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Presentación de los libros "Derechos Humanos como arma de destrucción masiva" y "Más allá de lo imposible. La dimensión política de los Derechos Humanos en el Siglo XXI"

La salud, una necesidad de los pueblos

Fuentes: Rebelión

Este escrito quiere servir de base para la presentación de los dos libros en el título señalados. Puede resultar raro presentar dos libros en el mismo acto, por cierto en un lugar emblemático de Cádiz y en una librería-café amiga «La Clandestina». Y es que en ambos textos se trata el mismo tema con mayor […]


Este escrito quiere servir de base para la presentación de los dos libros en el título señalados. Puede resultar raro presentar dos libros en el mismo acto, por cierto en un lugar emblemático de Cádiz y en una librería-café amiga «La Clandestina». Y es que en ambos textos se trata el mismo tema con mayor o menor extensión: La Salud: Una necesidad de los pueblos. Mi participación en el primero es más extensa, junto con un compañero, autor del libro; y en el segundo junto a un colectivo de autoras, de múltiples personas, que participamos en cada uno de sus 19 capítulos.

Es por ello que decidí hacer esta presentación conjunta en un momento decisivo y vital, donde la salud y las necesidades más básicas de los pueblos están siendo pisoteadas, arrastradas por el lodo de la indiferencia y el racismo que aparece sin tapujos en la llamada Europa «de la libertad». Que bajo eso que llaman democracia, y no lo es, apenas se pueden esconder los abusos, ataques y violencias sobre los pueblos que quieren ser independientes y cuyas riquezas son objeto de su codicia. En las últimas décadas los casos más llamativos, sin considerar los ya crónicos del Sahara occidental y Palestina, son las intervenciones, invasiones abiertas o encubiertas, en Afganistán, Irak, Libia, el horror de la injerencia sobre el pueblo sirio. En otra zona alejada no olvidamos el apoyo del imperialismo estadounidense a los golpes de Estado en Honduras y Paraguay y cuyo goteo de asesinatos llegan a traspasar los gruesos muros de los grandes medios de comunicación gracias a las luchas que están emergiendo con fuerza en esos países1. Los intentos de golpes de estado sobre gobiernos legítimos como el de Venezuela o, cuando estos fallan, sabotajes económicos (las llamadas «guerras económicas») y campañas mediáticas de difamación. Y es que ahora más que nunca en la actual situación geopolítica mundial EE.UU necesita imperiosamente una América Latina totalmente subordinada a sus intereses imperiales, Argentina y Brasil son los ejemplos más recientes2. Una rápida mirada internacional solo nos muestran que en el mundo la salud brilla por su ausencia.

No se olvidan tampoco los acontecimientos que ocurrieron previos a la Declaración de los Derechos Humanos (DDHH). El final de la II Guerra Mundial, sus terribles consecuencias para las poblaciones de distintos países del mundo, que tuvo su culmen en los más de 30 millones de muertes del pueblo soviético a manos del ejército nazi. El cruel aviso metafórico que representó el bombardeo nuclear sobre dos ciudades japonesas, cuando el ejército japonés ya estaba realmente derrotado. Y las represiones abiertas y ocultas, -manipuladas-, contra los pueblos que habían ganado al fascismo y suponían una amenaza para las burguesías europeas, especialmente para EE.UU, la ya primera potencia imperialista. Francia, Italia, Grecia; entre otros países sufrieron injerencias extranjeras, en connivencia con sus oligarquías, represiones a las organizaciones que más combatieron al nazismo. Se potenciaron las mafias y la introducción de drogas, como la heroína, que sirvieron para el control de los sindicatos que se encontraban «en manos» de los partidos comunistas de la época.

Tratar el tema de los derechos humanos y la Salud es resaltar que ésta es una necesidad de los pueblos, es supervivencia humana y calidad de vida de las personas. No son derechos que se nos da por parte de la clase en el poder, la burguesía, o las monarquías absolutistas y la nobleza daba en el pasado. No, son derechos conquistados que deben formar parte del proceso de construcción de una sociedad nueva, libre de explotadores y saqueadores de recursos, una sociedad para todos y todas, socialista. Porque la sociedad capitalista que sufrimos tiene una historia, un comienzo y, por ello, puede tener un fin; que sigue siendo un sistema patriarcal opresor pese a algunos avances conquistados por las mujeres. Opresión que, igual que la formación de las clases sociales desiguales, se originó en momentos históricos muy antiguos y que por ello no es «natural» ni puede considerarse como inevitable. Que podemos y debemos cambiar las cosas para mejorar en Andalucía y en otros pueblos oprimidos, y que para cambiar debemos analizar y actuar. Que los derechos humanos concretos, comunales, para el pueblo, deben ser abanderados de todas las maneras posibles. Y su conquista, por pequeña que parezca, es un paso más en la mejora de las condiciones de vida, de la salud de las personas.

