La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), el pasado 31 de octubre reconoció a Palestina como Estado miembro de pleno derecho por 107 votos a favor, 14 en contra y 52 abstenciones. Brasil, Argentina, Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador […]
La Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés), el pasado 31 de octubre reconoció a Palestina como Estado miembro de pleno derecho por 107 votos a favor, 14 en contra y 52 abstenciones. Brasil, Argentina, Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador y la absoluta mayoría de los países de América Latina y el Caribe se pronunciaron en el sentido de apoyar al pueblo palestino para estar representado plenamente en la UNESCO. Se opusieron a esta justa posición, entre otros, Estados Unidos, Israel, Suecia, Alemania, República Checa, Australia, Canadá y Panamá. Quien destacó como enemigo de la política correcta del grueso de los Estados latinoamericanos y caribeños, fue el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón Hinojosa al abstenerse en esta histórica votación.
Es explicable, aunque no justificable, semejante posición pro yanqui y pro sionista. Ya en la campaña electoral de 2006 el hoy presidente espurio habló de que, a diferencia del gobierno de Luis Echeverría, bajo su mandato México no consideraría al sionismo como una variedad del racismo. De este modo, impulsaba una orientación extraña a la política internacional del Estado mexicano. Así se las gasta la administración de Calderón: venga o no al caso, siempre se alinea con Estados Unidos y sus más fieles seguidores, por no decir cipayos, en torno a problemas fundamentales del acontecer internacional.
En cualquier parte del mundo es incorrecto darle la espalda al pueblo palestino en su legítima aspiración de poner en pie a su propio Estado nacional, pero aumenta la incorrección cuando se trata de un país con un pasado colonial, como México, que, además, fue víctima de enormes despojos territoriales por parte de Estados Unidos, invadido militarmente en 1846-1848, 1914 y 1916-1917, provocado en decenas de ocasiones, y amenazado con intervenciones y otros medios por el agresivo imperialismo norteamericano. No se justifica, pues, el voto calderonista.
En las condiciones actuales, votar supeditándose a los intereses gringos y sionistas es militar en contra de la unidad de los Estados de América Latina y el Caribe, favorecer a un Estado belicista en Medio Oriente y marchar de acuerdo con los planes y proyectos gabachos.
Para justificar el paso dado, la Secretaría de Relaciones Exteriores de nuestro país expidió un comunicado en el que señala con enorme falta de lógica: «Si bien México comprende las razones que animan la solicitud de ingreso de Palestina a la UNESCO, estima que hubiera sido preferible dar prioridad a estos procesos, antes de determinar la conveniencia de presentar este proyecto de resolución en la Conferencia General.
«En opinión de México, la UNESCO no es el foro competente para alcanzar la solución duradera e integral a la que todos aspiramos. Más aún, México considera que la decisión adoptada hoy podría perturbar las otras iniciativas en curso, que serán determinantes para resolver de una vez por todas, este largo conflicto».
Las tesis del gobierno de facto de Felipe Calderón no pueden mantenerse en pie. Son simples justificaciones reaccionarias para avalar una conducta ajena a los intereses de México y América Latina y el Caribe. Es una política al servicio del Imperio y su aliado guerrerista, el Estado de Israel. Con esa decisión, el gobierno no legítimo del Partido Acción Nacional sigue marchando en sentido opuesto a como avanzan Brasil, Argentina, Venezuela, Perú, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Cuba, Nicaragua, El Salvador y otros países hermanos de la Patria Grande. Es, claramente, actuar como esquirol.
Es una necedad votar en contra del curso de la historia. El pueblo palestino camina por un rumbo correcto, con el apoyo mayoritario de las naciones del mundo. Puede concluirse que el Estado palestino en formación recorre un buen trecho al ser reconocido por la UNESCO y, al mismo tiempo, la entidad sionista aumenta su aislamiento y desprestigio, como expresión del rechazo internacional a su política criminal y genocida, que se manifiesta en guerras, ataques armados a civiles, asesinatos de dirigentes patriotas árabes, construcción de viviendas de ciudadanos judíos en territorios de Palestina y violación de las resoluciones positivas de la ONU.
Al ser reconocido su Estado como parte integrante de la UNESCO, el pueblo palestino obtiene una gran victoria, pese a la negativa de Estados Unidos de otorgar fondos a esta organización. Gracias a la votación comentada, Palestina queda convertida en el Estado número 195 de la UNESCO. Con este carácter, podrán desarrollarse en mejores condiciones las actividades educativas, científicas y culturales de la nación palestina, víctima de acciones ilegales y criminales del Estado sionista. No obstante el anuncio del veto yanqui en el Consejo de Seguridad de la ONU al reconocimiento del Estado palestino, esta entidad se enfila con seguridad a la obtención de dicho reconocimiento, más temprano que tarde.
Por ello, son ridículas y pedantes las declaraciones de los personeros del sionismo. Por ejemplo, Nimrod Barkan, embajador israelí ante la UNESCO, manifestó que era un «día triste cuando una organización decide desconectarse de la realidad», y planteó, con una lógica propia de un gángster mesoriental, que la entrada de los palestinos es «ciencia ficción». Nada de eso. Como lo prueban las acciones combativas y de masas de los patriotas palestinos y libaneses, ciencia ficción es la supuesta invencibilidad del Estado sionista y sus Tsahal (Fuerzas de «Defensa» de Israel) y su Mossad (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales).
