Una «declaración de objetivos» confidencial de siete páginas de Google Inc. muestra al gigante de la era de la información sumido en un profundo dilema sobre una pregunta básica: ¿cuáles son los límites a la hora de beneficiarse de las joyas de su corona, es decir, la inmensa cantidad de información que posee sobre lo […]
Una «declaración de objetivos» confidencial de siete páginas de Google Inc. muestra al gigante de la era de la información sumido en un profundo dilema sobre una pregunta básica: ¿cuáles son los límites a la hora de beneficiarse de las joyas de su corona, es decir, la inmensa cantidad de información que posee sobre lo que la gente hace en Internet?
¿Debería sacarle más provecho a todo lo que sabe sobre los usuarios de Gmail? ¿Debería crear una amplia «plataforma de negociación» para comprar y vender datos en la web? ¿Debería permitir que la gente pagara para no ver ningún anuncio publicitario?
Estas y otras ideas se discutieron en el documento, revisado por The Wall Street Journal y creado a finales de 2008 por Aitan Weinberg, un gerente de producto para publicidad basada en los intereses del usuario de Google. Junto con entrevistas a más de una docena de empleados y ex empleados de la compañía, el documento -compilado tras varios meses de conversaciones internas- ofrece una perspectiva franca e introspectiva del esfuerzo de Google por permanecer a la vanguardia de la economía de la información.
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Google está entrando en territorio desconocido, afirman estas personas. Hasta hace poco, la empresa se oponía a usar sus propios datos sobre los usuarios para lucrarse, por temor a las reacciones negativas. Pero la rápida aparición de rivales que siguen las actividades en línea de los cibernautas y venden los datos, además del crecimiento de Facebook, está obligándola a reconsiderar su planteamiento.
Aunque personas cercanas al asunto lo calificaron como un «documento de intercambio de ideas», algunas ideas ya se han implementado: por primera vez, Google comenzó a utilizar el año pasado sus propios datos sobre el historial de navegación de los usuarios para rastrearlos y mostrarles anuncios.
Las decisiones de Google sobre sus propios datos influirán en lo que hagan sus rivales con los suyos. Con más usuarios que cualquier otra compañía de Internet, Google tiene una habilidad incomparable para diseñar nuevos métodos publicitarios y convertirlos en el pan de cada día. Google es tremendamente importante para la privacidad en línea. Aproximadamente 75% de los usuarios globales de Internet, o 943,8 millones de personas, usaron sus servicios en junio, más que ninguna otra compañía, según comScore.
La declaración de objetivos de Google describe la inmensa base de datos de Google como «la MEJOR fuente en Internet de los intereses de los usuarios». Las ideas más audaces colocarían a Google a la vanguardia del negocio de rastrear a gente en línea para beneficiarse de sus acciones. Por ejemplo, un mercado de intercambio de datos permitiría combinar y usar información personal de varias fuentes -incluyendo Google- para hacer un seguimiento altamente personalizado de los usuarios.
Una investigación de The Wall Street Journal, «Lo que saben», examina el creciente comercio de este tipo de datos y las consecuencias para la privacidad individual.
Google va a la zaga en varios de estos campos por elección propia. Famosa por su lema Do No Evil (‘»No haga el mal»), la compañía se resistió durante años a usar cualquier método que rastreara a la gente en Internet sin su conocimiento por la feroz insistencia de sus fundadores, Larry Page y Sergei Brin. Pero ambos han decidido gradualmente que pueden comenzar a explotar los datos que controla su empresa, sin explotar a los consumidores, según afirman las fuentes entrevistadas.
«Nos estamos moviendo a gran velocidad», dijo Page el mes pasado a una reportera que le preguntó sobre los planes de Google para con sus datos. «Hay muchos usos nuevos para esos datos. Los temores sobre el efecto negativo en los consumidores son ‘hipotéticos'», añadió. «Siempre es fácil ser temeroso con lo que puede pasar, ¿verdad?»
La venta de publicidad es una gran fuente de ingresos para Google, pero este negocio se está alejando de la «gallina de los huevos de oro» de Google: la venta de anuncios relacionados con los términos que usan los internautas en sus búsquedas. En su lugar, los anunciantes quieren captar a la gente basándose en información personal más específica tales como aficiones, ingresos, enfermedades o círculos de amigos.
Los cambios en Google reflejan un reajuste de poder en la web. Durante años, las compañías más fuertes eran las que tenían más tráfico de visitantes. Ahora, el poder lo tienen aquellas que tienen el mayor número de datos y son las más inteligentes en usarlos.