Hablamos de supervivencia presente y futura, pero también de salud en su acepción positiva y solidaria, de ayuda mutua y cuidados sociales. Pero los análisis deben ser rigurosos y realistas, realizables a corto, medio y largo plazo; y yendo a la raíz de los problemas. Comprender las causas de lo que ocurre a nuestro alrededor de forma profunda e integradora, es difícil porque a este sistema no le interesa, se promueve lo superficial para tener personas adormecidas, pero es que el sistema capitalista es superficial en si mismo. Aunque se cubra de adornos hipócritas y formas diplomáticas. Escuchamos a menudo noticias superficiales donde, por ejemplo, la tragedia, la muerte continua en el mediterráneo de personas que huyen de la guerra y del hambre provocados por el colonialismo y el neocolonialismo, se relaciona con las mafias que permiten meter tantas personas en los botes que tratan de pasar al otro continente. O que la causa del accidente de tren en Santiago de Compostela era el maquinista sin afrontar el cúmulo de causas y circunstancias esenciales que contribuyeron a dicho accidente3.

En uno de los textos que se presenta se ha intentado resaltar la importancia de utilizar el método, el materialismo dialéctico. La necesidad de integrar la dialéctica, o mejor dicho, hacerla emerger de los procesos históricos, económicos, sociales y políticos; pero también de otras ciencias, como las del campo de la biología o de la salud humana, imprescindible para comprender los problemas de salud, las lesiones y enfermedades y sus causas relacionadas. La dialéctica nos ayuda a no caer en el mecanicismo y determinismo ramplón que domina muchas de nuestras disciplinas y en evitar el idealismo místico que surge con facilidad cuando los modelos anteriores son claramente insuficientes para explicar los fenómenos, como los relacionados con la salud. El abismo que separa ambas derivas lo podemos comparar con la división que aún persiste entre las llamadas ciencias «sociales» y «naturales». Tejer su conexión en los análisis concretos no es tarea fácil pero es esencial para todos los aspectos de nuestras vidas militantes, profesionales y personales.

Analizar la salud desde un prisma dialéctico implica relacionar lo biológico, los procesos íntimos que se producen en nuestro organismo, con los determinantes sociales y políticos, limitarnos a los determinantes biológicos es tan insuficiente como quedarnos solo en los sociales o políticos. Lo que ocurre es que lo habitual es conocer más como se producen los mecanismos internos; en unos casos; y en otros, conocemos más los mecanismos externos. Pero es más difícil «rellenar» las lagunas, la falta de conocimiento, en esas zonas que enlazan ambos tipos de procesos. Teniendo en cuenta esto y que ese espectro de condicionantes, que a su vez tienen niveles y contextos de mayor o menor amplitud, según de que problema o enfermedad hablemos puede «pesar» más un tipo de causas u otras. Desde una enfermedad que ya se tiene al nacer y cuyo origen en una alteración genética de los progenitores o una alteración en el proceso de la embriogénesis; hasta una asbestosis o un cáncer de pulmón adquirida en la edad adulta por exposición al amianto, o asbesto, en el medio laboral. Pero también las malformaciones congénitas y las enfermedades hereditarias pueden ser producidas por causas externas o agresiones medioambientales. Por ejemplo, algunos tipos de cánceres hereditarios son producidos por mutaciones genéticas que, a su vez, fueron originados por factores ambientales que actuaron sobre las células germinales de sus progenitores. Vamos a desarrollar un poco más estos procesos.

En los últimos años está siendo muy útil para la medicina el entendimiento y las aplicaciones de las células madres, embrionarias y adultas, su capacidad de crear tejidos que abre puertas muy interesantes para reparar órganos lesionados por muchos tipos de enfermedades. También está ayudando a entender como una célula sana se transforma en cancerígena. Se sabe que las células madres adultas ya especializadas en determinados tejidos tienen menos capacidad de replicación (duplicación del ADN antes de la división celular) que en edades más precoces de mayor crecimiento general4. Y que según el tipo de tejido, sus células madres necesitan dividirse más o menos a lo largo de la vida de las personas. Capacidad replicativa que es controlada por los genes supresores del crecimiento. Este equilibrio entre replicación y supresión de la división celular se puede romper y provocar un crecimiento «descontrolado» de las células. De tal forma que la replicación celular que tiene una beneficiosa función de regeneración celular tiene como contrapartida la posibilidad de que se desarrollen células cancerosas5.

Además, los genes se pueden alterar, sufren mutaciones que pueden afectar a otros genes como los activadores del crecimiento celular. Dichas mutaciones se producen por fallos en el delicado proceso de división celular, especialmente en el proceso de división de los cromosomas del núcleo de la célula y sus genes correspondientes. O por agresiones externas, como las radiaciones (que alteran a los cromosomas o sus genes); los oncovirus6 y otras muchas como el alquitrán, la contaminación atmosférica o los compuestos químicos del humo del tabaco7; aumentando todas ellas la probabilidad de sufrir cáncer de pulmón o vejiga urinaria, entre otros cánceres. Pero como decíamos, las células se reponen a partir de las células madre, pero en cada división celular y separación de cromosomas hay siempre más riesgo de que ocurra un error, por ello las células tienen un control de las replicaciones para que estas no sean excesivas8.