Israel es un Estado fundado en 1948 por personas provenientes de muchos países y de una pequeña minoría asentada en Palestina, practicantes de una antigua religión, pero que no constituían una nación, dado que carecían de unidad de lengua, de territorio, de vida económica y de psicología, y formado sobre la base del despojo de tierras, aguas, costas y propiedades de los árabes palestinos. Israel es una cuña en contra del movimiento de liberación nacional de los pueblos árabes y musulmanes, defensor de los intereses de Estados Unidos y la Organización del Tratado del Atlántico Norte, y representante de las peores expresiones del racismo, exclusivismo nacional y chovinismo. Su expansionismo se desenvuelve bajo el ruido de cañones, tanques y aviones para arrebatar territorios a los pueblos de Palestina, Jordania y Siria, así como del pueblo egipcio en el pasado. A pesar de ser un Estado joven, Israel aumenta su población por medio de la inmigración y no del crecimiento natural.
La entidad sionista concita el repudio de los pueblos árabes y musulmanes, así como de otros pueblos, porque es un Estado guerrerista y expansionista, que lanza amenazas y organiza provocaciones contra sus vecinos, desarrolla guerras de manera intermitente, asesina a líderes patrióticos de Palestina y Líbano, secuestra a dirigentes políticos y militares en el extranjero, realiza acciones terroristas en otros países y, en general, no respeta la ley internacional ni las leyes de la guerra. Es un Estado terrorista, sólo superado por Estados Unidos.
Por si no fuera suficiente, Israel sostiene ideas inadmisibles: «pueblo elegido» por Dios, carácter teocrático del Estado (con una religión no universal, sino étnica, nacional: el judaísmo), discriminación de los no judíos (en especial, de los árabes y musulmanes), «derecho» a la guerra preventiva y alianza militar con el genocida número 1 del planeta: Estados Unidos. Estos señalamientos están muy alejados del antisemitismo y la judeofobia, y son simples descripciones de una realidad conocida en todas partes. En cambio, a los sionistas y filosionistas si se les puede calificar de islamofóbicos, tanto por sus acciones cotidianas contra palestinos y otros pueblos seguidores del Islam como por su inmensa campaña de calumnias y mentiras contra los musulmanes en la prensa, radio, televisión, cine e Internet.
En función de los hechos antes anotados, debe analizarse el rol de la representación calderonista en la reunión de la UNESCO. La votación de México por la abstención en la admisión de Palestina como Estado miembro de la UNESCO, recibió una reprobación generalizada en los medios políticos e intelectuales nacionales, con excepción de los círculos pertenecientes y afines al PAN. El presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, Porfirio Muñoz Ledo; legisladores del Partido Revolucionario Institucional, el Partido de la Revolución Democrática y el Partido del Trabajo; estudiosos universitarios de derecho internacional, periodistas y ex diplomáticos de nuestro país criticaron el voto «de México».
El repudio al voto calderonista en la Conferencia de la UNESCO está plenamente justificado, ya que tal acto representa una subordinación inadmisible y desvergonzada al gobierno usamericano. En esta forma, la administración panista continúa desligándose de la tradición digna de la diplomacia mexicana y se amafia con criminales de guerra, genocidas e intervencionistas como son los gobernantes gringos e israelíes. Desde el año 2000, los gobiernos panistas de Vicente Fox Quesada y el espurio Felipe Calderón Hinojosa compran broncas ajenas; se pelean con países hermanos y amigos; suscriben «acuerdos» antinacionales, vergonzosos y lesivos para la soberanía nacional con los vecinos del norte; justifican el terrorismo de Estado de Estados Unidos, Israel y Colombia; entregan asilados de naciones oprimidas y académicos extranjeros a gobiernos que ejercitan la tortura; permiten la intervención en México de policías, provocadores, militares «en retiro» y mercenarios («contratistas») de EU; entregan a la «justicia» yanqui a delincuentes sometidos a juicio por la justicia mexicana, y tratan como criminales a los hermanos centroamericanos que se dirigen a la Unión Americana. Total: un desastre en política exterior.
No le faltan razones al imperialismo norteamericano para estar inconforme con la votación en la UNESCO, pues ésta refleja con claridad meridiana la crisis creciente de la hegemonía de EU en el mundo y el rescate de la soberanía nacional de Estados que la habían perdido al verse envueltos en las redes del neoliberalismo, así como se reafirma con fuerza la disposición de América Latina de seguir por un rumbo autónomo, no seguidista de los gabachos y con la perspectiva de organizar y desarrollar una auténtica Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños.
En tales condiciones, el voto abstencionista del calderonato expresa, por si hubiera dudas, la ineptitud, la incapacidad y el entreguismo de este régimen en descomposición. Tales desfiguros habrá que cobrárselos en 2012, castigando al PAN y llevando a la presidencia de la República a un dirigente político patriota, democrático, ajeno a la oligarquía antinacional y solidario con los pueblos de Nuestra América.
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