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Ante la crisis completa del régimen

La salida es obrera y socialista

Fuentes: Partido Obrero

La Presidenta ataca el paro de los grandes pulpos y pequeños y medianos productores agropecuarios desde la ‘caja’ de De Vido, los fondos de Santa Cruz, la reprivatización de YPF y la creciente entrega del petróleo; desde los sobreprecios de Skanska, la 4×4 que Varizat tiró contra los docentes de su provincia y el pago […]



La Presidenta ataca el paro de los grandes pulpos y pequeños y medianos productores agropecuarios desde la ‘caja’ de De Vido, los fondos de Santa Cruz, la reprivatización de YPF y la creciente entrega del petróleo; desde los sobreprecios de Skanska, la 4×4 que Varizat tiró contra los docentes de su provincia y el pago de la deuda externa con la plata de la Anses; desde una inflación imparable, techos salariales y, por último, desde las patotas de la burocracia que ella ungió como sus aliadas, que van al ataque de los trabajadores que luchan, o desde los piquetruchos como D’Elía, que encubren las fechorías del oficialismo.

El paro agropecuario expresa el agotamiento definitivo de la política de devaluación monetaria, que según la misma Presidenta enriqueció a los grandes exportadores.

Pero no sólo a los agrarios, sino también a los automotrices, mineros, petroleros y siderúrgicos.

Y no sólo a ellos, sino a los punteros del oficialismo que manejan los subsidios del transporte, del gas, de la luz y de los grandes negociados de obras públicas.

Ahora estamos ante una lucha por el reparto de la renta económica entre diversos sectores capitalistas, cuyas consecuencias las paga el pueblo con carestía y superexplotación.

La Federación Agraria Argentina e incluso muchos chacareros autoconvocados han desvirtuado el carácter independiente de su lucha al aliarse con la Sociedad Rural y con los pulpos agrofinancieros, que serán los mayores beneficiarios de la reivindicación de suspender los aumentos de las retenciones a las exportaciones.

Los pulpos y los terratenientes tienen valuaciones fiscales irrisorias, que han conservado hasta el presente gracias a los Kirchner, los Scioli, los Schiaretti o los Binner.

La oligarquía está presente en los dos lados de la trinchera: los kirchneristas Cresud, Werthein, Urquía, Grobocopatel son grandes latifundistas y agroexportadores.

La Sociedad Rural y los grandes bancos sustentan, en América Latina, la ofensiva de Bush contra los procesos populares o de liberación nacional.

El componente popular de los cortes de ruta agrarios está desnaturalizado por la dirección política y los reclamos del movimiento: bajar las retenciones, que son los de la gran propiedad capitalista agraria.

El Partido Obrero destaca, en esta crisis, el derrumbe completo de la política económica oficial, que es también una expresión de la crisis capitalista mundial.

El gobierno kirchnerista acabará cediendo en toda la línea a las exigencias de los grandes intereses agrarios.

La salida a este derrumbe no pasa por tomar partido por cuál sector capitalista se queda con el fruto del trabajo de la clase obrera y de los productores independientes. Pasa por impulsar la nacionalización de la gran propiedad agraria y su arrendamiento a los chacareros necesitados de tierra y al servicio del poblamiento agrario, o por la explotación pública directa por los obreros del campo.

Pasa por la nacionalización del comercio exterior y por sobre todo de los puertos privados (por donde los grandes pulpos contrabandean la exportación sin pagar retenciones), bajo control de productores y obreros, para asegurar que los beneficios de la producción sirvan a la industrialización agraria y a superar las grandes carencias sociales.

Ante la crisis abierta llamamos a los trabajadores a no permitir que la burocracia siga manejando las paritarias y a intervenir en ellas para imponer un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar y el fin de la flexibilización laboral.

Se ha abierto una crisis de largo alcance, económica, pero por sobre todo, política. El nacionalismo burgués concluye en un fracaso. El gobierno matrimonial está definitivamente hipotecado. Impulsemos una alternativa obrera y socialista.