La posesión de Tiwanaku muestra una vez mas en la historia de Bolivia, que el movimiento indio ha logrado una presencia política insustituible. Su sola presencia estadística del 64% el 2001, y una representación electoral del mismo número el 2009, explica por sí sola la fuerza y vitalidad del movimiento indio en el país. ¿Qué […]
La posesión de Tiwanaku muestra una vez mas en la historia de Bolivia, que el movimiento indio ha logrado una presencia política insustituible. Su sola presencia estadística del 64% el 2001, y una representación electoral del mismo número el 2009, explica por sí sola la fuerza y vitalidad del movimiento indio en el país.
¿Qué hacemos los indios hoy y qué haremos mañana?, son preguntas inevitables a la hora de evaluar el proceso de descolonización y consolidación del Estado Plurinacional.
Seguramente muchos politólogos y analistas dóxofos, seguirán señalando que la clase media se fue para el lado del MAS y eso aumento su caudal electoral hasta los dos tercios, o que la clase media voto por el caudillo y no por la institucionalidad. Puede que haya sido así, pero parece que la cosa va por otro lado, en Bolivia se hace patente la transformación de la clase media no por el lado oligárquico señorial, tal cual era la costumbre, sino una indianización institucionalizada y burocrática primero (por lo menos entre el 2006 y el 2008) y luego una indianización e indigenización política (2009).
Estos dos procesos explican con mucho los resultados electorales, pero no solo ello, sino que el voto indígena y popular, voto que proviene de base indígena como son los casos de Santa Cruz, Pando, Beni y Tarija, se convirtió en una fuerza incontenible, demostrando con ello, el despliegue organizativo y político de las organizaciones indígenas [CSUTCB, CONAMAQ, CIDOB, Bartolinas Sisas y Comunidades Interculturales], a pesar inclusive de los incómodos procesos de negociación de los espacios electorales de los pueblos indígenas, o del proceso de negociación de la mismísima Constitución Política del Estado Plurinacional.
Que nos queda a los indios en este primer contexto?, bueno parece que la cosa va por donde señalan Silvia Rivera, Carlos Mamani y Félix Cárdenas quienes comparten -desde diversos ángulos-, la indianización de Bolivia, no con esquemas folklóricos (como ha resultado ser el Ministerio de Culturas o el de Desarrollo Rural), sino con políticas publicas que pasen de poner en cuestionamiento el colonialismo del saber y del poder (que es un primer paso inevitable), hacia políticas publicas emergentes del propio saber indígena y de las exigencias de la realidad, es decir caminar a contra-ruta del desarrollismo capitalista y la modernización homogenizante, a contra-ruta del capitalismo neoliberal…
Dicho de otro modo, la estructura ministerial debe efectivizar un diagnóstico en profundidad desde la crítica del colonialismo institucional y sus modelos modernizante/desarrollistas, en ello los órganos legislativo, ejecutivo y judicial tienen una enorme responsabilidad política con el país. Pero no lo efectivizarán sin que el movimiento indio lo exija y presione para su realización.
Esto es así por la experiencia que ya tenemos con los procesos de modernización del Estado que se han realizado en los noventa bajo batuta del modelo neoliberal, esta experiencia no puede repetirse, ni podemos partir de esos diagnósticos que fueron elaborados en las oficinas del Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo o el FMI, esos diagnósticos pecan de una falsedad enorme en sus resultados y de una programación modernizante adecuada a los propósitos del Consenso de Washington. Una modernización neoliberal que la clase media no puede sacarse de su cabeza aunque se pongan sombreros y ojotas…
¿Qué tenemos que hacer los indios hacia delante?
Sin duda, que el movimiento indio tiene la enorme responsabilidad de retomar la lucha anticolonial, en un contexto de ejercicio del poder y no como adorno político, retomar la vanguardia en los procesos políticos que se vienen en el siglo XXI…
Presionar para que los órganos del poder publico, comiencen a pensar desde la matriz anticolonial, presionar para que la descolonización sea un ejercicio político cotidiano y no una mera introducción de informes modernizantes o conclusión de programas desarrollistas.
Presionar para que indígenas, originarios y campesinos ingresemos a un debate profundo sobre los sentidos de la descolonización y el Estado Plurinacional un debate que se ejercite a lo largo y ancho del país, desde nuestras comunidades, desde nuestros ayllus.
Retomar la lucha anticolonial desde el ejercicio práctico de la descolonización…
Retomar la lucha anticapitalista desde el saber y conocimiento propios, desde la cultura propia y su lucha histórica por la Madre Tierra.
Este viene a ser el mensaje anticolonial de la posesión de Tiwanaku…
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.