Como consecuencia, entre las compañías de anuncios publicitarios se ha desatado una guerra tan rápida que
Google teme quedarse atrás. A mediados de 2008, una presentación interna llamada «Meterse en el juego» revisada por el Wall Street Journal describe la importancia de introducirse en el lucrativo negocio de vender anuncios ‘destacados’, anuncios más grandes con fotos en lugar de los más pequeños sólo con texto. En este segmento, Google est’a detrás del líder Yahoo en facturación.
Por supuesto, Google aún lidera a los demás en Internet en el plano general. Tiene más usuarios y anunciantes que cualquier otro negocio en línea. Sus ingresos, de US$23.700 millones en 2009, triplican con creces los de su principal rival, Yahoo. Además, su negocio de publicidad en línea está creciendo más rápido que el de sus competidores.
Pero el crecimiento de su facturación se ha reducido drásticamente, y el gigante de las redes sociales Facebook representa una creciente amenaza con su capacidad de vender anuncios a sectores muy específicos entre sus más de 500 millones de usuarios.
El temor a Facebook pesa en Google, que ahora está diseñando su propio servicio de redes sociales, según las fuentes. La velocidad a la que cambia la web se ve reflejada en el hecho de que la declaración de objetivos de Google de 2008 apenas mencionaba las redes sociales y en cambio se centraba en AOL y Yahoo, los líderes en el negocio de los anuncios ‘destacados’.
Ninguna otra compañía tiene el potencial de saber tanto sobre sus usuarios como Google. Consideremos el caso de Ari Brand, un actor de 26 años que vive en Manhattan, Nueva York. Google sabe que pagó US$733 por un televisor de pantalla plana porque descargó la información de la compra a Google Docs. Conoce el contenido de los 23.000 correos electrónicos que ha enviado con Gmail desde 2006. También guarda copias de las búsquedas de Brand en Google de los últimos 18 meses.
Sin embargo, Google no cruza estos datos personales independientes.Por ejemplo, no usa la información obtenida de la cuenta de Gmail de una persona para ofrecer anuncios publicitarios a esa persona cuando esté en otras páginas en la web.
Uno de los grandes obstáculos para que Google ganara más dinero en este campo era su cofundador, Page, quien se oponía fervientemente a dejar que Google instalara cookies -archivos de texto que se pueden usar para ayudar a seguir las actividades de la gente en línea- en las computadoras de la gente para ofrecer anuncios.
Estas políticas perjudican las ventas de anuncios de Google y los hace menos eficaces. Sin las cookies publicitarias, Google podría vender anuncios basándose sólo en el contenido de una página, por ejemplo, colocando un anuncio de zapatos en una página sobre zapatos. Esto es lo que se conoce como segmentación «contextual» y muchos anunciantes la consideran menos eficaz que la segmentación «por comportamiento», que identifica a los usuarios específicos y sus intereses.
Mientras diversas facciones dentro de Google continuaron discutiendo sobre este tema, se presentó una oportunidad. DoubleClick Inc., que tenía la mayor participación de mercado del negocio de anuncios destacados, se puso a la venta, y el archirrival de Google, Microsoft, se lanzó al acecho.
Los ejecutivos de Google miraban con recelo la forma en que DoubleClick usaba cookies para rastrear a los cibernautas en línea, pero consideraron que la compra les aportaría experiencia y clientes.
En 2007, Google acordó comprar DoubleClick por US$3.100 millones, y comenzó a colocar cookies de DoubleClick en cada página donde Google vendía anuncios destacados.
Por vez primera, Google tenía la capacidad de presentar anuncios dirigidos a personas individuales, si bien aún había demasiada resistencia interna como para comenzar a usarlos.
Weinberg, el autor de la declaración de objetivos, estaba al corriente de la delicadeza del tema: en el primer párrafo, decía que la audiencia objetivo es «de una naturaleza sensible».
Para conseguir los datos de otras compañías, Google contempló varios modelos de negocios, según el documento. Podría pagar directamente por los datos, o compartir los ingresos de los anuncios relacionados con los datos, o incluso establecer un sistema de intercambio de datos. El documento sugiere que Google podría comenzar a vender anuncios en la web basándose en los datos de la gente en sus cuentas de Gmail, y de su servicio de pago Checkout Service, rival de PayPal, de eBay Inc.
Todo esto supondría un cambio significativo. En la actualidad, Google coloca anuncios contextuales dentro de la cuenta de Gmail de los usuarios, pero no sigue a esa persona a otras páginas web con esos anuncios. Para finales de 2008, los ejecutivos de Google se preparaban para lanzar anuncios altamente personalizados, pero los aspectos específicos seguían siendo polémicos.
Brin era más reacio que Page, según las fuentes. Pero al final dio su brazo a torcer y se aprobaron los planes para que Google vendiera anuncios dirigidos a los intereses de la gente.
Fuente: http://online.wsj.com/article/SB128139814321225965.html?mod=WSJS_inicio_LeftTop