En resumen, en el origen del cáncer, que se caracteriza por un trastorno en el control del ciclo o división celular que las hace multiplicarse progresivamente de forma anormal, se encuentran lesiones internas genéticas, por ejemplo las mutaciones que surgen por errores aleatorios, bien en el proceso de formación de nuestro organismo -en la fase embrionaria-, bien en etapas posteriores de la vida. Y, a su vez, esas mutaciones genéticas también son producidas por agresiones externas o ambientales, en un proceso de relaciones hacia el interior y exterior del organismo9. Que este grupo de enfermedades, como muchas otras, está amenazado continuamente por procesos internos y externos. Las células madre hacen posible que se mantengan nuestros órganos, y sin las mutaciones en los cromosomas no hubiera sido posible el desarrollo de los seres vivos, su evolución, al predominar los cambios que se adaptan mejor al medio dinámico. Nuestros sistemas de vigilancia y reparación celular son producto de miles de años de evolución y adaptación a las agresiones externas pero la situación cambia radicalmente si superamos los límites, forzamos a nuestro organismo y a su capacidad de reparación celular.

Con estos ejemplos se trata de ilustrar como la comprensión de las enfermedades en las poblaciones requiere de una posición materialista, penetrando en la estructura de nuestro organismo y en sus procesos internos biológicos, pero también dialéctica, considerando dichos procesos en estrecha relación con las causas externas que alteran estas dinámicas internas de contrarios a lo largo de nuestras vidas. Causas externas que actúan de forma más o menos cercana y directa a las personas, pero relacionadas entre ellas como cascadas que van desde las situaciones sociales y políticas hasta las más puramente biológicas; o viceversa, en sentido contrario.

Aunar el análisis materialista con la dialéctica es, también, considerar los procesos históricos que nos han llevado a esta situación que afecta gravemente a los seres humanos junto al resto de seres vivos, a la naturaleza en general. Utilizamos, por tanto, el análisis marxista -el materialismo histórico- para comprender el tema que nos ocupa: la salud de los pueblos y sus condicionantes. Las ciencias de la salud y cualquier otra ciencia se relacionan profundamente, porque el conocimiento es un todo único y se trata de explicitar y extraer un hilo conductor en su interior que trascienda a lo social y político para lograr nuestra soberanía como pueblo y su mejora en todos los terrenos. Que el conocimiento del ámbito que sea debe servir a las personas y al conjunto de la naturaleza, no a una minoría capitalista que se apropia de riquezas y racionalidad popular, y que por ello también tener como meta transformar este sistema hacia una sociedad nueva, para todas las personas.

En este sentido reivindicamos el análisis de las causas, los determinantes que provocan la pérdida de salud, para actuar y transformar. Para señalar cuales son los problemas que nos aquejan y dirigir nuestras acciones para evitarlas, eliminarlas o cambiarlas. Lo nuevo que queremos surge de lo viejo, no se trata de desterrar lo mucho que hemos conquistado durante milenios, la cultura andaluza, por ejemplo, es rica en conocimientos y saberes ancestrales que se ha nutrido de lo mejor de los múltiples pueblos que se han mezclado en nuestra tierra. Si algo caracteriza, y enriquece, a lo andaluz, es su mestizaje que es precisamente lo que le da su idiosincrasia más genuina y profunda. Y esta dialéctica de transformar y aspirar a una nueva sociedad que incorpore «lo viejo», lo bueno acumulado y conquistado a lo largo de los tiempos es nuestra aspiración más profunda.

Mientras tanto debemos seguir luchando por unas adecuadas condiciones de vida para toda la población analizando los principales condicionantes de la salud que destacamos a continuación:

Hemos comenzado con el derecho a una alimentación saludable que pasa por reclamar algo tan elemental como que los pueblos alcancen una auténtica soberanía alimentaria10. Frente al derecho mercantil de los alimentos para los beneficios de grandes propietarios, hay que proclamar la necesidad de una alimentación de calidad, libre de transgénicos, pesticidas y monocultivos, para todas las personas y para todos los pueblos. Las muertes por desnutrición aguda, por hambre y las enfermedades producidas por la desnutrición crónica de los países más pobres se acompañan de muertes por enfermedades del sistema circulatorio en los países más enriquecidos por excesos alimentarios pero de baja calidad.

El sinsentido de un sistema dominado por las transnacionales del sector alimentario a nivel mundial, donde los alimentos más básicos para la alimentación humana cotizan en bolsa y muchos de ellos son utilizados como biocombustibles o para alimentación animal terrestre. Mientras, el consumo de carne crece de forma imparable pese a que una alimentación nutritiva y equilibrada debe contener una pequeña proporción de proteínas animales. La esquilmación pesquera, el oligopolio de las semillas y agrotóxicos con el agravante del uso de transgénicos cierran el círculo de un sistema capitalista irracional que solo mira sus ganancias monetarias a costa del empobrecimiento y de las muertes de una cada vez mayor parte de la población mundial. La lucha por la soberanía alimentaria es la lucha de la gente del mar, de la clase campesina, jornalera y ganadera del mundo contra las grandes corporaciones transnacionales del sector, y de otros sectores como la minería, que solo se podrá lograr totalmente cuando el capitalismo, en esta fase decadente imperialista, sea eliminado11.

