Es innegable que el Proceso de Cambios atraviesa por una coyuntura particularmente compleja, donde debe evitar la fractura irreversible de sus bases sociales y, paralelamente, superar la crisis económica y política por la que atraviesa el país.
Acerca de esos y otros temas hablamos con el reconocido sociólogo y actual jefe de carrera de Sociología en la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Eduardo Paz Rada.
¿Cómo definiría el momento por el que atraviesa el Movimiento Al Socialismo (MAS)?
Cuando faltan pocos meses para las elecciones generales en Bolivia y en medio de incertidumbre económica y política, se advierte una brecha cada vez mayor entre las tendencias existentes dentro del MAS, más aún cuando el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) autoprorrogado, como el máximo poder real y efectivo en el país, determina el reconocimiento de un sector dirigido por Grover García, y sometido a esta sentencia el Tribunal Electoral ratifica esta decisión al margen de resoluciones anteriores y de las leyes electorales y partidarias.
La crisis es, hasta ahora, resultado de una lenta y constante pugna interna desde 2022 en el seno de los movimientos sociales que forman parte de la estructura del MAS y de la intensa campaña mediática orientada a dar fin con esta organización política, campaña que se inició hace más de una década. El fondo del asunto es una cuestión del control del poder y de sus instrumentos estatales y gubernamentales.
Este momento o coyuntura política se caracteriza, además, por una crisis política general que afecta al oficialismo como a la oposición, sobre todo en términos de la ausencia de un debate de propuestas políticas programáticas, de orientaciones estratégicas o de una visión de país y de mecanismos para enfrentar una situación compleja nacional e internacionalmente.
La ruptura de la institucionalidad en Bolivia se produce en el momento en el que se ejecuta el golpe de Estado judicial, no solamente por la decisión que toman los magistrados de autoprorrogarse, sino porque intervienen e impiden el funcionamiento autónomo de los poderes Legislativo y Electoral.
¿Qué estaría en juego si se produce la ruptura efectiva en el MAS?
La crisis y el rompimiento de las estructuras sociales y políticas que sostienen al MAS significan ya, y más adelante con mayor profundidad, el debilitamiento del proyecto nacional-popular más importante de la historia de Bolivia, la paulatina ausencia de un eje articulador de fuerzas sociales, territoriales, culturales y de una propuesta de transformaciones de largo aliento que se encamine a la plena soberanía e independencia, la descolonización y la liberación nacional.
La correlación de fuerzas, hasta ahora favorables al campo popular, tendería a orientarse al proyecto oligárquico-imperialista de someter al país a los intereses geopolíticos y económicos del imperialismo norteamericano y a los de las oligarquías locales que han iniciado una fuerte acción de sabotaje, especulación y desestabilización a través de los instrumentos bancarios, financieros, comerciales y mediáticos que se manifiestan en concreto en la escasez de dólares, la inflación, la devaluación y la falta de combustibles.
La ruptura del MAS podría significar un retroceso de las conquistas económicas basadas en la redistribución de la riqueza, paralización de las reformas que favorecen las mayorías nacionales, suspensión de derechos y garantías culturales, sociales, autonómicas de los pueblos indígenas, de las mujeres y, por supuesto, la aplicación de políticas entreguistas de los recursos naturales y la pérdida de la centralidad del Estado en sus roles económicos y financieros y en el desplazamiento de las naciones y los pueblos del ejercicio del poder.
La experiencia del golpe de Estado de noviembre de 2019 es por demás elocuente. Los representantes de las oligarquías terratenientes, los grandes bancos privados, las empresas de medios de comunicación, los sectores militares y policiales antinacionales, las iglesias fundamentalistas –incluida la cúpula de la Iglesia católica–, hicieron escarnio y botín para el asalto de los avances económicos, políticos, sociales, culturales, simbólicos y organizacionales del pueblo boliviano.
La derecha tiene por objetivo acabar con el Estado Plurinacional y volver a la República. ¿Es posible tal camino?
