Recomiendo:
3

La precarización de las masas trabajadoras en la 4T

Fuentes: Frente Nacional de Lucha por el Socialismo

El año 2021 en México se mantuvo el incremento de la pobreza y por ende de la precarización de las condiciones vida del pueblo trabajador, esto como consecuencia directa de la crisis capitalista que se mantiene con un carácter global y prolongado.

Diversos indicadores económicos ilustran esta realidad como por ejemplo los niveles de inflación y de la pérdida del poder adquisitivo del salario.

El incremento en el precio de los productos de primera necesidad incrementó en un promedio de 7.5 por ciento, cifra oficial que sin dejar de ser objetivo aún no alcanza a mostrar la realidad respecto al problema inflacionario que se vive en México, algunos productos como la tortilla alcanzó un incremento de más del 11 por ciento y el tomate hasta el 16 por ciento.

El gas de uso doméstico alcanzó un incremento en su precio del 11 por ciento, este fenómeno recurrente del capitalismo afecta directamente a la situación económica de las familias proletarias por las dificultades que significa adquirir dichos productos, en algunos casos incluso el pueblo deja de consumir lo que no alcanza a comprar y como consecuencia florecen diversos problemas de salud física y psíquica por la mala alimentación y las preocupaciones.

Uno de los problemas de salud que se vinculan con la pobreza es la desnutrición, según la Secretaria de Salud hubo un incremento de más del 18 por ciento de agosto del 2020 a agosto de 2021, las cifras de esta dependencia solo abarca a las personas que son atendidas por alguna institución de salud, no obstante, hay miles de casos más en comunidades indígenas y campesinas que no son tomadas en cuenta en las cifras y tampoco son atendidas.

La precariedad de las masas tiene que ver que la negación a derechos fundamentales, como el derecho a la alimentación nutritiva, suficiente y de calidad, estipulado en el artículo 4 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el derecho a que los trabajadores perciban una remuneración equitativa y satisfactoria como lo marca el artículo 23 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El salario que actualmente percibe el trabajador no le alcanza para adquirir todos los productos de la Canasta Alimentaria Recomendable (CAR) que por su definición es el conjunto de insumos básicos para una alimentación saludable y digna, la relación entre el salario mínimo y el precio de los productos requeridos para la vida cotidiana da lugar al poder adquisitivo del salario, es decir, lo que es posible adquirir con lo que percibe un obrero, en el capitalismo esta relación es contradictoria, es decir, desigual.

Si bien a comparación del sexenio anterior el salario mínimo tuvo un incremento de por lo menos 35 pesos, y pasó de 88 a 123 pesos, esto no significó mejoras en las condiciones de vida para los trabajadores, por el contrario, el burgués al invertir más capital en la fuerza de trabajo, impone nuevos precios para mantener sus tasas de ganancias y así recuperar lo invertido en los salarios.

Bajo esta lógica se dan los diversos incrementos a los productos alimenticios, y no solo de ello, sino de otros productos de uso necesario como los servicios de energía eléctrica, el gas, calzado, vestido, medicamentos, y demás productos de uso cotidiano y que se requieren para tener una vivienda y una vida digna, por ello, por más incrementos que tenga el salario mínimo, las mercancías elevan su precio en igual o mayor proporción.

No hay salario que alcance para cubrir todos los gastos, es lo que se escucha en los hogares proletarios, con la crisis capitalista cada vez más obreros son arrojados a las filas del desempleo y de la miseria, existe mayor explotación, hay trabajadores que tienen que cubrir doble turno para poder cubrir algunos de los gastos familiares.

Académicos de la UNAM presentaron en meses recientes la cifra de que en los años 2019 y 2020 hubo un mayor nivel en la inflación y en la pérdida del poder adquisitivo del salario, el cual se tradujo en que 41 millones y medio de personas que se encuentran dentro de la producción, y que perciben un salario no pueden adquirir la Canasta Básica, necesitan por lo menos cuatro salarios mínimos el cual únicamente lo perciben algunos cuantos.

