Los diarios evidencian la temperatura que se vive entre los productores. La crisis ha desbordado a la Comisión de Agricultura de la Cámara y a la Diputada Alarcón y se extiende por la pampa gringa con asambleas de productores que braman de indignación y prometen paros y cortes de ruta, mientras los sectores más regresivos […]
Los diarios evidencian la temperatura que se vive entre los productores. La crisis ha desbordado a la Comisión de Agricultura de la Cámara y a la Diputada Alarcón y se extiende por la pampa gringa con asambleas de productores que braman de indignación y prometen paros y cortes de ruta, mientras los sectores más regresivos de la sociedad argentina se suman a la fiesta mediática que se les regala. En tanto, las disputas y «desinteligencias» entre funcionarios demoran la salida de los conteineres de la cuota Hilton ya permitidos por orden del Ejecutivo. Piense el oyente que esos cientos de conteineres que se apilan en el puerto, como consecuencia de una medida política drástica pero muy poco meditada y seguramente pésimamente aplicada, necesitan mantener la cadena de frío para que no se descompongan sus contenidos o sea que están siempre enchufados al sistema eléctrico y que ello ocasiona gastos y gastos muy grandes.
Pero hay mucho más todavía: la faena y exportación de carnes constituye siempre una cadena compleja, cuando se la detiene en un punto dado como se hizo, sin considerar las consecuencias, resulta inevitable que la medida ocasione brutales costos a todo el resto del proceso. Así, impedidos de embarcarse aún permanecen cerca de 18 mil toneladas de carne de exportación en cámaras y frigoríficos diversos, 18 mil toneladas listas para embarcar y que mientras no se resuelva una política acerca de ellos, ocasionan gastos ingentes de mantenimiento. Estamos hablando de tantas reses, de tanta carne, que podríamos llenar con ella perfectamente mil ochocientos conteineres. No parece poco, aún más todavía, al común de los mortales consumidores de carne, nos resulta difícil imaginar toda esa comida junta… Pero a pesar de ello, no quisiera detenerme demasiado en estos hechos que corresponden a una mala implementación de las políticas, y que en última instancia, se reparan y resuelven con mayores gastos e inversiones… Pretendo en cambio, hacer un análisis político y develar las zonas oscuras que nos impiden comprender la verdad de las cosas. Resulta extraño que en tantas asambleas de productores que despotrican contra el Gobierno nadie hable de la soja, es extraño que en los incidentes habidos en la Comisión de Agricultura de la Cámara, la soja estuviese ausente, es extraño que con 16 millones de hectáreas cubiertas por monocultivos de soja en el país, no se hable de ella en medio de semejante crisis con el campo si no fuese algo planificado y concertado cuidadosamente o que conviene no meter en el debate ni de un bando ni del otro.
Aún más todavía, el desafío a esa Argentina Ganadera que guardaría todavía todo el poder económico, el enfrentamiento popular a esa oligarquía vacuna en el que según muchos se pone en juego el verdadero destino del país, pareciera que no da espacios en los periódicos como para que se informe que Monsanto acaba de secuestrar otros diez buques argentinos cargados de Soja en los puertos de España y que todas las embajadas y consulados en Europa trabajan a full pero en silencio, respaldando a los importadores de forrajes y harinas de soja de la Argentina. De eso no se habla. ¿Y por qué no se habla de eso? Porque hablar de eso implicaría confesar que este enfrentamiento es en buena medida una pantomima, un tinglado que enardece viejas memorias de las luchas populares pero que traído al presente no es más que una penosa distracción… que todos esos presuntos ganaderos de Santa Fe no son más que sojeros enojados porque se les dificulta la rotación o gente ligada a los frigoríficos que tienen sus importantes negocios con la cuota Hilton… pero que ya no existe esa oligarquía vacuna con la que se excitan tantos apresurados de ayer y que hoy juegan el juego del gran bonete. Serían diez mil los obreros de los mataderos y frigoríficos suspendidos por las medidas que detuvieron la exportación de carnes hace ya muchas semanas… Usted los vio protestar en la plaza de mayo? ¿Los vio acaso haciendo piquetes en las rutas o marchando hacia el Ministerio de Economía? No, en absoluto, parece que alguien arregló con ellos de tal manera que quedaron muy conformes pese a estar sin trabajo. ¿No es maravilloso? Sí, pero es tan maravilloso como extraño…
Recuerdo un artículo de Julio Alemann en la Razón hace ya algún tiempo. En él refería que los años noventa registraron las mayores transferencias de tierras que en toda la historia de la provincia de Buenos Aires… No sé si soy claro. La oligarquía vendió sus tierras. Se acabaron las viejas estancias con vaquitas gordas y peones flacos. Cuando mucho, algunas de aquellas viejas familias oligárquicas se quedaron con los cascos y con los palacios como recuerdos o para practicar el turismo rural de alto nivel que tanto se ha extendido. Una nueva clase empresarial, con gerentes y administradores de campo, ocupó ese espacio que era de la oligarquía, puso en marcha los pooles de siembra, aplicó a mansalva los nuevos paquetes tecnológicos, desplazó sin piedad hacia las ciudades a los desempleados de la agricultura y a los vecinos de las pequeñas localidades, e instaló un nuevo sistema de producción sin sustentabilidad, sin radicación ni vida en el campo, basado en semillas transgénicas y en el uso abundante de nuevas tecnologías y paquetes agrotóxicos. Eso es lo que denominamos: el modelo de la Soja.