El odio histórico de la oligarquía y sus representaciones políticas, ideológicas e intelectuales hacia lo indio y popular han emprendido ya este objetivo de desmontar el Estado Plurinacional. Los discursos y propuestas están orientadas a este extremo, lo han anunciado sus dirigentes regionales, partidarios y empresariales con las propuestas de privatizaciones, aperturas librecambistas, retorno de las trasnacionales y las condiciones neoliberales de los años 80 y 90 del siglo pasado.
Sin embargo, se trata de una tarea muy difícil especialmente por la profundidad de las transformaciones sociales y culturales ocurridas en las dos últimas décadas. Sobre todo aquellas referidas al mundo simbólico y de sentido, al protagonismo adquirido por los indígenas, los cholos y cholas, las mujeres y los jóvenes, a la administración de los gobiernos locales y municipales, al control y dominio del territorio y a la recuperación de la dignidad que había sido arrebatada y sometida por el colonialismo y la dominación señorial.
Las formas que adoptan estos intentos pasan por la resignificación o distorsión de los fundamentos nacionales y populares de lo plurinacional y por las campañas de descrédito, así como por las acciones jurídicas e institucionales de destruir las bases del nuevo Estado. De todas maneras, las huellas profundas establecidas por los pueblos podrán ser borradas en la superficie, pero se mantendrán como conquistas muy importantes.
Al respecto, es posible recordar cómo fue la experiencia de Conciencia de Patria (Condepa), que sufrió una campaña de desprestigio por parte de los partidos de la oligarquía y los medios de comunicación empresariales; continuó con el fomento de la división interna, el reconocimiento de la fracción oportunista proneoliberal por parte de la Corte Nacional Electoral (CNE); todo con el objetivo de que los partidos tradicionales controlen o consigan los votos de las bases sociales de Condepa. El fiasco para este objetivo fue que esas fuerzas sociales populares del campo y la ciudad se inclinaron al MAS y a su propuesta de cambios radicales.
¿Cuánto ha cambiado la sociedad boliviana y en qué aspectos desde principios de siglo hasta hoy?
Muchísimo. La sociedad boliviana no es la misma de hace 20 años, se han producido transformaciones radicales tanto de carácter objetivo como subjetivo, tanto en lo económico, lo político y lo cultural, como en la vida cotidiana, en las subjetividades y percepciones, especialmente de los pueblos indígenas, campesinos, laburantes y populares antes marginados y excluidos a la vida nacional y de la política y los servicios imprescindibles para la vida. Estos sectores y clases eran considerados ajenos a la Bolivia oficial colonial y republicana y con su lucha se convirtieron en los protagonistas de la Historia.
Solamente para hacer unas referencias generales podemos señalar la recuperación de la dignidad y soberanía nacional que tuvo en la expulsión del embajador de los Estados Unidos en Bolivia, Philip Goldberg, en 2008, un punto alto. Está la nacionalización de los hidrocarburos y la recuperación de empresas enajenadas por las transnacionales que permitieron recuperar excedentes multimillonarios que estaban destinados a su exportación y que se utilizaron para la redistribución de la riqueza hacia toda la población a través de bonos, inversiones en infraestructura caminera, riego, agua, salud, educación y los servicios fundamentales.
Asimismo, se profundizó la democracia sustancial y liberadora con la realización de la Asamblea Constituyente que tuvo la participación de representantes de todas las regiones, sectores sociales, culturas y agrupaciones políticas y que cambió radicalmente las bases institucionales y legales del país. Los indígenas, las mujeres y los sectores populares y de trabajadores, como actores colectivos, se convirtieron en los sujetos del cambio.
Bolivia fue parte de los procesos de integración y unidad emancipadora de América Latina y el Caribe bajo los principios del pensamiento bolivariano e impulsó la diplomacia de los pueblos y los derechos de la naturaleza y los pueblos indígenas a nivel internacional.
