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Conflicto de docentes: ¿Quién lo dijo?

La puesta en marcha de una nueva estafa

Fuentes: Rebelión

«Las clases tienen que empezar, pero el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tendría que hacer un esfuerzo mayor».(El día). ¿Por qué no empezar una nota pretendidamente seria con el tono de un acertijo televisivo: quién lo dijo? Algunas pistas. La frase en cuestión contiene una afirmación: «Las clases tienen que empezar…» la forma […]


«Las clases tienen que empezar, pero el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tendría que hacer un esfuerzo mayor».(El día).

¿Por qué no empezar una nota pretendidamente seria con el tono de un acertijo televisivo: quién lo dijo? Algunas pistas.

La frase en cuestión contiene una afirmación: «Las clases tienen que empezar…» la forma es imperativa, denota un deber, una exigencia, un mandato que generalmente se corresponde al discurso que la patronal dirige a sus empleados.

Con variantes, esta frase fue dicha en las últimas semanas por todos los funcionarios provinciales y por parte de los nacionales; todos y cada uno de ellos la repitieron hasta el cansancio, demostrando la inquietud por el impacto político nacional que empujaría un conflicto docente en la principal provincia del país; ya que, un conflicto de dimensiones en provincia de Buenos Aires tracciona a un reclamo del conjunto de los trabajadores estatales y coadyuva a que los gobernadores de las 8 provincias, que iniciaron las clases con conflictos, se vean apretados para un arreglo salarial favorable a los educadores.

La frase en cuestión contiene, además, un término que funciona como conjunción adversativa: «pero». Este término intenta marcar una oposición o diferencia entre la frase que precede y la que sigue; pero, como va acompañada de un verbo en potencial: » el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tendría que hacer un esfuerzo mayor», pierde ese carácter para transformase en una conjunción copulativa: «y»; lo que le da la siguiente forma gramatical: «Las clases tienen que empezar y el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires tendría que hacer un esfuerzo mayor».

Es evidente que con semejante ayuda nadie puede dejar de acertar este simple «quién lo dijo?», sobre todo si no es tan importante el nombre del sujeto, si no la función que cumple en medio de este conflicto. «Un funcionario de la cartera educativa» sería la respuesta cantada de cualquier ciudadano de inteligencia media. Sin embargo es una respuesta equivocada. 

Las declaraciones que el representante del Suteba Provincia de Buenos Aires, Roberto Baradel, realizó a la salida de la reunión convocada con urgencia por el ejecutivo felipista, en el día de hoy, no podían ser más significativas. Antes de partir raudamente a un plenario de Secretarios Generales de distrito, Baradel lanzó esta frase, lo que le permitiría, minutos después, al gobernador Solá abrir las sesiones parlamentarias 2007, con el anuncio triunfalista de que el conflicto docente está en vías de superación y que, finalmente, su optimismo de los últimos días se hallaba ampliamente justificado, al afirmar que el próximo lunes, 4.2 millones de niños comenzarán las clases en la provincia.

Baradel, de esta manera, le allana (o al menos trata de hacerlo) el camino a Solá, a Filmus, a Kirchner y su jefe, «el ministro» Yasky, burlándose brutalmente del ánimo de lucha manifestado por maestros y profesores, quienes vienen discutiendo no iniciar las clases sin un aumento salarial al básico, que recomponga el escalafón docente y que los coloque en el camino de alcanzar la canasta familiar.

Con un sueldo básico de 414 pesos para el cargo testigo la aceptación de los 110 pesos ofrecidos por el gobierno de Solá, de acuerdo a versiones periodísticas, sigue dejando a los docentes por debajo de la línea de la pobreza y achatando la pirámide salarial en 11 años. El achatamiento de la pirámide salarial, tiene como objetivo terminar con el pago estatutario de la antigüedad docente, único mecanismo de diferenciación salarial entre trabajadores con mayor  antigüedad.

El pago de un proporcional por antigüedad entre los maestros se justifica en cuanto, a diferencia de otros empleos, en la docencia no existe un régimen de categorizaciones del tipo: calificado, medio oficial, oficial múltiple, etc. La nueva Ley de Educación nacional intenta  modificar esta conquista estatutaria e imponer lo que se llama salario por mérito o productividad, el que se conformaría a partir de mix: calificación + capacitación; lo que daría lugar a un sistema de puntajes que intervendrían en la composición del salario.

De confirmarse la aceptación de un básico de 524 pesos la estafa a la que el Frente Gremial somete a las bases docentes no tendría retorno. En esta situación, Baradel sería a Solá, lo que el intervenido Indec es a Kirchner. Uno, necesitaba anunciar en la Asamblea legislativa nacional una inflación trucha del 1% y el descenso de la desocupación a un digito, para enseñorearse como «estadista con control de gestión»; el otro, necesita que la provincia este calma para seguir con los ajustes en salud y educación sin solución de continuidad.

Pero, así como en el Indec, los trabajadores resisten la intervención; en provincia de Buenos Aires los maestros resisten las entregadas. Un plenario de delegados docentes y comisiones directivas de seccionales opositoras, realizado en capital el último día de febrero, ya tomó cartas en el asunto decidiendo un paro de actividades de 48 horas, los días 5 y 6 de marzo, y asambleas generales para resolver la continuidad de la lucha en caso de que las reivindicaciones de un sueldo digno no sean cumplidas por el gobierno de Solá.

El plenario de educadores se pronunció por:
-Aumento de 1200 pesos al básico. Basta de salario en negro.
-En contra de las modificaciones al estatuto del docente, régimen de licencias y extensión de la jornada laboral.

Todavía hay mucha tinta que gastar en el conflicto docente de la Provincia de Buenos Aires, antes de anunciar alegremente y con tono de funcionario que «Las clases tienen que empezar…»