 Íntimamente relacionado con el tema alimentario hemos dedicado otro apartado a la necesidad de un medio ambiente cuidado para toda la humanidad. Es conocido que los países capitalistas más enriquecidos no solo explotan laboralmente a su propia clase trabajadora y a la de los países que ha empobrecido, sino también esquilman la naturaleza. Desde Marx, los análisis marxistas más dialécticos, menos dogmáticos, son los que históricamente han comprendido la íntima conexión entre la fractura metabólica del trabajo y de la naturaleza. Lo que implica la necesidad de unir la lucha por la liberación de la explotación laboral y de la naturaleza. Y en este sentido el ecologismo en abstracto tampoco nos sirve, debemos analizar el conjunto del problema para intervenir en todos los aspectos en una sociedad donde se supere la explotación laboral de la propiedad privada, con la explotación de la naturaleza. Porque esta última es consustancial con la existencia del gran capital.

Fue Marx, el que, entre otras muchas aportaciones a este tema, avisó del empobrecimiento de la naturaleza y su relación con la salud y la vida de los pueblos, analizando uno de las primeros monocultivos, el del trigo, que provocó el colonialismo inglés sobre la Irlanda anexionada, para la exportación a su burguesía; y la patata, como alimento de subsistencia a la población local. La plaga que azotó a este último cultivo, a mediados del siglo XIX, provocó terribles hambrunas para la población irlandesa y su emigración masiva. F. Engels, por su parte, anticipó los problemas ambientales de la reciente revolución industrial en las ciudades inglesas y las múltiples enfermedades que provocaban en el naciente proletariado de la época. Proletariado que provenía de la clase campesina que fue expulsada de sus tierras y sus medios de subsistencia debido, entre otros, a los cercamientos de las tierras comunales. Tierras que fueron puesta a la venta y acrecentó el latifundismo, grandes extensiones de terreno en manos de pocos propietarios y potenció las industrias manufactureras, que quedaron en propiedad de la burguesía inglesa.

Los problemas medioambientales actuales se han acrecentado. La contaminación y accidentes en suelos y ríos de la minería, que sigue fomentándose en Andalucía y otros lugares del mundo, nos ha hecho recordar los detalles del desastre de la mina de Aznalcollar y sus causas. De como se quiere reabrir esta y otras peligrosas minas en aras de unos puestos de trabajo que no se priorizan en economías sociales y limpias. Tampoco se habla de los problemas de salud que provoca la contaminación que padecemos: el cáncer, las enfermedades respiratorias y las enfermedades cardiovasculares. Que existiendo soluciones técnicas, se continúa con más de lo mismo, favorecer a las industrias contaminantes: las petroquímicas, la minería, la peligrosa energía nuclear, el fracking o el almacenamiento de gas12. Industrias todas que pueden sustituirse por energías renovables, agricultura y ganadería ecológica que aproveche los ciclos de la economía local y los ecosistemas y de la vida en general. Porque estas soluciones técnicas chocan, son incompatibles, con los intereses de las grandes empresas capitalistas.

El Cambio Climático supone la síntesis de mayor gravedad de los problemas de contaminación ambiental en el mundo. Igualmente, se saben las causas, pero no se ponen las soluciones, porque entran en contradicción frontal con la esencia de su sistema, sin tasas de ganancias el sistema capitalista no podría seguir manteniéndose. El tema es tan sumamente importante que es reconocido en foros internacionales que proponen la reducción urgente de CO 2 , uno de los responsables principales del calentamiento del planeta. La avaricia mercantilista llega hasta tal extremo que las emisiones de CO 2 ha sido objeto de compra-venta. Si mi país sobrepasa la cuota de emisión pago a otro país que emite menos y seguimos con esas empresas contaminantes. Las grandes explotaciones agropecuarias y las industrias del sector energético ya comentadas, son las principales causantes del cambio climático por la intensidad de las emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente el metano en el primer caso y el CO 2 en el segundo.

Las políticas saludables que miren más allá del corto plazo, que aboguen por la salud de las generaciones venideras no tienen cabida en unos intereses que solo les importa las ganancias económicas rápidas y fáciles. Son los intereses de la propiedad privada, de las empresas transnacionales que continuamente nos demuestran que su prioridad son los beneficios monetarios y no la vida y seguridad de las personas. Terminamos este apartado recalcando que hay alternativas. Que se puede trabajar y potenciar energías renovables e investigar en ciencia o tecnología al servicio de todas las personas, que es una prioridad para nuestro planeta y el futuro de las poblaciones. Una economía planificada desde abajo que tienda al mínimo consumo y despilfarro y al máximo reciclaje; una economía basada en el derecho socialista de distribuir a toda la población los recursos naturales de forma respetuosa con nuestro medio ambiente.