Esto no significa desconocer desviaciones y prácticas de corrupción, clientelismo y manejo discrecional de espacios de poder e influencia que marcaron las contradicciones internas y las limitaciones para profundizar el proceso.
¿Cómo caracterizaría a la juventud boliviana actual comparada con la de principios de siglo?
La juventud es diversa, aunque existen tendencias a partir de las mediaciones culturales, económicas y sociales, y ahora mucho más por la influencia de los medios de comunicación y las redes virtuales, a desarrollar una influencia hacia la uniformidad en gustos, consumos, modas y otras manifestaciones, tomando en cuenta la fuerte influencia ideológica del celular y la Internet como mecanismos culturales de influir y tender a la homogenización humana. Los más sensibles a estas influencias son los jóvenes de hoy. También las oportunidades económicas y educativas han generado procesos de movilidad social y expectativas nuevas y diferentes en relación al pasado.
Tomando en cuenta estas consideraciones, la generación de jóvenes de hoy es diferente a la generación de jóvenes de hace 20 años. La de fines del siglo pasado fue golpeada por las reformas neoliberales, con un horizonte sombrío y difícil, pero al mismo tiempo fue capaz de generar en sus estratos populares una avalancha de fuerza social para cambiar las cosas. Así se explican la resistencia al neoliberalismo, la Guerra del Agua o la Guerra del Gas y las nuevas formas organizativas para irrumpir con nuevas perspectivas.
Los abuelos y padres de los jóvenes de hoy fueron las víctimas de las dictaduras de Banzer y García Meza y del neoliberalismo, en cambio estos ahora experimentan un mundo distinto de ventajas y mejores condiciones de vida, sus expectativas son más amplias en la educación, el trabajo y los niveles de bienestar, inclusive tomando en cuenta las situaciones críticas de los últimos años.
Actualmente los jóvenes se desenvuelven en otras dinámicas de socialización cultural y política, con redes diversas que presentan una situación de relativización e incertidumbre de los valores y los principios. Se trata de procesos de hibridación, mezcla y mestizaje que muestran facetas fuertes de inercia y pasividad y también facetas de rebeldía, impugnación y búsqueda
De todas maneras, considero que las juventudes de origen indígena y popular en el campo y las ciudades, que asumen una identidad propia, son una fuerza que mantendrá y defenderá lo conseguido por sus padres. En otro margen están los jóvenes de los sectores medios acomodados y privilegiados, cuyos padres perdieron el control de los aparatos del Estado, de la política y de la economía, que tienen una práctica aún cargada de formas de racismo y alienación muy fuertes.
Bolivia es parte del Mercado Común del Sur (Mercosur), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), ¿cuál es la importancia de participar en estas instancias?
Las instancias de integración regional en América Latina y el Caribe son de alta importancia para Bolivia, especialmente por su situación de conexión fronteriza con varios países y por su condición de país mediterráneo. Las últimas dos décadas fueron trascendentales por la formación y desarrollo de ALBA-TCP, la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y la Celac, bajo los principios bolivarianos impulsados por el comandante revolucionario antiimperialista Hugo Chávez. Sin embargo, en los últimos años, con el ascenso de gobiernos pronorteamericanos en varios países, esa potencia se debilitó.
Bolivia logró ingresar finalmente al Mercosur en un momento de contradicciones y crisis en esta instancia, por la visión totalmente contraria a los fundamentos de integración soberana que presenta Milei de Argentina y por la pérdida de liderazgo regional de Lula de Brasil. Las características de la economía boliviana hacen necesario desarrollar programas vinculados a la integración y relaciones con los países vecinos y abrir perspectivas conjuntas ante los desafíos y transformaciones de las relaciones económicas y comerciales a nivel mundial.
