17-03-99). Sólo en los últimos meses, gracias al patriotismo del Presidente del Comité Cívico de Potosí, Celestino Condori, se han comenzado a dar pasos en esa dirección. Para tener eficacia, las medidas sugeridas deben ser ejecutadas de manera simultánea, lo que nos permitirá llegar a la mesa de negociaciones o presentar nuestras demandas internacionales en condiciones diferentes.
No se trata, sin embargo, de mantener posiciones obcecadas. Como Ministro de Hidrocarburos de Evo insinué a la Presidenta Bachelet la posibilidad de que comprara energía termo eléctrica desde nuestra frontera, en la idea, además, de llevar energía termoeléctrica a San Cristóbal y el Salar de Uyuni. No tendremos una verdadera política energética en tanto no instalemos grandes plantas separadoras de líquidos en nuestras fronteras con Brasil y Argentina. Esto es mucho más efectivo que la política de impedir que llegue a Chile alguna molécula de gas boliviano. El planteamiento de «Arica Trinacional» de Walter Guevara y Ricardo Anaya tiene total vigencia, el que es aceptado por Perú, en tanto que Chile, a cambio de compartir soberanía, lo que ya sucede en esa zona, donde Perú tiene un muelle y una terminal ferroviaria, se beneficiaría también de un polo económico trinacional, que sea ejemplo de fraternidad en el cono sur latinoamericano.
Las acertadas medidas contra el racismo del actual gobierno no son antagónicas con el rescate de la conciencia nacional. Requerimos recuperar la visión geopolítica de la Confederación Perú Boliviana impulsada por el Mariscal Andrés de Santa Cruz y Calahumana, en la perspectiva de consolidar la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), e impulsar nuestro comercio exterior por la hidrovía Paraná – Paraguay. El pensamiento de Franz Tamayo, Carlos Montenegro y Sergio Almaraz, en la objetivo de rescatar nuestra autoestima, se halla en plena vigencia.
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