El cambio del clima político con el gobierno de Mauricio Macri entusiasmó al principal grupo económico del país para, además de beneficiarse de la anunciada megadevaluación, bajar salarios o reducir su plantilla de Siderca. Conflicto con la UOM Campana-Zárate. El mercado petrolero internacional. El antecedente de Aluar en los 90. Techint, el principal grupo económico […]
El cambio del clima político con el gobierno de Mauricio Macri entusiasmó al principal grupo económico del país para, además de beneficiarse de la anunciada megadevaluación, bajar salarios o reducir su plantilla de Siderca. Conflicto con la UOM Campana-Zárate. El mercado petrolero internacional. El antecedente de Aluar en los 90.
Techint, el principal grupo económico del país, amenaza con bajar 20 puntos porcentuales a un importante grupo de trabajadores hoy suspendidos o directamente despedirlos. Esta drástica medida regresiva en términos laborales y sociales, que abre las puertas para la imitación a otros conglomerados económicos, aparece en el debut de un nuevo ciclo político con el gobierno de Mauricio Macri, evalúan en la UOM Campana-Zárate. Empresarios y sindicalistas admiten que durante el kirchnerismo la reducción salarial o los despidos eran frenados. Ahora Techint se propone enviar la señal al resto del sector privado de que con Macri comienza una nueva etapa en la relación con los trabajadores y gremios. Algo similar ocurrió en los primeros años del gobierno de Carlos Menem, cuando Aluar redujo 20 por ciento su plantilla administrativa y aplicó un régimen de flexibilización laboral. En esos primeros años de los 90, el tío de Macri, Jorge Blanco Villegas, era el presidente de la UIA y ante el conflicto desatado en Aluar respaldaba ese ajuste, e incluso sugería que había que reducir un 25 por ciento los salarios nominales. Ahora, la megadevaluación adelantada por el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, facilitará la reducción de los salarios en dólares. Pero la política laboral esbozada por el grupo empresario quiere avanzar aún más.
El conflicto entre el mayor grupo empresario del país y uno de los principales gremios industriales, la UOM, comienza esta semana porque venció un acuerdo vigente desde abril por el cual la empresa Siderca, del grupo Techint, le venía pagando el 80 por ciento del sueldo a los suspendidos, a raíz de la caída del precio internacional del petróleo. Pese a las abultadas ganancias acumuladas en los últimos años, el conglomerado de la familia Rocca decidió cortar por lo más delgado. La resolución de esta situación se convertirá en el primer indicio de la disputa entre el salario y el capital durante el flamante gobierno de Mauricio Macri. El antecedente de la monopólica Aluar en 1993, en los albores de la flexibilización laboral del menemismo, se hace presente.
El conflicto laboral en la planta de Siderca se va a reavivar en estos días, «en un escenario político más favorable para las patronales», analizan desde la UOM. El flamante ministro de Trabajo, Jorge Triaca, tendrá un debut complicado: entre 400 y 600 trabajadores en riesgo de perder el empleo, miembros de un gremio combativo y organizado, frente al grupo empresario más poderoso del país. El escenario de fondo es el empeoramiento de las condiciones del mercado internacional del petróleo, que motivó que la empresa funcione al 30 por ciento de su capacidad de producción. Los números de la firma que analizó este diario dan cuenta de un deterioro de la rentabilidad en nueve meses de 2015, aunque hasta el año pasado la situación fue estable y muy positiva.
Negro petróleo
Techint, a través de Siderca, fabrica en el país los tubos de acero sin costura para la industria del petróleo y gas. Es el corazón del Grupo de la T, incorpora tecnología y exporta el 70 por ciento de la producción. En realidad, solía tener esa magnitud de ventas al exterior. El derrumbe del precio del petróleo cambió los planes. El barril de crudo que hace menos de un año y medio estaba en 105 dólares el viernes cerró en 36 dólares. La caída paralizó la inversión de la industria a nivel global y motivó despidos en las empresas internacionales. La consultora especializada Graves & Co. calcula que las petroleras echaron a 250 mil trabajadores desde que comenzó la baja de los precios. Sólo las firmas estadounidenses despidieron a nivel global a 93 mil trabajadores en un año y en Canadá se estima una pérdida de 40 mil empleos directos y 100 mil indirectos. Encima, Goldman Sachs pronostica que el barril puede bajar hasta los 20 dólares.
Siderca vende los tubos a las petroleras y, en una parte pequeña, pudo reemplazar clientes del exterior por otros del ámbito local, en donde la actividad no declinó, aunque la magnitud del sector en el país es muy reducida en función del mercado de Techint en el mundo. La producción de petróleo a nivel local registra en nueve meses una suba de 0,2 por ciento en la comparación anual, gracias al desempeño de YPF y de Pan American Energy.