Siendo el ALBA-TCP una propuesta más radical de integración, en los últimos años ha perdido su fuerza por las crisis y presiones imperiales sobre los países miembros, especialmente las agresiones contra Venezuela y el bloqueo sobre Cuba. Finalmente, la Celac se presenta como un espacio fundamental de agrupar a los países de América Latina y el Caribe, sin los Estados Unidos y Canadá, pero la diversidad e incluso polaridad entre gobiernos importantes en la Región ha frenado su impulso.
Brasil y Argentina, las dos economías más fuertes, están hoy penetradas por poderosas transnacionales occidentales y también chinas e hindúes con millonarias inversiones. Y Bolivia, con una economía de fuste menor, no tiene el músculo comercial suficiente, aunque recursos naturales valiosos como minerales, litio, soya, alimentos, carne u oro podrían convertirse en productos de interés regional.
¿Es el imperialismo un peligro real para la Región y para Bolivia? ¿Por qué?
En el contexto geopolítico y geoeconómico mundial con China, India, Irán y Rusia en ascenso y la pérdida de influencia de la Unión Europea (UE), los Estados Unidos como la primera potencia imperialista mundial han desplazado sus fuerzas militares, diplomáticas y políticas sobre todas las regiones del planeta generando una situación de inestabilidad.
En el caso de América Latina el retroceso de la influencia estadounidense de las últimas dos décadas se ha frenado y el gobierno de Washington ahora está desarrollando una agresiva política de control y dominación sobre la Región con la movilización y acción de intervención directa de sus fuerzas militares, como son los casos de Perú, Ecuador, Argentina y Paraguay; con el impulso de golpes de Estado como en Bolivia, Brasil, Paraguay y Honduras; y con el auspicio a los proyectos políticos de los partidos conservadores, oligárquicos y proimperialistas como con Milei en Argentina, Noboa en Ecuador, Boluarte en Perú o Irfaan Ali en Guyana.
En la actualidad el peligro de la intervención del imperialismo en Bolivia y los otros países es inminente, especialmente por la radicalización de las posiciones de demócratas y republicanos en la afirmación del denominado Destino Manifiesto y de la Doctrina Monroe. Los nombramientos de Marco Rubio o Elon Musk como ministros de Donald Trump anuncian grandes problemas para América Latina y el Caribe y para Bolivia en particular.
No es poca la importancia estratégica de los recursos naturales existentes en la Región y que son motivo de la disputa geoeconómica mundial: nos referimos al litio, los minerales, el agua, los bosques la biodiversidad y los hidrocarburos.
Volviendo a las presidenciales de 2025, ¿la ciudadanía pudiera inclinarse por un candidato/gobernante del perfil de Milei?
No se descarta la posibilidad de apoyo en algunos sectores de la sociedad y en algunas regiones del país. Varios políticos están ensayando las poses y los discursos de Javier Milei, pero resultan absurdos y cómicos. Tales son los casos de Jorge Quiroga, Branko Marinković, Doria Medina o Antonio Saravia.
El nivel al que llegue la crisis económica con la escasez de dólares, la inflación, la especulación y la falta de combustibles, en paralelo a una crisis política que se profundice, podría permitir la presencia de una propuesta neoliberal libertaria bajo la figura de Manfred Reyes Villa, especialmente por su alineamiento con posiciones apoyadas por los republicanos de los Estados Unidos, la ultraderecha europea y el sionismo israelita.
Lo claro es que, más allá de Milei, el candidato que se convierta en el instrumento de las grandes empresas transnacionales del litio, los hidrocarburos, los minerales y la tierra, obedezca a los dictados del gobierno de Washington y el Fondo Monetario Internacional (FMI) y reflote el poder de la oligarquía local, orientará sus decisiones en la línea impuesta por Milei en Argentina. De todas maneras, el pueblo boliviano ya ha pasado por esta funesta experiencia con la aplicación del 21.060 y el neoliberalismo y lo ha derrotado en su momento.
*Publicada en la edición impresa de la revista Correo del Alba Nro. 135, diciembre, y en https://www.correodelalba.org