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La rectora del patriarcado caciquil de la Universidad de Guadalajara

Fuentes: Rebelión

Es innegable que la designación de Karla Planter como nueva rectora general de la Universidad de Guadalajara es algo inédito e histórico pues desde 1925, año de la fundación de esta institución, nunca había tenido una mujer como máxima autoridad formal.

Todos han sido rectores desde aquella lejana fecha fundacional de casi un centenario. Pero hubo de rectores a rectores y solamente uno de ellos, el licenciado Raúl Padilla López, fue quien mantuvo un poder absoluto durante 34 años (de 1989 a 2023). Fue un poder caciquil que puso y quitó rectores a su antojo y si hubiera vivido más también habría impuesto a la actual rectora electa.

No la alcanzó a designar en vida pues el exrector se suicidó el 2 de abril pasado, pero si lo hicieron sus herederos políticos más importantes como son Trinidad Padilla López, Tonatiuh Bravo Padilla y Alfredo Peña Ramos. Esta triada o triunvirato caciquil, herederos directos del poderoso grupo de la UdeG, acorde a los tiempos actuales, consideró que ya era hora de poner a una mujer fiel a todos los designios políticos de la elite que ahora decide que se hace y que no.

Desde su fundación la UdeG siempre se ha regido por un patriarcado liberal–conservador. Ha sido un patriarcado que durante casi cien años ha tenido cuatro grandes etapas dominadas por caciquismos a modo del construido nacionalmente desde la formación política posrevolucionaria; fiel reflejo de las estructuras corporativas clientelares del priísmo más rancio devenido en el último sexenio en morenismo mesiánico caciquil–patriarcal, que nunca imaginamos entraría en abierta alianza política con la corruptísima mafia padillista; un ejemplo de las formas visibles del pragmatismo de las elites del poder político nacional.

Cierto es que ya ha habido rectoras en algunos centros de la Red Universitaria de la UdeG. La misma Karla Planter fue rectora del Centro Universitario de los Altos (CUAltos). Nos preguntamos si bajo la dirección de las mujeres rectoras hubo cambios significativos en las formas administrativas–políticas, especialmente en los aspectos propiamente académicos. Esto es importante considerarlo porque no es que haya una mujer en un cargo importante para modificar sustancial y necesariamente el rumbo de la política universitaria, particularmente la de naturaleza académica y cultural. Se requiere, ante la profunda crisis política y académica universitaria, de un cambio radical que está al margen del género en funciones de la rectoría, en este caso de la rectoría general. Lo que está de fondo en cuestión es la política de un proyecto universitario innovador y de consensos, y esta política no puede provenir de una nomenclatura burocrática–política del poder sino de abajo, de la propia comunidad universitaria de profesores y estudiantes.

La nueva rectora fue electa el 22 de noviembre pasado por 112 votos de un total un de 194 de las y los 196 integrantes del Consejo General Universitario (CGU). Karla Alejandrina Planter Pérez fue elegida para dirigir la Rectoría General del 1 de abril de 2025 al 31 de marzo de 2031. Pero ¿Qué hay detrás del proceso electoral? En primer lugar es totalmente cuestionable la elección de los 196 consejeros, pues la votación para elegir tales consejeros fue totalmente minoritaria y carente de legitimidad; solamente una cuarta parte del total del padrón electoral participó dentro de un proceso amañado debido, entre otras cosas, a los férreos candados para registrar candidatos independientes de la elite burocrática–académica, quienes a su vez mueven los hilos para designar a los candidatos fieles y sumisos al poder de la nomenclatura. En otras palabras, el CGU es espurio por la ausencia de un proceso democrático electoral abierto a toda la comunidad; por tanto, la elección de la rectoría también carece de legitimidad, pues la mayoría de los consejeros tenían ya el voto amarrado impuesto verticalmente por sus jefes inmediatos; de ahí el porcentaje de casi el 65 del total de los sufragios emitidos. Por eso es que una parte importante del tinglado ocurrió en octubre pasado, cuando se palomearon desde arriba los casi 200 integrantes del CGU y con ello el sentido del voto reflejado el 22 de noviembre. Los otros candidatos y candidatas a la rectoría fueron, como siempre, de relleno para aparentar una competencia donde ya había una decisión acordada por el sanedrín.