Este desempeño del sector hidrocarburífero en el país a contramano de ese contexto tan adverso tiene que ver con la política del gobierno kirchnerista de mantener un precio sostén del petróleo equivalente a 70 dólares por barril, que permitió limitar el impacto negativo sobre el empleo en las petroleras, aunque se registran tensiones en las empresas, con suspensiones y retiros voluntarios aunque no despidos masivos. El gobierno de Macri quiere cambiar esa política de protección a la industria y al empleo. Es lo que adelantó el ministro de Energía, Juan José Aranguren. El ex CEO de Shell se manifestó en contra de subsidiar a la industria con el precio sostén, lo que motivó la reacción de los sindicatos petroleros por el riesgo de despidos. La movida de Techint de bajar salarios o despedir se ubica en línea con la estrategia sectorial planteada por el gobierno de Macri.
Siderca aplicó desde abril un método de suspensiones rotativas según el cual entre 400 y 600 trabajadores permanecen siempre fuera del lugar de trabajo con el 80 por ciento del salario normal. Primero fue un acta por seis meses, que se renovó en octubre por dos meses más. Ese convenio venció esta semana, confirmaron fuentes de la empresa, y para renovarlo quieren pagar sólo el 60 por ciento del salario.
El acta
En caso de no alcanzar un acuerdo, Techint tendría la intensión de desprenderse del 20 por ciento de su plantilla de Siderca. Página/12 dialogó con Abel Furlán, diputado electo por el FpV y titular de la UOM Campana-Zárate, quien afirmó que «sin el acta de suspensiones no descarto que pueda llegar a haber despidos, que es lo que la empresa ha venido buscando hasta ahora. De hecho, dijeron que sin el acta de suspensión se va a tener que bajar la plantilla. Ya hubo apertura de retiros voluntarios y se han ido compañeros en edad de jubilarse». Furlán detalló además que las condiciones que pone la compañía para renovar el acta es el pago del 60 por ciento del salario, algo que el gremio no acepta porque pide mantener el 80. «Sin dudas la nueva situación política es más favorable para la empresa. No hemos tenido contacto con nadie del Ministerio de Trabajo y esperamos que las autoridades estén a la altura de la situación», agregó. En Siderca trabajan 2700 personas de forma directa y más de 3000 si se cuentan los contratados.
La lectura sindical es que hasta ahora no hubo despidos masivos ni baja de salarios a raíz de la fuerte presión ejercida durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. La gestión saliente utilizó diversas herramientas como la protección comercial (que en el caso de Techint es clave por la competencia de China), los créditos subsidiados y hasta autorizaciones de subas de precios como moneda de cambio de la estabilidad laboral. Sin ese dique de contención, una política de despidos o de reducción de salarios en Techint tendrían un efecto contagio sobre el empresariado.
La situación trae a la memoria el conflicto en Aluar. A fines de 1993, en un contexto de caída del precio del aluminio, la empresa monopólica redujo un 20 por ciento su plantilla de empleados administrativos y desplegó un proceso de flexibilización de los contratos de trabajo que funcionó como caso testigo de lo que luego sería la flexibilización laboral, recuerda Marcelo Rougier, autor de El caso Aluar.
¿Qué impacto puede tener la devaluación -preanunciada- sobre la producción?, preguntó este diario a Furlán. «Hoy el mercado internacional está en una situación traumática y eso no va a cambiar por una devaluación. Ahora, para la empresa sería una buena noticia, no hay dudas», respondió. La devaluación para Techint, como empresa exportadora, equivale a reducir costos en dólares (el salario y las demás erogaciones que realiza en pesos) e inflar los ingresos medidos en pesos.
Ganancias
Según el último balance anual presentado ante la CNV, Tenaris (una de cuyas fábricas es Siderca) registró ganancias a nivel global en 2014 por 1181 millones de dólares, el 11,4 por ciento de las ventas netas. En 2013 el monto fue de 1574 millones de dólares (15 por ciento de las ventas), en 2012, de 1701 millones (15,7 por ciento), en 2011 de 1421 millones (14,2 por ciento) y en 2010 de 1141 (14,8 por ciento). Sin embargo, en nueve meses de 2015 el resultado arrojó una pérdida de 29 millones de dólares, cuando el año pasado a esa altura la empresa anotaba una ganancia de 934 millones. Los números muestran el deterioro pero también la situación positiva y estable de años previos.
Las variables que juegan en el conflicto en Siderca pueden no ser estrictamente laborales, en la medida que las condiciones macroeconómicas también pesan. Para considerar ese aspecto vale recordar el «decálogo» que Luis Betnaza, director corporativo y el principal lobbista del Grupo T, presentó antes de las elecciones tanto a Daniel Scioli como a Mauricio Macri. El primer punto de la agenda T era la devaluación fiscal, que consiste en una fuerte baja de la carga impositiva para las empresas a través de la reducción de las contribuciones patronales por trabajador empleado y de los derechos de exportación para la venta de tubos. En tercer lugar estaba la reducción del Impuesto a las Ganancias sobre el salario, en la medida en que puede moderar la presión sobre las paritarias, es decir, que el salario de bolsillo suba a costa del Estado y no de la empresa. Betnaza no había incluido explícitamente la reducción nominal de salarios y despidos de trabajadores. Ahora Techint ya lo incorporó en la agenda de gobierno de Macri.
Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-288163-2015-12-13.html