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La precariedad laboral como fenómeno estructural

Fuentes: Rebelión

En estos días se cruza la información difundida por la OIT en su Panorama Laboral 2013 para América Latina y el Caribe [1] y la difusión de medidas locales relativas a la precariedad laboral y el empleo doméstico. La OIT destaca en su informe sobre América Latina y el Caribe que «Los salarios crecen menos […]

En estos días se cruza la información difundida por la OIT en su Panorama Laboral 2013 para América Latina y el Caribe [1] y la difusión de medidas locales relativas a la precariedad laboral y el empleo doméstico.

La OIT destaca en su informe sobre América Latina y el Caribe que «Los salarios crecen menos que en años anteriores, la informalidad no se reduce, la productividad está creciendo por debajo del promedio mundial, y aumenta la desocupación de los jóvenes en zonas urbanas». Agrega que en América Latina y el Caribe son unos «14,8 millones de mujeres y hombres que buscan trabajo sin conseguirlo», cuantificando la dimensión del problema del empleo, a lo cual deben incluirse unas 130 millones de personas que trabajan en condiciones de informalidad. La OIT señala que hace 20 años que difunde el estudio sobre la cuestión laboral en la región y que los mejores registros de la última década parece agotarse, interrogándose sobre el futuro, que en el marco de la crisis capitalista, no augura noticias favorables para los trabajadores.

Son datos coherentes con los oportunamente difundidos por Michel Husson [2] relativos a información de la OIT para el 2012, donde se señala que para un empleo mundial de 3.130 millones de trabajadores, el empleo en los países «avanzados» es de 470 millones de trabajadores, mientras que los empleos asalariados en los países «emergentes» suman 1.110 millones de trabajadores, y otros empleos en estos países alcanzan a 1.550 millones, con lo cual suman 2.660 millones de trabajadores (1.110+1.550), constituyendo la mayoría de los trabajadores del mundo, y entre ellos se destacan los informales. Es evidente que en estos datos pesan China y la India, pero son elocuentes respecto al trabajo en el mundo, especialmente en el empobrecido Sur, donde sobresale en las condiciones del capitalismo contemporáneo el deterioro de los ingresos y las condiciones de trabajo medido en millones de personas.

El documento de la OIT remarca que de cada 10 trabajadores latinoamericanos y caribeños, al menos 3 no tienen acceso a ningún tipo de cobertura de protección social. Es el cuadro de la precariedad en la región latinoamericana y caribeña. En ese marco de referencias, la OIT concluye que el desaliento y la frustración sin duda contribuyen a que unos 22 millones de jóvenes no estudien ni trabajen, y en general, confirmando la discriminación de género, se concluye que las mujeres siguen estando más afectadas por el desempleo y la informalidad. Es obvio que se trata de conclusiones que superan la dimensión «económica» para proyectarse en el plano de lo social, lo político y cultural.

Situación en Argentina

Los datos locales confirman esas tendencias en la Argentina, por lo que las autoridades locales anunciaron medidas en estos días para intentar reducir la informalidad con metas concretas en los próximos meses.

Según el INDEC, un tercio de los trabajadores en la Argentina están en situación irregular, sin seguridad social, por lo que se han dispuesto un conjunto de medidas para contrarrestar la situación e incentivar la regularización del empleo.

Entre otras cuestiones se sustenta la reducción de contribuciones patronales para microempresas, medidas que tienen historia en políticas similares gestadas transitoriamente en los 90´ y que desfinanciaron el sistema previsional. Al mismo tiempo, se propone fortalecer la fiscalización y la capacidad de inspección del Estado, junto a la creación de un registro para incluir a las empresas que violen la legislación laboral. La crónica periodística señala que «La Presidenta aseguró que con esta batería de instrumentos se apuesta a regularizar a 300 mil trabajadores durante el primer año de vigencia y a 650 mil en dos años, lo que permitiría reducir la tasa de informalidad de 33,5 a 28 por ciento.» [3] En la misma nota se dice que la Presidenta enfatizó «que la precarización laboral es uno de los grandes problemas que suelen enfrentar los trabajadores, junto con el desempleo.»

En esa misma línea, a los pocos días de los anuncios se informó sobre la reglamentación del trabajo a domicilio, uno de los ámbitos de mayor informalidad e irregularidad. Se intenta intervenir sobre el ingreso de los trabajadores domésticos y sobre las coberturas por riesgos del trabajo.

Ambas medidas fueron anunciadas mientras resuenan aún las crónicas y análisis del paro nacional del pasado 10 de abril. El interrogante es si con reducción de aportes patronales y renovados anuncios de control estatal se resuelve el tema de la impunidad empresaria que mantiene los elevados niveles de irregularidad en el empleo. Quizá, para terminar con la informalidad, la solución vendrá más por la libertad y democracia sindical que se deriva de la generalización en la designación de delegados sindicales por empresas. Vale recordar que aproximadamente, solo entre un 15 y 20% de las empresas reconocen la existencia de delegados sindicales, lo que favorece la impunidad en la mayoría de las empresas, las que actúan sin los límites que pueden establecer sus trabajadores si estuvieran organizados sindicalmente.

Es correcto que el Estado actúe, pero más que una respuesta económica sobre disminución de aportes patronales, o relativa a funciones burocráticas, de control y supervisión, resulta más adecuada la propia autodeterminación de los trabajadores en el control del empleo. En ese sentido es necesario modificar la legislación sobre la organización sindical y revertir la tendencia regresiva de la relación entre el capital y el trabajo que construyó la ofensiva del capital hace cuatro décadas. Esto último se juega en la construcción del nuevo modelo sindical que se manifiesta en la experiencia de la CTA y variadas comisiones internas. Es parte del camino propio para responder social y políticamente a la ofensiva patronal y construir una contraofensiva popular.

Notas

[1] http://www.ilo.org/americas/publicaciones/panorama-laboral/WCMS_232760/lang–es/index.htm

[2] MICHEL HUSSONLa formación de una clase obrera mundial. Lunes 6 de enero de 2014, en: http://www.vientosur.info/spip.php?article8622

[3] Plan para regularizar el trabajo informal. Página 12, 15/4/2014, en: http://www.pagina12.com.ar/diario/economia/2-244160-2014-04-15.html

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.