 En el siguiente apartado, se plantean algunos detalles y contradicciones en relación con los servicios sanitarios y sociales. De como pese a tener determinados servicios públicos, como sanidad o educación, al estar insertos en un sistema político privado como el nuestro, están continuamente sufriendo privatizaciones en mayor o menor intensidad. La necesidad de apoyar y defender los servicios públicos y reclamar los que aún no son públicos, como la vivienda, el cuidado de las personas dependientes, el agua o la energía. Conquistar estas necesidades básicas es acercarnos a un sistema que en su conjunto prime unas condiciones de vida fundamentales para la salud y la seguridad de la gente frente al beneficio, privado, de unos pocos. Siendo conscientes que llegar a alcanzar estos servicios requiere eliminar la propiedad privada, esto es, la propiedad de las grandes empresas de la alimentación, del ladrillo o del sector energético.

  Los sistemas sanitarios en el Estado español y en Andalucía, pese al logro, las conquistas, de sus mejoras precisamente por su carácter público, universal y equitativo, han estado continuamente salpicados de «mordidas» privatizadoras. Una que resulta más invisible pero igualmente dañina es la privatización de la gestión: el servicio sanitario es de titularidad pública y pagado por todas (de forma no suficientemente progresiva), pero la gestión, si es privada, supone quitar una parte del dinero público para dársela a la empresa concesionaria, lo que merma en la calidad del servicio y aumenta la precariedad de sus trabajadores. Empresas privadas que, además, han obtenido la concesión envuelta en muchos ocasiones por la corrupción y las famosas «puertas giratorias» entre políticos y empresarios. La Comunidad de Madrid, Castilla-La Mancha, o en Alicante y Valencia, los casos han sido ampliamente conocidos y denunciados. Llamativo ha sido también el escándalo de hospitales públicos británicos gestionados por empresas privadas, donde la desatención a las personas ingresadas ha llegado a producir hasta 20.000 muertes de pacientes de edad en 14 hospitales. Hospitales públicos que comenzó a privatizar su gestión el gobierno de Margaret Thatcher y que ha continuado hasta la actualidad.

Hablamos de la lucha unánime y tenaz, especialmente del pueblo de Madrid, que ha impedido muchos de los intentos privatizadores del gobierno del PP. También del Real Decreto ley (RD-ley), aprobado por vía de urgencia en Abril de 2012, por el gobierno de Mariano Rajoy, que ha supuesto para muchas una verdadera contrarreforma sanitaria. Dos elementos muy importantes se tocan en este RD-ley,: En primer lugar la universalidad, la atención sanitaria, excepto las urgencias, maternidad y cuidados a menores, no será para todas las personas. Deja fuera a la población migrante que no tenga su situación administrativa regularizada y a la población autóctona que no esté inscrita en el paro, éstas últimas deberán antes demostrar que son pobres para ser considerados asegurados.

La universalidad, junto a la equidad, -dar más a los que menos tienen-, son, o deberían ser, las señales de identidad de un Sistema Nacional de Salud, porque suponen la base fundamental para una adecuada prestación sanitaria y promoción de la salud para toda la población. No es casualidad que el primer Sistema Nacional de Salud (S.N.S.) se creara en la U.R.S.S., tras la revolución bolchevique. Henry Sigerist, prestigioso historiador de la medicina de la época estuvo tres veranos conociendo las aportaciones de la revolución soviética en la medicina mundial y fue el que apoyó con fuerza la constitución del primer S.N.S. en un país capitalista como fue Gran Bretaña. Sistema sanitario que posteriormente fue imitado por otros países capitalistas y socialistas. Destaca el prestigio del Sistema sanitario y educativo, y sus avances científicos, de Cuba, que pese a ser un pequeño país sin grandes riquezas y sometido a un bloqueo injusto y cruel, son de una calidad internacionalmente reconocida.

Pero como decíamos los sistemas sanitarios públicos sustentados en sistemas privados, de propiedad privada, tiene muchos problemas. Uno de ellos que hemos explicado en el texto es el de los medicamentos y sus patentes. El problema de los desorbitados precios de los medicamentos que está suponiendo demandas de dimensiones escandalosas por sus implicaciones para la vida de muchas personas, como ocurre con los antirretrovirales frente al Sida o los medicamentos contra la hepatitis C. Porque todo el entramado privado del sector sanitario, de los medicamentos, las tecnologías sanitarias y otros productos sanitarios, supone unos costes insostenibles para el mantenimiento del sistema público. Pese a que la contribución de los fondos públicos para la investigación e innovación en este como en otros sectores sigue siendo muchísimo más alta que la aportación de los fondos privados. Bajo este tipo de sociedad que tenemos, la crisis será continua y cada vez más profunda donde se recortan los apoyos sociales de la población más desfavorecida, siguiendo con la burda y bárbara teoría malthusiana, q ue proponía dejar morir de hambre a esa población «excedente». O que huyan de sus países empobrecidos y mueran en el mar. La teoría de Malthus continua en la actualidad pero de forma hipócrita, él decía que los pobres eran elementos superfluos de la sociedad que no debían ser protegidos. Ahora no se dice, o se dice lo contrario, pero se sigue practicando la tesis reaccionaria del clérigo inglés.