Cómo interpretar entonces esta crisis, en que el grupo de los grandes empresarios de la siembra directa AAPRESID dirigidos por Trucco y Romagnoli, han salido a denunciar «la obsecuencia que se impone al debate de ideas y el verticalismo que se impone al estado de la razón»… y añaden que «lo ocurrido con la Diputada Alarcón, debilita la institucionalidad»… «y que en los últimos meses el ataque a la tecnología o a determinadas actividades, vía acciones o normativas de dudosa legitimidad implementadas por el Gobierno, generaron un clima de hostilidad que es incompatible con un país democrático y transparente». Ellos, que son los grandes ganadores con este modelo, se muestran disconformes no sólo con una medida que restringe las exportaciones de carne y que inevitablemente acabará alentando mayores cultivos de Soja, sino que pareciera comienzan a tener dificultades en manejarse con las internas partidarias, con las agendas electorales de los políticos y con sus intereses corporativos que no siempre se corresponden con los propios intereses de los Agronegocios.
Actúan en definitiva igual que Monsanto, ahora que han impuesto su modelo van por el poder total, lo quieren todo, les impacientan los negociados y las rencillas políticas de los Diputados que escapan a los propios códigos y que alteran sus grandes negocios, reclaman la garantía de poner tropa propia en el manejo del sector y en fijar las estrategias. Y es verdad que tenemos una corporación política inepta, que avanza a los tumbos, que no entiende del tema y sobre todo, que carece de proyecto nacional. Lo hemos dicho muchas veces: cómo se les ocurre en un país entregado a la producción de transgénicos, aprobar proyectos de Ley en que se promueve con diversas ventajas a la industria biotecnológica y a la producción de Biocombustibles, cuando jamás se fijó un mínimo marco normativo ni existe acuerdo alguno de Bioseguridad que permita inscribir esas nuevas industrias. Sí, es absolutamente insensato. Hicimos dos conferencias de Prensa en el Senado de la Nación muy recientemente para explicar esa situación aberrante que constituye un escándalo legislativo. No se hizo presente en ellas ni siquiera alguno de los legisladores que habían prometido asistir. El tema no les interesa, definitivamente. Ahora nos informamos sin mayores sorpresas, que las grandes corporaciones han elevado a la Cámara un proyecto de Ley sobre Bioseguridad que permita salvar la situación y que les daría una legitimidad de la que ahora carecen…. Es natural entonces que se pregunten para qué los necesitan…
El modelo de la Soja es hegemónico y no hace sino extenderse, ocupando nuevas tierras y expulsando campesinos y pequeños productores, pero los grandes sojeros y los Agronegocios parecen no estar plenamente conformes, porque las inconsecuencias de la gestión política le quitaría razonabilidad, tal como dicen ellos y seguramente también, previsibilidad a los negocios que emprenden. La crisis con Monsanto por las regalías es prueba palpable de ello, el desorden y la corrupción en las cadenas de comercialización de carnes también lo es. Les preocupa asimismo que el Gobierno impelido por sus propios presupuestos políticos y por la creciente radicalización del continente, aliente políticas de cierta apertura del modelo hacia los pequeños y medianos productores, como ser la de nombrar en los últimos días a un hombre de los movimientos campesinos de Córdoba APENOC, a cargo del Programa Social Agropecuario, o que le abra nuevos espacios institucionales a la Federación Agraria en los temas de agricultura familiar. Sí, les preocupa, porque parecen quererlo todo sin atenuantes y tendrían dificultades para comprender que en esta etapa la Republiqueta Sojera requiere cambiar algunos discursos y encubrirse con ropajes nuevos, sustentabilidad social que le dicen…
No es un momento más el que vive nuestro continente luego de la nacionalización del petróleo por Bolivia y el anuncio de una nueva política de tierras por parte de Evo. Nuestro país tendrá que adecuarse a la nueva situación creada, los lazos de intercambios de experiencias y de trabajos en común a que nos obliga el MERCOSUR facilitan un crecimiento común y diverso en la creciente complejidad del continente. La Argentina vive su propio proceso de elaboración política, proveniente de las experiencias setentistas del grueso de los cuadros de gobierno. Priman en ellos visiones clasemedieras y progresistas, y que quede claro que le doy a este término una connotación despectiva. Hay pendientes debates profundos, postergados y resistidos que nos debemos desde las identidades políticas y desde los desencuentros de los años setenta y que alguna vez habrá que asumir como gran tarea de nuestra generación, porque el ejercicio del poder ha puesto todos los desafíos sobre la mesa y ha transmutado antiguas impaciencias en gestos lentísimos y esperas prolongadas, que ya no soportamos los que hace treinta años reclamábamos moderación para que no se desorbitara la situación a favor del golpe militar anunciado.
La Argentina profunda y postergada continúa reclamando cambios decisivos que la saquen de la indigencia, del hambre y del hacinamiento inhumano en las ciudades. Y no saldremos de esta situación hasta que no le pongamos un límite a los modelos impuestos y fortalezcamos el Estado para implementar políticas a largo plazo a favor del redoblamiento del territorio y de la Soberanía Alimentaria con Justicia Social.