El referéndum no tiene base social. LA COB y los sectores empobrecidos no aceptan la consulta y van por la abstención, el boicot y voto nulo. Las clases medias urbanas, empresarios, cocaleros-colonizadores van a votar por el SI, creyendo unos que es la nacionalización y otros que se va a respetar la propiedad de las […]
El referéndum no tiene base social. LA COB y los sectores empobrecidos no aceptan la consulta y van por la abstención, el boicot y voto nulo. Las clases medias urbanas, empresarios, cocaleros-colonizadores van a votar por el SI, creyendo unos que es la nacionalización y otros que se va a respetar la propiedad de las petroleras. Todos saben, o intuyen, que es en las calles y en el Congreso donde se zanjará la lucha entre las corrientes nacionalizadoras y el poder petrolero
La Paz, julio 17, 2004.- La única certeza que tiene la fracturada sociedad boliviana es que este domingo, día del referéndum, no se decidirá la suerte del gas. Casi todos, incluidos aquellos que respaldan la consulta, que intenta legitimar los millonarios negocios de la exportación transnacional, saben o intuyen que será más allá de las urnas, en las calles y en el Congreso, donde se definirá si la ingente riqueza hidrocarburífera de Bolivia vuelve a poder de sus empobrecidos habitantes o si se mantiene en manos de los grandes consorcios petroleros.
El referéndum no tiene base social. Los sindicatos y organizaciones vecinales, sociales y populares han cuestionado su legitimidad y no reconocen su validez, por lo que muchos campesinos, obreros y gente empobrecida de clase media no irá a las urnas o votará en blanco o nulo. Para ellos, el acto del domingo sólo es una gran escaramuza en la gran batalla por la nacionalización del gas y el petróleo.
Las clases medias urbanas, empresarios, cocaleros y campesinos, que apoyan de una u otra manera la consulta, también miran más allá del domingo y de los resultados de la votación. Muchos de ellos coinciden en que irán a dar su voto a favor del SI, a todas o a parte de las cinco preguntas, pero discrepan profundamente sobre lo que significa este voto. Los empresarios, por ejemplo, están seguros que el SI significa que no se afectarán los derechos e intereses de las petroleras; los cocaleros y campesinos de base dicen lo contrario y creen que están logrando iniciar la nacionalización del gas.
En estos sectores, hay incertidumbre, confusión y desinformación. La ambigüedad de las preguntas de la consulta y la engañosa campaña propagandística gubernamental alimentaron las ilusiones y expectativas de unos y de otros, aunque éstas fueran contrapuestas y antagónicas. Ocultando el carácter pro-petrolero de la consulta, y para lograr una asistencia masiva a las urnas, a cada sector se le hizo una promesa distinta: entre las clases medias y cocaleros hay la creencia, por ejemplo, de que el voto favorable a la segunda pregunta (recuperar la propiedad estatal de los hidrocarburos) significa modificar y/o anular todos los contratos de las petroleras extranjeras; en cambio, entre los empresarios hay la certeza de que esos contratos no se tocan y se respeta la propiedad petrolera.
Por ello, el presidente Carlos Mesa ha exigido como derecho suyo la interpretación de los resultados del referéndum, aunque es el Parlamento, dominado en sus dos tercios por los partidos neoliberales, el que debe dar su última palabra. Allá, el diputado cocalero y jefe del Movimiento al Socialismo (MAS), Evo Morales, el principal aliado del gobierno, ha prometido dar batalla para hacer respetar su diferente interpretación, aunque no parece que vaya a romper su alianza con Mesa por esta discrepancia, que en el fondo se traduce en cobrar de inmediato más impuestos a las petroleras, y no en la próxima década como plantea el Presidente.
En este panorama de incertidumbre, varios analistas políticos y observadores independientes del proceso boliviano creen que el destino del gas recién comenzará a definirse cuando las corrientes nacionalizadoras y las pro-petroleras intenten imponerse una sobre la otra. Y esto no ocurrirá este domingo, a pesar de que la victoria de la abstención o del voto SI coloque a sus propugnadores en mejores condiciones para enfrentar la batalla final.
UNA CONSULTA SIN BASE SOCIAL
Y es que al no poner a consideración del «pueblo soberano» si se acepta o no la demanda popular de nacionalizar la industria y echar a las transnacionales, el referéndum, la llamada «democracia directa», ha sido convertida en una verdadera caricatura, con escasa o nula legitimidad entre la población más pobre y mayoritaria del país.
En palabras de Florencio Cocarico, dirigente campesino de Río Abajo, lo de este domingo es una burla: «Nos quieren hacer escoger si queremos que nos peguen con una piedra o que nos peguen un tiro. Y nosotros no queremos que nos peguen nunca más», dice al cuestionar las cinco preguntas de la consulta que coloca a los bolivianos en la disyuntiva de elegir entre las políticas y leyes del ex presidente Gonzalo Sánchez de Lozada y las de su sucesor, Carlos Mesa, que en el fondo plantean lo mismo en defensa de las petroleras extranjeras y de sus negocios de exportación.
Por eso, Cocarico, un pequeño agricultor de hortalizas y padre de cuatro hijos, dice que irá este domingo a marcar la papeleta con la palabra nacionalización, tal como ha instruido la Federación de Campesinos Tupac Katari de La Paz y como se presume que harán muchos de los 4,5 millones de ciudadanos habilitados para votar. «Por eso hemos peleado en octubre».
Muchas comunidades campesinas, especialmente en el Altiplano y los valles, le han dado la espalda a la consulta. «Es un referéndum tramposo», dice el «Mallku» Felipe Quispe, líder de los campesinos, que ha instruido quemar ánforas, no ir a votar o hacerlo en blanco o nulo.
Lo mismo plantea la Central Obrera Boliviana (COB) y casi todas las organizaciones laborales de maestros urbanos y rurales, trabajadores fabriles, mineros, comerciantes minoristas, trabajadores de la prensa, constructores, gráficos, colonizadores, estudiantes, jubilados y desempleados, entre otros. Lo mismo dicen las juntas vecinales de EL Alto lanzadas a impedir la votación de esa urbe de 800 mil habitantes, desde donde combatieron a piedra y palo a los tanques y militares carapintadas que sustentaban al ex presidente Sánchez de Lozada y su intención de dar vía libre para que las transnacionales exporten gas a Estados Unidos. En los barrios pobres de La Paz, donde también los vecinos se alzaron por la re-nacionalización e industrialización del gas, tampoco quieren el referéndum hecho a medida de las petroleras.
«El pueblo ya ha hecho su referéndum en octubre, cuando echó a Sánchez de Lozada y luchó por la industrialización y la nacionalización del gas», dice el líder de la COB, Jaime Solares, que aguarda el apoyo de la población, aunque reconoce que muchos ciudadanos acudirán a las urnas por la presión gubernamental y temor a las sanciones y multas impuestas por la Corte Electoral.