 En relación con las condiciones laborales y salud, hemos tratado de ir más allá de los problemas de salud que provocan el desempleo y las condiciones de explotación, precariedad e inseguridad laboral, ampliamente reconocido por la comunidad científica. Al modo de producción capitalista le interesa, necesita, un excedente de población sin empleo para que, como decía Marx, el empresario pueda disponer de fuerzas productivas en variadas y precarias formas. El hecho es que tanto el desempleo como la precarización laboral o la necesidad de emigrar para encontrar trabajo remunerado, no digamos de l trabajo de cuidados feminizado y no remunerado, son profundamente dañinos para la salud de las personas. El endurecimiento de las leyes laborales, el recorte de salarios ante bajas laborales, el alargamiento de la edad de jubilación, entre otras, están provocando una grave pérdida de salud y un aumento de las enfermedades profesionales y accidentes de trabajo.

La labor de un sindicato combativo que defienda realmente a la clase trabajadora y evite las pérdidas de vidas y de puestos de trabajo, es esencial, mejorar las condiciones laborales es un paso más en el objetivo de conseguir un trabajo libre y creativo. Esa fue, y sigue siendo consciente e inconscientemente, la tendencia natural humana, porque tuvo un papel fundamental en la «femo-hominización». En una sociedad donde los derechos y la cultura sea colectiva, universal, que se acompañe del apoyo mutuo donde se alcancen los deseos materiales y emocionales, subjetivos, estará apoyando y será apoyada por ese trabajo rico y creativo, libidinoso en palabras de Freud.

 Hemos dejado para casi el final del texto la situación de opresión patriarcal que sufren las mujeres, la relación con su salud y la necesidad de nuestra liberación. Y es que la batalla contra el terror patriarcal es imprescindible para alcanzar la emancipación humana. La opresión contra las mujeres ha sido la más duradera y la más extendida y por ello hemos analizado la obra fundamental de Gerda Lerner, La Creación del Patriarcado, que da mucha luz y conocimientos sobre sus orígenes. Igualmente nos hemos detenido en el riguroso texto de Silvia Federici, El Calibán y la Bruja, donde analiza el recrudecimiento de la represión patriarcal en los orígenes del capitalismo.

Estudiar el proceso histórico es analizar las causas de esta dominación y los sufrimientos de las mujeres, pero también sus luchas y resistencias. En el ámbito occidental los movimientos feministas más radicales logran avances que tuvieron su máxima expresión en la revolución bolchevique de 1917. Hablar de la opresión de la mujer es hablar de la opresión sobre su cuerpo, sobre su vida y sus decisiones. Y es hablar de una sexualidad libre y creativa que nuevamente las mujeres han abanderado y deben seguir abanderando. Íntimamente unido a la sexualidad es imprescindible luchar por una vida afectiva plena y gratificante que mejore la salud física y psíquica a nivel individual pero sobre todo social. La lucha por la liberación de las mujeres empieza por nosotras, en todos los ámbitos, laborales, familiares y psicológicos porque el sistema capitalista patriarcal sigue promoviendo una ideología que perpetúa los roles y los estereotipos femeninos relacionados con la sumisión, emotividad, pasividad e inferioridad en las tareas sociales de cuidados, que siguen siendo predominantemente femeninos.

Es por ello que también analizamos brevemente, en el primero de los libros citados en el título, el apasionante texto «El papel de la mujer en la evolución humana» de Carolina Martínez Pulido, desmontando el mito del hombre cazador y destacando las contribuciones inestimables de investigadoras que desde diversas disciplinas muestran todo lo contrario, la importancia que tuvo la mujer en la alimentación vegetal y de pequeños animales, el carroñeo y la necesidad de una larga crianza para el desarrollo del cerebro, por lo que tuvieron que ser decisivas en la alimentación, mejora de la comunicación oral y en la creación de utensilios para el transporte de los pequeños. Igualmente se desmonta otro mito, el de la monoandria frente a la poliandria, con pruebas contundentes sobre una mujer recolectora y activa en la elección de su pareja o parejas y la flexibilidad de los roles sexuales.

Se insiste que son las mujeres las que con mayor valentía y ahínco luchan contra el machismo en todos los aspectos de sus vidas. Y de la importancia de la pedagogía teórica y práctica para transformarnos, que son las mujeres las que dan el primer paso en los momentos más duros y decisivos. Como es la clase trabajadora, también en momentos históricos muy determinantes, la que debe luchar contra la opresión empresarial. La historia y los hechos así lo muestran: son las mujeres, al igual que las clases populares, las que toman la iniciativa y actúan con valor y arrojo en las reivindicaciones personales y políticas. Desde separarse de su pareja a encabezar huelgas y luchas de liberación nacional, pese a que ese protagonismo sigue siendo invisible.