Hay otro grueso de la población que no percibe salario mínimo, como los trabajadores del campo, es decir los campesinos, y también los comerciantes o vendedores ambulantes, pero que de igual manera se ven imposibilitados con sus ingresos cotidianos adquirir los productos de primera necesidad.

Se puede observar todo tipo de carencias en las comunidades campesinas y en las periferias de las grandes urbes, escenario que es imposible de ocultar, los niveles de pobreza aumenta cada vez más en nuestro país, no obstante, hay intentos del ejecutivo federal de ocultar esta verdad a través de la retórica, por ejemplo, con el dicho de que los problemas económicos que atraviesa el país es responsabilidad de la actual pandemia del Coronavirus, o la frase “tengo otros datos” para negar la realidad de pobreza y miseria.

Que hoy el pueblo viva en condiciones deplorables e incertidumbre por el constante desempleo y violencia institucional no es producto de la pandemia, sino del modo de producción capitalista que sólo crea miseria para la mayoría de la población. La pandemia resaltó lo peor e inhumano que es el capitalismo y por supuesto su incapacidad para enfrentar este nuevo problema de salud.

Al parecer todo dato que no provenga de lo que se dice en el discurso oficial no tiene validez, así sucedió por ejemplo cuando insistentemente el gobierno federal planteó que en México no hay presos políticos, sin embargo, diversos testimonios e informes de organismos independientes de derechos humanos replicaron ese discurso y demostraron que el discurso oficial es demagógico.

En el tema de la precarización de las masas trabajadoras el Ejecutivo federal plantea tener otros datos, y según éstos indican que en el pueblo hay “bienestar y felicidad”, argucia mediática que busca ocultar el fondo del problema económico, político y social que se vive en México.

¿Cómo puede haber bienestar y felicidad? Si en tres años los niveles de violencia es tal que ha habido 100 mil víctimas de asesinato, cuando 2.5 millones de mexicanos están en busca de un empleo, o cuando vendedores ambulantes son reprimidos únicamente por luchar por un espacio para trabajar y así poder subsistir. En el capitalismo no hay bienestar para el pueblo.

El gobierno federal se jacta de mejorar las condiciones de vida del pueblo a partir de la entrega de recursos económicos derivado de los programas sociales, argumento que han utilizado de igual manera los gobiernos anteriores, en realidad dichos “apoyos económicos” son programas asistencialistas con lo cual tratan de amortiguar los efectos de la crisis capitalista, pero no resuelve el problema de fondo, la pobreza se mantiene y acrecienta.

Resulta que dichos programas tienen un carácter contrainsurgente dado que su intención es crear en el pueblo una actitud conformista y paternalista; la pretensión gubernamental con los programas sociales es eliminar la conciencia de clase del pueblo y la lucha contra el régimen de explotación y opresión.

A medida que transcurre el sexenio la pobreza crece e incrementan las promesas de mejoras a las condiciones de vida del pueblo, las cuales hasta ahora no se han reflejado en la realidad, la promesa de abaratar los precios de algunos de los productos de uso diario como el gas LP terminó por ser un buen deseo del gobierno federal porque en los hechos mantiene un precio elevado.

Las medidas económicas y políticas que toma una administración gubernamental en aras de buscar superar la crisis capitalista tienen repercusiones negativas para el pueblo, porque dichas medidas únicamente benefician a la oligarquía nacional y extranjera, el ejemplo, es lo sucedió en el sur del país donde a miles de campesinos y colonos se les quitó sus tierras, se les destruyó sus hogares, las tierras despojadas se las entregó a empresarios, grandes propietarios de tierra y caciques.

Esta realidad nos debe enseñar como pueblo las verdaderas razones por la cual nuestras condiciones de vida son precarias, también nos enseña que es necesario la organización y la unidad popular para revertir esta situación y luchar por una sociedad justa, sin desigualdad económica y social, en otras palabras, es vigente y necesario la lucha por el socialismo, porque es la que nos garantiza superar de raíz el problema que genera la pobreza, la miseria y la violencia en el pueblo.

Artículo publicado en la revista Consigna Socialista 60, órgano de análisis y difusión del FNLS.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.