Previo a la votación, el rector Ricardo Villanueva Lomelí agradeció la participación del CGU y felicitó a los candidatos “por su entrega y su compromiso con la comunidad universitaria… Habla de una comunidad unida, fuerte, y podría decir que hasta impenetrable. Eso es lo que tiene a esta universidad como la universidad que avanza más rápido en todo México, porque nuestro esquema y las decisiones democráticas que se toman nos hacen avanzar rápido y fuerte”, dijo. Por supuesto, lo de las decisiones democráticas es una entelequia. Además, el CGU no tiene ningún compromiso con la comunidad universitaria sino con sus jefes inmediatos quienes los impusieron en la farsa electoral.

Es posible que la nueva rectora tenga los méritos académicos suficientes, pero su carrera, al margen de su destacada trayectoria periodística dentro de los medios informativos de la universidad –controlados verticalmente por los liderazgos caciquiles y con una política cerrada a voces críticas democráticas para una necesaria pluralidad ideológica– ha sido eminentemente burocrática-administrativa.

¿Cuál es el proyecto universitario de la rectora? La maestra Karla Planter siendo candidata presentó su plan de trabajo con el lema «Pensemos en grande», al cual calificó como un “punto de partida” para promover el diálogo entre las y los actores de la Red Universitaria. Algunas de sus ideas fueron las siguientes: Enfatizó la importancia de las aulas en la Red Universitaria como espacios para la enseñanza; Planteó el diseño de planes educativos flexibles con la implementación de nuevas modalidades (híbridas, presenciales, a distancia); Planteó la incorporación de nuevas formas de certificación, así como la transversalización de metodologías educativas; Impulsará la transferencia tecnológica, la divulgación y las investigaciones, por lo que se crearán programas que fortalezcan la edición y publicación de investigaciones y las revistas científicas universitarias; Se revisarán los tabuladores salariales del personal administrativo para que éste sea más horizontal; Se replantearán los criterios para el ingreso de nuevos empleados y ofrecerán capacitaciones continuas que ayuden al desarrollo profesional y personal de las y los trabajadores; Además aseguró que habrá colaboración con el Gobierno Estatal y pedirá respeto a la autonomía universitaria. Otra iniciativa es promover la creación e institucionalización de una red de hospitales-escuela universitarios en las diferentes regiones de Jalisco, donde se ofrezca la carrera de Medicina.

“Aún con todos los esfuerzos y logros en materia salarial de la actual administración, todavía falta por hacer. Necesitamos contar con una política de mejora salarial, combinada con un programa de estímulos que incluya a los eternamente olvidados, los técnicos académicos y los profesores de asignatura. Me queda claro que este es un tema prioritario y voy a trabajar en ello”, afirmó.

Sin duda, hay varias propuestas relevantes al margen de cosas obvias como “la importancia de las aulas en la Red Universitaria como espacios para la enseñanza”. Contribuir a resolver la cuestión salarial es muy importante, precisamente porque la actual administración de Villanueva Lomelí no hizo nada al respecto. La mejora salarial, especialmente la de los técnicos académicos y profesores de asignatura adquiere importancia ante un profundo abismo entre las condiciones privilegiadas y los sueldos extraordinarios de la “burocracia dorada” y la mayoría de la planta académica en condición precaria. Ojalá realmente haya un empeño efectivo de la nueva rectora con este compromiso. Hasta el momento la política académica sustentada en los principios neoliberales sigue prevaleciendo; de ahí, entre otras cosas, la vinculación de la universidad con los intereses empresariales y la ideología del managerialismo universitario.

Pese a todo el plan de trabajo de “Pensemos en grande”, la cuestión reside en la ausencia de un balance crítico de la situación que guarda la institución tanto en lo político como en lo académico y cultural. Este si sería un “punto de partida”. Habrá que ver si la nueva administración elabora un diagnóstico de las “fortalezas y debilidades”, especialmente de las debilidades que son más. De esta fecha hasta abril tendría que trabajar en tal sentido. Si realmente se quiere pensar en grande para cambiar en lo posible a la universidad es necesaria una estrategia de reestructuración institucional teniendo como punto de partida una verdadera Reforma Universitaria derivada de un Congreso General Universitario Democrático de la cual emane esencialmente una profunda reforma académica. Esto empezaría con un verdadero diálogo entre las autoridades y la comunidad universitaria si es que la rectora electa realmente quiere escuchar a los académicos y a los estudiantes y abrir los espacios de participación directa.

Una mujer en la rectoría poco significa para un feminismo universitario progresivo políticamente si no cuenta con una política democrática y vinculada a la propia comunidad universitaria y a las necesidades sociales. Es la naturaleza de la política democrática que se hace y por hacer y no el género por sí mismo lo que trastoca el sistema establecido ¿Más de lo mismo o hacer cambios posibles y necesarios?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.