Pero la opresión sobre la mujer tiene su corolario en la violencia machista, desde la más sutil y psicológica hasta la más brutal que mata a la mujer. Y como en ese espectro de agresiones machistas, debemos desmenuzar causas e intervenciones. La violencia contra la mujer es un continuo donde es difícil poner fronteras tanto personales, sociales o políticas. Condicionantes que actúan, a diferentes niveles relacionados, sobre la pérdida de su salud. Desde el sufrimiento incomprendido hasta la crueldad de la pérdida de su vida o la de sus hijos o hijas. Son motivos más que suficientes para que las mujeres sigamos encabezando la lucha de nuestra propia liberación; solas, o acompañadas, en grupos más o menos organizados, pero que anticipen su liberación en esa nueva sociedad que está por llegar.

 Terminamos ambos libros con el tema de la represión porque representa la síntesis, la cara más visible de la ausencia real de verdaderos derechos humanos. El problema de la represión es que se intenta volver del revés. El imperialismo, sus servicios secretos, y los grandes medios de comunicación a su servicio, planifican campañas de intoxicación y manipulación mediática para liquidar gobiernos, y países, importándoles bien poco la desestructuración social y las muertes que provocan. A los ejemplos del pasado: Vietnam, Indochina, Centroamérica se añaden otros más recientes como Afganistán, Irak o Libia. Invasiones directas o solapadas, guerras cubiertas o encubiertas, apoyo a golpes de estados. Tenemos reciente el caso de Ucrania con el nuevo gobierno neonazi que está teniendo una resistencia tenaz en el este del país. Lo que en muchos medios de comunicación occidentales llaman de forma pretendidamente peyorativa «pro-rusos». Y el «monstruo» desatado en el próximo oriente, especialmente en Siria, que está provocando una guerra cruel ante la resistencia de convertirse en otro satélite de Arabia Saudí, Qatar e Israel que también actúa en la sombra, amigos todos de las potencias occidentales que quieren parte del «pastel» de sus enormes recursos naturales, sin olvidarnos del negocio en sí de la guerra, y el control sobre esa zona geoestratégica 13 .

El «bombardeo» mediático es impresionante y se acompaña, como suele ser habitual, de falta de rigor y profundidad en los análisis de las noticias con una finalidad muy clara y consciente, que las personas no sepan toda la verdad que les rodea. Finalidad que, por suerte, no siempre lo consiguen. El pretendido secretismo de la «alta política» de los Tratados de «Libre Comercio» como el Acuerdo Trasatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP) negociado entre Estados Unidos y el euroimperialismo que no solo destruirá conquistas sociales básicas como las ya comentadas en salud, trabajo, protección medioambiental o la información, sino que ampliará los sistemas de control, vigilancia y represión de las Estados de la Unión Europea bajo los intereses de Estados Unidos. Y también se ha destapado el TISA, Acuerdo Global para la Liberación de los Servicios, un acuerdo todavía más antidemocrático de intercambio de servicios entre medio centenar de países, incluido el Estado español y en el mayor de los secretismos, condicionando el 68,2% del comercio mundial de servicios. Que cubren todos los campos, desde telecomunicaciones y comercio electrónico hasta servicios financieros, seguros y transportes. Ni que decir tiene que a los blindajes de las grandes transnacionales sus objetivos son de control político, ideológico y represivo.

Y es que la represión puede aplicarse de muchas formas, también la represión que sufre la población por sus propios Estados. Las muertes de población pobre negra por la policía de Estados Unidos han podido constatarse gracias a los vídeos caseros. El uso de concertinas para la población migrante en Melilla. Las porras y pelotas de gomas, las palizas y torturas. La represión económica, las detenciones y multas por movilizaciones a militantes de organizaciones que defienden a los más necesitados. Y, cuando es necesario, el uso de la violencia pura y dura. En el Estado español no es casualidad que el gobierno del PP haya aprobado el proyecto de ley orgánica para la «Protección de la Seguridad Ciudadana», la llamada por muchos ley mordaza. Y el objetivo es claro impedir a toda costa las movilizaciones y las luchas de personas y colectivos más o menos organizados para mejorar sus condiciones de vida, que es mejorar su salud en su acepción más global y profunda de la palabra.

Las medidas represivas persiguen el miedo, incluso antes de llevarlas a cabo, y la sumisión y la pasividad. A los que nos debemos enfrentar en todos los aspectos de la vida, porque no solo es política sino también es muy personal. Vencer el miedo nos da soberanía, primero en lo personal, nos hace libres y coherentes con lo que pensamos y sentimos, y también política que incorpora otras imprescindibles soberanías. Ser mujeres y hombres libres que deciden y viven sus vidas con coherencia y dignidad, aunque ello suponga sacrificios y algunas penurias. Pero compensa, poder vivir una vida verdadera y libre. Aunque seamos pocos, ya iremos creciendo más y más. Mientras luchemos y sigamos intentando construir los cimientos de una vida colectiva nueva y mejor. Acorde a los tiempos que vivimos, que sea definida y perfilada por las propias personas y colectivos sociales, por y para el pueblo, que es el verdadero protagonista de su historia.

Notas

1 Petras J. «50 años de guerras imperiales: resultados y perspectivas», 22 de enero de 2016.

En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196229

2 Borón, A. «¿Estancamiento, retroceso, involución?», 3 de marzo de 2016.

En: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=209555

3 Cruz C. «Accidente ferroviario ¿se señalan todas las causas», 1 de agosto de 2013.

En: https://www.boltxe.eus/2013/08/01/accidente-ferroviario-%C2%BFse-senalan-todas-las-causas-concepcion-cruz-rojo/

4 Las células de los diferentes tejidos son renovadas y reparadas a través de la células madre propias de cada tejido, las células madre adulta está programada para dicha replicación durante toda la vida. Regeneran células para hacer la función propia del tejido correspondiente y para su autoregeneración. De las dos células hijas una mantiene su identidad de célula madre y la otra se especializa.

5 Si un gen supresor se reduce al tener dos copias de cromosomas, la otra copia normalmente sigue realizando su labor. Nuestro organismo tiene múltiples barreras, incluidas la doble hélice del ADN (o copias iguales de los cromosomas), para que cualquier mutación en los genes de la célula no termine haciéndola cancerígena. Otra barrera al cáncer es el «suicidio» de la célula, la apoptosis, cuando la mutación se perpetua. Y la apoptosis se produce porque nuestro organismo tiene un sistema que equilibra la división celular con su muerte y nos quedemos con el máximo de células necesarias para funcionar. Esa capacidad de regeneración celular producto de la división y muerte de las células tiene también su «reloj biológico» que se muestra en la longitud de los telómeros, extremos de los cromosomas que descubrió la científica Barbara McClintock, longitud que se van acortando con el tiempo y la mayor o menor necesidad de replicación celular.

6 Los oncogenes son genes anormales, mutados, que en el caso de infección por virus se pueden producir y activan a los protooncogenes (genes que promueven la división celular) en la célula humana afectada por el virus. A los oncogenes producidos por virus se les llama oncovirus.

7 Las partículas del humo del tabaco además de infiltrarse en los pulmones, se pueden distribuir por todas las células del cuerpo y unirse al ADN, alterándolo.

8 Una longitud crítica puede significar una parada continua del ciclo celular, envejecimiento, «senescencia», que junto con la «apoptosis» forman una de las barreras antitumorales de nuestras células.

9 Nuestros cromosomas se ven a menudo amenazados por influencias externas o internas, no solo las agresiones externas sino también la propia replicación de las células madre dan lugar a alteraciones genéticas que desencadenan el cáncer.

10 Vía campesina y otros movimientos en la declaración final del foro mundial sobre soberanía alimentaria celebrado en La Habana en 2001 expresan que: «La soberanía alimentaria es el derecho de cada pueblo a definir sus propias políticas agropecuarias y en materia de alimentación, a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional y el mercado doméstico a fin de alcanzar metas de desarrollo sustentable, a decidir en qué medida quieren ser auto- suficientes, a impedir que sus mercados se vean inundados por productos excedentarios de otros países que los vuelcan al mercado internacional mediante la práctica del ‘dumping’… La soberanía alimentaria no niega el comercio internacional, más bien defiende la opción de formular aquellas políticas y prácticas comerciales que mejor sirvan a los derechos de la población a disponer de métodos y productos alimentarios inocuos, nutritivos y ecológicamente sustentables». Cruz C. «La soberanía alimentaria: base para un poder real de los pueblos», 9 de septiembre de 2014.

En: www. rebelion .org/docs/187075.pdf

11 El 17 de abril de 2012, la asociación internacional «La Vía Campesina» que proclamó este día como «Día global de la lucha campesina», 15.000 campesinos hondureños ocuparon unas 12.000 hectáreas de tierras pública usurpadas por propietarios privados. Recordamos que Honduras sufrió un golpe militar contra el dirigente democrático, Zelaya, con la decisiva participación de Estados Unidos. Gobierno militar cuyos crímenes son continuos. En: Fontana, J. El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de comienzos del siglo XXI. 2013.

12 Jurado Rota, J y Morros Pinilla J. «Almacenamiento de gas en cavidades salinas. El proyecto Bages», primavera 2016. Ecologista, nº 88.

13Pérez Guerra, O. «En Siria no hay una guerra civil, sino una guerra de rapiña de la OTAN», 3 de noviembre de 2015.

En: http://www.lahaine.org/mundo.php/en-siria-no-hay-una

Concepción Cruz Rojo, Militante del Sindicato Andaluz de Trabajadoras/es. Sección: Universidad de Sevilla

Andalucía: Cádiz, 22 de Mayo de 2016

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